Una nueva nota de la serie de la investigadora Carola Ochoa sobre los rugbiers víctimas del terrorismo de Estado. Hoy recordamos a Ernesto Berner, militante de Montoneros y rugbier de GEBA y San Martin RC, secuestrado el 11 de enero de 1977.

Ernesto “Popó” Berner nació el 2 de julio de 1954 en la ciudad de Castelar, provincia de Buenos Aires donde hizo la primaria y la secundaria.

También le llamaban Mariano. Disfrutaba del deporte, en especial del tenis y el rugby, que empezó a practicar desde la adolescencia, primero en el Club GEBA y más tarde en el Club San Martín. También adoraba los juegos de mesa como el TEG y el ajedrez.

Locuaz y hablador, a quien siempre se le ocurrían temas para intercambiar y debatir; era muy bueno argumentando. Los que lo conocían se encariñaban fácilmente con él, por su carácter simpático y su humor agudo y perspicaz. A lo largo de su vida creó profundos lazos. Amaba la filosofía, la política y el derecho. Concurrió a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

La militancia

“Popó”, también conocido como Mariano en el ámbito de la organización Montoneros, militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA mientras pudo circular tranquilamente por ella. Él comenzó la facultad en el año 1973 y entre 1974 y 1975 trabajó en el Poder Judicial. Integró la estructura de “Finanzas” de Montoneros y fue secuestrado en la caída generalizada del sector “Finanzas” que se dio a partir del 10 de enero de 1977. Su desaparición ocurrió al día siguiente de comenzada la misma. En ese momento Ernesto tenía 22 años, su compañera estaba embarazada hacía 3 meses y hacía dos días habían señado una casa. La desaparición de aquellos que integraban el sector de Finanzas le fue seguido el robo de bienes de la organización Montoneros.

El relato de su secuestro

Su compañera. Isabel Cerruti, relata:

“El día de su desaparición íbamos a encontrarnos a las 17 horas para ir juntos a la casa donde vivíamos. Sabíamos que desde 1974 ocurrían desapariciones de militantes y que dicha situación había recrudecido tras el golpe de Estado de 1976. A razón de ello se tomaban medidas de seguridad. Una de ellas era levantar una cita cuando una de las partes no llegaba y así tuve que hacer cuando él no llegó puntualmente como de costumbre.

“Supe que fue desaparecido el 11 de enero de 1977. Luego, con el correr del tiempo y con lo que sabíamos en ese momento, me fui enterando que lo que había sucedido había sido un secuestro. Nosotros vivíamos juntos, yo estaba embarazada de más de tres meses, vivíamos cerca del barrio de Boedo, cuando pasan los minutos y no me encuentro con él me doy cuenta de la situación.

“Después me comuniqué con Lucila Révora, compañera que luego fue asesinada. En ese momento, Révora me dijo que tenía algo que urgente para comunicarme. Cuando hablamos me informó que la Organización se había enterado que habían secuestrado a Ernesto, que lo habían levantado en la calle, que lo habían llevado. A partir de ahí supe lo sucedido. A partir de ahí los compañeros se hicieron cargo de mi situación.

“Debido a que se encontraba en la clandestinidad, personalmente no pude hacer más denuncia que aquélla frente a la Liga de Derechos Humanos en 1977. Los padres de Ernesto, por su parte, llevaron a cabo denuncias en comisarías, frente a la DAIA, en los Estados Unidos y presentaron habeas corpus, todo sin mayores resultados.

“Fui secuestrada en el 1978, y llevada a los centros clandestinos ‘Banco’ y ‘Olimpo’.

“Me entero de que mi suegro había sido secuestrado una semana antes. A mí me llevaron al Banco, primero, el 28 de julio de 1978, y de ahí al Olimpo. Ahí me encontré con compañeros que habían conocido a Ernesto, como Isabel Fernández Blanco y Quique Ghezan.

