Veterano de muchos combates en varios países latinoamericanos, en esta entrevista Juan Ruilova analiza esperanzado lo que sucede en Chile y traza un panorama más bien desolador del gobierno de Maduro.
Juan Ruilova Maluenda es magister e ingeniero mecánico y de la construcción naval, docente universitario y combatiente revolucionario internacionalista chileno. En junio de este año, a los 73, luego de vivir un prolongado exilio, volvió a su país de donde fue expulsado en 1975 desde los campos de concentración de Pinochet. Ya había vuelto en el ’85 en forma clandestina y durante siete años luchó como combatiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). En 1992 cruzó a lomo de mula Los Andes y llegó a la Argentina, para después salir clandestino por Brasil rumbo a Venezuela. Luchador en Nicaragua y colaborador del Frente Sandinista en los años 80, desde el 92 residió en Venezuela y colaboró en el triunfo y después en el gobierno de Hugo Chávez. Participó junto a un grupo de chilenos en la defensa del gobierno de Chávez durante el golpe de estado de 2002, posteriormente apoyando profesionalmente las tareas del gobierno revolucionario.
-Lo que está sucediendo en su país desde fines de octubre, a partir de la negativa de los estudiantes de Santiago a abonar el incremento del transporte, es inédito. No sólo la respuesta a un tarifazo. ¿Cómo describiría el estallido social que empezó en Chile hace semanas?
-Este estallido, la rebelión social que se vive en Chile desde hace un par de semanas, se puede resumir en uno de los tantos carteles usados en las protestas: “No son 30 pesos. Son 30 años”. Esta situación es producto de un malestar acumulado, una desesperanza acumulada, engaños acumulados en la sociedad chilena, que tienen su inicio en la dictadura de Pinochet y después con el triunfo del NO en el plebiscito que le dijo a la dictadura: no (va) más. La alegría ya viene. El pueblo había votado para acabar con la dictadura y para buscar un país democrático y justo. Entonces, las responsabilidades quedaron en manos de los políticos de la Concertación (alianza de demócratas cristianos, socialistas y gente de izquierda en general) y su objetivo era devolverle felicidad al pueblo chileno. Esto no era otra cosa que acabar con todo vestigio estructural, político, económico y moral dejado por el fascismo de Pinochet. Lamentablemente, la clase política durante estos treinta años mantuvo intacto el modelo económico y político y la constitución, columna vertebral e ideológica del modelo neoliberal, se mantuvo igual. Se sumaron las privatizaciones de todo lo que manejaba el estado pre dictadura, incluido el recurso natural más importante para la humanidad, el agua, así como la educación, las pensiones, etcétera. Esto es lo que explica el eslogan de que son 30 años. Los estudiantes secundarios, al saltar los torniquetes del metro y propagar su eslogan, “Evasión”, prendieron la mecha para que se generara esta tremenda explosión social, que tenía acumulados años de rabia e indignación porque nunca llegó la alegría prometida y se acentuaron las enormes desigualdades económicas y sociales estructuradas por la dictadura y manejada después por la concertación y los gobiernos de derecha.
–Llegó a Chile este año después de vivir tres en Nicaragua. ¿Qué hacía en el país de Sandino?
-Salí de Venezuela a Nicaragua en junio de 2016 pues el presidente del grupo AlbaNisa (Alba Nicaragua), el ingeniero Francisco López, me solicitó que lo apoye como asesor en un proyecto de una planta de almacenamiento y distribución de combustibles (diésel, gasolina y Gas Licuado Petróleo) de un millón de barriles de almacenamiento para líquidos y 120 mil barriles de almacenamiento para GLP. Este proyecto costó 450 millones de dólares y es el más importante desarrollado en toda la historia de Nicaragua. López me planteó que lo apoye, en primer lugar, por la confianza política que el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional tenía en mi persona ya que fui combatiente internacionalista en la época del triunfo de la revolución y además como docente universitario en los inicios del proceso revolucionario. En segundo lugar, por la confianza en mi currículo profesional en el área petrolera. Asumo el reto y conformamos un equipo de profesionales nicaragüenses para dirigir, controlar y llevar a cabo este proyecto acompañado de grandes empresas de ingeniería y construcción chinas, venezolanas, italianas, colombianas, rumanas. La obra culmina con el arranque, puesta en marcha y operación a fines de 2017. Mi contrato se termina en abril del 2019 y ante la imposibilidad de seguir en Nicaragua, decido venirme a Chile los primeros días de junio de este año.
