En medio de la pandemia, los medios del mundo – y con ellos la opinión pública – se han centrado en los últimos días en Afganistán. Por qué ese país del que tan poco se conoce se ha convertido en uno los temas centrales en el mundo.

Desde hace algunas semanas, cuando para la mayoría del gran público que sigue las noticias empezó a hacerse evidente que el Talibán podía tomar el poder en Afganistán, este país casi desconocido para muchos en esta parte del globo comenzó a ser algo más conocido.

Si no hubiera sido invadido por la Unión Soviética en 1980 y por Estados Unidos en 2001, muy probablemente no estaríamos hablando de Afganistán, ni en la Argentina ni en muchas otras partes del mundo.

Sin embargo, ahora sí. Intentaremos en estas líneas explicar brevemente qué está pasando en ese país y por qué hoy, aun con la pandemia tan vigente, se ha transformado en el centro mundial de las noticias.

Un cambio en el tablero geopolítico

Una derrota más de Estados Unidos, desde el punto de vista militar, tras 20 años de ocupación dejan al descubierto dos cuestiones: primero, el fracaso de la política de intervención “humanitaria” para restablecer el orden en un país. La imposición de formar un Estado nación “occidentalizado” fracasó rotundamente, pues es imposible imponer un cambio cultural tan importante desde una intervención militar, sea ésta de un organismo como las Naciones Unidas o a través de una potencia militar como Estados Unidos.

La mayor fuerza desplegada se va de Afganistán tras 20 años, con 2.300 soldados estadounidenses muertos y decenas de miles de heridos, y deja un país mucho peor de lo que lo tomó cuando invadió buscando vengarse de Osama bin Laden, presunto autor intelectual del atentado a las Torres Gemelas en 2001, en Nueva York.

Segundo, y en relación con la pérdida de los objetivos militares que perseguía Estados Unidos, se verifica y se consolida un tablero geopolítico de tres actores excluyentes: Estados Unidos, Rusia y China. Esto ya de por sí debería preocupar al País del Norte; pero si se tiene en cuenta que Rusia y China mantienen una alianza muy sólida, es para pensar que tal como anunciaban muchos autores -entre ellos el reconocido sociólogo noruego Johan Galtung, quien predijo la caída de la URSS y la pérdida de la hegemonía estadounidense como gran potencia en 2020- Estados Unidos abandona ese rol en el escenario mundial.

Lo más llamativo de esto es que la gran potencia del Norte parece aceptar esta nueva realidad, más allá de las bravuconadas de Donald Trump antes y de Joe Biden ahora, con las amenazas de que “América ha vuelto”. Y si se habla de aceptarla es porque esta realidad que vemos hoy en Afganistán no hubiese ocurrido sin aquella reunión de Trump con el líder del movimiento Talibán, en la que se acordó la retirada de Estados Unidos. Ni tampoco hubiese sucedido sin la ratificación de esa política por parte de Biden.

Desde entonces es que la mayoría de los especialistas en el tema se veían venir la ofensiva talibán y su control posterior del país, porque caía ciudad tras ciudad, hasta llegar a Kabul el 15 de agosto pasado, cuando se acordó la huida del presidente y la entrada victoriosa talibán en la capital del país.

La cuestión religiosa

Para el mundo occidental, tan afecto a las simplicidades, es difícil entender el mundo musulmán, como si el cristianismo proviniera de un jardín de rosas histórico que fuera fácil de comprender. Pero de algún modo lo tenemos más internalizado y entonces lo asumimos sin demasiados cuestionamientos, sepamos o no algo de nuestra historia religiosa. De ese modo, entender las complejidades de la religión musulmana se nos hace imposible y tendemos a amalgamar todo detrás de un solo término: islamismo.

Si a esta tendencia simplista le sumamos el interés norteamericano después de 2001, de tachar de terrorista a todo lo que proviniera del mundo musulmán, tenemos la ensalada perfecta para la ignorancia: lo que no entendemos lo rechazamos.

No se trata aquí de comprender o justificar las atrocidades que se cometen en nombre del Islam -que por otra parte muchos defensores del culto también cuestionan- sino de informarnos lo mejor posible para evitar caer en amalgamas que conducen a callejones sin salida en pos de entender una cuestión cultural y política.

 

No es intención de esta nota explicar cómo surgieron y quiénes conforman el Talibán (para eso al final del artículo dejaremos una serie de link que fueron información e inspiración para esta nota, para que el lector de Socompa pueda indagar aun más en el complejo mundo afgano), sino de diferenciar al movimiento Talibán del Estado Islámico y de otros movimientos extremistas musulmanes.

