Diez notas iniciales después de la victoria de Jair Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales brasileras. Entre el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad.

Pasados unos pocos días, da para comenzar a organizar ideas. En marzo de 1921, profundamente indignado con los resultados del Congreso de la Confederacione Generale del Lavoro, que no tomó medidas concretas de enfrentamiento al fascismo, Gramsci escribió:  “Aumentó nuestro pesimismo, pero es siempre viva y actual nuestra divisa: pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”. Lo que siguió después fue trágico, pero la historia no se repite de la misma forma y la divisa es pertinente para el momento.

1. La victoria electoral de un fascista es un evento terrible. Es comprensible que estemos tristes, arrasados, un tanto desorientados y profundamente decepcionados, inclusive porque todos tenemos personas próximas que revelaron ser algo que no imaginábamos. Pero es imprescindible tener claro que hay una diferencia grande entre la victoria electoral del fascismo y la instauración de un régimen fascista. Debemos tener claridad de que cualquier discurso de moderación de Bolsonaro es un simulacro, pero esto no significa que tenga el camino abierto para instalar una dictadura. La intención existe, pero su concreción no está dada y puede ser barrida.

  1. Hace diez días, se diseñaba una victoria avasallante de Bolsonaro. No fue así. Bolsonaro tuvo menos de la mitad de los votos de los electores que fueron a votar, y llegó a 39% de los votos del electorado total. Para las condiciones de la resistencia, es muy diferente este resultado de lo que sería una derrota aplastante. No fuese por la estúpida insistencia de la campaña petista hasta la mitad de la segunda vuelta con “no ataquen a Bolsonaro, quien no es visto no es recordado, focalícense apenas en Haddad”, este resultado podría haber sido revertido.
  2. Otro lado de este proceso es que, incluso en las condiciones de una elección, re-aprendimos la importancia de base. En centenas de ciudades, se organizaron grupos de mucha gente con poca o ninguna experiencia de militancia que recorrieron los barrios oyendo a las personas, conversando, dialogando. Nos aproximamos al mundo real y avanzamos en el sentido de la constitución de una izquierda más cercana de la realidad y con mayor capacidad de dialogar. Dar continuidad a esto permitirá, en la práctica, contrarrestar las visiones y direcciones burocráticas que paralizan y obstaculizan a la izquierda.
  3. De mi experiencia particular en un lugar de Brasil donde Bolsonaro tuvo 71% en la primera vuelta. Casi una centena de personas -la amplia mayoría joven y sin afiliación partidaria- se movilizó, pasó cada por casa en todos los barrios populares a lo largo de quince días y escuchó mucho a las personas. Las fuerzas del otro lado eran poderosas, pasando por la presión empresarial, las relaciones clientelares y la coacción practicada dentro de las iglesias. Una lectura simplista y rápida de los resultados electorales parece indicar que no tuvimos éxito. Bolsonaro hizo 77% de los votos. Pero Haddad pasó de 3.961 para 6.664, lo que significa 500 votos más de la suma de su votación con la de Ciro Gomes (PDT), Guilherme Boulos (PSOL), Marina Silva (Rede), Vera Lucia (PSTU), João Goulart (PPL) y José Maria Eymael (PDC). Aunque todavía en una dimensión insuficiente para mudar el resultado, el debate logró revertir votos dados a la derecha y al propio Bolsonaro.
  4. De esta experiencia, salta a los ojos la impresionante conciencia de clase de las camadas más pobres. En la casi totalidad de las viviendas más precarias, encontramos no solamente un convencido voto contra Bolsonaro, sino una comprensión política del significado de esta elección que sorprendería a muchos intelectuales. Por otro lado, en barrios populares donde el ingreso es un poco superior y las viviendas mejores -lo que se ha dado en llamar la “clase c” o que en las encuestas aparece como “2 a 5 salarios mínimos”-, no solamente encontramos una avasallante mayoría bolsonarista, sino también la expresión ideológica del “emprendedor”, de la meritocracia y de una identificación entre pobreza y vagabundeo. Son los sectores que ascendieron durante los gobiernos petistas, pero que más allá de su nivel de consumo, fueron educados y piensan como burgueses.
  5. Encontramos mucha reproducción de fake news bizarras. En los últimos días, escuché que Haddad quema biblias. Pero más que todas ellas, el éxito fundamental de la campaña de Bolsonaro fue haber conseguido, contra todos los datos de la realidad, presentarse como el anti-Temer y caracterizar a Temer como producto del PT. Cuando encontramos esta visión, ningún argumento es capaz de des-construirla.
  6. Además de su monumental incapacidad intelectual y propensión a proferir disparates, Bolsonaro tiene por delante una enorme dificultad. Por más que entendemos que, genéricamente, el voto por él expresa un contenido reaccionario (algo innegable), pesan sobre él expectativas muy dispares, y gran parte de ellas serán contrariadas muy rápidamente. Sentí a muchos decir que lo votaban ¡para volver a tener gasolina y gas baratos! Podemos reírnos de este disparate, pero mejor es tratar de entender. Sentí bocinas de camión toda la noche, y sabemos que ellos tienen la expectativa de una reducción de los costos, lo que es diametralmente opuesto al eje de la propuesta de Paulo Guedes. La reforma de la Previsión Social -probablemente este año- dejará claras la complicidad entre Temer y Bolsonaro y traerá a la luz una de las principales razones del entusiasmo del “mercado” con él. Si en la alta clase media hay claridad en torno al sentido social reaccionario y con esto el mantenimiento de un apoyo a su proyecto real, en el conjunto de sectores populares que lo apoyó la decepción será rápida, aunque se pueda imaginar estrategias tramposas, como el tema moral. Pero ya en la presidencia no tendrá como sustentarse apenas en esto.
  7. Bolsonaro tiene un vice (el general retirado Antonio Hamilton Mourao),que objetivamente es un adversario político (con un proyecto personal y posiciones todavía más extremistas). No sabemos cómo este conflicto será gestionado.
  8. Ya escribí sobre la necesidad de tener claridad con relación a la complicidad de la Justicia en cuanto al ascenso del fascismo. No será la Justicia, o las instituciones del Estado como un todo, que barrerán el fascismo. Por eso, la fuerza de la organización popular incide también en este aspecto y estar organizados y movilizados. Inclusive denunciando esta complicidad es la única posibilidad de que algunas barreras, hasta las jurídicas, sean interpuestas a la escalada fascista.
  9. Por último y más importante. No salgan de las redes sociales, no se aíslen. Sólo se puede enfrentar el fascismo con organización y acción colectiva. Las razones para temer son muy concretas, pero sólo nos fortaleceremos y nos protegeremos colectivamente. El aislamiento nos dejará más vulnerables, más desprotegidos y más imposibilitados de disputar la hegemonía. Avanzamos mucho en los últimos días, es hora de protegernos, pero no el momento de aislarnos.