–¿Tiene pensado volver a Venezuela?
-Llegué en 1975, expulsado por un decreto de Pinochet. Estaba detenido en el campo 4 Álamos cuando a un grupo de quince compañeros nos sacan de madrugada y nos llevan directo al aeropuerto y nos montan en un avión rumbo a Venezuela. Este hermoso y solidario país nos dio refugio político y nos abrió las puertas para iniciar un nuevo momento en nuestras vidas, después de dos años como preso político en los campos de concentración de la dictadura. Logré terminar en la Universidad Central mi carrera como ingeniero mecánico y posteriormente hice una maestría en energética. En esa época, Venezuela fue el refugio de miles y miles de chilenos, argentinos, uruguayos, peruanos, ecuatorianos y personas de otros países, quienes captamos la solidaridad de ese cariñoso y alegre pueblo caribeño. Salí a fines del 81 rumbo a Nicaragua, para apoyar el triunfo de la revolución sandinista y regresé clandestino a Venezuela en 1992 donde este generoso país me volvió a dar asilo político. Desde el 92 hasta 2016, viví, trabajé y me nacionalicé venezolano. Mi interés en volver ahora es personal y político; amo ese país, me siento muy confortable con esa sociedad sin clasismo, muy alegre, muy solidaria, muy hermosa, donde puedo trabajar sin problemas ni complicaciones por la edad o por los condicionamientos políticos.
–¿Cuál es la situación actual del país que gobierna Maduro?
–Es muy compleja pues hay una serie de factores que han distorsionado el proyecto social, humano y solidario que planteaba el gobierno del comandante Chávez. La corrupción… Muchos de los principales e importantes colaboradores del presidente Chávez han estado incursos en niveles de corrupción inconmensurables, muchos de ellos están fuera del país y libres, viviendo en mansiones de millones de dólares, otros fuera y presos por delitos de miles de millones de dólares y, finalmente, varios de ellos, al lado del presidente Maduro, y también inmersos en graves delitos de corrupción. Estamos hablando de civiles y militares que ocupan y han ocupado cargos importantes durante la gestión de Chávez y en la actual. Hay que agregar a una infinidad de funcionarios de alto nivel incapacitados para las responsabilidades de gobierno asignadas. En fin, la política en Venezuela es compleja por estos antecedentes.
–Participó activamente de la vida política de Venezuela. ¿Podría contarnos cuáles fueron sus actividades?
-Durante el gobierno de Chávez, me desempeñé como docente universitario y como profesional en el área de ingeniería para proyectos petroleros con empresas nacionales e internacionales. Siempre ligado a las organizaciones de la izquierda venezolana y, fundamentalmente, al partido Patria para Todos (PPT) y colaborando en las misiones que se me asignaron. Las más importantes fueron: estar al lado de la seguridad personal de Chávez junto a un grupo de cinco combatientes chilenos y en disposición de luchar, cuando fue el golpe militar en su contra. Fuimos el último grupo en abandonar el palacio de gobierno después de que el presidente se entregara a los sediciosos. Al año se produce el golpe petrolero y Ali Rodríguez, presidente de Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA), me pide apoyo por mi experiencia profesional para levantar la refinería El Palito, que fue saboteada y paralizada.
–¿Aceptó esa propuesta?
