Una nueva nota de la serie de la investigadora Carola Ochoa sobre los rugbiers víctimas del terrorismo de Estado. Hoy recordamos a Atilio César Martínez Lagrava, rugbier del Club San Luis de La Plata. Desaparecido cuando cumplía el Servicio Militar Obligatorio el 21 de junio de 1977 en la Unidad Distrito Militar La Plata.

Atilio César Martínez Lagrava era el único hijo varón de Atilio Feliciano Martinez y Mercedes Lagrava, y tenía 3 hermanas quienes le llaman “Atilito”. Nació el 10 de septiembre de 1953 en La Plata, Trabajaba en la atención del kiosko familiar que quedaba en calle 54, en el centro platense. Estudiaba Antropología en la Universidad Nacional de La Plata.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio San Luis, de fuerte pedagogía católica. Allí conoció a su amigo y compañero de tries Ricardo Dakuyaku, quien también integra la lista de Rugby y Memoria. El padre de Atilio falleció el 7 de octubre de 1977, casi 4 meses después de la desaparición de su hijo. Su paso por el Club San Luis hasta hoy es recordado con emocion. Se desempeñó como Pilar hasta la 4° division del club lusitano.

“Muy buena persona, lo conocí jugando en San Luis. Un pibe noble. Yo iba muy seguido a comprar al kiosco que él atendía.”, relata uno de sus compañeros de trys.

Su desaparición

Un compañero de servicio militar de Atilio Cesar relató cómo fue su desaparición:

“El 21 de junio de 1977, después de haber jurado la bandera el día anterior, Atilio y yo debimos cubrir servicio de guardia como ‘retenes’.

“Aproximadamente a las seis de la tarde, el jefe del servicio, sargento ayudante Hugo Altieri, le ordenó a Atlio cambiarse de salida para llevar un sobre al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. A mi me llamó la atención la demora en regresar de mi compañero, pero la atribuí a un posible franco que Altieri le hubiese dado a Atilio después de cumplida la comisión, pero al otro dia él figuraba como ausente sin causa.  Fui a la casa de su madre y así me enteré de que no había estado allí.  Fue entonces cuando crecieron las sospechas de un secuestro preparado, porque el sargento ayudante Altieri nunca cumplía servicio de guardia ya que era encargado de la División Potencial Humano”.

Atilio César continúa desaparecido y desde ese día su nombre integra la extensa lista de los 217 soldados víctimas de Terrorismo de Estado en Argentina.

Homenaje de Mercedes

– Sí, juro

Rememorando una fecha y un acontecimiento clave de un período también clave de la historia de nuestro país, a la vez que la presencia y acción de un gran hombre civil ante una gran acción militar, que legó a su patria algo más que dos símbolos y algunos triunfos bélicos, nuestra agenda patriótica ha señalado el día 20 de junio de todos los años como el “día de la bandera”. La expresión atesora para la Argentina, sus hombres y sus tierras, un retazo vital de su elaborada historia.

Las normas militares asignaron a la fecha, como bien escogido broche de oro de una alhaja confeccionada con los mejores afanes, la prestación de juramento de lealtad al emblema y a lo que él representa, por parte de los jóvenes que transitan por las filas del Ejército, cumpliendo un período de vida militar que es de rigor. Así, como los anteriores, como los que vendrán, el último 20 de junio mezcló con las tempranas caricias del sol, un nítido, vigoroso y expansivo pronunciamiento brotado de miles de gargantas de soldados, exclamando al unísono ¡Sí, juro!

El juramento fue largado al viento en voluntaria atadura de miles de destinos al de la patria madre en directa y ardiente promesa de amor a millones de compatriotas, en amante e indestructible desposorio con la tierra nativa, en consciente ofrecimiento de servicio incondicionado al interés de la comunidad nacional y su ‘habitat’ -que eso es la Patria para el hombre incorrupto-, en ofrenda de lo mejor de sí mismo a los hermanos del país natal… Y, en consecuencia, en sagrado propósito de defender de la destrucción los frutos del amor y del trabajo brotados del suelo común.

Miles, varios miles de soldados volcaron su desbordante pureza y grandeza de sentimientos y de anhelos en ese amante y resuelto ¡Sí, juro! de su “propio 20 de junio”.

Pero “su propio 20 de junio” no ha sido para todos esos miles de generosos jóvenes que alzaron al cielo su promesa de consagración y sus planes para una vida de servicio a su Argentina el inicio del cumplimiento de la gran promesa del hombre a favor de los hombres, como herederos dignos de un HOMBRE perdurable. No. “Su 20 de junio” fue, para un grupo de nuestros soldados, su último 20 de junio en libertad, en tremenda contradicción con su sentido sublime.

Con su juramento, valiente y grandioso de amor, del real amor surgido del Evangelio, recibieron el golpe cobarde del odio de unos pocos, dolorosamente compatriotas.

Mientras juraban de frente, cara al sol y a la humanidad ea o sobre sus espaldas la respuesta inesperada y traidora que los hundió, sin explicación, en el alejamiento del mundo libre y conocido, en cruel incertidumbre, sumiendo en el dolor indescriptible a varios seres más por cada uno de ellos.

