El médico Miguel Ángel Maldonado (a) El Cacique , de estrechos vínculos con el grupo parapolicial Concentración Nacional Universitaria y funcionario de la dictadura, jamás fue citado por la Justicia y hoy dirige un curso en el Colegio de Médicos. Repudio de profesionales platenses.
El anuncio del Distrito 1 del Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires anunciaba (la redundancia del verbo anunciar es deliberada) sucintamente que, a partir del 13 de este mes, comenzaría a desarrollarse, en la Escuela Superior de Educación Médica “Prof. Dr. Heraldo Tavella”, el Curso Superior Bienal de Médicos Legistas. Hasta ahí se trataba de un anuncio más entre los tantos con que la institución informa de sus ofertas de perfeccionamiento profesional a sus afiliados.
El cimbronazo que recorrió a un importante sector de la comunidad platense vino cuando se supo que el director del curso –que ya está en marcha – es el médico psiquiatra Miguel Ángel Maldonado, ex médico de la Policía Bonaerense y docente de los colegios secundarios de la Universidad Nacional de La Plata en la década de los 70, a quien se conoce bien por sus desempeños durante la dictadura y sus fuertes vínculos, antes del golpe, con el grupo parapolicial de ultraderecha Concentración Nacional Universitaria.
La reacción fue inmediata. “Digo yo, para cuándo los médicos vamos a empezar a repudiar a los tipos que estuvieron comprometidos con la dictadura o, en este caso, con la CNU. Este señor sigue dando cursos en el Colegio de Médicos (del cual fue presidente) sin que se le mueva un pelo a nadie. Nos rasgamos las vestiduras por Hoja de Roble en la Facultad, pero este señor como docente… Escrachémoslo, ya que ni el Colegio, ni la Sociedad Médica ni, incluso, la Agremiación (Médica Platense) nunca repudiaron su actividad durante los años 70 que muchos de mis colegas sufrieron en carne propia y que hizo que murieran estudiantes secundarios en el Liceo Víctor Mercante y seguramente en otros ámbitos”, escribió Daniel Heffes, un reconocido médico platense en su página de Facebook.
Rápidamente, otros se hicieron eco y las manifestaciones de sorpresa y rechazo se multiplicaron en las redes sociales, así como en reuniones de médicos y de organismos de Derechos Humanos que comenzaron a organizar acciones para repudiar la designación.
Se abre así un nuevo capítulo relacionado con violaciones de los Derechos Humanos que golpea con fuerza en el seno de la comunidad médica platense. El anterior fue la renuncia, en marzo de 2014, del vicedecano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata, Enrique Pérez Albizu, al descubrirse que en 1977, cuando era médico forense de la Policía Bonaerense, firmó actas de defunción falseando las causas de muerte para facilitar el plan sistemático de desaparición de personas que perpetraba la dictadura. La investigación comprobó que Pérez Albizu firmó la realización de 133 pericias medico-legales. En los casos de lesiones o muertes traumáticas (accidentes varios, suicidios, etc.), describió exhaustivamente el estado de los cuerpos y las causas de las muertes mientras que en los nueve identificados como NN sólo utilizó la lacónica fórmula de “destrucción de masa encefálica por proyectil de arma de fuego” para entorpecer la labor de identificación.
Los otros médicos denunciados en esa oportunidad fueron: Alberto Vitali (4 certificados falsos), Carlos A. Zenof (2), Carlos Morganti (28), Carlos R. Hid (1), Eduardo Sotes (9), Ernesto L. Gelemur (7), Héctor A. Darbon (10), Héctor F. Rodríguez (2), Héctor J. Lucchetti (8), Jorge Zenof (50), Julio C. Brolese (10), Luis Bajkovec (14), Mario B. Cavazzutti (1), Néstor P. De Tomas (21), Omar R. Langone (12), Raul F. Etcheverry (18), Raúl O. Canestri (8), Ricardo Zufriategui (1), Roberto Ciafardo (23), Roberto Dossena (6), Rolando Llanos (8), Rómulo Romero Gauna (3), Rubén Ben (3), Salvador O. Leone (1) y Willy O. Michelic (9).
