Cuarta entrevista de la serie destinada a repasar las políticas de Derechos Humanos entre 2003 y 2015 a través de las miradas de sus principales protagonistas y analistas. Se trata de miradas complejas y en ocasiones polémicas y contrapuestas que, quizás, sirvan para que el lector encuentre, al leerlas, un mapa de las posiciones que atravesaron –y aún atraviesan – el tema.

A Eduardo Félix Valdés, mas allá de su trayectoria anterior a 2003 (fue convencional constituyente en la Reforma constitucional argentina de 1994), se lo debe escuchar no solo por haber ocupado un cargo clave de Cancillería en la gestión de Rafael Bielsa desde 2003, participando de un viraje significativo de la política exterior de Argentina. Como abogado, representó a un joven que denunció al cura Julio Grassi, cuyo testimonio fue decisivo para que fuera condenado a 15 años de prisión. Valdés, más adelante fue embajador en el Vaticano y era un nexo importante entre el gobierno y el Papa Francisco. Desde el 2015 ocupa una banca en el Parlasur. Su perspectiva tanto desde la lucha política en defensa de los derechos humanos de los trabajadores y sus organizaciones gremiales, su amistad con el Papa Francisco desde que era el Cardenal Bergoglio, le otorgan un conocimiento y una mirada interesante sobre las políticas de Derechos Humanos en la Argentina durante el período que va desde 2003 a 2015.

– ¿Cómo definiría su trabajo en el periodo 2004-2015, con quien contó para hacerlo, como fue que se preparó para asumirlo, si siente que podría faltarle​ algún elemento para desempeñarse mejor o si está satisfecho?

– En 2003 fui jefe de Gabinete de la Cancillería, y si algo rescato de ese tiempo, es la posibilidad de  ampliar derechos. Veníamos de una Argentina que era producto de la crisis del 2001. Es como que se tuvo que hacer todo de vuelta, se restituyeron las paritarias,  luego se ampliaron derechos por ejemplo el matrimonio igualitario, la Asignación Universal por Hijo, el hecho que pudieran imaginarse en Argentina cuestiones que habían quedado naturalizadas pero que no fueron fáciles de conquistar. Y sí hago una crítica de estos años: fue que nos contaron muchas leyes que ampliaban los derechos, (con la ley de Medios por ejemplo, que tanto nos costó) que después se derogaron por decreto de Necesidad y Urgencia. Algo frágil hicimos: Cuánto cuesta construir una ley, y que fácil es derogarla.

– ¿Dada su experiencia de tantos años y de tantas luchas, qué es el Estado hoy para usted? ¿Es lo que pensaba que era o es otra cosa, y entonces cuál es su balance?

– Mi concepto de Estado, es de igualador. El Estado está para proteger a los que no tienen protección. El Estado hoy en la Argentina, lamentablemente está como ausente. Lo digo con dolor, se están cerrando fábricas, se están perdiendo puesto de trabajo. El Ministerio de Trabajo, que es la parte del Estado y tendría que de proteger el trabajo, no solo no lo protege sino que dice que no va a participar y se ausenta. Eso quizás es el hecho más paradigmático.

Respecto del tema derechos humanos y lo que significó en políticas el descuelgue de estos cuadros el 24 de marzo 2004, significó que el país fue muy respetado en el mundo. Significó juzgamiento a quienes habían cometido crímenes de lesa humanidad; se logró derogar las leyes que lo impedían, y empezar una política muy activa del Estado en promover los actos de justicia que deberían reparar a las víctimas de esas violaciones de derechos humanos. Creo que del 2004 al 2015, en Argentina, marco un camino que aun en Europa, no se ha realizado. Hablo, por ejemplo, de España que no juzgo, todavía, los crímenes del franquismo en la guerra civil española. Casualmente está pasando a la inversa de lo que estaba pasando en Argentina hasta el 2004. Cuando llegamos a la Cancillería teníamos pedidos de Francia, de España, de Italia, para que militares Argentinos sean juzgados en esos países por las desapariciones de personas de esas nacionalidades. Nosotros decidimos juzgarlas y reparar en Argentina,  sorpresivamente es España quien todavía no juzgó los crímenes del Franquismo. En este aspecto, nosotros tomamos de la doctrina Española, con la universalización de la justicia: cuando Baltazar Garzón la declara y luego cuando quiere juzgar a los crímenes del Franquismo por lo que lo echan del poder judicial. Fue entonces una jueza argentina, la doctora Servinia de Cubría, que investigo estos crímenes, a partir de presentación de familias españolas viviendo en Argentina.

