Hace medio siglo, James Tobin proponía un impuesto mínimo para frenar la especulación financiera global. Nunca se aplicó. Tampoco la propuesta de 2008 del G20 para desarmar los paraísos fiscales. Hoy, la continuidad de la pandemia y la inequitativa distribución de las vacunas profundizan la perspectiva de un mundo cada vez más desigual.

Resulta preocupante confirmar la información provista en la última actualización de las perspectivas económicas para 2021 que presentó el Fondo Monetario Internacional [1]. La tendencia descripta es menos optimista que la de julio y confirma las crecientes divergencias entre los países más avanzados del capitalismo mundial y el resto, especialmente los más empobrecidos.

El problema es, en parte, la continuidad de la pandemia y la inequitativa distribución de las vacunas entre la población mundial. Por eso, comentando el informe, Gita Gopinath, consejera económica y directora del Departamento de Estudios del FMI [2], destacó:

“La peligrosa divergencia de las perspectivas económicas de los países sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación. Se prevé que el producto agregado del grupo de economías avanzadas recupere la trayectoria de la tendencia previa a la pandemia en 2022 y la supere en un 0,9 por ciento en 2024. En cambio, se espera que el producto agregado del grupo de economías de mercados emergentes y en desarrollo (excluida China) se mantenga en 2024 un 5,5 por ciento por debajo de las previsiones prepandémicas, lo cual provocaría un fuerte retroceso de los logros en la mejora del nivel de vida”.

No debe sorprender el abismo agigantado entre los países de mayor desarrollo relativo y el resto. Se trata de un fenómeno que se traslada al interior de los propios países, ya que en los más empobrecidos existe una cúpula de poder que repite la inequidad en la distribución del ingreso y en la apropiación concentrada del patrimonio y la renta. Es la regla del orden capitalista, que reproduce localmente la dinámica que nos devuelve el informe del FMI. Agrega la economista del FMI:

“Mientras que casi el 60 por ciento de la población de las economías avanzadas ya está completamente vacunada, e incluso se están administrando dosis de refuerzo, aproximadamente el 96 por ciento de la población de los países de bajo ingreso sigue sin vacunar”.

Por eso, y hablando de la concentración económica entre las transnacionales farmacéuticas, sus ganancias y procesos de valorización, mientras se discute las “soluciones” actuales a la crisis económica y sanitaria, Pasqualina Curcio señala:

“La verdadera solución a la pandemia no pasa por gotear caridad, sino por intervenir sobre la causa de la desigualdad en el acceso a las vacunas, nos referimos a eliminar el monopolio del complejo médico farmacéutico lo que, a su vez, pasa por levantar uno de los mecanismos más inhumanos que inventó el capitalismo para legalizar y legitimar la mayor concentración de capitales y con ésta dichos monopolios/poderes privados: los derechos de propiedad intelectual y las patentes.” [3]

En la apropiación privada del excedente económico es que debe mirarse la situación de inequidad de la economía mundial actual y no tanto en el volumen de recuperación del PBI, ya que aun creciendo al 5,9 por ciento, como indica el FMI, más que la caída del 3,1 por ciento de 2020, ese mayor volumen de producción no solo no mejora, sino que empeora las condiciones de vida de la población mundial. Además, al tiempo que se posterga la recuperación global para el futuro, de manera muy especial se llama la atención sobre el “cambio climático”, como si este no tuviera nada que ver con el orden económico social capitalista.

La explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes son la causa del empobrecimiento de buena parte de la sociedad y del efecto invernadero que destruye el hábitat. Difícil leer conclusiones similares en los organismos internacionales o en las consideraciones que llevan adelante los gobiernos de los principales países del orden capitalista.

En ese sentido se puede asumir el conjunto de problemas que identifica el FMI en el marco de la crisis económica y sanitaria, concentrados en: a) problemas del desempleo, b) el cambio climático, c) la inflación y con ella la inseguridad alimentaria, d) el crecimiento de la deuda y e) problemas de educación de la población.

¿Cómo encarar esos problemas sin confrontar con las causas esenciales derivadas de la explotación y el saqueo?

Imposible responder desde la lógica del régimen del capital, que continúa apuntando a reaccionarias reformas laborales, previsionales y tributarias. Tampoco se lo puede hacer desde aquellos que imaginan que se pueden construir “reformas progresivas”, del estilo restrictivos a la evasión y elusión fiscal, a la economía especulativa y múltiples formas que asume la valorización asociada al delito económico.

Hace medio siglo, James Tobin proponía un mínimo impuesto para gravar la compra venta de divisas y frenar la especulación. La “tax Tobin” nunca se aplicó, como tampoco las resoluciones del G20 de noviembre del 2008 cuando proponía desarmar los paraísos fiscales. Hoy, las guaridas fiscales no solo se extienden en pequeñas islas estados, sino que son propagados in extenso en Dakota del Sur, Delaware, Florida, Nevada y Texas. Son una forma extendida de la expansión de la renta, forma transfigurada del plusvalor para sustentar la acumulación capitalista.

Algo similar podríamos decir de las propuestas para establecer tributos globales a las grandes transnacionales, sin perjuicio del control de gestión sobre el destino de esa eventual recaudación.

Hoy, recuperando el repudio al genocidio gestado con la conquista, debemos afirmar que si el problema devino de la inclusión de la región en el orden económico emergente hacia 1492, inspirado en la mercantilización y la explotación, a más de quinientos años, las soluciones no pueden provenir de reiterar el mecanismo de la explotación y el saqueo, ni de morigerarlo, contenerlo o reformarlo.

Lo que se necesita es otro orden económico y social, construyendo las transiciones necesarias para hacer realidad la continuidad de la vida social y natural.

Notas:

[1] FMI. “La recuperación mundial continúa, pero ha perdido ímpetu y la incertidumbre ha aumentado”.

[2] Gita Gopinath. “Una recuperación obstaculizada por profundas fisuras”. (Blog del FMI).

[3] Pasqualina Curcio. “La desigualdad en las vacunas: fracaso moral del capitalismo”.

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