“Algo que sí tengo que decir, porque es un recuerdo que tengo, es que al poco tiempo de enterarme que estoy embarazada, nosotros íbamos a comprar una casa. Buscamos casa durante bastante tiempo, señamos una en el barrio de Caseros, en el Partido de Tres de Febrero. Dos días después de dejar la seña, Ernesto es secuestrado. A partir de ahí, estoy en distintas casas de compañeros. Desde ese enero hasta que nace mi hijo habré vivido en 15 casas.

“Pensé que Ernesto había sido llevado a “El Atlético” ya que era el centro clandestino de detención, tortura y exterminio del cual corrían rumores por ese entonces. Recién tras la caída de las leyes de impunidad me enteré de que no había sido así. Me lo comunicó el Equipo Argentino de Antropología Forense.

“Tiempo más tarde hablé con sobrevivientes que dijeron haberlo visto el 11 de enero, en el sótano, sentado en una silla próxima a un “quirófano”, como a la espera de su turno. Quienes lo vieron fueron Marcelo Hernandez, Gasparini y Lauletta.

“Respecto a Ernesto, cargamos con la esperanza de que aparezcan sus restos. Nuestra familia ya dio la muestra genética al EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense) para posibilitar la identificación del cuerpo de Ernesto cuando sea encontrado.”

Secuestro de su compañera e hijo

Isabel intentó mantener el contacto con la familia paterna de su hijo. En julio de 1978, en una de las visitas a la abuela Rebeca Celina Benfield, quien había sido secuestrada días antes por una patota del centro clandestino conocido como “Atlético-Banco-Olimpo (ABO)”, Isabel y Norberto, con tan sólo 11 meses de edad, fueron secuestrados y trasladados a “Banco”. Norberto permaneció en el centro clandestino por un día, mientras que su abuela y su madre siguieron cautivas hasta enero de 1979.

Norberto fue llevado a la casa de sus abuelos maternos. Sin embargo, detalló que el grupo de tareas que lo secuestró junto a su madre y días antes a su abuela, actuaba en el mismo centro clandestino en el que terminaron sus días los padres de Claudia Poblete, apropiada por el teniente coronel (R) Ceferino Landa, unos meses antes. Al respecto, reflexionó: “son las dudas que le deben quedar a todos los sobrevivientes, ‘por qué no a mí’”.

Con excepción de dos visitas que los represores le permitieron hacer a Isabel, Norberto, en un contexto “amenazante”, recién pudo reencontrarse con su madre al cumplir los 17 meses. “En esos años mi abuela Teresa ponía la foto de mi viejo y de mi vieja para que yo los viera y los saludara”, cuenta Norberto.

“Supimos que estuvo en la ESMA por un tiempo muy corto, porque no era una época en la que los desaparecidos estuvieran demasiado tiempo allí, más bien era una época de interrogatorios. Termina sus días en un vuelo de la muerte, eso fue reconstruido fundamentalmente a través del testimonio de Miguel Angel Lauletta, del EAAF.

“Pude leer la causa Scilingo en España, donde el hecho de mi papá figura como uno de los casos por los cuales fue condenado”, concluye.

Su hijo Norberto

El hijo de Popo nació después de su desaparición. La vida de Norberto tiene un gran cúmulo de militancia en La Cámpora. Fue Secretario de Comunicaciones y hoy desempeña el cargo de Director de Sitios de Memoria.

“Durante años fui hermano de mi padre e hijo de mi abuelo. Nunca conocí a mi padre fuera de la panza de mi vieja. Logré reconstruir mi historia personal y los hechos posteriores al secuestro de mi padre a partir de distintos relatos y colaboraciones. Entre ellos, los dichos de Miguel Ángel Lauletta, ex detenido-desaparecido en la ESMA; los comentarios de mi madre; las numerosas gestiones realizadas ante organismos de derechos humanos; los aportes del Equipo Argentino de Antropología Forense, en particular por la permanente colaboración de Carlos “Maco” Somigliana; y la sentencia de la causa seguida en España contra Adolfo Francisco Scilingo, donde se probó el secuestro y cautiverio de mi padre en la ESMA”, relata.

