Fue uno de los fundadores de la revista Contorno, que cambió el rumbo de la crítica cultural en la Argentina y autor de libros que siguen siendo insoslayables como Perón entre la sangre y el tiempo y Moral burguesa y revolución. En esta entrevista de 1999, León Rozitchner habla de la relación entre la poesía y la filosofía, del rol de los intelectuales y de una sociedad destruida por el poder.
León Rozitchner se fue de nuestro país en 1976 –estuvo radicado 10 años en Venezuela- regresando en 1985. Ex profesor del CONICET, “Me fuí de allí porque era un lugar fascista”, se desempeña en la actualidad como profesor en la Universidad de Buenos Aires, en la Facultad de Ciencias Sociales.

¿Qué relación encontrás vos que se da entre la poesía y la filosofía?
La filosofía de alguna manera vive sobre fondo de lo poético, de los creadores de nuevas significaciones inéditas. Es como una cantera de sentidos nuevos que penetra profundizando y abriendo otros cauces a la experiencia humana. Siempre, claro, nos referimos a la poesía que cumple estas condiciones.

-Uno de los autores que abordaste con mucho énfasis fue Antonin Artaud.
Si, en cierto momento trabajé sobre Artaud. En principio porque me lo pidieron. Yo no era muy adepto a Artaud, quizá tampoco lo sea ahora.  En él conmueve el desgarramiento, el enfrentamiento con los límites, pero de algún modo, pienso también que en él hay cierta limitación en la elaboración de sus propios contenidos. Por momentos, tiene un pensamiento hasta te diría mágico, para elaborar contenidos que siento que están desviados de su verdadera fuente y se dirigen hacia otro lugar para expresarse.

-¿Cuál creés vos que es el mayor compromiso de un escritor?
-El mayor compromiso es la coherencia consigo mismo.
Poner en juego todo lo que uno experimenta respecto de la realidad, desde los aspectos más nobles hasta los más innobles.
Cuando hablo de coherencia estoy diciendo que aquel que escribe elige la palabra como el campo de máxima coherencia, allí no pueden haber abandonos, deslices, es un campo al cual uno llega privilegiadamente. Aquí uno no puede ni aceptar ni ceder frente al poder.

-Hoy se habla mucho de la pérdida de valores en nuestra sociedad. ¿Cómo analizás vos esta problemática?.

No sé, siempre se utilizó tanto este tema de la crisis de valores… en principio habría que pensar qué son los valores.
Seguramente nos estamos refiriendo a las elaboraciones fundamentales que los hombres a través del riesgo, de las dificultades, de los enfrentamientos, pudieron obtener como modo de relación. Este modo de relación es el que fundamenta los valores, aquello que da valor a todas las cosas y a todas las relaciones que a partir de aquí se inician, esto es lo que yo creo que desapareció.
Todo hombre se vive a sí mismo como alguien absoluto, de ahí la angustia ante la posibilidad de la desaparición, de la muerte.
Tiene tanto valor absoluto para uno mismo, uno que es, que siente que es el lugar de referencia para toda la realidad. Algo así como “a partir de mí la realidad tiene sentido”, a pesar de que la realidad me hizo a mí como soy.
Este ser relativo a la realidad que soy yo, no deja sin embargo de ser un absoluto, un absoluto que es relativo a la vida y que es relativo al tiempo y que por lo tanto va a morir, pero mientras es, sigue siendo un absoluto.
Si los hombres vivieran esto y pudieran sentir que el otro también es alguien como uno, yo creo que gran parte de las dificultades que estamos viviendo en la vida real, cuando hablamos de los valores, desaparecerían.



– ¿Pensás  que en la actualidad hay una  mayor cuota de autoritarismo que en los comienzos de la democracia?

