Cambiar la matriz energética argentina reemplazando las fósiles por las renovables no es nada fácil, menos en tiempos de Vaca Muerta y pese al litio. Qué apuestas a futuro se hacen en Europa, qué desarrollos embrionarios surgen en Argentina y un diálogo con la secretaria de Energía, Flavia Royón.

En medio de los aumentos de las tarifas de luz y gas disparados por compromisos con el FMI, el debate sobre hacia dónde timonear una eventual transición energética argentina, es decir el camino hacia generación de energías no fósiles que se plantea en muchos países, se vuelve insoslayable. Entre las alternativas en discusión, hace años se plantea la circularidad (prolongar los ciclos de vida de los productos) y el reaprovechamiento en la energía solar fotovoltaica y en la industria del litio.

La actual secretaria de Energía de la Nación es Flavia Royón, asumida tras el arribo de Sergio Tomás Massa al Ministerio de Economía. Con ese movimiento el ahora pre-candidato a presidente de Unidad por la Patria dejó fuera del área de energía a hombres cercanos al kirchnerismo, como Darío Martínez. Royón se prestó a atender a las preguntas de Socompa.

¿Qué perspectivas de transición energética proyecta a mediano y largo plazo para Argentina?

-Estamos trabajando en un plan de transición energética en conjunto con las provincias. La primera definición es que Argentina no va a importar modelos de transición energética, con esto me refiero a que los países más desarrollados imponen ir a un esquema de matriz netamente renovable. Nosotros en Argentina consideramos que la transición energética debe ser justa, asequible y sostenible.

¿Se refiere particularmente a tomar al gas como combustible puente?

-Argentina tiene numerosos recursos naturales, entre ellos el gas. Al gas lo definimos como el combustible de la transición para nuestros países e incluso para la región, porque el gas genera muchas menos emisiones, entonces resulta paradójico que se exija a países como Argentina -que aún no es un país desarrollado- que no utilice el gas, cuando tenemos la segunda mayor cantidad de reservas de gas convencional del mundo. Además, es un tema de asequibilidad hacia nuestra población, que todavía tiene altos índices de pobreza. Nosotros definimos el gas como un tema de seguridad energética y de asequibilidad.

Por otro lado, también, en nuestro plan de transición está contemplada una ventana, en lo inmediato, de aprovechamiento de hidrocarburos. ¿Por qué? Porque la transición hay que financiarla. Hoy las energías renovables requieren de nuestro país un gran uso de divisas porque la tecnología requiere mucha importación. Entonces, nosotros no queremos que la transición energética lleve a la Argentina a nuevas dependencias.

Argentina tiene numerosos recursos, tanto eólicos como solares, y de bajas emisiones como la energía nuclear e hidroeléctrica, pero hoy Argentina está abocada primero al desarrollo del gas como combustible de transición, al desarrollo de los hidrocarburos que tiene en carpeta para financiar la transición energética y conducir al país a un modelo de desarrollo generando exportaciones, divisas y trabajo. Y, después, por supuesto, a seguir incorporando energías renovables en nuestra matriz, y también al desarrollo del hidrógeno.

Flavia Royón: “No queremos que la transición energética lleve a la Argentina a nuevas dependencias”.

Calentamiento global/ protocolos no cumplidos

A principios de los 90 se empezó a reconocer al calentamiento global como un problema internacional. La cuestión medioambiental se ratificó en la agenda internacional con la Cumbre de la Tierra, que se hizo en Río de Janeiro en 1992. Esa Cumbre reimpulsó el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático y dio lugar a las posteriores conferencias anuales entre estados involucrados en mitigar el impacto de la actividad de la humanidad en el planeta, conocidas como las “COP”. La primera COP de la historia se hizo en 1995 en Berlín. Fue dentro de las COP que se entretejieron primero el Protocolo de Kyoto (1997) y luego el Acuerdo de París (2015).

Ya a fines de los 90, una importante movilización sindical, principalmente en Canadá y Estados Unidos, relanzó la importancia de pensar ese problema global en clave profunda. Los sindicatos sugirieron que el abordaje del impacto ambiental, buscando la mitigación y en transición hacia una sociedad que abandone la matriz fósil y omita cuanto pueda la emisión de GEI (Gases de Efecto Invernadero), debía pensarse en clave de ética y justicia ambientales. En otras palabras, los sindicatos propusieron pensar la “transición justa”, luchando para evitar que la conciencia ambiental sirviera como artilugio para ahondar las desigualdades. Los sindicalistas proponían que los necesarios cambios con respecto al vínculo humano con su entorno se hicieran pensando también en reducir las inequidades sociales. Spoiler de greenwashing: “Empleos verdes”, dijeron entonces los empresarios.