“Me incorporé a la organización H.I.J.O.S. como un signo de resistencia contra la impunidad y para romper ese cerco de que esto era algo que me había pasado a mi solo. En este contexto surgió la necesidad de recuperar mi identidad legalmente, para lo cual inicié una tarea titánica desde lo humano, lo personal y lo familiar, para conseguir hacernos el ADN.

“En 1999 me realicé los análisis correspondientes en el Banco Nacional de Datos Genéticos y en 2001 recibí el resultado. Finalmente, en septiembre de 2003 obtuve la sentencia que determinó que efectivamente soy hijo de Ernesto Eduardo Berner.

“El Estado represor me obligó a hacerle un juicio de filiación a mi padre y a mi abuelo para recuperar mi identidad”.

Carta a Eduardo “Popo” Berner

“Hola viejo, hoy 2 de julio (igual que la abuela) cumplirías años. No sabemos donde estás, pasaron mas de 40 años desde que te llevaron y ni tus amigos ni tu familia sabemos que hicieron con vos. Pero a pesar del dolor, la angustia, verdadera angustia, la incertidumbre, seguimos adelante. Estamos convencidos que, como militante popular, y también amigo, hijo, hermano, estudiante y futuro padre, te gustaría que siguiéramos peleándola con alegría, como nos enseñó Jauretche. Tu familia fue creciendo y hoy tenés dos nietos fantásticos Victoria y Augusto. Tantas cosas que me gustaría decirte, una de ellas es que ser padre me llena de felicidad, pero también cambió totalmente la perspectiva de tu desaparición forzada. Hasta que ellos llegaron al mundo siempre pensaba en todo lo que yo me había perdido: lecturas antes de dormir, cuentos, historias, jugar al fútbol y seguramente al rugby, asados, discusiones y debates, muchas discusiones y debates. Pero cuando me tocó ser papá me di cuenta de algo que todas las noches me sigue acongojando: todo lo que vos te perdiste, te quitaron la vida y la posibilidad de escucharme llorar de bebé, darme de comer, cambiar mis pañales, arroparme y dormirme sobre tu pecho, taparme por las noches, leerme cuentos, contarme historias,  jugar al futbol y al rugby conmigo, disfrutar asados y divertirte con mis ocurrencias y enojarte, por qué no, con mis rabietas y caprichos. Que crueldad que el Estado que debe protegerte, acompañarte y brindarte oportunidades, se ponga en función de un grupo de poderosos para sembrar el terror y cuidar o multiplicar sus privilegios, y te arranque de la faz de tierra, sin siquiera dar la oportunidad de una despedida a tus familiares y seres queridos. Te amo con todo el corazón.

“Un abrazo donde sea que estés (déjenme por un segundo infinito creer que es posible)

“Tu orgulloso hijo, Norberto Berner”

Una Unidad Básica y el legajo de la UBA

El 27 de septiembre de 2014 en la localidad de Santos Lugares, Tres de Febrero, se realizó el acto inaugural de una Unidad Básica llamada “Ernesto Berner” en la calle Newton 1660. En el homenaje tocó una banda local, mientras se iban a acercando vecinos del barrio. Para iniciar la inauguración, tocó la Chilinga y hablaron Juan Debandi, Mariano Recalde, Wado de Pedro, la esposa de Ernesto Berner, Isabel Cerutti; y cerró el hijo de Ernesto Berner. Todos ellos recordaron a Ernesto, contaron su historia y resaltaron la importancia de abrir unidades básicas porque son lugares de expresión donde la sociedad puede plantear distintos debates y militar por sus ideales, igual como lo hizo Ernesto en su juventud. También se destacó la necesidad de hacer estos homenajes.

El 17 de mayo de 2017 los familiares de Popo recibieron de parte de las autoridades de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA el legajo de Ernesto.

¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?

¨