Decimocuarta entrevista de la serie destinada a repasar las políticas de Derechos Humanos entre 2003 y 2015 a través de las miradas de sus principales protagonistas y analistas. Se trata de miradas complejas y en ocasiones polémicas y contrapuestas que, quizás, sirvan para que el lector encuentre, al leerlas, un mapa de las posiciones que atravesaron –y aún atraviesan – el tema.
Beinusz Szmukler es fundador de la Asociación Americana de Juristas (AAJ), presidente consultivo de esa asociación, y un incansable luchador dentro del ámbito de la judicatura. Participó, desde sus inicios, en organizaciones gremiales de abogados pluralistas y defensores por los derechos humanos. Su trayectoria nacional, regional e internacional, lo llevó a mantener un permanente contacto con La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
-¿Cuáles fueron sus actividades entre 2004 y 2015?
-Soy presidente del consejo consultivo continental de la AAJ, organización no gubernamental que acaba de cumplir 40 años con estatus consultivo en Naciones Unidas. Nuestra composición es de mucha amplitud, participan juristas militantes o dirigentes de diferentes organizaciones políticas y partidarias. En Argentina contamos con la presidencia de Raúl Zaffaroni, reservando una intensa actividad para la defensa de los derechos humanos, comprendidos en toda su amplitud. No solo los civiles y políticos sino los económicos-sociales, culturales y del medio ambiente, partiendo del principio que todos los derechos humanos están interconectados, y si no hay vigencia de los derechos económico sociales (DESC), tampoco rigen los civiles y políticos. Esta interrelación fue subrayada en la conferencia de Viena de 1993. Lo otro es todo lo que tiene que ver con el poder judicial, fui consejero del Consejo de la Magistratura en Argentina entre 2002 y 06. Luego formamos un observatorio de la justicia Argentina (en tanto trabajo voluntario ad honorem). De tanto en tanto el organismo se pronuncia sobre el funcionamiento del poder judicial, especialmente respecto de la independencia de los jueces, no solo de los políticos. La presión más importante viene del poder económico, porque el poder político es transitorio, mientras que el poder económico no tanto. Y después hago muy poca actividad profesional, una de las últimas que tuve fue la de Osvaldo Bayer con la familia Martínez de Hoz, demandándolo así que a Felipe Pigna. Pero son actividades profesionales no rentadas, sino por afinidad política e ideológica.
– ¿Como percibió el Estado durante los gobiernos kirchneristas?
– Más que hablar del Estado, deberíamos hablar del gobierno, porque en lo estructural, de 2004 a 2015, no percibo cambio que hacen a la estructura económica del país. Hubo mejoras en la condiciones de vida de los sectores más desprotegidos, pero sin afectar la estructura económica y social que ya teníamos. El poder financiero, las transnacionales y el poder económico hicieron los mejores negocios durante este periodo, con la diferencia de que hubo avances muy importantes en materia de afirmación de derechos, especialmente los derechos civiles. Digamos que hubo una mejoría pero no está asentada sobre bases firmes, sino que, como dijo la propia ex presidenta Cristina, se puede volver para atrás (cosa que pasa). El capital financiero y el capital económico han colaborado para la derrota, y la pregunta es ¿por qué? Parece que tiene que ver con el análisis político nacional y regional. Quizás el Gobierno K, molestaba mucho más por su política exterior que por su política interna, por su aporte al proceso de unidad regional, consolidando el MERCOSUR, incorporando a Venezuela y Bolivia, y creando la UNASUR y la CELAC. Todo esto hacía que los intereses hegemónicos a nivel continental y, de alguna manera, a nivel mundial, vieran un peligro en la consolidación de ese proceso. Me parece que hace falta analizarlo desde otro lado y ver cuál era la perspectiva. La consolidación de esos procesos en Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, constituían alguna posibilidad de afectación para grandes intereses. En la medida que se consolidaba un poder regional fuerte, podía hacerse mucho más fuerte la firmeza del gobierno nacional. Es uno de los aspectos, a mi modo de ver, que determinó la victoria de Mauricio Macri.
