El acto convocado por Madres de Plaza de Mayo, en el que confluyeron sectores del Frente de Todos para reclamar al gobierno el no pago de la deuda externa y la libertad de los presos políticos, puso por primera vez en la calle las contradicciones insalvables que anidan dentro de la coalición oficialista.

Le quiero decir que este acto es el inicio de una lucha hasta que consigamos no pagar la deuda externa. Hoy empezamos”, se despachó Hebe de Bonafini, la eterna Hebe sin filtro ni pelos en la lengua, y marcó el eje del acto de ayer en la Plaza de Mayo.

Lo dijo desde un escenario montado sobre el acoplado de un camión sobre Hipólito Yrigoyen y Defensa, a un costado de la Plaza y no de espaldas a una Casa Rosada de balcón vacío en un 17 de octubre. Una plaza que fue se llenando de a poco y terminó colmada, desmintiendo a la mirada inicial de este cronista, que en un recorrido temprano por las calles que confluyen hacia ella las vio de grupos desgranados que le hicieron creer que no alcanzarían.

“Señor presidente, la mitad de los argentinos estamos bajo la línea de la pobreza, hay una gran mayoría de pibes que hoy están comiendo apenas, ¿y usted quiere pagar la deuda?, ¿con qué?, ¿usted quiere pagarle la deuda a Macri, que es el chorro más grande del país? Usted quiere hacernos pagar un robo. La deuda no es nuestra”, dijo también la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y se lo dijo al presidente Alberto Fernández, que no estaba en la Casa de Gobierno y que en los días previos al acto jugó a las escondidas con la convocatoria las Madres, primero cancelando – como si la hubiese organizado el Gobierno – y después adhiriendo de manera equívoca, como por si las moscas.

No era una convocatoria fácil para el sector que hegemoniza el gobierno del Frente de Todos: el no pago de la deuda externa y la libertad de los presos políticos – encarnados en la figura de Milagro Sala – no están en la agenda presidencial, ni tampoco en la de la mayoría de los sectores que hoy aparatean el Frente. Y esos eran los reclamos que llamaban a participar del acto.

“Hay un montón de cosas que usted promete y después no se cumplen. No nos engañen más”, siguió diciendo Hebe en el discurso más fuerte de la tarde.

Después de Hebe hablaron Amado Boudou; el secretario de ATE Capital, Daniel Catalano; el diputado y secretario del Sindicato de Obreros Curtidores, Walter Correa; el secretario de Suteba, Roberto Baradel; el intendente de Ensenada, Mario Secco; el dirigente de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera, Heber Ríos, y la secretaria de la cooperativa La Pascana, Ana Nuciari, en representación de los trabajadores de la Economía Social.

Sus discursos mantuvieron -con mayor o menor energía – los ejes de la convocatoria, aunque sus inevitables matices y las repetidas adhesiones al gobierno a pesar de los reclamos – y en contradicción con ellos – mostraron cómo duelen los puntos de clivaje que recorren, a veces casi invisibles, el frágil cristal del Frente de Todos.

Porque reclamar desde el interior de un Frente de gobierno cuestiones que están manifiestamente fuera de esa agenda de gobierno es un ejercicio difícil.

El gobierno ha dicho hasta el cansancio y a través del propio presidente y de muchos funcionarios que pagará la deuda externa contraída y fugada por la gestión de Macri; también ha dicho en reiteradas ocasiones que los presos (a los que no llama políticos) son cuestión exclusiva de la Justicia.

En una de las frases más claras de la tarde, el intendente de Ensenada, Mario Secco, puso al desnudo la cuestión: “Nosotros nos bancamos cosas que no nos gustan dentro del Frente, nosotros estamos dentro del Frente, que ellos se banquen nuestras diferencias”, dijo en un grito.

“Sólo con Perón y con Néstor y Cristina se resolvió la deuda externa. El Frente de Todos es de Todos, entonces también con nosotros es el Frente”, había dicho unos minutos antes Amado Boudou.

Es que la desmovilización provocada por la pandemia – y agradecida por el sector del Frente que hegemoniza el gobierno – demoró casi dos años la expresión en la calle de las diferencias que anidan en el seno del Frente de Todos desde su misma conformación como lo que realmente fue y parece seguir siendo: una coalición electoral que ganó contundentemente en 2019, cuando el objetivo era “sacar a Macri y después vemos”, pero que sufrió una dura derrota en las últimas PASO, cuyo resultado expresó la disconformidad de la mayoría de la población.

Un dato más, que no debe dejarse de lado: si se repasa la conformación de las listas del oficialismo para las elecciones legislativas del 14 de noviembre no se encontrarán – casi – candidatos que expresen la posición fijada por la convocatoria y expresada por los oradores del acto.

También hay que decir que tardíamente – y lejos de donde se estaban diciendo esas cosas – se hicieron presentes algunos candidatos y funcionarios del gobierno. La lejanía del palco y la llegada tardía se explica por sus diferencias con las consignas, que la mayoría no comparte. La presencia – casi a regañadientes – también se explica: necesitaban la foto en la Plaza, porque el drenaje de votos se manifestó también “por izquierda” y – ya se sabe – lo que importan son los votos y no de dónde vengan.

Porque – el acto de ayer lo dejó más claro que nunca, porque las diferencias planteadas no son secundarias sino de fondo – el Frente de Todos no es realmente un frente sino apenas una coalición electoral y esa coalición está hoy dominada por el ala derecha.

“Hoy empezamos”, dijo Hebe de Bonafini. Y la Plaza del 17 se rompió las manos con los aplausos.

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