-La acepte y cumplí exitosamente esa solicitud y conformamos un equipo multidisciplinario del más alto nivel de compromiso. En menos de tres meses pusimos en funcionamiento esa importante refinería. Después que arrancó, el compañero Ali (comandante Fausto en la época de la guerrilla venezolana) me pide que asuma la gerencia de mantenimiento, cargo que ocupo hasta octubre de 2005, cuando la nueva administración de PDVSA interviene El Palito y todo el equipo que la levantó fue despedido sin justificación alguna. Fue la primera acción contra trabajadores revolucionarios y honestos de PDVSA, realizadas por el nuevo presidente del organismo, Rafael Ramírez, un personaje que se vestía con el ropaje de revolucionario y que logró la absoluta confianza de Chávez, de Fidel y de muchos dirigentes de la izquierda latinoamericana. Desde ese momento y hasta que deja el cargo dos años después de la muerte de Chávez, Ramírez realiza un proceso de deterioro moral y da rienda suelta a la corrupción desenfrenada de todos sus colaboradores colocados en cargos de máxima responsabilidad en esa importante y estratégica empresa. Ese fue el motivo por el que debía sacarnos de Palito, pues éramos la barrera a la corrupción. Muchos de los altos colaboradores, incluido el entorno familiar de Ramírez, están siendo juzgados en decenas de países por miles de millones de dólares saqueados a Venezuela. Él mismo está ahora clandestino en algún país de Europa y liderando a través de los medios de comunicación internacionales la lucha contra Maduro, arropándose con banderas de ser quien debe rescatar el legado del comandante Chávez. Es increíble como este personajillo llegó a ganarse la amistad, confianza y apoyo de Chávez, Fidel y toda la estructura del gobierno cubano, Nicaragua e incluso de los Kirchner en la Argentina. Es la muestra más impactante de los niveles gigantescos de corrupción que hay en Venezuela y que llevaron a ese país a esta situación terrible de más de 4 millones de venezolanos en diáspora, un país que jamás emigró sino más bien al que se emigraba. Todo esto fue planteado a muchos ministros y altos funcionarios y políticos con quienes había confianza, pero las barreras de la corrupción no permitían oír estos planteamientos. Todo esto me da fuerzas para regresar cuando pueda a Venezuela y ayudar en la reconstrucción política, moral y económica que se merece y luchar por rescatar el legado dejado por el comandante Chávez.
–Volvamos a Chile. ¿Cómo analiza a los actores de la resistencia y sus modos de organizarse?
-Chile no solo me sorprende, sino que me impacta positivamente, pues la movilización es masiva, espontánea, multidisciplinaria en lo social, cultural, laboral, ético, en la diversidad, lo intergeneracional, atrevida, original, simpática y lo más importante, sin dirección orgánica, lo que demuestra que la ciudadanía en forma transversal cuando siente, actúa. Es lo que lograron esos jóvenes audaces con sus brincos por torniquetes en el metro para gritar “Evasión”. Se suman a esta rebelión pueblos originarios (sobre todo los mapuches), campesinos y comuneros reclamando por sequía y robo del agua, transportistas, taxistas y conductores por cobros abusivos en los peajes, académicos y científicos, por las enormes desigualdades y hasta religiosos: monjas y curas de la iglesia. Lo tragicómico es que muchos políticos de derecha y algunos de izquierda que quedaron en el aire, con su típico oportunismo, ya hablan en los medios de que hay que apoyar los reclamos.
–¿Cuáles son las demandas más importantes?
–Al comienzo de las manifestaciones los reclamos eran no subir los pasajes del metro, después y rápidamente mejorar el valor de las jubilaciones e incluso la consigna absolutamente justa y racional de no más AFP; educación gratuita y de calidad; no a la privatización del agua; eliminación al cobro de peajes en las carreteras, autopistas, eliminación del impuesto a las gasolinas, no a los grande monocultivos, impuestos por las grandes familias ricas, reconocer la autonomía de los pueblos mapuches, mejorar la calidad de la salud pública, 40 horas de trabajo por semana, disminución sustantiva de la dieta parlamentaria y de los altos sueldos de los empleados del estado y la más estratégica: un plebiscito para cambiar la constitución.
