Para el diputado del Frente Renovador no alcanza con el mal humor social que comienza a detectarse para pelear contra el macrismo sino que por ahora enfrente “no hay nadie”. Sin embargo confía en que la propia sociedad marcará el camino: algo así como pan-peronismo más pos-peronismo.

 Después de la reforma previsional está cambiando el humor social, pero que también cambie la cuestión electoral dependerá de lo que hagamos los que no somos gobierno”, advierte Daniel Arroyo, quien agrega que el macrismo quiere implementar un “modelo a la chilena”, basado en el desarrollo del sector primario, los servicios financieros y la profundización de las desigualdades sociales. “Al modelo que quieren imponer le sobran veinte millones de argentinos”, asegura. Sin embargo, confía en los límites que pueda trazar la sociedad argentina. También habla sobre los intentos para unir al peronismo (“debe ser un pan-peronismo más un pos-peronismo”, sostiene) y del rol en ese esquema del Frente Renovador y de Cristina Kirchner.

-¿Por qué sostiene que el gobierno de Cambiemos quiere avanzar hacia un modelo a la chilena?

El macrismo tiene el modelo chileno en la cabeza. Eso implica tres cuestiones. La primera, una meritocracia muy consolidada, tanto para la gestión privada como para la administración pública. En segundo lugar, un modelo en base a la producción primaria -en el caso argentino, vinculado a la soja y la minería- y al sector financiero. En esa línea, se busca hacer a la Argentina competitiva por medio de los salarios bajos. Y, en tercer lugar, hay que tener en cuenta que el modelo chileno no ha tenido peronismo ni tanta conciencia sobre la conquista de derechos sino que es un modelo dual, muy desigual, y cuando nada funciona, están los carabineros para poner orden. Ese esquema es el que imagina el macrismo. Tomando definiciones de intelectuales de FLACSO, lo llamaría “neoliberalismo tardío”, en el sentido de que no interpreta gran parte de lo que sucedió en América Latina en las últimas décadas. Entiendo que este año crecerá la economía. Y también crecerá la pobreza, que es uno de los efectos de este proceso. Es decir, se crece en base a la soja, la minería y el sector financiero, y hay desempleo, pérdida de puestos de trabajo y empeoramiento de las condiciones laborales y sociales. Pero en la Argentina eso genera tensión y conflicto social, porque al modelo que quiere imponer el gobierno le sobran veinte millones de argentinos.

-Ese modelo también parece empezar a encontrar sus límites en Chile, tal como plantea el surgimiento del Frente Amplio y la crisis de la Nueva Mayoría.

Sí, por eso lo llamo “neoliberalismo tardío”, porque están intentando imponer un modelo que ya fracasó previamente. A partir del pinochetismo, el modelo chileno construyó una sociedad muy dual, con la idea de orden a cualquier precio. Y la no movilidad social. Si uno analiza la clase política chilena, a la izquierda y a la derecha, ve que los apellidos se repiten en la historia. Ese proceso entró en crisis con la reforma educativa y un avance de la protesta social. El gobierno macrista no está interpretando los tiempos actuales y va detrás de un esquema que ya no es posible. Porque en el mismo Chile ya no es posible. Y en el caso argentino plantea mucha tensión y conflicto. Hasta ahora el gobierno capeó el temporal planteando que los anteriores gobiernos habían sido muy malos, porque no ha obtenido ningún logro en términos concretos para la vida cotidiana. Pero eso se va a terminar, ya empezó a terminarse, y la sociedad va a poner una lupa mayor sobre qué está haciendo el gobierno, y los niveles de insatisfacción empezarán a crecer.

-¿El debate por la reforma previsional fue un punto de inflexión en ese proceso?