 Yo no sé, esta democracia está infiltrada profundamente por lo que llamamos la no democracia, es decir la dictadura y lo que la dictadura elaboró y organizó permanece todavía presente, porque el sistema de dominación permanece siendo el mismo a pesar de todo, solamente que ahora no es necesario recurrir a  las armas para reprimir. Ahora, cada uno se reprime dentro de si mismo.
La dictadura hizo posible que después viniera la democracia, porque la gente, ablandada, destruida, aniquilada internamente en su modo de ser y de sentir y penetrada por el terror, ya no requirió que hubiera dictadura para hacer lo que la dictadura quería. Es decir, se obtiene por otros medios lo mismo. Por eso, a la guerra de las armas que da muerte, le sucede la economía que da muerte, sin necesidad de las armas.
Este es un país donde lamentablemente la gente se ha entregado miserablemente, salvo ciertos grupos que todavía siguen resistiendo.
Este autoritarismo del cual hablamos nos quiere decir que la gente es autoritaria, no solamente que se ejerce autoridad sobre ella. Esta dominación nos penetró a todos y nos hizo pelota.
El autoritarismo es el dominio de la muerte en la gente, es aquello que le impide moverse y buscar otra cosa.
La Argentina es el país de latinoamérica que más se dejó corromper y atravesar por esta dominación.

-En el número anterior de “Generación Abierta”, Zito Lema decía que en general desconfiaba de los intelectuales porque según él no estaban a la altura de los acontecimientos ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Sí, esto tiene que ver con la coherencia que es propia del pensamiento, por la cual el intelectual no se tendría que dejar avasallar por el poder ni dejarse doblegar ni hacer aparecer los miedos, para así poder enfrentar la angustia que uno siente cuando escribe y poder decir algo que tenga sentido. Cuando uno escribe tiene que vencer al miedo y en esta sociedad el miedo abunda.
Entonces, si hay intelectuales que no son coherentes es porque están acobardados y un intelectual que está acobardado no tiene nada de intelectual, es un tipo que va a utilizar la actividad o el pensamiento como una forma de protegerse del miedo, del terror y de la muerte.
En nuestro país muchos intelectuales -siempre hay también muchas excepciones- o están agarrados por la academia universitaria que es el lugar donde se instalan porque te concede el privilegio de una relativa seguridad y permanencia, aunque sea mal paga, y te agarras a él para sostenerte. O si estás metido en la expresión literaria, estás también sometido por el mercado para que los libros se vendan y las editoriales te lo impriman, o para postularte a premios. Este dominio que han adquirido los medios y las grandes empresas financieras que son hoy las editoras, y que también determinan la crítica de los libros, forma parte de la gran corrupción neoliberal que es la dominante. Si te sometés a este domino la coherencia del intelectual está perdida : entregaste el alma.
Y esto aparte del cholulismo que recorre el campo de las teorías que se expanden y se instalan como modas recibidas desde afuera.
Pero además los intelectuales son un producto que la sociedad genera. Si predomina el abandono, la concesión, la corrupción, es porque la sociedad no alienta nada diferente: al contrario, lo celebra y recompensa. Pienso, por ejemplo, lo que pasó con la persecusión a los judíos por los nazis. Aún en territorios dominados por Alemania, como pudo ser Holanda o Dinamarca, mucha gente resistió, cobijó a los judíos, lo que implicaba un riesgo muy grande. Ahí encontrás una población con un coraje moral que la nuestra no tuvo, pese a las hermosas excepciones que han habido. La nuestra fue atravesada por la complicidad en la guerra de Las Malvinas.
La cuota de autoritarismo está dada por la impunidad. Cuanta mayor impunidad haya, uno se siente más solo y más sometido al vaivén de cualquier imposición del poder. Entonces más te pueden humillar y aplastar sin resistencia.

-El futuro no es bueno…
 Yo no veo claro el futuro inmediato, sobre todo si no hay reacción social frente a tanta destrucción y no veo que aún la haya. Hay grupos resistentes, hay gente joven que tiene coraje y enfrenta esta realidad como puede, hay mil revistas hechas a pulmón en muchos pueblos, pero eso no es aún suficiente frente a la adhesión política a proyectos turbios y dependientes en grandes mayorías. Mira lo que pasó con Ruckauf y su “meta bala”, la Iglesia, los carapintadas y los Patti, apoyados por la gente de abajo. Es preocupante.
Estamos viviendo una situación de gran locura histórica. La dominación absoluta del capitalismo financiero, del neoliberalismo, cuyo único objetivo es la acumulación monetaria infinita, y la imposición del modelo cultural de los EE.UU., y el hecho de que la vida humana ha sido invalidada y destruida en tantas regiones de la tierra, junto con la destrucción demente de la naturaleza misma, no presagia un futuro optimista. La gente está anonadada. En términos concretos todavía no veo aparecer el horizonte de una salida.