–Que sea horizontal, sin estructuras organizativas tradicionales, ¿le juega a favor o en contra a este movimiento de masas?
-El movimiento nace como una rebeldía de los jóvenes estudiantes secundarios de los diferentes liceos en Santiago, convocados de boca en boca y por las redes sociales manejadas en celulares. Sus llamados eran a saltar torniquetes del metro en base al eslogan “Evasión”. No fueron acciones organizadas y dirigidas por las organizaciones estudiantiles clásicas, que son centros de alumnos y las federaciones estudiantiles, sino de grupos de amigos, algunos grupos rebeldes anarquistas que crecieron mucho este último tiempo. Estas acciones prendieron la mecha de la rebeldía y esta pasó de forma impactante de Santiago a todo el país. Paralelamente llega a las zonas más humildes y donde hay gran influencia del narcotráfico (marihuana, pasta base y en menor grado cocaína), comienza el cerco y ataque a los supermercados, con saqueos y posteriores incendios en diferentes zonas populares del país. El Gobierno de Piñera decreta estado de emergencia y toque de queda, saca militares a la calle, aumenta la represión, aumentan los saqueos e incendios, las manifestaciones y se nutren cada vez más de sectores de las capas medias e incluso altas, fundamentalmente en Santiago. Las convocatorias son de boca en boca, de vecindad en vecindad, de centros de trabajo a centros trabajo, de población en población, de segmentos sociales por segmentos sociales y todo transmitido por medios de comunicación alternativos y sociales. Los celulares se transforman en el micrófono y el parlante del qué se hace, dónde, cómo, a qué hora y con quiénes hacerlo, estructuras horizontales que se llevaron por delante a las organizaciones tradicionales en los ámbitos político y social. Estas estructuras comienzan a participar a la semana del inicio del reventón social.
Ahora mismo se desarrollan cabildos abiertos en diferentes lugares del territorio nacional para ir definiendo las estrategias del posible referéndum consultivo constitucional y las medidas a exigir al gobierno, los políticos y los empresarios. Acá comienzan a jugar un papel un poco más importante las estructuras tradicionales, políticas y sociales y también las alcaldías, que son las más cercanas a la gente. Obviamente el Gobierno, muy debilitado, se ve obligado a cambiar su gabinete y a poner rostros nuevos y jóvenes, e incluso a adelantar algunas medidas de agenda social presionado por los hechos. Arrinconado, levanta el estado de emergencia, el toque de queda y empieza a retirar a militares de las calles. Sólo una semana duró este zafarrancho de combate. En concreto, hasta ahora la vanguardia es la sociedad y detrás están los políticos y el gobierno. ¿Qué pasará? ¿Cuánto durará? Depende de la habilidad para presionar a que los políticos empujen todas las medidas en el corto plazo y el cambio de la constitución.
–Perteneció a una organización guerrillera que eligió la violencia durante la dictadura, para derrocar a Pinochet. Esto ocurrió luego de sobrevivir a los campos de concentración de esa etapa fascista y nefasta. La violencia actual por parte del Estado, ¿puede generar una respuesta violenta desde el campo popular? ¿Tiene sentido-destino esa forma de lucha? ¿Qué diferencia hay entre la situación que originó esa opción en los 70/80 y la escena actual?
