Camino al default y en recesión, solo se paga la deuda vendiendo activos preciados del país, todo contemplado en el acuerdo con el FMI y firmado por este gobierno.
El General Leandro Gómez pago con su vida la defensa de Paysandú ante la triple alianza de brasileños, argentinos y uruguayos de Venancio Flores, que habían desalojado al Presidente Constitucional Bernardo Berro y que declararon la guerra al Paraguay el 12 de noviembre de 1864. Las fuerzas de Leandro Gómez sufrieron importantes bajas, sitiadas por el Río Uruguay y por tierra, hizo que se fueran las mujeres y los niños y se quedó con sus 700 soldados resistiendo el asedio durante dos meses, negándose terminantemente a la rendición propuesta por los atacantes. El 3 de diciembre, Venancio Flores envió una última exigencia de rendición, que fue devuelta por Gómez con una lacónica respuesta: “Cuando sucumba”.
El 2 de enero de 1865 las tropas de Mitre, del Emperador Pedro II de Brasil y de Venancio Flores ingresaron a sangre y fuego en Paysandú “La Heroica”, Leandro Gómez fue capturado sin municiones y herido, inmediatamente fue fusilado y ante el pelotón gritó “Muera el Imperio”
Que dignidad, que conciencia, que firmeza en los principios, sabía que ante los adalides del “libre cambio” propiciado por Inglaterra, solo quedaba morir peleando, enrostrando con su sangre la cobardía y la obsecuencia de los Venancio Flores, de los Bartolomé Mitre y de todos los que se le subordinan.
La historia la conocemos, en nuestro país, los súbditos británicos, la joya más preciada de las colonias inglesas, con gobiernos corruptos y fraudulentos gobernaron de 1862 a 1916 que asume Hipólito Yrigoyen, lo derrocaron en 1930, hasta que en 1943 el GOU restableció la soberanía nacional y popular.
Salvando las distancias y el tiempo, el imperio tiene otras armas, pero necesita de su caterva de obsecuentes y lacayos, de arrepentidos y de traidores, para asegurar gobiernos afines que defiendan el libre cambio, y de esa manera lograr colocar su producción industrial a la par que los países periféricos le venden alimentos para sus trabajadores y materias primas para sus industrias.
El gobierno de Cambiemos vino a terminar con la defensa del mercado y del trabajo nacional, para ello no va a trepidar en nada, llámense “cuadernos de Centeno”, falsos testigos y arrepentidos, todo para que nos endeudemos, generemos riqueza para el parasitario capital financiero internacional, y quedemos dependientes de la deuda externa y del FMI, que reemplazaron a las cañoneras británicas de 1902 y 1903 contra los puertos de Venezuela.
Las cuentas que no cierran
Sin embargo, a pesar de todo, son torpes e ineficientes, en su afán de conseguir rápidamente generar excesivas ganancias al capital financiero para retribuirle el ingreso de capitales al país, desmontan las medidas mínimas de protección, de manera que van a eliminar cuanta restricción había para la comprar de divisas, también para la entrada (no hay plazos mínimos de permanencia, ni que una parte o porcentaje debe quedar como reaseguro de dicho ingreso) y para la salida de capitales. Se lo deja al exportador que liquide sus ventas cuando quiera, ni tan siquiera se atina a cobrar un impuesto a la compra de divisas, gobierno que ni siquiera puede poner una tasa a los aeropuertos para encarecer los viajes al exterior
La lógica imperante en el modelo macrista es la búsqueda y apropiación inmediata de la ganancia a como dé lugar, cubriendo los déficits que ellos mismos generan con endeudamiento, aprovechando la alta liquidez internacional que tuvieron en los primeros dos años, que a su vez es el camino para que los sectores más favorecidos del modelo adquieran las divisas y fugarlas a posteriori.
Pero los bancos internacionales que fueron su principal socio, ante los riesgos que significa una Argentina con déficit comercial y fiscal, decidieron que habían ganado suficiente dinero y emigraron desde el 25 de abril de este año, comprando dólares a $ 20,20 la unidad. En su reemplazo y demostrando el interés geo político de los EEUU, vino el FMI, con la permisividad de dejar que los dólares que le prestaron al país, puedan ser comprados por los bancos y fondos que quedaron y a un precio mayor para fugarlo.