De hecho, un movimiento musulmán que sí tiene buenos vínculos con los talibanes es el grupo palestino Hamás, que gobierna la Franja de Gaza. Quienes conocen el paño de la política internacional en esta parte del mundo diferencian muy bien entre las políticas internacionalistas de Al Qaeda, las regionales de ISIS (Estado Islámico) y las nacionales del Talibán. Algunos especialistas aseguran que los talibanes están lejos de transformarse en un movimiento terrorista internacional al estilo Al Qaeda, sino que su único interés está centrado fronteras adentro de Afganistán.

La promesa talibán de aggiornarse a los nuevos tiempos y de promover una amnistía para los opositores habrá que tomarla con pinzas hasta que se concrete. Algunos videos que circularon por las redes parecen demostrar que esa promesa es sólo eso: palabras huecas.

No obstante habrá que esperar el desarrollo político del gobierno talibán, porque tampoco es fácil de asimilar en estos tiempos un movimiento radical de sometimiento de la mujer. La igualdad de género se discute en el mundo entero -aun en países que tenían asumido su religiosidad machista, como Israel, donde las Mujeres del Muro de los Lamentos se están haciendo oír con fuerza- y no habría motivos para sospechar que en este marco, los talibanes no podrán ser tan extremistas como en su anterior etapa.

Pero, como se dijo, esto está por verse. El terror todo lo puede, pero si los talibanes aspiran a tener algún tipo de reconocimiento internacional, tendrán que sopesar muy bien cómo se comportan con los opositores y con las mujeres.

La cuestión económica

Por último, no podemos dejar de lado la importancia estratégica de Afganistán. No es sólo un país ubicado en el corazón de Asia, sino que económicamente tampoco es tan pobre como podemos imaginar a priori. Es verdad que no es industrialmente desarrollado y que la agricultura es su principal actividad (incluida la producción de amapolas para el opio, su mayor riqueza) sino que tiene una potencia minera que las potencias que invadieron no dejaron pasar por alto.

Una nota de hace 9 años escrita por el analista político Lajos Szasdj (cuyo enlace también dejaré al pie del artículo) explica muy bien el potencial afgano en cuanto a minerales. El mapa que ilustra este artículo, extraído de esa nota, da cuenta de eso con mucha exactitud.

La repercusión internacional

Por último, si se habla y se seguirá hablando de los talibanes y de Afganistán es porque su incidencia política es mucho mayor que lo que podíamos imaginar.

Una de las primeras reacciones provino del mismo Oriente Medio, donde Israel -que está haciendo serios esfuerzos para integrarse de una vez a la región y al mundo árabe a partir de la firma de varios tratados de paz con países que antes eran enemigos, como Bahrein y Emiratos Arabes Unidos- ve con preocupación las buenas relaciones de Hamás con el movimiento Talibán. El mismo Arabia Saudita, que en el pasado fue uno de los países que reconocía el gobierno talibán en Afganistán, es un país que está cada vez más cerca de Israel.

Si los talibanes tienen algún tipo de incidencia en esa región de Oriente Medio (cosa improbable por lo mismo que desarrollamos más adelante, de que su prioridad será reorganizar Afganistán), podría desequilibrar el tablero que tanto Israel como Arabia Saudita mantienen atado con alambre.

El país está rodeado por otros Estados poderosos como Pakistán, Irán y China, pero también por Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. Se habla de que tanto China como Pakistán tienen alguna incidencia con el movimiento talibán, cada uno con sus motivos. Se verá en el devenir de los meses.

De Estados Unidos ya se habló. Y el otro jugador importante a partir de la OTAN, la Unión Europea, primero rechazó tajantemente la vuelta al poder del Talibán, pero ahora está en una posición más expectante. Lo mismo que Rusia, otrora invasor del país y ahora a la expectativa de lo que surja en Afganistán.

Todos tienen una ficha puesta en el país que lleva 40 años de guerra ininterrumpida con distintos invasores, pero con una misma población, sufrida y harta.

Los talibanes no son tan importantes como para dominar el mundo, pero sin dudas han pateado el tablero y de cómo caigan las fichas dependerá y mucho de qué manera desarrolle la política internacional de acá en más.

Material consultado para la elaboración de este artículo (*)

https://victordecurrealugo.com/taliban-afganistan-desafio-mundial/

https://victordecurrealugo.com/afganistan-ocupacion-estadounidense/

https://victordecurrealugo.com/afganistan-ocupacion-sovietica/

http://peoplesdispatch.org/2021/08/17/the-return-of-the-taliban-20-years-later/

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58145850

https://actualidad.rt.com/opinion/dr_lajos_szaszdi/view/45695-La-importancia-estrat%C3%A9gica-de-Afganistan-Una-futura-%E2%80%98Arabia-Saudita-del-litio%E2%80%99

  • Las fuentes mencionadas son apenas algunas de las tantas consultadas para realizar esta nota. No obstante, son las más relevantes e importantes si los lectores de Socompa quieren completar su información.

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