El ex capitán ya anunció que la ecología será un tema menor bajo su gobierno y su blanco elegido es el extenso territorio que surca el Amazonas. Su idea es destinar cada vez más tierras a la agricultura con agrotóxicos lo que pone en riesgo a todo el planeta.
Con Jair Bolsonaro en la presidencia, Brasil se enfrenta a un enorme retroceso en materia ambiental. Ataca el ecologismo pero defiende a ultranza la agroindustria, responsable de la deforestación. ¿Qué consecuencias trae para el pulmón del mundo?
La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país con mayor biodiversidad del planeta ya encendió las alarmas de organizaciones civiles y activistas ambientales. El mandatario anunció que va a fusionar el Ministerio de Agricultura y el de Ambiente, decisión que puede generar graves consecuencias para la Amazonia.
Para Bolsonaro el medio ambiente no es una prioridad y así lo dejó claro durante la campaña. Cuestionó el Acuerdo de París, alegando que ponía en peligro la soberanía nacional, desestimó el ecologismo y afirmó que no habría “ni un milímetro más de tierras para los indígenas”.
Además, las promesas del líder de la ultraderecha de reducir el tiempo para la concesión de licencias ambientales, de acabar con la “industria” de las multas para las grandes multinacionales que comprometen seriamente al medio ambiente y la detención de la demarcación de nuevas tierras para los pueblos originarios, representa un enorme riesgo para la selva misma y para el planeta, que padecen los estragos de la actividad humana.
Él ex capitán del Ejército llegó al poder de la mano de varios grupos, entre ellos el autodenominado “Coalición Carne, Biblia y Bala”, que, en línea con sus intereses económicos, defienden la deforestación como mecanismo para abrirle paso a lo que llaman “progreso”, es decir, a las actividades ganaderas, entre otras.
“Somos 200 millones de habitantes y una de las cosas que está funcionando es la cuestión del agronegocio y la agricultura familiar. No podemos detener el progreso”, aseguró Bolsonaro en una sesión en vivo a través de sus redes sociales.
Un grave problema es que “Bolsonaro ha declarado que su gran referencia en términos de estadística es Donald Trump y Trump ha dicho que el cambio climático no existe”, advierte el profesor de la Escuela Brasileña de Guierra, Fábio Albergaria de Queiroz, PhD en Amazonia y experto en medio ambiente.
Por eso “queda claro que para él, el medio ambiente es una política de segunda clase” y eso trae graves consecuencias para la selva, las comunidades que habitan en ella y la flora y la fauna del lugar.
El Amazonas es un tesoro invaluable para el planeta y para la humanidad. Sus selvas y bosques se extienden por más de 7,4 millones de kilómetros cuadrados a través de Brasil, Colombia, Bolivia, Perú, Venezuela, Ecuador, Guyana y Surinam. De ese grupo de naciones que se nutren de gran biodiversidad, Brasil tiene la mayor porción: más del 60%.
En ese amplio universo natural viven cerca de 34 millones de personas que incluyendo 385 comunidades indígenas y miles de especies de flora y fauna. Esto la hace la mayor selva del mundo. De ahí la importancia de conservar este gigante ecológico llamado con razón el pulmón del mundo.EXTENSIÓN COMPLETA DE LA AMAZONIA EN AMÉRICA
El Amazonas se extiende por más de 7,4 millones de kilómetros cuadrados a través de Brasil, Colombia, Bolivia, Perú, Venezuela, Ecuador, Guyana y Surinam. De ese grupo de naciones, Brasil cuenta con la mayor parte, el 60%.
De acuerdo con Greenpeace, la deforestación en los años 70 alcanzaba apenas un 1 % del total de la Amazonia y hoy alcanza el 18%. Expertos advierten que si llega al 20 o 25 %, el ecosistema comenzaría a entrar en colapso de forma irreversible.
“La Amazonia es uno de los reguladores de la temperatura del planeta y si se altera el sistema de lluvias, su colapso sería desastroso: cambiaría el clima y la capacidad de almacenar dióxido de carbono en la atmósfera. Y esto se sentiría en todo el mundo”, aseguró Albergaria de Queiroz. Por eso con Bolsonaro en el poder Brasil, y el mundo, podría tener una situación ambiental aún más crítica.
En Brasil existen unas 600 reservas indígenas, que ocupan el 13 % de todo el territorio nacional. Sin embargo, no todas las zonas para las tribus están delimitadas legalmente. En campaña, Bolsonaro les ofreció a estas comunidades vivir de los recursos de “las regalías”, la “minería” y de las de las hidroeléctricas que quiere construir en esos terrenos, así como de la “explotación de la biodiversidad”.
Para el obispo André de Witte, presidente de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), “la política de Bolsonaro sería realmente desastrosa” porque daría luz verde al “agronegocio” y a la industria extractiva, con lo que “el valor de la naturaleza preservada va a ser totalmente perjudicado”.
Y es que no solo pone en riesgo a estas ancestrales tribus sino a toda la nación, pues su falta de experticia y su discurso en contra de la preservación del medio ambiente detiene el avance de organizaciones en la protección de las reservas naturales del país. “Mucho de lo que Bolsonaro dice es retórica y mientras el medio ambiente siga como política de segunda clase, la situación ambiental se quedará como está”, aseguró Albergaria de Queiroz.
Recientemente, el mandatario electo afirmó que estaba pensando en retirarse del Acuerdo de París, pero luego matizó sus palabras y dijo que el país no iba a desconocerlo.
Después afirmó que iba a fusionar el Ministerio del Medio Ambiente y el de Agricultura, y ahora que anunció oficialmente la creación de una sola cartera, expertos como Albergaria de Queiroz lo consideran “catastrófico, porque es unir dos ministerios que son opuestos irreconciliables. Tenemos un gran problema, pues ecosistemas como la Amazonía corren el riesgo de convertirse en áreas de agricultura.”, aseguró.
Entretanto, la Amazonía sigue sufriendo un grave deterioro ambiental producto de la falta de políticas estructuradas que defiendan esta zona de las industrias extractivas.
Lo preocupante es que el tiempo corre y con Bolsonaro, el gigante sudamericano se aleja de un modelo de desarrollo sostenible. En Brasil, el país donde más asesinan a ambientalistas en el mundo, los activistas siguen luchando por detener la deforestación, el monstruo silencioso que devora la Amazonia.
Fuente: France Press