-¿Retrospectivamente, qué sugerencias, haría a los responsables de derechos humanos dentro del Estado entre 2004 y 2015?
– Desde el punto de vista de los derechos civiles y políticos, se terminó con la impunidad de los crímenes del Estado, porque hasta entonces estábamos en el marco de la impunidad. La Argentina es un ejemplo a nivel mundial, más allá que podamos analizar con más profundidad, cuales son los límites que todavía tiene la política. Su política de Estado por la Memoria, Verdad y Justicia fue única en el mundo. El único límite real que existe y, se está afirmando, es la responsabilidad del poder económico en este proceso de terrorismo de Estado que tuvimos en Argentina. Por eso, el tribunal de Casación argentino, puso un límite en la causa de Blaquier, la participación de Ford con su centro clandestino de tortura. Sin hablar de las enormes responsabilidades del poder económico en el mismísimo golpe de Estado del 24 de marzo del 1976. Martínez de Hoz y compañía fueron los que prepararon e impulsaron a las Fuerzas Armadas a dar ese golpe, para aplicar el plan económico que llevó a prácticamente la destrucción de la industria nacional. Se avanzó hasta miembros del Poder Judicial, jueces y funcionarios, pero no se tocó al poder económico. Se puede hacer responsable al gobierno hasta cierto punto, porque existen sectores muy consolidados en el poder Judicial que actúan en función de esos intereses. Además hay que ver qué análisis tenían en ese momento de la situación internacional, la Argentina no está aislada del mundo (recuerdo uno de los clásicos latiguillos “la Argentina tiene que volver al mundo”, como si estuviéramos fuera de él). Obama transformo al presidente Macri en especie de líder para América latina, y no fue porque las condiciones personales de Macri sean muy superiores a otros gobernantes en la región sino porque la Argentina era la que más molestaba.
La Argentina también impulso un proyecto que incluye pero sin modificar la estructura económica, ni la política tributaria. En cuanto a la deuda externa, Néstor pago al Fondo Monetario pero se lo sacó de encima. La fuerza le daba para esto y probablemente no para ir más allá, pago fortunas en materia de deuda externa, pero también detuvo la sangría exterior, y luego se hizo una amplia campaña en relación a los fondos buitres. Hay que señalar que pudo pasar, gracias a la mayoría kirchnerista en el Senado dando la batalla. Era muy difícil negarse totalmente al pago, de hecho Chávez esperó unos cuantos años para irse del FMI. De manera que era una situación compleja en el marco internacional y fue una mejoría de la situación en este aspecto. El macrismo ni siquiera tenía mayoría en diputados, saco lo que querían los fondos buitres en EEUU y estamos pagando las consecuencias comprometiendo a las futuras generaciones.
– ¿Cuáles fueron las dificultades que habitaron la lucha por los derechos humanos en Argentina en ese período?
– Fue un periodo en lo que la lucha se desarrolló en su máxima amplitud. Las mayores dificultades han estado a cargo del poder judicial, nuestros jueces tenían que cambiar de mentalidad para enfocarse en los juicios. Gran parte de los jueces se acomodaron a estos juicios, y en algunos casos no se correspondía con sus ideologías. Pero hay que rescatar que la mayoría hizo un proceso interesante de tomar conciencia, enfrentándose con la realidad y escuchando los testimonios de las víctimas. En unos casos se podía observar una sensibilización en el rostro de los jueces, pero la estructura del poder judicial argentino no garantiza absolutamente nada, y si hay un cambio de política se pueden reacomodar fácilmente. La mayor dificultad que tuvimos fue poder avanzar sobre el poder judicial de la dictadura, para luego ir hacia el poder económico. Otro aspecto, es el periodo previo al golpe de Estado con los crímenes de las AAA con alrededor de 1500 asesinatos. En este respecto no hubo una fuerte decisión del gobierno ni para la responsabilidad del poder económico, ni para el gobierno de Isabel Perón, y tampoco por el análisis del propio Perón.