Además del grado de contaminación de sus actividades, los hidrocarburos son escasos. A las crisis del petróleo en los 70 advinieron explotaciones gasíferas, igual que cuando el oro negro supo relevar al carbón en la primera mitad del siglo XX. ¿Qué hay cuando se acabe el gas? Las explotaciones off-shore y con nuevas técnicas como la fractura hidráulica van volviendo cada vez menos rentable el gas como commodity. La transición energética hacia una sociedad desfosilizada y con baja proporción de emisión de GEI se convirtió de a poco en una de las más acabadas síntesis de cómo encarar la mitigación del impacto humano en la naturaleza.

Con los vetos al gas ruso que hizo la OTAN tras la guerra en Ucrania, la idea de una transición energética para abandonar la matriz fósil quedó todavía más en evidencia para las sociedades de la región global transatlántica. En esa zona del mundo y en sus órbitas de influencia cobró relieve el horizonte de fomentar la captación primaria a partir de fuentes renovables, la movilidad eléctrica con baterías principalmente de litio y cobalto, y la posibilidad de crear sistemas tecnológicos complejos de electricidad que no dependan de centrales térmicas, nucleares o grandes embalses. ¿Sirve relevar las fuentes de energía y los procesos tecnológicos de unos minerales por otros sin cambiar la lógica productivista y consumista? Una transición energética así es necesaria, pero insuficiente.

Nuevas estrategias, nuevos problemas

Reconocer esa insuficiencia generó que se piensen estrategias ya no sólo para desfosilizar sino también para subvertir la racionalidad productivista y consumista. La economía circular, que se propone prolongar los ciclos de vida de los productos, desacelera necesariamente el imperativo de maximización que funciona como principio de esa otra racionalidad económica, el marginalismo, que en mucho se parece a las vocinglerías de Javier Milei.

La combinación de esos dos elementos contextuales -la transición energética justa y la economía circular- nos enfrenta con algunos de tantos asuntos que advendrán cuando la matriz energética dependa mayormente de fuentes primarias renovables, como la energía solar. Un asunto relevante es que para generar electricidad la energía solar se aprovecha a través de paneles fotovoltaicos, ¿qué se planea hacer con esos paneles una vez que lleguen al ocaso de su vida útil como módulos de captación solar? Otro asunto de relieve: en Argentina, si se trata de disponibilidad de ciertos recursos estratégicos para esa transición energética, el norte representa un espacio geográfico de referencia por su potencial solar y sus salares con litio -uno de los minerales que se usan para las baterías de tecnología comunicacional y de motores eléctricos-. Entonces, nos preguntamos también qué se planea hacer con los residuos que deja la sustracción de carbonato de litio. Una pregunta que trasladamos a Flavia Royón.

Aunque sería un problema de aquí a unos diez o quince años, ¿de qué manera se está prefigurando el trabajo de reutilización o reciclado de paneles solares?

-Creo que lo primero que hay que hacer es ofrecer la infraestructura para que realmente pueda darse un salto de escala en la incorporación de energías renovables, y a partir de ahí incorporar la cuestión tecnológica de desarrollo de paneles o desarrollo de aerogeneradores en Argentina. Pero, primero, tenemos que tener una infraestructura acorde para tener una economía mínima de escala para que se pueda desarrollar, industrializar o desarrollar proyectos de economía circular en la Argentina.

Sol y paneles, de Europa a Jujuy

El 24 de julio de 2012, la Unión Europea sancionó a través de su parlamento una directiva para el tratamiento de residuos electrónicos y eléctricos, dentro de los cuales se contempla a los paneles fotovoltaicos. En ese marco aparecieron entidades emblemáticas en aquel continente como PV Cycle, Recyclia,Veolia y ROSI Solar, pero también en los Estados Unidos, como la start-up TG Companies. En la Unión Europea se obliga a los fabricantes de paneles solares a ofrecer un plan de reutilización o reciclaje de los paneles en desuso y la mayoría de estas empresas, fundaciones u organizaciones se ocupan de ofrecer ese servicio tercerizado para que los fabricantes cumplan con esa normativa.

De acuerdo con esas primeras experiencias, el reciclado de paneles solares alcanza en sus mejores registros un 90%. En función de la proyección de toneladas de paneles solares inutilizados para 2050, en el viejo continente se calcula que el reciclado será una industria de vital importancia en la cadena de la energía solar. Las estimaciones concuerdan en que la basura generada por paneles solares ascenderá a 60 millones de toneladas por lo menos, en tan sólo 30 años.

Paneles solares: una alternativa más compleja de lo que se cree.

¿Qué relación tiene esto con la matriz energética argentina? En Jujuy se encuentra el proyecto Cauchari que aporta 315 MWp de potencia nominal instalada al sistema eléctrico argentino a través de energía solar fotovoltaica generada mediante 960 mil paneles de aproximadamente 23 kilos cada uno. Si bien Cauchari todavía no ha cumplido ni una década desde que está operativo, el gobierno provincial viene probando paneles solares que tienen más de 25 años de uso. Téngase en cuenta que, según los reportes de CAMMESA, el pico de generación de energía en Argentina en lo que va de 2023 fue el 13 de marzo y ascendió a los 29.105 MW. Si se considera que para generar 1 MWp se necesitan unos 3.047 paneles, para cubrir el pico del 13 de marzo se habrían necesitado más de 88 millones de paneles.

