Hace diez años moría quien fue uno de los mejores caricaturistas nacionales además de impulsor de proyectos editoriales que marcaron para siempre el modo de hacer humor en la Argentina. Andrés Cascioli cuenta historias de revistas legendarias como Satiricón y Humor, en las que la relación con el poder siempre fue ríspida y por momentos muy peligrosa.

Hay una gran coincidencia que la década del 70 fue la explosión del humor argentino. En el terreno de la gráfica las nuevas formas del humorismo encontraron su lugar primero en Satiricón y luego en Humor registrado. Detrás de esos proyectos, en especial el segundo que, con la coartada del humor, fue el único medio masivo –vendía unos 300. 000 ejemplares quincenales- en oponerse a la dictadura militar, estuvo Andrés Cascioli. Esa experiencia es una manera distinta de leer la historia más reciente de los argentinos.

¿Cómo fue la experiencia de Satiricón en el contexto de los años 70?

-Era una situación en la  que estaba  saliendo todo lo que daba material para trabajar. Empezamos a jorobar con el gobierno -con Lanusse fuimos bastante duros-, el anunciado regreso de Perón nos daba mucho material para trabajar. Además venía López Rega que era una figura para nosotros interesante , no para el país-. No se nos molestaba, no se nos impedía trabajar, todo lo contrario.

-¿Cómo les cambió la cabeza pasar de una expectativa de ventas de 20.000 o 30.000 ejemplares a vender 300.000?

  • -Te cambia todo, te hace muy feliz. Te cambia la cabeza, y porque no tenés dudas con lo que estás haciendo, podíamos ser muy duros con alguna gente y el resultado era bueno. En realidad creo que es el primer paso que se dio  antes de ese humor agresivo que se está viendo ahora. Había algunas leyes,  algunos límites,  que nosotros no pasábamos. Hoy se han pasado todos los límites. Me da la sensación que antes el humor tenía un tamiz intelectual que ahora no lo tiene. Gente como Ulanovsky, Mactas, Guinzburg, Abrevaya le daban un toque muy sutil , agresivo pero de mucha calidad , entonces el material que salía era muy exquisito , ahora sale como en bruto, es una agresión muy violenta de gente que parece que armara los programas en una cancha de futbol . Por entonces, al haber mucha parodia –de cine, teatro, televisión, literatura-, se requería estar preparado e informado. Y había otro movimiento, en los kioscos debía haber 20 revistas literarias. Después había galerías de arte, había artistas, el país se movía en serio en ese campo, con las dificultades políticas que siempre tuvimos, era un país que a nivel cultural siempre estuvo lejos del nivel latinoamericano, más cerca de lo europeo.
  • Cuando pasás a Humor, que el contexto es otro, ¿cómo seguir con la herencia de Satiricón?

– Ya había cambiado antes, con el cierre de Satiricón  dispuesto por Isabel Perón. Inmediatamente armamos un equipo más chico que era quizás un grupo más combativo, Oskar  Blotta decidió no seguir, se quiso ir a los Estados Unidos. Con ese equipo armé Chaupinela , que fue una revista que empezó siendo de humor, tenía mucho de Satiricon, pero era menos agresiva y le habíamos incorporado un suplemento de historietas, volvimos a publicar Vito Nervio, lo llamamos para eso al viejo Breccia, llamamos a Oswal que hizo Mascarín , que era una historieta humorística muy divertida. Hizo historietas Cris, hizo historietas Ceo y bueno empezamos una revista nueva, con Guinzburg, Abrevaya , con Tomasito Sanz y tuvimos un año haciendo esa publicación que fue la única publicación de humor que hice que no fue un gran éxito, nos mantuvimos alrededor de los 30.000 ejemplares, duramos un año y nos cerró Isabel Perón porque publicamos que López Rega  le pegó un cachetazo, además hicimos una historieta de humor con la chica del 17, que era una vieja canción argentina que hablaba de una chica que andaba con un vejete, en referencia a Isabel, a  Perón, y  bueno nos hizo un juicio, nos cerró la publicación. Pero en ese tiempo ganamos el  juicio de Satiricón, el abogado era Terragno . Volvimos con Satiricón, dejamos de hacer Chaupinela, que ya estaba cerrada, se armó el equipo de vuelta hicimos dos números y el tercero  tuvimos que ir a mostrárselo  a la gente de Videla , Masera y compañía que nos dijeron  que si seguíamos con ese tipo de publicación  nos iban a matar a todos .

Sin sutilezas.

