Breve repaso de la historia de la explotación petrolera en Venezuela, desde los 70, pasando por la OPEP, la nacionalización y el chavismo hasta estos días. Cuarenta y dos años como principal país exportador de petróleo a nivel planetario no bastaron para que los ingresos administrados por las élites parasitarias lograran diversificar la economía del país.

Ahora que el petróleo es nuestro, no quiero ver pordioseros, enfermos sin hospitales ni muchachos sin liceo

(Ali Primera, referente de la canción de protesta venezolana)

A propósito de la volatibilidad de los precios del petróleo, creo oportuno redefinir nacional e internacionalmente el viejo cuento que una élite parasitaria logró posicionar sobre la identidad del pueblo venezolano en relación al petróleo: contaron que era flojo, perezozo, vago, que no le gustaba el trabajo, que no producía nada, es decir un ¡¡indio sin alma!! y que por esa razón, todo lo importaban. Entonces, mene[1] y pueblo vagos los dos, fueron los culpables de la improductividad del aparato económico, de la dependencia de las exportaciones del petróleo y de convertir la economía en una de carácter monoproductiva. Razón por la cual se necesitaba a la refinada y efectiva empresa privada -de escrúpulos- para que reactivara el aparato productivo, diversificara la economía y por supuesto, administrara la renta petrolera. Fin del cuento.

La verdaita es que desde la primera dictadura militar de comienzos del siglo XX hasta la década de los ‘70 -y después también, pero en otra proporción-, la exploración, perforación, extracción, refinación y comercialización del petróleo estuvo directamente controlada por el Estado corporativo de los Estados Unidos y algunas familias blancas criollas que durante seis décadas adminitraicionaron a la población.

Durante este periodo Venezuela transitó por dos dictaduras militares; sin que su principal socio del norte jamás se preocupara por la democracia del país. Pero esa es harina de otro costal, dejemos quieto.

 

En 1973 el embargo petrolero del bloque Árabe de la OPEP a los países de Occidente había provocado que la cotización del crudo se cuadruplicara. Con ese panorama, el 1° de Enero de 1976 se nacionalizó el petróleo venezolano y con ello surge la creación de la compañía estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). ¡Entrábamos como ráfaga de viento al mundo de las reivindicaciones en materia de soberanía nacional! Con una cascada de dinero que sólo fue aprovechada para comprar en el exterior.

“E izaron el pabellón[2], subieron las caraotas las tajadas[3] y el arroz”, dice Primera.

Esa masa de capital capturada internacionalmente (que no deja de ser plusvalía de otros pueblos) en el mercado financiero por la venta del crudo. Ahora iba a parar al Estado y sus gestores de turno, los suscriptores del Pacto de Punto Fijo principalmente; constituyéndose de esta forma una nueva élite, más criollita que la anterior pero igualmente lacaya y que más tarde se conocería como «la gente del petróleo, quienes evadieron impuestos, cometieron grandes fraudes por consorcios, despilfarraron recursos, acumularon inmensas fortunas haciendo de la distribución de la riqueza un acto destinado a pocas familias. Utilizando además, métodos irracionales de explotación como es el caso del lago de Maracaibo.

Esta dirigencia empresaria, fue destituida de sus cargos en 2003, luego de dirigir el sabotaje físico-digital a PDVSA y sostener un paro petrolero de cuatro meses como coerción para obtener la renuncia del presidente Hugo Rafael Chávez Frías.

Hasta ese momento Venezuela seguía siendo la principal signataria de la gran factoría yanqui.

De la miseria rural a la miseria urbana

Por un lado, el pueblo venezolano fue el gran aprendiz y maestro que durante los primeros 60 años de actividades petroleras hizo que el conocimiento del musiu[4] fuera reapropiado, desarrollado y aplicado por los propios venezolanos a la industria del petróleo; lo que hizo posible en términos prácticos la falsa nacionalización dirigida por las élites.

Por otro lado, el Estado descuidó totalmente las políticas para el desarrollo de la industria del campo como de la manufactura, concentrando su mirada sólo en la exportación de la leyenda negra.

Con el abandono del campo por parte del Estado, los campesinos -algunos dueños de tierras y otros sometidos a relaciones semi feudales- no vieron otra opción que abandonar sus hogares y desplazarse a las grandes ciudades, construidas por la segunda dictadura militar, donde este pueblo no matizaba con el moderno paisaje. «pero la miseria en la ciudad al menos es más divertida» dice Primera.

Cuarenta y dos años como principal país exportador de petróleo a nivel planetario no bastaron para que los ingresos administrados por estas élites parasitarias lograran diversificar la economía del país caribeño, donde los dulces caen de los árboles y las 5 fachadas geográficas: Caribe, Atlántico, Andino, Amazónico y Guayanés invitan a cualquier plan económico responsable y serio a desarrollar las fuerzas productivas.

Y a pesar de todo, el pueblo venezolano produce para alimentarse. Primero durante los años en donde la estrategia política del empresariado opositor era presionar al gobierno y forzar la renuncia de Chávez. Después, con Maduro y el acaparamiento; en Venezuela nunca hubo escasez de verduras, frutas, legumbres, cereales ni hortalizas. Basta pasearse por los municipios andinos Antonio José de Sucre, José María Vargas, Francisco de Miranda, Jauregüi del estado Táchira o Santa Cruz de Mora, Aricagua, Canagúa, Guaraque, Cardenal Quintero, Julio César Salas, Justo Briceño, Miranda, Pueblo Llano, Rangel del estado Merida, para colocar algunos mínimos ejemplos de la cultura productiva del pueblo y observar cómo históricamente le han echado burda ‘e bola y ovarios a la producción de sentidos y de frutos para ofrecer en esta extraordinaria geografía sancionada y bloqueada.

Entonces es una excelente oportunidad para cambiar el imaginario cultural y la estructura económica del país y para eso hay más pueblo organizado que élites parasitarias ¿o no?

[1] (MENE palabra usada por los indígenas Caribes para nombrar la sustancia negra y viscoza que brotaba naturalmente del suelo y que usaban como medicina, combustible para iluminarse, y para calefatear sus naves.)

[2]  (PABELLON: plato nacional venezolano, compuesto de arroz, carne guisada y mechada, caraotas o porotos negros, huevo frito y tajadas)

[3]  (TAJADAS: plátano maduro cortado en lonjas que se fríen en aceite caliente.)

[4]  (MUSIU: es la contracción VENEzolana de la palabra monsier o señor en frances. En lo campos petroleros, los trabajadores le decían musiu a los extranjeros rubios, alemanes, franceses, yanquis)

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