Breve prontuario del Cacique
Las vinculaciones de Maldonado con el grupo parapolicial de ultraderecha peronista Concentración Nacional Universitaria hace años que han quedado en evidencia, incluso fueron relatadas de manera exhaustiva por quien esto escribe y Alberto Elizalde Leal en una extensa investigación publicada por el semanario Miradas al Sur entre 2011 y 2015, cuyos artículos fueron reunidos en el libro La CNU. El terrorismo de Estado antes del golpe. Sin embargo, como casi todos los integrantes de la rama platense esa organización paraestatal, Maldonado sigue moviéndose con total impunidad por la ciudad mientras la sociedad platense mira hacia otro lado.
Miguel Ángel Maldonado (a) El Cacique, nacido en 1941 (L.E. 5.193.705), “doctor en Medicina, especialista en psicología médica y psiquiatría” -como se define de puño y letra en el legajo N° 1045 del Liceo Víctor Mercante- se desempeñaba en 1973 como médico de la Policía Bonaerense y docente en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”, también dependiente de la Universidad Nacional de La Plata.
Los alumnos de este último establecimiento lo tenían identificado, desde los tiempos de la dictadura autodenominada Revolución Argentina, como un médico estrechamente ligado a la represión policial. Quien esto escribe, que lo padeció como profesor de Higiene en quinto año, fue testigo de un episodio que revela su personalidad. Corría 1973 y Maldonado estaba dando clase en una división de quinto año. Por lo general eran clases distendidas, ya que -para los no avisados- se mostraba generalmente como un tipo simpático, que permitía fumar en clase, menos afecto a desarrollar su asignatura que a conversar en confianza con sus alumnos, como manera solapada de sondear sus posiciones políticas. En medio de una de esas charlas descubrió (sucedió por el comentario desafortunado de un compañero de clase, que dijo: “Mire, profesor, lo que tiene fulano”) que uno de los alumnos había llevado al colegio un póster del Che Guevara. De pronto, el docente simpático y confianzudo se transformó en un tipo amenazante que miró fríamente a los ojos al desafortunado poseedor de la imagen y le advirtió con dureza, usando una triste frase de Juan Domingo Perón: “¡Tenga cuidado, señor, no saque los pies del plato!”. Uno de los alumnos de esa división del Colegio Nacional, Roberto Rocamora, fue asesinado por la CNU en julio de 1975.
Tras la intervención fascista de la Universidad Nacional de La Plata, ordenada por el gobierno de María Estela Martínez de Perón a fines de 1974, Maldonado fue nombrado vicerrector del Colegio Nacional como parte de la avanzada ultraderechista en los claustros. En marzo de 1975, sin abandonar ese cargo, también fue asignado al Liceo Víctor Mercante, como “asesor médico”. En septiembre de 1975, el rector de la universidad, el fascista Pedro Arrighi, decidió dejar de lado ese cargo de ficción y lo puso oficialmente al frente del colegio, como rector.
Maldonado desembarcó en el Liceo con fuerza represiva propia, integrada por conspicuos matones del grupo tareas de la CNU.Con él llegaron Jorge Marcos Disandro, hijo de Carlos Alberto Disandro; Marila Rut López Osornio, hija del teniente coronel; Nora Raquel Florentino de Castillo, mujer de Carlos Ernesto Castillo (a) el Indio, y varios “soldados” de la patota de Castillo, entre otros, Néstor Causa (a) El Chino, Ricardo Walsh (a) Richi y Guillermo Visciglia.
