En esta entrevista de hace más de veinte años, en un momento en que pensaba dejar a The Rolling Stones, Charlie Watts repasa la historia del grupo, habla de sus compañeros, de su famoso perfil bajo y de su amor por el jazz.
Han pasado los años. Bill Wyman ha abandonado el grupo, pero la discreta y algo cansada figura del baterista desgarbado Charlie Watts sigue ahí, junto a los dos formidables veteranos, Mick Jagger y Keith Richards. A pesar de ello, reconoce que es “el menos implicado de los tres”. Es un rockero muy peculiar, que “nunca escucha rock”, que mata el estrés de la gira dibujando en las camas de las habitaciones de los hoteles (“es una especie de terapia, te da algo que hacer cuando estás en la habitación de un hotel. Tengo cuadernos llenos de dibujos”) y se entusiasma en cuanto pronuncia la palabra “jazz”, un gran amor de su vida. Watts no se cansa de hablar del quinteto de jazz que fundó, o del último disco que ha comprado (“las fabulosas canciones de Cole Porter interpretadas por Ella Fitzgerald”) o de su pasión por los caballos.
–Después de todos estos años, ¿qué le hace seguir con los Stones? ¿No está harto de ellos?
–No, no son la clase de gente de la que uno se harta. Uno se harta de la vida, no se harta de la gente. Son amigos míos. Es lo que hago, es lo que soy. Y me pagan muy bien por ello. De modo que eso es razón suficiente. Cuando nos juntamos es como estar en el colegio. Mick y Keith son gente absolutamente encantadora, muy divertidos y fuera de lo corriente. Además, llevo haciéndolo mucho tiempo. No veo por qué tendría que hacer otra cosa.
–¿Extraña a Bill Wyman?
–A Bill lo extraño más como persona que en el escenario. Lo llamo cada dos meses y cuando estoy en Londres salimos juntos. Me imagino que cuando yo me vaya del grupo será igual.
–Muchos creen que usted y Bill eran los verdaderos cimientos musicales del grupo.
–Probablemente lo fuéramos. Pero Darryll Jones también es un buen músico. Y es una muy buena persona. No es difícil llevarse bien con Darryll: sé que él tocará lo que yo toco. Al que necesito oír realmente cuando estoy en el escenario es a Keith. Él es el principio y el fin. Si no lo oigo, me pierdo totalmente.
–¿Hay probabilidades de que usted siga siendo un Rolling Stone para siempre?
–Ahora soy el más viejo, tengo casi sesenta años, y los demás tienen cincuenta. ¿Pero qué significa eso? Sólo que te queda una cantidad determinada de vida por delante. Lo único que importa es dónde quiero pasar mis últimos 20 años… Si quiero estar sentado en un maldito hotel en París, o en Río. Me imagino que eso es lo que le pasó a Bill: sencillamente decidió que ya había tenido bastante. Y a mí me pasa algo parecido ahora. Mi problema es que lo único que hago es tocar la batería. Pero me gustaría pasar algún tiempo en casa.
–La batería es uno de los instrumentos que más exigen físicamente. ¿No se siente agotado?
–Esa es una de las cosas buenas de esta gira, pero también es duro. En cierto modo, te mantiene en forma. Pero cuando tocás durante un año, siempre estás temiendo por tu salud. La peor parte es para el baterista y para Mick. Con Mick es un miedo constante. En los momentos críticos, sentís que tenés que descansar, pero no podés dejar de tocar. Es una de las cosas más agotadoras de la gira, la presión de tener que dar el máximo todo el tiempo.
–¿Cuál es su mejor recuerdo de la gira Bridges to Babylon?
–El final. Y supongo que también la cantidad de gente que viene a verte. Siempre resulta sorprendente. Cada vez que salgo al escenario y me siento, no puedo evitar pensar que es increíble. Cuando tocás en un sitio como Estonia, y hay 40 mil personas en un estadio de fútbol, no podés creerlo, porque no tenías ni idea de que hubiera tanta gente en Estonia …
–¿Y el peor recuerdo?
–Cuando no hay 40.000 personas. Pero lo malo siempre se olvida, ¿no es cierto?
–¿Sigue habiendo espíritu de grupo?
–Ahora estamos más unidos de lo que estábamos hace tiempo. Keith sigue exactamente igual que siempre. Mick probablemente se haya calmado un poco por los niños.
–¿Se siente sorprendido cuando ve cómo han cambiado las cosas desde 1963?
