Personajes, historias y mundos inauditos. La infancia con Ceaucescu y Tarkovsky. Estallido de las santas reglas de la escritura y desasosiego existencial. Una nota para que cuando le den el Nobel que viene sonando vos digas: “¡Lo re leí!”. Desde la época de Cemento.

La inminente publicación en lengua española de la última parte de la Trilogía Cegador, que lleva por título El Ala Derecha (Editorial Impedimenta), es la ocasión ideal para recorrer la obra de uno de los escritores contemporáneos más destacados de la actualidad. Candidato al Nobel desde al menos una década (nada indica que sea seguro que se lo vayan a dar, teniendo en cuenta la cantidad de grandes escritores a los que la Academia sueca ignoró durante su historia), los textos de Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956) vienen ganando adeptos en lengua española, desde que en 2010 la editorial Impedimenta de España publicó El Ruletista, un apasionante relato corto que, en su versión original, abre el primer libro en prosa del autor: Nostalgia, publicado en Rumania, su tierra natal, en 1993.

Abordar una obra tan vasta e inclasificable en un solo texto resulta difícil, más cuando uno no oficia de crítico literario, sino que es simplemente un lector apasionado. Por lo cual enfrentaré el desafío tratando de contarles cuál fue mi recorrido por este universo embrujado, luego de que una de esas amigas, a las que siempre conviene escuchar cuando recomiendan un libro, me sugiriera probar suerte con el mentado Ruletista.

Ambientado en la Rumania de principios del siglo XX, el relato se centra en un eterno perdedor que se gana la vida jugando a la ruleta rusa en los antros de una Bucarest en temprana decadencia. Con una prosa y una construcción narrativa que no tiene nada que envidarle a Borges o a Kafka (digámoslo desde el comienzo: Cartarescu juega en las ligas mayores de la literatura universal), el cuento lleva su planteamiento original hasta un extremo que te deja sin aliento, hasta terminar transformándose en una ácida reflexión sobre la fortuna, la muerte, el sinsentido de la existencia y el rol que le cabe a la literatura en este embrollo.

Y como el botón de muestra resultó ser en realidad un anzuelo, no tardé en ir a por el libro entero. Originalmente titulado El Sueño y publicado en 1993, estos cinco relatos han llegado a nosotros bajo el título de Nostalgia (Impedimenta, 2012), un manifiesto homenaje de Cartarescu al cine de Andrei Tarkovsky, del que se declara un manifiesto admirador. Y si el primer cuento te deja apabullado, lo que viene a continuación es apenas la puerta de entrada a un universo extraño y surrealista, en el que las historias que comienzan atadas a la realidad no tardan en explotar por los aires, rompiendo sin piedad los pactos de credibilidad con el lector, sin que ni siquiera nos importe. Estamos ya dentro del “mundo-Cartarescu” y cualquier cosa puede ocurrir.

Gemelos que se diluyen en una bizarra exploración de su propia ira juvenil, un mesías narrador que pierde sus poderes mágicos cuando le estalla bajo su piel su sexualidad, la historia de un arquitecto obsesionado con las bocinas de los coches (cuento que los lectores avezados no tardarán en referir al famoso “zapallo” que se come al mundo de Macedonio Fernández), para culminar en el impactante REM, un homenaje simultaneo a “El Aleph” de Borges y “La Metamorfosis” de Kafka, en el que Cartarescu muestra toda su maestría.

Y ya puesto a bailar, había que encarar al fin las novelas (que, dicho sea de paso, contienen una cantidad de páginas inusuales para la escasa paciencia de ciertos lectores contemporáneos). Así fue como me sumergí en la lectura de El Ala Izquierda (Impedimenta, 2018), la primera parte de la trilogía Cegador, en la que Cartarescu repasa los años de su niñez y adolescencia en la tenebrosa Rumania de Ceaucescu, el dictador comunista que habría de terminar sus días fusilado por una multitud enardecida.

Esta obra monumental, que supuso el reconocimiento internacional para Mircea Cartarescu, pone en juego una de las características fundamentales de su estilo: partir de situaciones reales para llevar todo al terreno del mito (el autor ha manifestado en más de una ocasión su admiración por García Márquez); sólo que a diferencia del autor colombiano, lo que hace el rumano es forzar la máquina ficcional hasta niveles inauditos, generando una sensación de embriaguez en el lector, que no puede detenerse ante la torrencial experiencia narrativa. En la primera parte, el núcleo de la obra explora la relación con su madre y las alucinantes historias de sus antepasados mientras atraviesan las tierras heladas del conde Drácula.

A lo ruso pero desatado

El Cuerpo (Impedimenta, 2020), la segunda parte de la trilogía, está ambientada en la Bucarest de los años sesenta y muestra a un Mircea aún niño, consumido por los sueños extravagantes que le borran la noción de realidad, mientras comienza a dar sus primeros pasos en la literatura y sufre por su hermano gemelo desaparecido. La trilogía se cierra con El Ala Derecha, de próxima publicación en el mismo editorial.

Y cuando estaba convencido de haber tocado la cima, cayó en mis manos Solenoide (Impedimenta, 2017), una novela cuya extensión no tiene nada que envidiarles a los clásicos de la literatura rusa del siglo XIX, que narra las desventuras de un profesor de una escuela secundaria de la periferia de Bucarest que compra una casa con un extraño artefacto magnético en su interior, que producirá viajes dignos de una sobredosis de LSD, tanto a él como a sus eventuales amantes. En esta novela, que ya ha sido mencionada por la crítica internacional como una de las obras maestras del siglo XXI europeo, Cartarescu lleva su técnica narrativa a un extremo difícil de igualar.

Para colocarle la frutilla al postre (confieso que cuando un autor me gusta trato de leer todo lo que encuentre sobre él), me sumergí en las hilarantes historias que se narran en Las Bellas Extranjeras (Impedimenta, 2013) en las que el rumano describe con un humor capaz de provocar intensos dolores de estómago a los lectores, las miserias del mundillo literario rumano, sin apartarse un milímetro de la crónica realista.

Las cuidadas ediciones de Impedimenta y las excelentes traducciones, en un español neutro y a la altura del lenguaje exuberante del rumano, a cargo todas de Marian Ochoa de Eribe, hacen que la lectura de este brujo literario surgido de la Europa más triste y melancólica, se vuelvan un viaje inolvidable que, se los aseguro, van a querer volver a repetir una y otra vez.

Bonus track

Su presencia virtual en el FILBA 2020, mientras nos asolaba la pandemia, se tradujo en una impagable entrevista a cargo de la argentina Lala Toutonian, una de las expertas en la obra de Cartarescu en nuestro país. Su alusión al rol que representan los sueños en su obra, su visión descarnada del mundo actual y su reconocimiento a la influencia de la literatura argentina, todo eso se puede disfrutar por aquí

Además de los textos citados, es posible leer en español, siempre en el mismo sello editorial:

Poesía esencial

Travesti (texto ilustrado)

El Levante

Lulú