Con ellos – y Maldonado a la cabeza – el terror irrumpió por las puertas del Liceo y la CNU se transformó en una fuerza de ocupación dentro del colegio, que reprimía cualquier intento de actividad política y marcaba militantes. “Entraron al Liceo como bestias, pisando duro, con pata fuerte. Por entonces, todavía se podía resistir y lo hicimos. Hubo una rebelión, en marzo o abril de 1975, encabezada por militantes del Grupo de Estudiantes Secundarios Socialistas (GRESS), con el apoyo de otras agrupaciones. Incluso paramos las clases por unos días y hubo una asamblea donde también hubo muchos padres que nos apoyaron. Pero después todo se fue diluyendo. Ellos fueron más solapados y la resistencia estudiantil fue aflojando, por desgaste y por temor”, relató un ex alumno.
Durante su gestión, varios estudiantes dejaron de concurrir al colegio para salvar sus vidas y fue secuestrada y asesinada una alumna.
Con el correr de los años, varios estudiantes que habían cursado el secundario en el Liceo en 1975 y que luego se recibieron de médicos en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata denunciaron a Maldonado al Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos aires. En ningún caso recibieron respuesta de la institución.
Con la llegada de la dictadura, El Cacique siguió en la Policía Bonaerense conducida por el genocida Ramón Camps. Ya era por entonces un hombre que participaba de la represión casi por un mandato hereditario. Su padre, portador del mismo nombre y también psiquiatra, había hecho de ella un culto. Luego del golpe del 24 de marzo de 1976, Miguel Ángel Maldonado (padre) fue nombrado director de la Escuela de Técnicos dependiente del Ministerio de Salud provincial. Desde el mismo día de su asunción, puso en práctica una política de terror con alumnos y empleados. A partir de varios testimonios, se pudo establecer que todas las mañanas, cuando llegaba a su despacho, obligaba a entrar primero a su secretaria o a algún otro empleado y los obligaba a revisar todos los cajones de la oficina, para ver “si hay una bomba”. Si había, que volaran ellos. También hizo correr su escritorio, que daba la espalda contra una ventana, para evitar que le dispararan “francotiradores subversivos”. Durante su gestión al frente de la escuela desaparecieron por lo menos siete personas que trabajaban allí, entre ellas tres enfermeras que también se desempeñaban en la Cruz Roja.
Más de cuarenta años después, una comisión de Memoria, Verdad y Justicia de trabajadores de la Escuela de Sanidad –donde funcionaba la Escuela de Técnicos dirigida por Maldonado – trata de reconstruir el accionar del terrorismo de Estado en ese lugar, recuperar la memoria de las víctimas y establecer si durante la gestión de Maldonado funcionó allí, en un sector entonces cerrado, un centro clandestino de detención y tortura.
Reciclado e impune
Con la recuperación de la democracia, El Cacique –como muchos integrantes de la CNU – se recicló en el Justicialismo, partido por el cual fue precandidato a intendente de la ciudad de La Plata. Hoy se presenta como psiquiatra forense y consultor en psiquiatría y psicología médica, en cuyo carácter participa de programas televisivos y se desempeña como perito en causas judiciales. Quizá su actuación más recordada sea la que cumplió como perito de la defensa del odontólogo Ricardo Barreda -asesino de su mujer, sus dos hijas y su suegra- causa en la que opinó que el acusado debía ser declarado “inimputable”.
A casi 45 años de cometidos los crímenes –considerados por la Justicia como de lesa humanidad y, por lo tanto, imprescriptibles – sólo uno de los integrantes de la CNU platense, Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio, jefe operativo del grupo de tareas, ha sido condenado a prisión perpetua; uno de sus laderos, Juan José Pomares (a) Pipi, fue absuelto por “el beneficio de la duda” por el TOF N°1 de La Plata, en un escandaloso fallo en el que, de todos modos, se consideró probada su participación de la CNU; la muerte permitió escapar definitivamente de la Justicia a algunos otros conspicuos miembros de la patota, el último de ellos Néstor Causa (a) El Chino, que dejó este mundo por causas naturales la semana pasada.
El resto camina por las calles platenses con total impunidad. Entre ellos El Cacique Maldonado, que hasta se da el lujo de dirigir cursos en el Colegio de Médicos.