Esto no pasó nunca con el FMI en la Argentina, en plena crisis del año 2001-2002. El FMI no lo dejó al Presidente Duhalde vender un solo dólar para frenar la corrida cambiaria, de un dólar que teóricamente valía un peso en diciembre y en abril de 2002 en el mercado de Montevideo estaba $ 4.- En ese momento, el que era el Secretario del Tesoro de los EEUU, Paul O’Neill, dijo que “el dinero de los plomeros y carpinteros de los EEUU –principal aportante al FMI- no puede ser utilizado para rescatar las malas políticas económicas de la Argentina”.
No es que los tiempos cambian, sino que ahora se trata de que la crisis se extienda en el tiempo y no sea tan profunda, pero que se va al default (cesación de pagos de la deuda externa), es seguro. Y es seguro porque no alcanzan los fondos prestados por el FMI para cumplir con todos los compromisos que se tienen.
La consultora Elypsis con economistas muy cercanos al gobierno de Macri, como es el caso de Luciano Cohan, que fue hasta hace un par de meses Subsecretario de Programación Macroeconómica del Ministerio de Hacienda de la Nación, proyectan en sus cuentas que para cerrar el año 20198, necesitan de U$s 25.700 millones, y para el año 2019 otros U$s 19.300 millones, en total U$s 45.000 millones, que solo pueden conseguir si los tenedores de títulos de deuda aceptan reemplazar los mismos por otro título. Cosa que no vino sucediendo, caso licitación de LETES – Letras del Tesoro de la Nación- que son en dólares y que el 10 de agosto vencían por un total de U$S 800 millones y solo renovaron U$S 430 millones, los U$S 370 millones restantes el Tesoro le tuvo que dar dólares en billetes y/o en transferencia bancaria a los que no renovaron, dólares que mayoritariamente sacaron del circuito económico y legal argentino (fuga de capitales).
Entonces ante la conducta de persistir en la fuga de capitales, cuando observamos que, según el Balance Cambiario del BCRA, desde el 1 de enero de 2016 al 31de julio de 2018 se fueron del país más de U$S 50.000 millones, conducta que no solo no se frena, sino que se expande desde el 22 de junio en que ingresaron los U$S 15.000 millones prestados por el FMI del que ya se vendieron para apaciguar la persistente demanda de divisas, más de la mitad en el mercado local.
En síntesis, el gobierno de Macri solamente puede superar la restricción externa y las inconsecuencias del modelo que aplica, endeudándose y ofreciendo pingues negocios al capital más concentrado, en ese marco no puede existir proyectos de inversión productiva, se prioriza lo financiero a costa de un mercado interno que se achica, se concentra y se extranjeriza, con lo que condena a amplias franjas de la población a la desocupación y a la pobreza, con un efecto anestésico por el ingreso de dólares para un sector de la población, pero insustentable en el tiempo.
Se alargan los plazos de pago de las compras y o directamente se corta por incumplimiento, aumentan los cheques rechazados y se resiente todas las cadenas de producción y comercialización, la Argentina entra velozmente a un proceso de ruptura y destrucción de valor, con descenso de la inversión real y del consumo que impacta de lleno sobre el nivel de actividad apuntalando un proceso recesivo que siempre se sabe cómo se entra, pero no cuando y como se sale.
Camino al default y en recesión, solo se paga la deuda vendiendo activos preciados del país, como son las acciones de empresas en poder del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, con parte de Vaca Muerta, con el Litio y hasta con tierras fiscales, todo contemplado en el acuerdo con el FMI y firmado por este gobierno.
Paralelamente el Embajador en la Argentina de los EEUU, Edward Prado, va a declarar ante el matutino “La Gaceta” de Tucumán, en visita oficial que hace a esa provincia: “El Presidente está haciendo lo que debe hacer para que la economía funcione. Estados Unidos y otras naciones están de acuerdo en que ha tomado el camino correcto. Pero la gente que tiene que pagar las cuentas de electricidad y de agua, y que gana un sueldo perjudicado por la inflación y la devaluación, le cuesta más aceptar los cambios porque se siente directamente afectada por ellos. La gente tiene que saber que es un momento duro, pero necesario para avanzar”.
Cuánto durará esta tortura no puedo saberlo, hasta cuando los EEUU van a “apoyar” a Macri, tampoco, pero si tengo claro porque murió dignamente el General Leandro Gómez