Cuando se dio la discusión en Diputados, se generó una gran movilización social, porque se comprendió que implicaba un recorte de ingresos. Un concepto que parecía vacío, como la reforma previsional, se corporizó en que todos tenemos una abuela, un abuelo, alguien que cobra la asignación universal por hijo y que les iba a alcanzar menos la plata. Esa situación, sumada a los aumentos de luz y gas y al fin de año en el que todos hacemos balance y nos ponemos mal si no nos alcanza… Se empezó a modificar la tendencia del humor social. Y la mirada de la sociedad sobre el gobierno será más fuerte a partir de ahora. La elección fue Cristina sí o Cristina no, no se discutió si el gobierno era bueno o malo. Pero ese eje terminó con la elección y entramos en un proceso en el que va ir empeorando la situación del gobierno. Ahora: la política es racional y comparativa. Y si no hay nada enfrente, puede seguir ganando a Cambiemos. Gobiernos de ajustes fuertes han sido exitosos electoralmente por falta de alternativas. Es decir, creo que va a cambiar el humor social, pero que cambie la cuestión electoral dependerá de lo que hagamos los que no somos gobierno.

-El gobierno parecía dispuesto a ir a fondo, implementando las reformas a como diera lugar. Ahora, sin embargo, postergaron el tratamiento de la reforma laboral y el llamado a sesiones extraordinarias. También se registra una caída de la aprobación de Macri en las encuestas.

Con la reforma previsional, el gobierno obtuvo una victoria a lo Pirro y hoy está pagando las consecuencias. Logró que saliera con mucho esfuerzo y en el último aliento, pero terminó agotado y dinamitó todos los puentes. Todos tenemos que tomar nota de dos cuestiones en torno a la reforma previsional. Una es que esa victoria pírrica tiene que ver con un mérito de la política -aunque es relativo-y con la reacción de la sociedad, que le puso un límite al gobierno. La segunda es que el gobierno había entrado en una lógica corporativa y creía que acordando con los gobernadores podía hacer lo que quería. Está claro que no, que la política tiene autonomía y una dinámica propia, en especial en la Cámara de Diputados. Eso hizo parar al gobierno por un tiempo, pero la línea es bajar salarios y hacer a la Argentina competitiva vía el sector primario. Va a intentar una nueva reforma previsional, con una vuelta de las AFJP. Ahora está aturdido y necesita parar, pero va a volver sobre ese esquema.

-Recién dijo que las posibilidades de éxito electoral del gobierno también dependen de la oposición. ¿Cómo ve el futuro de la oposición y, en ese marco, al Frente Renovador?

Estoy convencido de que estamos caminando hacia un tercer ciclo histórico en la Argentina. Cada ciclo marcó la representación de los que nadie veía y estaban afuera de todo. El yrigoyenismo representó a la clase media. El peronismo les dio valor a los trabajadores. Los invisibles de hoy son los que hacen changas, los que tienen trabajo informal, los que ganan menos de diez mil pesos, los docentes, los que la llevan como pueden. Ese sesenta por ciento de la Argentina va a lograr conformar una alternativa política. Será más rápido o más lento, pero lo va a hacer y va a iniciar un tercer ciclo histórico en la Argentina. ¿Qué tenemos que hacer para colaborar en que eso suceda? Generar una oposición unida, seria, amplia, que se oponga a las reformas laborales y previsionales, pero que además plantee una agenda de temas para el desarrollo de la Argentina y que aborde los problemas reales que hoy tenemos.

-¿Cómo caracteriza políticamente a esos sectores invisibilizados y cómo podrían generarse niveles de representación y autorepresentación?

Previo al yrigoyenismo estuvieron Alem y las revueltas; antes del peronismo, el socialismo y el anarquismo. Para mí el kirchnerismo y los movimientos sociales son esa fase previa a la emergencia de este tercer ciclo histórico. Hoy hay múltiples representaciones sueltas, movimientos sociales, distintos grupos organizados, los que cacerolean, los que se manifiestan. Nada de eso constituye un espacio político, hasta que lo logra. ¿Cómo emerge? No lo tengo claro, pero en la Argentina siempre surgió cuando algo de la política dio con un sentido que estaba dando vuelta en la sociedad. Para mí la reforma previsional fue importante porque hubo mucha movilización y la clase media porteña salió a protestar porque interpretó que iba a empeorar su vida. Creo que se van generando condiciones y hay múltiples dinámicas sociales que darán pie a otro esquema político.

