El sábado pasado, en sus cuentas oficiales de las redes sociales, el Ejército exaltó la memoria de dos militares que participaron del “Operativo Independencia”. Una serie de falsedades y omisiones que causan alarma. (Foto de portada: El Centro Clandestino de Detención de “La Escuelita”, en Famaillá).
Los intolerantes no entendieron nada
Ellos decían guerra, yo decía no gracias
Amar a la patria bien, nos exigieron
Si ellos son la patria yo soy extranjero
(Charly García “Botas locas”)
El sábado pasado, en sus cuentas oficiales de las redes sociales, el Ejército Argentino se despachó con un texto que no sólo tergiversa la Historia sino que inquieta el presente. El tuit decía: “#UnDíaComoHoy, pero de 1975 el subteniente Rodolfo Berdina y el soldado Ismael Maldonado ofrendaron su vida en cumplimiento del deber militar en el #CombateDePotreroNegro, provincia de Tucumán”, y a continuación agregaba: “HonrarElValor #AliviarElDolor CumplirConLaPatria #SomosElEjército”.
Dejando de lado un flagrante error de concordancia (lo correcto sería decir: “ofrendaron sus vidas”), en apenas unas pocas líneas el texto oficial del Ejército Argentino es una pieza negacionista del terrorismo de Estado que contiene un cúmulo de falsedades y omisiones deliberadas que sorprenden y alarman a casi 37 años de recuperada la democracia.
El Ejército omite decir que el llamado “Combate de Potrero Negro” del 5 de septiembre de 1975 se dio en el marco del “Operativo Independencia”, que fue el laboratorio de ensayo – en un territorio acotado, el de la Provincia de Tucumán – de la represión ilegal y el plan sistemático de desaparición de personas que se aplicaría en todo el país a partir del golpe del 24 de marzo de 1976.
El “Operativo Independencia” – comandado primero por el genocida Adel Vilas y luego por el genocida Domingo Bussi, ambos generales del Ejército – no fue, como se pretende hacer creer, una operación militar convencional en el marco de una guerra inexistente, sino la puesta en práctica de la metodología de “guerra contrarrevolucionaria” de la Escuela Francesa, que poco tenía que ver con enfrentar en combate a las exiguas fuerzas guerrilleras que había por entonces en el monte tucumano. Por el contrario, fue un plan sistemático de represión ilegal cuyo “blanco” fue toda la población de la provincia.
Sus “tácticas de combate” fueron el secuestro, la internación en campos clandestinos de detención, la tortura constante de los detenidos, la ejecución de las víctimas y el encubrimiento de esos asesinatos haciéndolos pasar como resultado de falsos enfrentamientos o directamente desapareciendo los cuerpos.
Los “héroes” y sus pueblos
En cuanto a los nombres de los homenajeados por el Ejército en su tuit, por lo menos en uno de los casos se miente sobre su muerte: el teniente Berdina no cayó en combate cuando fue alcanzado por los disparos de la guerrilla sino que murió como resultado de “fuego amigo”, es decir, el de sus propios camaradas de armas del Ejército.
A los nombres de Berdina y Maldonado – nombrados en el tuit – habría que sumar otros dos, los del capitán Héctor Cáceres y del sargento Miguel Moya.
“El teniente primero Héctor Cáceres habría recibido disparos de sus propios camaradas, en un choque en la espesura del monte, por impericia o por confusión. Según el periodista tucumano Marcos Taire, una situación similar habría provocado la muerte dell subteniente Rodolfo Herán Berdina. Pero un ex conscripto reclutado para el Operativo Independencia, entrevistado por el antropólogo Santiago Garaño para su tesis doctoral, da la versión de que fue asesinado por el amante de una mujer a quien visitaba por las noches en la zona de Caspinchango. En cuanto al suboficial Miguel Arturo Moya, Garaño recogió este testimonio de otro ex soldado: ‘Eran más los que morían por accidentes, que los que morían en combate. Y en ese enfrentamiento murió el sargento Moya. ¡El sargento Moya tiene un pueblo ahora, muerto en combate! Y lo mataron sus propios compañeros’”, escribe la periodista Sibila Camps en Tucumantes, su magnífica investigación periodística de Sibila Camps sobre las cicatrices del terror estatal en Tucumán.
En memoria de estos cuatro “héroes”, el genocida Bussi levantó cuatro pueblos de geografía calcada – tres de ellos en terrenos usurpados por el Ejército – que se parecen más a cárceles a cielo abierto que a poblados realmente vivibles.
Sibila Camps compara a esos pueblos con las “aldeas estratégicas” destinadas a la “erradicación de poblaciones rebeldes” creadas por los norteamericanos en Vietnam. “Aplicado al monte tucumano del sudoeste (la creación de estos pueblos), tuvo varios objetivos – señala -. En primer lugar, desalojar a los pobladores rurales para impedir que dieran apoyo a los guerrilleros. Al mismo tiempo, mantenerlos confinados en núcleos urbanos donde sería fácil controlarlos”.
Los supuestos homenajes no fueron otra cosa que una pieza más – en este caso de cemento – de la represión ilegal.
El negacionismo
Es sobre estas falsedades que el Ejército sostiene su homenaje en las redes sociales. En una carta dirigida al ministro de Defensa, Agustín Rossi, decenas de organismos de Derechos Humanos de todo el país, le hicieron saber de inmediato su preocupación:
“Los homenajeados, Señor Ministro, no fueron héroes que pelearon en una guerra, como pretende insinuar dicho recordatorio. Integraron una de las tantas fuerzas de tarea del Ejército cuya función central fue ocupar el territorio provincial, secuestrar personas, trasladarlas a centros clandestinos de detención, torturarlas y en muchas ocasiones ejecutarlas y desaparecerlas y en otras dejarlas en libertad. Esas fuerzas de tarea de las cuales Berdina y Maldonado formaban parte secuestraron alrededor de 400 personas en Tucumán, ello implica alrededor de entre el 30 y 45% total de las víctimas del terrorismo de Estado de nuestra provincia”, señalaron.
Al escribirse estas líneas todavía no habían tenido respuesta.
En febrero de este año, en Campo de Mayo, durante el acto de despedida del contingente que cumpliría funciones en la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre, el presidente Alberto Fernández se despachó con una frase que también causó preocupación.
Refiriéndose al Ejército, dijo: “Toda la Argentina debe dar vuelta una página, que nos distanció mucho tiempo por la inconducta de algunos”. Como este cronista señaló en otra nota, hablar de “la inconducta de algunos” sonó como bajarle el precio a la sistematicidad del plan genocida.
En esa oportunidad, resaltó también un dato que es cronológicamente cierto: en la actualidad todos los militares en actividad – hasta sus jefes más altos – egresaron en democracia del Colegio Militar. O lo que es lo mismo: que no queda un solo militar en actividad que haya participado de la dictadura.
El sábado pasado, desde el tuit oficial del Ejército también se hizo saber que aunque ya no queden militares en actividad que hayan participado del genocidio, su herencia siniestra sigue rondando los cuarteles.
Todo lo contrario de “HonrarElValor #AliviarElDolor CumplirConLaPatria”.
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