-La respuesta a la violencia del estado y del gobierno se manifiesta hasta ahora en condiciones muy diferentes a las de la dictadura. La más importante, más racional, además de muy hábil e inteligente, fue mostrar al país y al mundo en dos o tres semanas que el país modelo en lo político, institucional, cultural, social y económico era una farsa una mentira. Así lo veían en el mundo, como un ejemplo a seguir para eliminar la pobreza e ir hacia el desarrollo. Cuatro semanas atrás Piñera se vanagloriaba diciendo que Chile era un oasis de orden y gestión en Latinoamérica. El resultado de que lo consideraran así, eran las dos grandes reuniones que en noviembre y diciembre se realizarían en Chile. Primero, la llegada de los presidentes y primeros ministros de los países más importantes del mundo, acompañados de sus respectivos equipos asesores para discutir la economía global y el libre comercio y también la reunión por el cambio climático. Ambas debió anularlas con mucha vergüenza y pavor el presidente Piñera ante la situación de rebelión social en Chile. El oasis generó un tsunami social que mostró que es una de las sociedades más desiguales, en absoluto desequilibrio. No creo en la necesidad de una respuesta de violencia política organizada desde el campo popular y obviamente no tendría lugar ni sentido-destino esa forma de lucha. Hay sectores de la derecha que sueñan con volver a un Pinochet, pero eso es algo que el pueblo chileno en su gran mayoría no quiere transitar.
La diferencia entre los días del surgimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y la actual situación es muy grande. En aquella etapa se salía de una dictadura atroz que generó miedo, temor y terror en toda la sociedad y en todos los estratos sociales. Nosotros, como FPMR, estábamos a la vanguardia en la lucha armada contra la dictadura y con prácticas muy estrictas de compartimentación y trabajo clandestino, utilizando métodos conspirativos en nuestro accionar en todo el territorio nacional. Estábamos armados, el enemigo nos temía, el pueblo nos amaba y cobijaba, compartía nuestros éxitos y lloraba nuestras derrotas. Nuestro accionar mostraba que a pesar de su fuerza, la dictadura tenía debilidades y eso ayudó a que, bajo la directriz de las organizaciones políticas conservacionistas se lograra un gran triunfo por el No y se abriera paso a una democracia tutelada. Nosotros, como FPMR y con nuestro accionar, jugamos un papel importante en demostrar las debilidades de la dictadura y en decir que el verdadero valiente era ese pueblo que lo entendió muy bien. Ahora el pueblo se quitó el miedo y se echó a andar. ¿El resultado? Lo que sucede y estamos viendo. La historia y la huella del presidente Allende está presente en esas alamedas con millones de personas reclamando por un Chile más justo, igualitario, democrático y participativo. Este pueblo sabe que los del FPMR por ahí estamos, andamos siempre atentos y alertas ante cualquier locura fascista que se les ocurra a los enemigos de siempre. Las diferencias con respecto al periodo de Pinochet son grandes: el pueblo perdió el temor, el miedo, salió a la calle y echó a andar. Veo a la democracia chilena hasta ahora como una democracia de los estratosféricos, un oasis neoliberal, muy bien manejado hasta hace poco por los gobiernos de la Concertación y la derecha, por políticos de todos los colores y olores en el parlamento, por grandes y medianos empresarios y banqueros, por los grandes doctores académicos tanto en economía como politólogos, por una clase media acomodada que vivía en el elixir de ser Chile un país, su país, admitido en el primer mundo. Eso los hacía happy, por eso eran estratosféricos, estaban en las nubes. Su país era muy estrecho, acotado y el verdadero país, el de millones, estaba aletargado pero molesto, rabioso y viviendo en la Tierra. Como dice la canción cubana: echaron a andar o como dicen simpáticamente los venezolanos: chico, se prendió el peo. Ahora toca construir el nuevo país. ¡Veremos!
–¿Podría contar lo que sucedió en el estadio nacional con el último poema de Víctor Jara?
-Lo vivido con Víctor Jara en el estadio Chile, durante nuestro paso por ese terrorífico campo está escrito en mi testimonio al ACNUR que se puede leer en internet poniendo mi nombre. No solo salió de mis manos ese papelito, sino que fue transcripto por muchos compañeros que lograron sacarlo del estadio y dejar en la historia el último verso de nuestro amado cantautor y poeta. Teniendo el papel y estando en la zona de entrada del estadio Chile con casi 80 profesores universitarios, nos damos cuenta que había gente en la callejuela frente al hall de entrada del estadio donde nos encontrábamos en esos momentos. Al agolparse en la reja de entrada, observo a una compañerita, hija de un conocido actor de teatro de apellido Alarcón, no recuerdo su nombre. Esta muchacha era polola (novia, en Chile) de un gran amigo valdiviano, que también estaba preso, el Kercha. Me acerco a ella, le explico que Kercha está bien, que pido que le informe a mi familia que me vio y le paso el papelito diciéndole que es importante que lo reescriba en cientos de copias y que lo pase de mano en mano. Nunca más supe de esa compañera. Mi amigo Kercha vive actualmente en Santiago.