-Ese malestar atraviesa buena parte de las sociedades occidentales. Sin embargo, en muchos casos han decantado en opciones electorales de derecha o extrema derecha, como Trump en Estados Unidos.

La Argentina tuvo ciclos complejos, como en 2001, pero no optó por opciones extremas. No es una sociedad que busca la salida por ese lado, sino que busca la representación del equilibrio.

Construir otro sentido común

-¿Ve a la clase política madura como para poder unirse frente a estos procesos neoliberales?

Soy muy optimista sobre el futuro argentino. Pero el problema central no es tanto si hay buenos o malos dirigentes, sino cómo construimos un sentido común alternativo en términos generales. Es decir, el gobierno ha logrado construir un sentido común, que es que el Estado no puede meterse en todo, que hay que dejar que cada uno haga lo que puede, que es más meritocrático. Así ha agudizado la grieta social. No me preocupa tanto la grieta política, si es de un partido o de otro, sino el tema de que el peón de taxi está enojado con el que para porque él no puede laburar, y como este hay varios ejemplos. Ha fortalecido el quiebre y la fragmentación social. Si logramos construir un sentido común alternativo, ahí va a haber una chance. Me parece que el macrismo como sentido común, como idea de que ésto es lo que hay que hacer, se va a ir desgastando rápidamente. La política va a ir poniendo su granito de arena para hacer otra cosa.

-Ese sentido común va ligado a la agenda que plantea. ¿Qué debe contener la agenda que proponga la oposición?

La Argentina es siglo XXI: soja, minería, sector financiero, mundo del conocimiento; siglo XX: la señora que hace changas en su casa, el plomero, el carpintero; siglo XIX: el pibe sin secundaria completa, perdido en el conurbano. El gobierno sólo ve a la Argentina del siglo XXI, la fomenta, la hace competitiva; el gobierno anterior no la veía. Y tiene la idea del derrame, de que si a estos le va bien, va a ir acomodándose el resto. ¿Qué es lo que tiene que construir un sentido común alternativo? Que hay una Argentina competitiva, soja, minería, sector financiero están bien, funcionan, nos permiten tener dólares. Pero también hay una Argentina que hay que cuidar, una industria textil que hay que cuidar. El pibe sin secundario completo hoy no tiene trabajo en la Argentina, y entonces hay que hacer obra pública de pico y pala. Hay que articular esa mirada integral, en la que todos tienen lugar. Si se transforma en agenda, en una política, en ideas nuevas, vamos a construir otro sentido, otro modelo de desarrollo, otro sentido común. El otro elemento que debe tener es que acá no hay que hacerse los tontos con los problemas estructurales. Argentina tiene que resolver sus problemas, no puede el Estado vivir gastando mal lo que tiene y seguir endeudándose. Necesita una reforma previsional seria, lo que hizo este gobierno fue un hachazo a los jubilados, a los planes sociales, y a los pensionados, pero hay que hacer una reforma previsional seria, pensada y discutida con el 35% del trabajo informal. Hay que pensar cómo es el mundo de trabajo que viene, donde claramente la tecnología va a modificar las cosas. Dar respuestas a eso, cómo estamos todos adentro, cómo armamos un modelo de desarrollo con estas realidades, es el desafío que tiene la oposición. Quiero ayudar a construir eso, para mí quién construye el sentido común, luego construye mayorías electorales.

Foto: Juan Casas

-Iñigo Errejón, dirigente de Podemos en España, sostiene que hay dos andariveles, el de la construcción del sentido común, que él llama “batalla cultural”; y el de crear un partido político para ganar las elecciones. Para Errejón, Podemos fue exitoso en uno de los terrenos y en el otro fracasaron, porque era difícil hacer todo a la vez, son velocidades diferentes. Pensando en 2019, ¿cómo ve la posibilidad de generar una alianza con otros sectores que sea competitiva electoralmente y a la vez construya sentido común alternativo?