Ellos ofrecieron a Dios y a su patria, en ‘su 20 de junio’, un mundo empeñoso y sus mejores propósitos, que la fuerza física y la mezquindad de unos pocos, compatriotas, dolorosamente, frustró, prepotente, incomprensivamente, brutalmente.

Sus nombres y sus semblanzas van grabándose con creciente nitidez en la memoria y el corazón de sus compañeros, de sus amantes familias, de las páginas de la historia, de la humanidad entera. Bastan algunos de ellos para representar, en estas modestas líneas del más emocionado homenaje a esa legión de héroes auténticos, para ese grupo de soldados argentinos que en su “20 de junio” fueron despojados de la libertad, el más preciado don entregado por Dios a sus hijos.

Hallazgo de los restos de Atilio

La exhumación fue practicada a partir del día 13 de octubre del año 2009 finalizando la primera etapa el día 18 de noviembre de 2009.- Los restos exhumados fueron trasladados a las Oficinas del Equipo Argentino de Antropología Forense para realizar el peritaje correspondiente.-

Según el informe antropológico forense, el análisis genético de los Laboratorios Lidmo y Bode Technology Group, presentado por el Equipo Argentino de Antropología Forense, reveló al Tribunal que los restos exhumados en el Cementerio Municipal de La Plata, ubicados en la Sección 44, Tablón J, Sepultura 12, codificados como LP-44-J12, conforme la comparación antropológica y el análisis genético realizado, correspondían a quien en vida fuera Atilio Martinez Lagrava, quien fuera secuestrado el día 21 de junio de 1977, fallecido el 7 de octubre de 1977 según Acta de Defunción N° 283 del Registro Civil de Berisso, Provincia de Buenos Aires y cuyos restos fueran inhumados el día 26 de octubre de 1977.

Los restos de Atilio y el pañuelo de su madre fueron re inhumados el sábado 19 de mayo de 2012 a las 10:30 en el Mausoleo “Memoria, Verdad y Justicia” del Cementerio de La Plata.

Atilio y el “Fondo Mercedes Lagrava”

La familia Martínez Lagrava donó a la Comisión Provincial de la Memoria 7 cajas que guardan libros de Atilio y recuerdos de la lucha de su madre, escritos de hábeas corpus, recortes de documentos relativos a su desaparición, cartas personales, de instituciones argentinas y del exterior con denuncias sobre violaciones a los derechos humanos. Guardó mas de 10 cartas con uno de los miembros del Centro Católico para Hispanos del Nordeste, ubicado en la Parroquia San Francisco de Sales, en Nueva York. Estados Unidos. Alli conoció al sacerdote Carlos Muggins, quien fue un gran colaborador de la causa de Mercedes.

También figuran folletos, fotografías, afiches, panfletos, boletos de micro y tren Constitución- La Plata y objetos como por ejemplo cuadros y un pañuelo bordado a mano. Todo ese material donado por la familia de Atilio lleva el nombre de “Fondo Mercedes Lagrava”. Es sorprendente un escrito donde señala que Abel tenía “4 o 5 verruguitas al costado de la oreja”, revelando ese dato para identificar el cuerpo de su hijo en el futuro.

Hay una foto suya con pañuelo donde ella explica su origen:

“Allí estoy solita en Plaza de Mayo, rodeada de fotógrafos, se ven unos políticos, Alfredo Bravo y otros mas.

Yo tengo el gran pañuelo blanco en mi cabeza con la inscripción de 10 cm. de alto donde dice:

‘Argentina. Soldado Atlio César Martínez’.

Se lee a mas de 30 metros. Cada vez que me coloco el pañuelo es como dar a luz de nuevo.

En mi pecho llevaba una foto de mi hijo y mi cara de dolor muy arrugada. Esa imagen salió en revistas de Buenos Aires. Por eso doy gracias a Dios que mi caso sea conocido mundialmente y no lo olviden.

Olvidar este genocidio del gobierno de Videla- Viola- Galtieri es ser canallas. Mis acusaciones a ellos son de frente y mi causa fue abierta, N° 4020, en todo el mundo, así que no temo firmar ni escribirlo, a pesar de tener compañeras que fueron torturadas. Dios me ayuda y me da fuerzas para escribir y caminar solita a cualquier hora. Esté donde esté mi hijo mis manos van con él, por si me necesita él se apoye en mi. Y en otros hijos que adopté, ellos quedarán para seguir la lucha…”.

En otra carta le contesta a una pro- dictadura que responsabilizó a la crianza de las Madres de Plaza de Mayo el hecho de que sus hijos sean “subversivos” y estén desaparecidos: “Pienso en la generación de mi hijo que estuvo constituida por seres humanos excepcionales, sanos de espíritu, pensantes, sensibles, valientes, que lucharon con la conciencia limpia y con un sentido de moral insobornable, para que sus hijos vivieran en un mundo mucho mejor”.

Representa la lucha inclaudicable por su hijo durante casi 10 años hasta su muerte, acaecida en 1987. Nunca pudo conocer el fin que tuvo Atilio.

La recopilación de Mercedes se puede visitar en la sede de la CPM en Calle 54 N° 487, La Plata.

¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?

¨