– ¿Qué relaciones existieron entre el Estado y los organismos de Derechos Humanos?
– El Estado se expresa a través de sus instituciones: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. En estos años, las relaciones con el Estado fueron fluidas a un nivel que no existió prácticamente nunca antes. Eso influyó según ciertas perspectivas, en una división entre los organismos de derechos humanos, que no refería tanto a una diferencia con la política del gobierno, sino a una pérdida de independencia de una parte de los organismos. Por un lado hubo un apoyo económico del Estado, parte de la política de Memoria, Verdad y Justicia (mérito histórico que hay que reconocer al gobierno de Néstor y al de Cristina), pero también hubo una falta de espíritu crítico por parte de varios. Es un tema bastante complejo, por ejemplo he sido presidente del espacio de la Memoria con Adolfo Pérez Esquivel y Ana María Careaga, donde se creó una falsa división entre los Organismos de Derechos Humanos. Las víctimas directas de la dictadura pasaron de una situacion de frustración con la impunidad anterior, a un gobierno que no solo los revindicaba sino impulsaba toda la política de Verdad, Justicia, y Memoria. Naturalmente se sintieron muy ligados al gobierno que tuvo acciones de enormes importancia desde el punto de vista ideológico, político como fue por ejemplo en el acto en la ESMA donde Néstor hace bajar los cuadros de Videla y Bignone, y luego abre de par en par las puertas. Eso le quitaba por ahí un espíritu crítico a ciertos, mientras que otros lo mantenían, aunque apoyaban esta política. Tal los casos con A. Pérez Esquivel en el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), la propia asamblea permanente por los Derechos Humanos (APDH) y algunos organismos de familiares como Hermanos. Hubo conflictos internos muy fuertes y creo que no se le puede echar la culpa al gobierno, porque cualquier gobierno apoya aquellos con los cuales se identifica y recíprocamente, y esto constituye parte de la política. Lo que uno puede es criticar, fue que algunos de los dirigentes de estos organismos no tuvieron una posición crítica frente a algunos casos de dominio público, caso por ejemplo de Milani. Hay un problema, cuando un organismo depende del apoyo económico externo para fomentar sus actividades. Esto tiene que ver con otra cosa, tiene que ver con la perspectiva. Todavía hay relaciones que se mantienen con el cambio de gobierno con lo cual, no digo que este bien o mal, sino que me resulta preocupante, y que pueda dar lugar a un condicionamiento. Por esto en nuestra asociación no tenemos apoyo económico de ningún gobierno, ni de fundaciones. Nos mantenemos en base a la militancia de los integrantes y de la cuota social que pagan. Es cierto que esto no nos permite tener una estructura, sin embargo, logramos abarcar toda la problemática que tiene que ver con nuestros objetivos en Naciones Unidas. Los mejicanos tienen una frase “el que pone la plata pone la música”.
– ¿Qué vulneraciones padecieron los organismos de derechos humanos, enfocados en la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia entre 2004 y15 en Argentina?
– Por parte del Estado no creo que haya habido ninguna vulneración a los organismos. Socialmente hubo caso de gatillos fáciles, pero desde el punto de vista estrictamente sobre las organizaciones, no lo creo. El caso de la Argentina es un poco paradigmático en cuanto al tema de los derechos humanos.
– ¿Cuáles son las fragilidades y las fortalezas de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia?