– ¿Qué sugerencias haría a los responsables del Estado (en tanto aparato de gobierno) en esta área de los derechos humanos, para hacer más eficiente su labor durante el 2004-2015?

– Cuando asumimos en mayo del 2003, empezamos a desmontar el andamiaje legislativo que impedía juzgar a los militares. Pero popularmente fue aquel 24 de Marzo 2004 cuando el presidente descolgó los cuadros en el Colegio Militar.

Quizás falto más celeridad, más rapidez de poder juzgar. Pero fue algo que tuvimos que construir, el Poder Judicial de la Nación, ni en las provincias, ni en la ciudad de Buenos Aires, era preparado para llevar adelante estos juicios. Algunas fallas pasaron producto que íbamos construyendo un procedimiento difícil. Todavía recuerdo la desaparición de Jorge Julio López, cuando se estaba juzgando a uno de los criminales más atroces que tuvo la dictadura Argentina, el comisario Echecolatz. Hasta el día de hoy no lo hemos encontrado y es un secreto que guardan las fuerzas de la represión. Como guardan el secreto de dónde están los que no aparecieron en la época de la dictadura. Esto es una falencia nuestra de Estado. Seguramente no hicimos todo lo suficiente entre Nación y provincias durante todos estos años. Pero fue lo que pudimos hacer. La corporación judicial en Argentina es una corporación que fue cómplice de los militares, y son cómplices en el ocultamiento. En aquel momento fue más popular la presión política y la presión de los organismos de derechos humanos, a los cuales se les dieron mucho protagonismo en este tiempo. Pero creo que hay una comprensión de los órganos de derechos humanos, que solo no hicimos más porque no pudimos. Se avanzó bastante pero no lo suficiente.

– ¿Por qué razones, el Estado debe revindicar a las víctimas que él mismo ha vulnerado?

– Me acuerdo esas palabras que el presidente Kirchner tuvo en el 24 de marzo del 2004, en la escuela mecánica de la Armada: pidió perdón en nombre del Estado Argentino a las familias que tienen víctimas de la aberración que se cometió en Argentina. Era el propio Estado quien había cometido crímenes atroces. Por lo tanto correspondía este pedido de perdón y poner todas las herramientas que teníamos a mano para reparar tamaño injusticia.

– ¿Qué clase de reparación debe ofrecer el Estado?

– Lamentablemente la reparación que querían las familias con la aparición con vida de esas personas, no se ha podido. Solo nada más que restituir los nietos apropiados, con esa gran obra que hacen Abuelas de Mayo. Lamentablemente no hemos podido encontrar con vida a ninguno de los mayores que han desaparecido y por lo tanto quizás la reparación que hace el Estado no es la mejor reparación pero por lo menos es algo.

-¿Cuáles fueron las dificultades que habitaron la lucha por los derechos Humanos en Argentina durante los gobiernos kirchneristas?

-Creo que en algunas cosas estamos en deuda con estos años. No sé qué. Por ejemplo, las condiciones infrahumana en las cárceles que no hemos podido revertir en este tiempo. Las criticas permanente sobre el trato a los presos de aquel tiempo. Los servicios penitenciarios, y el trato que se les da en comisarías, son deudas que nos quedan de aquel tiempo y me acuerdo que hemos tenido que responder a organismos internacionales de derechos humanos. Es una asignatura pendiente que no hemos podido cambiar, aunque lo hemos intentado.

– ¿Qué relaciones existieron entre el Estado y los Derechos Humanos en Argentina entre el 2004/2015?