–De hecho no han cambiado. En mi opinión, los Rolling Stones han mejorado muchísimo como músicos. Pero yo nunca me metí de lleno en ello. Los años sesenta no me gustaban realmente. Extrañaba a Elvis Presley y el “rock and roll”. Siempre iba con retraso, incluso con las drogas. Yo empecé a tomarlas cuando todo el mundo ya las había dejado, en la década del ochenta …
–Bill Wyman decía que no tenía oportunidad de expresarse del todo. ¿Se las arregló usted para encontrar su propio lugar entre Jagger y Richards?
–Lo único que sé hacer es tocar con un grupo. Mick y Keith tienen personalidades muy fuertes y su forma de ver las cosas no es necesariamente la correcta, pero desde luego es el camino que seguimos. Nunca me ha molestado. No son mis temas. No me importa realmente quién los escribe. Yo toco la batería y eso es todo. Un ejemplo clásico es “Miss You”. Mick y yo la hicimos juntos. A quién le importa si la escribí o no con él. Lo único que a mí me importa es si es o no buena. En cuanto a Bill, es verdad que tocaba muchas cosas en los discos y él considera que eso es escribir canciones, pero Mick piensa que eso es tocar el bajo. Ese es el debate. A mí no me importa, siempre y cuando yo esté a la batería. Por eso me encantan los grupos. Hay que tocar por el bien de todos. Si uno se mete en cuestiones como ésas, no estaría con nadie más de un año. Y es algo que sucede muy a menudo con los grupos.
–¿Sigue escuchando sus viejos discos?
–Nunca los pongo. Suelo oírlos en la radio y mi mujer los pone porque a ella le encanta el rock and roll. Cuando los oigo, me limito a pensar «ah, ése». A veces pienso que son mejores de lo que recordaba. A veces no lo son. Exile on Main Street tiene un sonido muy bueno. Algunas partes de este último disco de la gira son muy buenas. “Thief in the Night” es especialmente bueno. También me gusta mucho “Miss You”, y “Sympathy for the Devil” es excelente.
–Según Alexis Korner, usted se hizo baterista de rock porque no pensaba que era lo suficientemente bueno como para tocar be-bop …
–Es verdad, no era lo suficientemente bueno. Solía tocar con todo tipo de grupos, hasta que conocí a Alexis Korner. El tocaba música que yo no había oído jamás y que se llamaba rhythm and blues. Así que, de repente, me convertí en un baterista de “rhythm and blues”. Que es la razón por la que los Rolling Stones me pidieron que tocara con ellos. Así que me uní al grupo, aunque no sabía qué diablos era lo que tocábamos. El «jazz» ha sido siempre mi único amor.
–Usted ha formado parte de un gran grupo y de un quinteto de jazz. ¿Qué piensan de usted los otros músicos de jazz?
–Probablemente se rían de mí. Pero no es más que un nombre, “músico de jazz”. Se puede tocar jazz y rock. Pero al acabarse el día, no eres más que un músico.
–¿Y en lo que respecta al rock?
–Sólo he visto esto en la música de jazz, no en el rock and roll. La mayoría de los que he visto llegar hasta ese punto en el rock and roll tienden a ser una parodia de sí mismos. El rock and roll es para los jóvenes. Yo no lo escucho.
–Si tuviera 20 años, ¿seguiría tocando rock and roll?
–Ahora mismo tocaría rap.
–¿Cómo nació su amor por el jazz?
–Tenía 12 años y puse un disco de Earl Bostic llamado Flamingo. Pensé que era fantástico y sencillamente me enamoré del saxo. Un año después, me compré un disco de Gerry Mulligan llamado Walking Shoes y Chico Hamilton hizo que me enamorara de la batería. Y luego me enamoré del mundo del jazz cuando fui lo suficientemente mayor como para ir a ver tocar a la gente. Escuché a Mulligan y a los demás.
–¿Comparte su amor por el jazz con los otros Rolling?
–Sí. A veces, Keith me pide consejo. Le gusta sobre todo el viejo Louis Armstrong. Le grabé unas cuantas cintas de Eddie Condon con Louis Armstrong en ellas. También fue idea mía invitar a Joshua Redman para Bridges to Babylon y fue estupendo.
–¿Fue también idea suya pedirle a Sonny Rollins que participara en ‘Tatoo you’?
–Eso fue idea de Mick y yo estuve de acuerdo. Fue fantástico. Nunca creí que accedería. Pero lo hizo. Probablemente sea el mejor saxo vivo. El último gigante de una era. Sonny tuvo la misma influencia en ese instrumento que John Coltrane. Pero se ha visto eclipsado por Coltrane.
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