–¿Existe hoy el Frente Patriótico Manuel Rodríguez? ¿Cómo es la situación de sus miembros sobrevivientes?
-El FPMR como estructura organizativa y operativa no existe, sí compañeros que participan en reuniones, charlas, conferencias y actos en nombre del Frente y como ex combatientes. La gran mayoría vive en Chile, desde hace años y cada uno de forma individual se ha ido adaptando a las condicionantes que se han presentado en su andar legal y como ciudadanos. Algunos terminaron sus estudios de medicina (iniciados en Cuba y dejados a un lado por la lucha en Nicaragua) y como médicos reconocidos en Chile les ha ido muy bien y viven tranquilos. Otros, que no tenían estudios universitarios, trabajando en lo que pueden y según las oportunidades que se han presentado y son los que han vivido con más dificultades, varios han muerto por enfermedades, otros están aún fuera del país, algunos de ellos con juicios sumarios abiertos y no pueden regresar.
–¿Cuál es su situación personal?
–Estoy en Chile desde junio, observando la situación política y obviamente definiendo si me quedo o salgo del país. No es fácil para una persona de 73 años, a pesar de mi currículo profesional de muy elevado nivel, conseguir trabajo en este Chile donde alguien de 50 años ya es viejo. Además, con el antecedente político y un apellido casi único, es fácil detectar que uno fue del FPMR y eso huele a terrorismo para los expertos en admisión de cualquier empresa chilena. Dos años preso, casi diez clandestino, más treinta fuera del país generan números muy macabros en el qué hacer. Estoy en tremenda disyuntiva.
–Diferencias entre nuestros respectivos países son, por dar algunos ejemplos, que la clase alta chilena es en apariencia más clasista, racista y menos móvil que la argentina. Además, mucho menos clase media allá, una militarización no superada y que las FFAA no tuvieran juicios por crímenes de lesa humanidad.
Esa subcultura enraizada en Chile de la clase alta que vive en la estratósfera es la que le dio el epíteto de momios, como decíamos en época de Allende y a esa inexistente real clase media también le cabe. El audio de Cecilia Morel, la esposa de Piñera, hablando de una invasión alienígena y de que van a tener que disminuir sus privilegios es un resquicio de un planteo de la dictadura. No sólo no hay derechos humanos ni juicios sino una constitución hecha por el ideólogo Jaime Guzmán y apoyada absolutamente por Pinochet.
–La democracia chilena fue normalizada, normativizada, por los artífices de la dictadura y el crimen. Sin embargo, gobiernos como los de Bachelet y Lagos no jugaron a favor de los derechos políticos, sociales y económicos del conjunto.
-No sólo no pudieron hacer más sino que además no quisieron, pues sus gobiernos siguieron con la inercia de los acuerdos entre Concertación y derecha, empresarios y las fuerzas armadas de Pinochet que indicaban que dentro de los acuerdos no se tocaba la constitución. Pinochet pasó de presidente a senador vitalicio y tanto Lagos como Bachelet trajeron desde su exilio europeo amarres con gobiernos y empresas fundamentalmente españolas. Todo el Transantiago, Autopistas y Carreteras con cobro de peajes se desarrollaron durante el gobierno de Lagos. Bachelet no fue capaz de abrir el debate y la inclusión de la educación libre y gratuita. Estaban el temor a enojar a Pinochet y la derecha. El interés en hacer negocios para su entorno familiar y político los trancaron en las promesas realizadas durante sus campañas. Además su subcultura de clase media los fue envolviendo en ese estado momificado de esta sociedad pacata que ahora grita aterrorizada porque los de abajo exigen existir.