– La mayor fortaleza en este período es que algunos valores se han fuertemente consolidados. El gran mérito que tuvo Kirchner es que asumió el tema de los derechos humanos, en un aspecto substancial de los derechos civiles y políticos. Cuando estábamos en un retroceso, desde un punto de vista normativo y veníamos de las leyes de impunidad, vio y asumió desde el Estado. También hay un gran mérito de los organismos de derechos humanos y las fuerzas políticas de izquierda en haber mantenido viva la lucha. Veníamos de un periodo muy desfavorable, de un deterioro de la situación económica y social y Néstor lo transformó en una bandera. Esto tuvo todo el apoyo de los movimientos de derechos humanos con sus reivindicaciones históricas, y no están siempre enfocadas hacia el conjunto de los derechos, sino específicamente a construir la Memoria, la Verdad y la Justicia respeto de la dictadura de los setenta. Y todavía al día de hoy, han incorporado poco, a mi modo de ver, los derechos económicos sociales y culturales, como parte substantiva de sus militancias. Entonces la fortaleza de este periodo, es que, construyo la conciencia de que existen límites en la lucha política que no pueden ser traspasados y un respeto por los valores fundamentales. Y estoy convencido que esta causa, está en la conciencia social de los habitantes de este país. Otra de la fortaleza además fue que el Gobierno impulso la población para que tome conciencia de los derechos, los reivindique y los exige, con una predica incesante.
Otra fortaleza en esta relación fue de impulsar a todas las causas para los juicios. Hasta el día de hoy es raro encontrar, hasta en una editorial de La Nación, una condena contra los procesos. Bien que se haya reavivado la teoría de los dos demonios, que heredamos del periodo de Alfonsín. Con esta misma secuencia, de cómo los militares, pobres, tuvieron que defenderse contra los militantes y la guerrilla marxista que querían imponer al Soviet aquí. Esta idea siguió en un reducto en La Nación y entre los que fueron los ideólogos del terrorismo de Estado en Argentina. Además de su política regional construyendo el MERCOSUR, La CELAC, la UNASUR, etcétera.
Pero según lo que creo, la debilidad de ese período fue que no se atacaron debidamente las responsabilidades. Es decir, que los males estructurales de la Argentina como el poder económico concentrado y la extranjerización en la economía. Yo no juzgo que quería hacer o que estaba en condición de hacer, sino hablo de los hechos. El poder económico esta intangible y consolidado en Argentina y esto es una fuente de violación a los derechos humanos. No se trató de sus responsabilidades en los crímenes del Estado, no solo por los márgenes de ganancias que pudieron tener, sino por sus acciones y sus impulsos al golpe de Estado del 76, como tampoco se habló de las AAA.
– ¿Qué piensa respecto que el gobierno obtuvo con la reivindicación de la Memoria la Verdad y la Justicia, en Argentina en el período 2004/2015?
– Esto tiene que ver con que la derecha, que siempre le imputa al Kirchnerismo que instrumentalizó los Derechos Humanos. La verdad que sí los utilizaron: bien hecho. Los resultados, son los juicios y muchos presos. Si gracias a esto, tuvieron el apoyo de los movimientos de derechos humanos me parece bien. Ojala Macri hiciera lo mismo.
Fue el gran reconocimiento en el mundo para la Argentina, respeto del tema de los derechos humanos. De hecho, en el mundo, no hay otro caso como el nuestro. Y se corresponde también a la doctrina de los derechos humanos, consolidada en Naciones Unidas, en la conferencia de Viena del 93, que establece la interrelación de los derechos civiles políticos, sociales, económicos y culturales. Porque me refiero a la legislación de otros derechos como el de la identidad de las personas, la identidad sexual, el tema de la AUPH, y una serie de conquistas. En estos sentidos, hay que reconocer el importante rol de las organizaciones sociales impidiendo cualquier retroceso y reclamando las vigencias de los derechos.
– ¿Y qué le faltó?
– Le generó el odio feroz del poder real, es decir el económico. No tanto porque les perjudicaban a todos en los negocios financieros, pero sí a la Oligarquía tradicional como los terratenientes y la federación Agraria. Sin embargo lo más notable, es que empezaron a perder apoyo en sectores, que se beneficiaron con el Kirchnerismo (sectores empresariales y de servicios) pero tiene más que ver con la perspectiva de la integración regional y el temor por el futuro.
También puede ser por algunas características, en el manejo político, como la pérdida de gente propia que se alejó. Tampoco se manejó muy bien con el poder sindical. Por un dirigente, su centro tiene que ver con ampliar el marco de sus apoyos, de esto se trata la habilidad política y no lo tendrían que haber menospreciado.
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