– En eso hemos aprobado, porque ha sido por primera vez un Estado muy cercano a los organismos de derechos humanos. Inclusive han recibido fuertes críticas, por estar tan cerca de ese gobierno. Fue el gobierno que los escuchó e intentó llevar a la práctica lo que pedían las Madres, las Abuelas, los Familiares en cuanto a la Justicia. Realmente se sintió muy cerca a esos organismos. Hubo algunas disidencias por ejemplo en línea fundadora. Aun con que ellos estén mal en la relación entre ellos mismos, en los distintos organismos, todos reconocen a ese gobierno que les abrió las puertas por el derecho de Justicia.

– ¿Qué vulneraciones padecieron entre el 2004/15 en Argentina los organismos de derechos humanos, enfocados en la lucha por la Memoria La verdad y la Justicia?

– La sociedad Argentina, en este tema, estaba un poco fragmentada, no la mayoría pero si una minoría poderosa que se opone al pedido de Memoria, Verdad y Justicia que reclaman los organismos. Y podemos decir, se sostiene desde el poder mediático “hegemónico”. Así también en el poder económico. Los organismos han tenido que tener mucha fortaleza para no ser vulnerados frente a eso. Pero las criticas furibundas que ha habido hacia los dirigentes de derechos humanos tienen que ver con el hecho que no han claudicado en esto de Memoria, Verdad y Justicia.

– ¿Cuáles son las fragilidades y las fortalezas de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia en Argentina entre el 2004/2015?

-Creo que la fortaleza estuvo por esa alianza indestructible entre el Poder Ejecutivo y los organismos de derechos humanos. La debilidad fue, quizás, no convencer al movimiento obrero organizado. Tengo una visión crítica de la dirigencia sindical, no de todos pero si de los gremios más fuertes. Quienes no se consustanciaron de la pelea que dan los organismos de derechos humanos. No se dan cuenta que esa represión, indiscriminada durante esos años, fue para imponer un modelo económico de lo cual padecieron sus trabajadores. Hay una división entre el espacio de los derechos humanos y el movimiento obrero organizado. Hablo fundamentalmente de los encuadrados en la CGT, no de la CTA (que ha sido más de acompañarnos). Me gustaría, como hubo con Saúl Ubaldini, este encuentro entre los organismos de derechos humanos, y la propia central obrera para que nadie dude que todos queremos que los juicios sigan. Fue una debilidad que hubo de ese tiempo y quizás fue una responsabilidad nuestra no haberlos sentado una mesa y tratar de encontrar que se encuentren y que compartan.

– ¿Pero la personería gremial de la CGT estaba y sin embargo faltaba la de la CTA.?

– Coincido, pero la presión de la CGT debe ser lo que hizo que no le dieran personalidad gremial a la CTA. Lo que fue a pesar de las recomendaciones de la OIT.

– ¿Qué papel piensa que ha tenido la fragmentación de los organismos de derechos humanos en Argentina en el periodo 2004/2015?

– Creo que la fragmentación existía de antes. Pudieron estar juntos durante la  dictadura cuando peleaban Madres, Abuelas, Servicio de Paz y Justicia, Liga por los Derechos del Hombre, la Asamblea Permanente por los derechos humanos, pero a partir  de las reparaciones económicas que saca el gobierno de Menem, aparecieron una fuerte división dentro las propias Madres. De ahí salió Madre línea Fundadora y Madres de Plaza de Mayo. Esa fragmentación existía al momento de asunción de este gobierno, pero él no los discrimino. No discrimino tanto familiares de detenidos desaparecidos, como Madre, como la asociación Madres de plaza de Mayo de Bonafini, como el Servicio de estudios legales y sociales que venían peleado ya de antes. Hay actos públicos que los muestran todos juntos. Esa fragmentación existía pero no la hemos profundizado. Al contrario de eso, el gobierno trato de entenderlas y reunirse con todos.

– ¿Qué piensa que el gobierno obtuvo con la reivindicación de la Memoria, la Verdad y la Justicia, en Argentina en el periodo 2004/2015? Y ¿qué le restó?

