Hay algo mágico en la música de Coltrane, en la que se fusionan un espíritu profundamente religioso, la búsqueda de sonidos nuevos y un enorme talento interpretativo. De la conjunción de estos tres elementos surgió una de las aventuras musicales más intensas y conmovedoras de la historia, cuya belleza trasciende el territorio del jazz. En Socompa elegimos cinco temas, aquí su historia y los links para volver a escucharlos.

El annus mirabilis del jazz tal vez haya sido 1959. Vieron la luz varios de los discos más extraordinarios del género. Allí están Time Out de Dave Brubeck; Ah Um de Charles Mingus; Kind of Blue de Miles Davis; y Giant Steps de John Coltrane. El saxofonista había sido parte del disco de Davis mientras grababa su primer gran LP, que se publicó en enero de 1960.

En rigor, el primer disco de Coltrane para Atlantic Records contó con otros nombres que también habían estado en las sesiones de Kind of Blue: el contrabajista Paul Chambers, el pianista Wynton Kelly, y el baterista Jimmy Cobb. Estos dos últimos sólo tocaron en el tema “Naima”. Tommy Flanagan en piano y Art Taylor en batería completaron el combo de uno de los álbumes más influyentes de Coltrane y fueron puntales de “Giant Steps”.

Ya desde el arranque, con el tema que da nombre al disco, Coltrane profundiza algunas líneas esbozadas en Blue Train con cambios de acordes a enorme velocidad, siempre sobre la base del piano y la batería. El saxofonista solía tocar casi sin ensayar y “Giant Steps” no fue la excepción. De allí que Flanagan tratara de improvisar sobre la línea del saxo, algo que trató de mejorar en las versiones posteriores que el pianista habría de grabar.

Para muchos, al menos para quien escribe, Giant Steps es una de las mejores puertas de entrada al mundo de Coltrane. O, en otras palabras, uno de los mejores discos para empezar a disfrutar el jazz. Los pasos del gigante siguen sonando, aun a casi seis décadas de su grabación.

Para 1960, Coltrane ya había formado su cuarteto. Junto a él estaban McCoy Tyner en piano, Elvin Jones en batería y Steve Davis en contrabajo. Este último instrumento sería el que traería más cambios en los años siguientes. Después de Davis estuvieron Art Davis,  Reginald Workman y Jimmy Garrison. La formación inicial es la de las sesiones de My Favourite Things.

No es tanto el tomar una canción de un musical de Broadway como materia para el disco, al punto de bautizar así al trabajo, como el uso de un saxo soprano lo que llamó la atención cuando se editó el álbum en marzo de 1961. El instrumento había sido un regalo de Miles Davis y la discografía de jazz apenas presentaba registros con ese tipo de saxofón. Coltrane se lanzó a experimentar y decidió tocar el saxo soprano en un disco que reunió cuatro covers: el tema del musical, “Summertime” y “But Not For Me” de Gershwin, y “Ev´ry Tme We Say Goodbye”, de Cole Porter.

En los 13 minutos de su lectura de “My Favourite Things”, Coltrane encontró en Tyner al socio ideal. El pianista acompaña con un ostinato los largos solos de saxo soprano.

El tema elegido para el debut discográfico de Coltrane en saxo soprano es del musical The Sound of Music, estrenado en 1959 con música de Richard Rodgers y letra de Oscar Hammerstein II. Casi al mismo tiempo, la versión cantada por una de las grandes voces de jazz también se grabó: fue la de Sarah Vaughan. Para 1965, millones de personas en todo el mundo conocerían la canción en la voz de Julie Andrews, cuando The Sound of Music llegó a las pantallas y aquí se la conoció como La Novicia Rebelde.

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Jimmy Garrison ya era el contrabajista de Coltrane cuando el cuarteto, completado por Jones y Tyner, se abocó a la grabación de una de las obras más extraordinarias de la historia del jazz: el 9 de diciembre de 1964 grabaron para Impulse! A Love Supreme.