–Sus hijos vivieron todos estos años en Chile, ¿qué le contaron cuando regresó al país?
–Tengo tres hijos y ellos vivieron conmigo en Venezuela y en Nicaragua. Estando en Nicaragua el año 85 se plantea reingresar a Chile y comenzar a preparar las condiciones para una irrupción armada contra la dictadura como FPMR. Entro en la clandestinidad y pierdo contacto con ellos y con mi esposa. Mis hijos vivieron y estudiaron en Ovalle, donde todos, también mis padres, sufrieron allanamientos, acoso, interrogatorios, pues éramos tres hermanos buscados por los organismos de inteligencia. Los hijos hicieron su vida en Chile, se casaron y han vivido todos estos años bajo mi ausencia como padre. Indiscutiblemente esto deja una huella, una marca profunda de un rencor escondido pues quedaron solo bajo dirección, cuidado y preocupación de su madre y mi familia. Hay un cierto distanciamiento hacia mí, fundamentalmente de los dos varones y es con la hija con quien tengo mayor contacto y vivo estos momentos transitorios con ella junto a su madre.
Volviendo a la pregunta, mis hijos me explicaban las mismas cuestiones que recibía de todas las personas con quienes conversé: frustraciones con el modelo político económico. La rebeldía la manifestaban al no inscribirse y no votar en las elecciones. Casi el 60 % de la población no vota y esa es una forma de protesta.
–¿Por qué cree que entre las víctimas actuales de la represión hay un ensañamiento especial contra las mujeres?
-La presencia femenina en las manifestaciones es enorme, antes no ocurría y obviamente al haber más mujeres protestando aumenta el número de detenidas, golpeadas, torturadas y vejadas. Las fuerzas represivas siguen aplicando muchas tácticas y técnicas heredadas de la dictadura y eso se ve en las cifras de personas muertas, heridas, violadas y golpeadas con gran incidencia en la mujer.
-¿Cómo vivió el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández?
-El resultado demuestra que la estrategia electoral fue buena, pues se ganó contra un enemigo muy poderoso, como era y es Macri. Ahora viene lo concreto, gobernar para el pueblo y con el pueblo para sacar a la Argentina de ese enorme hueco de miseria y pobreza en que la han ido metiendo desde la época de Onganía. Estaba yo ya en los primeros cursos de la universidad cuando fue el golpe gorila de Onganía y nos tocó ver cómo muchos profesores universitarios del más alto nivel intelectual, académico, profesional, humano y político huían a Chile y se transformaban en nuestros mejores profesores de la época. Eran decenas o cientos. La mayoría venía de la madre de las universidades de América Latina y del mundo en esa época, la prestigiosa UBA, cuya editorial (EUDEBA) era nuestra panacea en libros técnicos, científicos y literarios. A mis alumnos en Venezuela les decía que estos imbéciles militares, siguiendo directrices de los yanquis, lograron lo increíble… enviar a un país que estaba prácticamente en el primer mundo al tercero de un solo golpe. Me refería a la Argentina, ustedes los che. La educación publica, normalista, bachiller y técnica era de lo mejor del mundo. Igual sucedía con el sistema de salud, público y gratuito. Un país con tremendo desarrollo agrícola y ganadero, y que además tenía tremendo desarrollo industrial, con fábricas de autos, trenes, enormes astilleros y empresas metalmecánicas y de alimentos envidiables. Una clase obrera enorme y muy disciplinada en una confederación como la CGT de una capacidad de movilización impresionante. Esa era la Argentina antes de Onganía. Desde esa fecha hasta ahora sube y baja como los carruseles. Ahora llegó el momento de los Fernández y del pueblo argentino, para recuperar sus antiguos logros y empujar hacia adelante pues tienen cómo hacerlo.
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