La política oficial de atacar a quienes sacan fotos que comprometan al gobierno es lisa y llanamente una amenaza a libertad de prensa. Hoy fotógrafos, periodistas, militantes de los derechos humanos y políticos de distintas procedencias de reunieron ante el Congreso para expresar su defensa del derecho a informar.
No se permitió, con la excusa de que estaba cerrado, que el camarazo tuviera en una sala del Congreso. No pareció ser un obstáculo a pesar de la sensación térmica y de ese lugar amenazante en que han convertido a la calle. La consigna era sencilla pero difícil de aceptar para las autoridades, “Fotografiar no es delito”.
Todos los oradores coincidieron en condenar un episodio que no es sino la coronación de una seguidilla de otros. La represión al verdurazo fue el terreo en el que se preparó el ataque y posterior detención de dos fotógrafos y de Roberto Torres de la cooperativa Madygraf.
Por eso había que llevar las cámaras, apuntarlas hacia arriba no como un arma sino como una forma de testimoniar aquello que se pretende tapar.
Leopoldo Moreau anunció que sería justamente una foto de la represión la que llevaría al Congreso el 1º de marzo cuando Macri vaya al Congreso a inaugurar el período de sesiones. Y agregó: “Un fotógrafo no editorializa: retrata la realidad tal cual es, y por eso tiene tanta potencia una fotografía. Está claro que este Gobierno pretende que esa realidad quede invisibilizada”.
Estuvieron, claro los dos fotógrafos atacados y detenidos por la policía: Juan Pablo Barrientos y Bernardino Ävila, quien contó : “Se me acusa de haber golpeado a un policía, y lo único que hice fue defender a un compañero porque vi que se le venían encima a pegarle”, agregó Ávila.
El camarazo terminó, pudimos manifestar nuestra bronca y nuestra impotencia, pero también nuestra firme convicción de seguir mirando y testimoniando con nuestras imágenes la lucha por un país en el que la vida pueda ser más digna de ser vivida, aunque eso implique ser tratado como subversivos.
Fotografiar, es subversivo.
Vender verduras a precios populares, es subversivo.
Ser despedido del trabajo y tratar de ganarse un peso vendiendo sanguches en la calle, es subversivo.
Ser docente y luchar por la educación pública, es subversivo.
Instalarse en una esquina a vender chucherías, es subversivo.
Reclamar salarios más o menos dignos y remedios con descuento, es subversivo.
A esta altura no hay ninguna duda, que no pertenecer a esta oligarquía plutocrática que nos gobierna también es subversivo.
Y por supuesto es imposible no remitirme al libro que escribió Carlos Gabetta en la década del ´80 llamado Todos somos subversivos. Claro que era otra época, acabábamos de salir de la peor tragedia de nuestra historia, el país estaba en escombros, como los que se avizoran en este momento en que inexorablemente nos acercamos a esa misma situación. Pero quiero ir hacia otra parte porque hace ya mucho tiempo que me pregunto, que es lo que lleva a una persona a ser policía, a andar una buena parte del día con un arma lista para dispararle por la espalda a un pobre diablo que recurrió, seguramente en un acto de desesperación, a robar? ¿Qué imagen tiene él o ella de su rol en la sociedad? ¿Se enterarán, les importarán, de la desaprobación que provoca su brutal conducta? Sabrán que la gente de la UTT que ellos golpearon en Constitución el último viernes 15 se propusieron y lograron dar con Teresa, la jubilada que fotografió Bernardino Ávila mientras recogía sus berenjenas. ¿Qué pensarán de un grupo de huerteros que se propusieron que de aquí en más a Teresa, que vive de una jubilación de menos de doce mil pesos, no le falten los alimentos frescos que necesite? Difícil saberlo y mucho más difícil es ponerse en su cabeza formateada para sólo obedecer sin chistar ni mucho menos cuestionar una orden por más descabellada que sea, como por ejemplo tirarle gas pimienta a una persona mayor seguida de un garrotazo o pasarle con la moto por encima a un manifestante caído como vimos en el caliente diciembre del ´17. Sin ninguna duda esta también es una deuda más de la Democracia que se instaló en diciembre de 1983.
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