Todo el disco es una obra de arte, pero en el último tema, “Psalm”, se vuelve algo estremecedor. El acorde inicial en el piano de Tyner da paso a la percusión de Jones, y a partir de allí entra el saxo para completar la meditación esbozada desde el comienzo del LP, una suite que combina misticismo y espiritualismo en “el disco que para muchos fue el punto más elevado en la creación de Coltrane”, como apuntó el crítico alemán Joachim Berendt.

Coltrane describió como “narración musical” lo que se escucha en “Psalm”, tomando como base un poema que incluyó en la contratapa del disco. Lewis Porter llamó “recitado sin palabras” al saxo que trata de recrear (uno diría que lo logra) los versos. Según Coltrane, “Psalm” respeta la métrica de ese poema, con lo cual no se podría disociar la música de los versos.

El poema arranca así: “Voy a hacer todo lo posible para ser digno de Ti, oh Señor”, impregnando de religiosidad un disco que desde el comienzo está marcado por la búsqueda de la espiritualidad. Y termina con un “Amen”, que bien podría entroncar con el poderoso “Amen” con que concluye “Lacrimosa”, el pasaje del Réquiem que fue lo último que llegó a escribir Mozart.

Claro que Coltrane vivió dos años y medio más después de completar A Love Supreme, antes de morir prematuramente a los 40 años. Dejó más grabaciones después de su obra maestra. Ya se había ganado un lugar en la historia y la muerte prematura impidió que aumentara su legado musical, uno de los imprescindibles de la música popular en el siglo XX.

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Alabama forma parte de la banda sonora armada por Spike Lee para contar la vida de Malcolm X. Las notas a “Live in Birdland”, el único en que Coltrane incluyó este tema fueron escrita por Leroi Jones, un gran poeta y un incisivo ensayista que formó parte de las Panteras Negras. Allí dice: “No me había dado cuenta hasta entonces cuán hermosa es la palabra Alabama. Esa es una de las funciones del arte: revelar la belleza ya sea la común o la no común de una forma poco común. Eso es lo que hace Trane.” Cuando se  le preguntó a Coltrane si el título aludía a los sucesos de la ciudad sureña donde una bomba puesta por un militante racista había matado a varios niños, respondió “representa musicalmente algo que vi allí afuera traducido a la música desde dentro de mí.” Si bien no fue un militante activo por los derechos civiles, Coltrane participó en ocho conciertos en apoyo a Martin Luther King, a quien le dedicó su álbum Cosmic music.. Son poco más de cinco minutos de una tristeza introspectiva pero arrasadora, que se abre con un solo de Coltrane mientras detrás golpean suavemente la batería de Elvin Jones y el canto del contrabajo de Jimmy Garrison.

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“No sé lo que estoy buscando pero será algo que no haya tocado nadie antes. No sé lo que es, pero sé que sentiré eso cuando lo encuentre”. Esto declara Coltrane en la nota que acompaña al disco Crescent –grabado en 1966- del cual forma parte el bellísimo”Lonnie’s Lament” y que es una buena muestra de esa búsqueda que llevaría al paroxismo y la desesperación en sus últimas grabaciones. Aquí el  piano de McCoy Tyner adquiere un lúcido protagonismo hacia la mitad del tema antes de dejar paso a un  extenso solo del  bajo de Jimmy Garrison, mientras que el cierre queda a cargo del saxo tenor que eleva la melodía como si se tratara de una especie de plegaria extendida que llena de tristeza el final de la interpretación. Más adelante, Nat Hentoff, el autor del texto que acompaña el disco, hablaría de la preocupación de Coltrane por no saber qué sentían aquellos que lo escuchaban. Hay algo de búsqueda de respuesta en esta composición, de la que hay una versión extendida en Afroblue Impressions y que es la melodía elegida por la iglesia John Coltrane para abrir sus servicios.

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