– Creo que el gobierno no obtuvo un beneficio electoral. El gobierno tanto de Néstor como de Cristina se hizo camino al andar como diría el poeta, Antonio Machado. O sea, nunca en las campañas electorales, tan corta como fueron del año 2003, producto de la crisis Argentina, se imaginaba hacer lo que se hizo en tema de derechos humanos. Tampoco se imaginó que Argentina iba a ser el primer país que sancionara el matrimonio igualitario.  Se hizo camino al andar. Recordemos, después del 20 de diciembre del 2001, la gente entro en un estado de participación y asambleas, y pudieron ser escuchadas más que antes. Sobre todo las minorías. Luego en la campaña electoral del 2007, ¿Quién pensaba que nosotros íbamos a revindicar la reforma de la ley de medios? El 9 de diciembre del 2007, un día antes que termine el mandato de Néstor Kirchner, se había firmado la unificación de la gran corporación de Multicanal y Cable Visión, y 6 meses después, estábamos debatiendo la posibilidad de tomar el reclamo de un colectivo planteando la desmonopolización de la comunicación desde el año 83. Un grupo que los políticos nunca habían escuchado y que se hizo eco de esas asambleas del 2001. Todo esto fue producto de una dinámica, y la virtud que tuvo el gobierno fue de entenderla. En otros momentos no se escuchaba los reclamos populares, tal como pasa hoy.

Claro algo le restó porque derogaron con decreto de necesidad y urgencia la ley de medios. Pero valoro mucho haber escuchado estos clamores y que sancionamos las leyes. Será una maldición que tenemos los gobiernos peronistas. Hicimos una Constitución en el 49 y la derogaron por decreto en el 55. Esta Constitución era la que más ampliaba los derechos de toda la historia argentina, sanciona los derechos al trabajador, de la ancianidad, de la educación. Nunca pudimos restaurarlos en una constitución. Quizás es un defecto que tenemos los peronistas que tenemos de no darle mayor seguridad jurídica a lo que sancionamos. No tengo una repuesta clara, pero en esto fallamos. Hoy está todo en revisión pero no esta con voluntad de mejorar las leyes sino de derogarlas.

– ¿Qué papel podemos atribuir a los juicios?

– Primero que nada a reparar a las familias. Si hubiésemos hecho este reportaje el 25 de Marzo, seguramente podríamos estar hablando acerca de cómo las familias y el gran pueblo argentino (con ese sabor amargo del movimiento obrero de la CGT) llena las plazas y las abarrota, porque quiere decir nunca más. Segundo porque no quiere que se paren los juicios (como se están paralizando en este momento) y reconociendo que el gobierno anterior fue el que más se ocupó de los reclamos que se venían haciendo desde el año 1977.

– ¿En qué punto los organismos de Derechos Humanos de otras naciones y ciertas normativas internacionales han favorecido los avances? ¿Y en qué perspectivas los han obstaculizado?

– Una de las cosas importantes que tenemos en Argentina fue la sanción de la Constitución del 94, incorporando con rango supranacional los tratados internacionales de derechos humanos. Entre los cuales está el Pacto de San José de Costa Rica que nos ha marcado senderos. No nos olvidemos que en la noche sorda de la dictadura, nosotros no queríamos escuchar y fue muy importante, la visita en 1979 de Carter que nos abrió los ojos. Paradójicamente, tuvimos conflictos con la organización de derechos humanos de la OEA, porque se retrasaron en la mirada hacia América Latina, tuvieron una visión más demo liberal estadounidense y canadiense; nos cuestionaron situaciones de países con quienes estábamos mancomunados en un proyecto de continente. Me acuerdo, dictámenes de una visión errónea sobre Venezuela. Aquello hizo que América Latina empezara a construir organizaciones regionales que superaron a la OEA. En el 2004 al 2015, esos organismos internacionales que habían tenido tanta importancia durante la Argentina de la dictadura, perdieron importancia en la consideración hacia América Latina. Se conformó la unión de la América del Sur, la UNASUR, porque convivíamos mejor dentro de UNASUR entre países de Sudamérica, luego conformamos la CELAC. Con esa ida y vuelta estamos, con los organismos internacionales más antiguos que fueron muy importantes en la dictadura y luego perdieron importancia. Pero hoy, han vuelto a tener influencia sus dictámenes reclamando por los derechos en Argentina. ¿Habremos retrocedido como la época de la Dictadura, para que las organizaciones creadas a posteriori como la UNASUR, CELAC y Mercosur tengan menos importancia ahora que estos organismos históricos?

 

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