El Frente Renovador tiene un rol, que es construir agenda. Tenemos un volumen de presencia en términos de agenda mayor que lo que implican los 21 diputados y lo mismo se refleja en los concejales y en toda la estructura del FR. De acá a 2019 necesitamos a una oposición unida, el peor esquema es ir fragmentados en tres partes, dos, cuatro, y que eso le garantice el triunfo al gobierno. Pero eso se va a construir sólo si generamos un sentido común, sólo si generamos una agenda real. La experiencia de Podemos está mucho más avanzada de lo que yo puedo pensar, o sea que debería aprender de eso, pero mi impresión es que si hay sentido común, hay instrumento electoral, con PASO o sin PASO. Yo me concentraría en este momento en la agenda y en el sentido común, que para mí es un punto clave. No quisiera llamarla “batalla cultural” porque me parece que es muy trillado, suena a fundacional. No creo mucho en eso de lo fundacional. Para mí si construimos una agenda y un sentido común eso va a unificar a la oposición naturalmente y la va a hacer competitiva.Yo tengo la idea de que hay cuatro Argentinas. La Argentina de los más pobres, que no tienen lo mínimo; la Argentina vulnerada, que hace changas, que tiene trabajo informal; la Argentina de clase media; y la de clase alta. El Gobierno genera políticas sociales para las de abajo, en términos de contención, pero sólo entiende a las Argentinas de arriba. Y cree que potenciando eso la cosa se va a acomodar. Por el contrario, entiendo que hay tres cosas básicas que deberían cruzar a esas cuatro Argentinas: 1) todos los chicos tienen que tener una escuela secundaria de calidad; 2) no se puede vender drogas en los barrios, está quebrando toda la estructura social; 3) está todo el mundo sobre-endeudado, no se puede dar créditos usurarios, porque las dos Argentinas de abajo, como no les alcanza la plata, toman créditos en la financiera de la esquina a una tasa altísima. La oposición debería resolver esas tres cuestiones, por ejemplo. Si nosotros construimos un sentido común, vamos a lograr generar el instrumento partidario.

“Cristina ha representado a los más pobres”

-¿Qué rol se imagina para Cristina Kirchner?

Cristina no sólo ha tenido un porcentaje de votos muy alto, sino que ha representado a los sectores más pobres. Ante quien ha representado a estos sectores, primero me saco el sombrero y después analizo, ahí hay un valor. No soy quién para decir nada, pero creo que su rol tendría que ser el de apoyar a construir un proceso superador como el pos- peronismo al que hacía referencia recién, a consolidarlo. Deduzco de lo que dice, que va para ese lado, pero no soy ni la persona más informada, ni con contacto para decirlo. Cuando se escriban los libros de historia, cuando haya pasado toda la hojarasca, el ciclo de doce años va a ser visto como un ciclo de mejoras. Y no hubo muchos ciclos de mejoras en la Argentina. Mejoró la situación social en términos generales, los últimos cuatro años fueron muy complicados y ha tenido muchas dificultades, pero así como uno toma el ciclo del primer peronismo, uno dice acá hubo mejora, si se focalizan los últimos años de Perón hubo dificultades, algo parecido. Me parece que el rol de Cristina debería ser colaborar y ayudar a construir ese esquema, a la formación de cuadros, a dar lugar al surgimiento de liderazgos alternativos. Creería que ese es el rol que debería tener y me da la impresión de que va camino a eso.

-Muchos dirigentes que tienen una mirada común están en distintas estructuras electorales. ¿Cómo se resuelve esa fragmentación?

Eso es así hasta que emerge un proceso y un liderazgo que va en la orientación de la gran mayoría. Los que están en distintos lugares dicen “este es el camino que hay que hacer” y confluyen. El primer Kirchner tomó esa situación y transformó al kirchnerismo en la transversalidad. Le tengo mucha fe a la sociedad, la sociedad en la Argentina va a ordenar a la política. La política en términos de escritorio no va a ordenar. La sociedad, muy fragmentada, va a ordenar a la política, de eso no tengo ninguna duda y creo que así fue históricamente.