Las pruebas a esos paneles de más de 25 años de uso miden la eficiencia de reutilizarlos antes de adentrarlos en un proceso de reciclado por el que se separan sus partes. Estimaciones científicas de expertos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) acuerdan en que, a trazo grueso, el rendimiento de las celdas cae en promedio alrededor de un 1% al año. El ingeniero Marcelo Nieder, director de Energías Renovables y Eficiencia Energética de Jujuy, comentó a este cronista: “A pocos días de cumplir el tercer año de puesta en servicio del generador fotovoltaico, con el concepto de Generación Distribuida, con una potencia de 14.000 Wp, estamos registrando un pico de generación, en el mejor de los casos, de un 50%”.

Un trabajador técnico de la dependencia que encabeza Nieder, Diego Cicero Albesa, especificó “tenemos montada ya hace un año una planta solar on grid en el techo del Ministerio de Infraestructura de Jujuy, así que ya tenemos los datos analizados de este período con equipamiento de más de 25 años de uso. Y están funcionando de maravilla, no al 100%, pero sí con un buen rendimiento”. Nieder agrega que “con esta información podremos prever el comportamiento de los paneles después de 25 años, porque la información que ofrecen los que venden paneles no va más allá del rendimiento a 20 años”. Y, en diálogo con este medio, añadió que el actual sistema montado en el ministerio provincial “nos cubre casi el 80% de nuestro consumo eléctrico”.

Es decir, el rendimiento acorde a las exigencias de la generación industrial y comercial de electricidad, a la generación de energía competitiva en el estándar del mercado, puede oscilar entre los 20 y 25 años, pero los paneles fotovoltaicos tienen una vida útil bastante más extensa si se los piensa en contextos de auto-generación o auto-abastecimiento. Esas otras formas no mercantiles de dimensionar el potencial de la tecnología solar fotovoltaica bien pueden servir para contextos de acceso a la energía en condiciones precarias, por ejemplo, por el déficit habitacional.

Consultado sobre la reutilización y reciclado de paneles, Martín Altamirano, ingeniero experto en el área de energía solar fotovoltaica que trabaja en el parque solar de Cauchari, explicó que, por el momento de funcionamiento en el que están las plantas solares del país en general, el proceso de reutilización y reciclado de paneles no es un problema apremiante. De hecho, conforme a la normativa argentina a través de la que se compraron muchos de los paneles, hasta tanto se concluyan algunos plazos legales, las empresas en general no pueden disponer nuevos usos o reciclaje de los módulos fotovoltaicos.

Sin fondos para las renovables

Más preguntas para Flavia Royón:

¿Se está efectivizando el dinero que debe llegar a la Argentina por parte de los países considerados desarrollados en el marco de los compromisos asumidos por el Acuerdo de París?

-El financiamiento internacional es relativo. Llega dinero a través de créditos, por ejemplo, nosotros ahora estamos trabajando en la búsqueda de financiamiento para líneas de transporte, porque sin más transporte eléctrico no se pueden incorporar más energías renovables al sistema. Pero, por supuesto, para lo que realmente se necesita para ir a un camino de transición y resolver los problemas sociales en la Argentina, el dinero que llega es insuficiente.

¿Cuánto dinero estima que se necesita invertir en Argentina para ampliar la participación de las energías renovables en la matriz energética?

-Es un número complejo, porque hay que ver la demanda industrial. Porque el problema principal de las renovables es la intermitencia. Entonces, los 10.000 megas que se necesitan incorporar en los próximos diez años claramente no pueden ser todos a partir de energías renovables, tiene que haber un equilibrio. Por eso es un número complejo este que me estás preguntando.

¿Qué proyectos de inversión en infraestructura energética destaca?

-En materia de gas, por supuesto, es muy importante continuar con la reversión del gasoducto norte y la segunda etapa del gasoducto Néstor Kirchner. En materia de energía eléctrica es urgente avanzar en la incorporación de más líneas de transporte de extra-alta tensión. Estamos trabajando en el desarrollo de un proyecto técnico de una línea por la puna argentina, que va a permitir incorporar al menos 2.000 megas de generación de energía solar. Y también en una línea de extra-alta tensión al sur, del lado de la cordillera, que va a permitir incorporar las represas de Santa Cruz, como así también energía eólica.

¿Qué tan factible es involucrar más activamente en la inversión en infraestructura energética a las empresas, por ejemplo, del sector de la energía eléctrica? Por lo que decía de aumentar las líneas de alta tensión…

-Sí, de hecho, se trabajó la normativa para que el sector privado pueda acompañar la inversión de líneas de transporte de alta tensión. El compromiso para que las empresas aporten esas inversiones está dado.

Fin de la primera parte. Mañana: litio, bondis eléctricos argentos y circularidad energética.