– Sin sutilezas, eso lo dijo cara a cara Corti, un capitán de fragata  que trabajaba con Massera y era uno de los dueños de la cultura.  Nos fuimos con el paquete de originales a casa. Eso fue en el 76, en marzo o abril del 76, , nos tuvieron un mes investigándonos y después nos dejaron tranquilos. Yo volví a hacer publicidad, siempre con un nuevo proyecto, al que para disfrazarlo le puse de nombre Humor y anduve con ese proyecto un tiempo hasta que enganché una pequeña distribuidora que tenía dos socios y dijeron que sí, porque en realidad yo preparé un número especial para el mundial 78, ya habían pasado 2 años. Antes para hacer la revista, hicimos dos especiales de Chaupinela , lo mejor de la revista que anduvieron muy bien , también vendieron 30.000 ejemplares. Así juntamos la guita suficiente para hacer Humor, que también pensamos que íbamos a estar en los 30,000 ejemplares. Pero no había nada en esa época,  se habían caído varias editoriales, las revistas literarias prácticamente habían cerrado , mucha gente hasta quemó sus publicaciones y  libros,  me acuerdo que yo hice un trabajo para Nuevo Hombre y me dijeron que quemara los originales porque sino me limpiaban. En el 78 salimos, pero con muchas dificultades, porque la calificaron como de edición limitada, tuve que ir a la censura. Humor empezó tímidamente en un departamento junto a Fabregat, Tomasito Sanz, éramos tres o cuatro. Le pusimos Humor Registrado porque la palabra humor no se podía registrar y le buscamos el registrado, que era más un código que un nombre y después con el tiempo nos quedamos con el título.

-¿Por qué al poder le molesta tanto el humor?. Ustedes tuvieron mucho despelote.

– -Entre los militares había gente que no podía soportar la revista , me acuerdo de Liendo , de Harguindeguy  que insistió muchas veces en cerrar Humor, nos enterábamos todo el tiempo de eso y había tipos que eran muy duros y otros que no le daban importancia, estaban dedicados a robarle al país y a matar gente, para qué iban a perder tiempo con una revista de humor. Pero también en democracia me sorprendió, por ejemplo Caputo, que era un tipo que se había acercado a Humor, que alguna vez colaboró, un tipo muy interesante, muy culto, que venía de la Sorbona  pero le hicimos algunas caricaturas y se molestó mucho, eran duras, pero eran caricaturas. En esa época yo no hice muchas tapas porque tenía cierta aprensión con la nueva democracia ,y no quería molestar mucho  y las hacía Carlos Nine….. y claro hizo un Caputo muy terrible , y una vez hicimos una capureta para disfrazarse de Caputo y Caputo me hizo saber que estaba muy enojado , y me resultó muy curioso. Con Alfonsín, lo tratamos  bien, aunque le hicimos alguna caricaturas  nunca se molestó, al contrario , siempre fue muy atento .  Con Menem tuve tantos juicios como con la dictadura. La diferencia es que me fue bien con el gobierno militar y muy mal con el gobierno de Menem: me fundió.

-¿Pensás que hay formas de humor de acuerdo a las épocas?

-Creo que sí. Cambió mucho para nosotros cuando pasamos de hacer una revista durante  a dictadura, a hacer una revista con el gobierno de Alfonsín Algunos colaboradores como Osvaldo Soriano siguieron en la misma , o Bracamonte, y Mona Moncalvillo que eran peronistas, pero la mayoría pasó a integrar los equipos de cultura del gobierno de Alfonsín. Me acuerdo de Aída Bortnik, Pacho O ‘Donnell, de Santiago Kovadloff, gente que empezó a trabajar con el gobierno y Gregorich. Durante la dictadura, era muy claro lo que teníamos que hacer, el blanco era el gobierno. Con la democracia, con la nueva democracia ,de entrada  hubo algunos  intentos interesantes por  desarmar ese sindicalismo que alguna vez se asoció con Onganía para derrocar a Illía  -el de Lorenzo Miguel y compañía. En eso tratamos de ayudar. El tipo de humor cambia de  dictadura a democracia , primero porque no se puede atacar violentamente. Nosotros atacábamos al gobierno militar,  al final con mucha dureza y no lo podíamos hacer con el gobierno de Alfonsín Entonces volcamos más la revista hacia la cosa cultural. Y la revista se volvió quizás más intelectual, más analítica, nos metimos más con los argentinos y que pasaba adentro de los argentinos, que con lo que pasaba en el gobierno, dejamos de hacer mucho humor político e hicimos un   humor  mucho más social , más cultural. Después empezó a salir El Periodista, que significó sacarle a Humor gran parte de la carga política.

¿No tenían miedo en la época de la dictadura?

No No teníamos miedo antes de hacerlo, cuando lo veíamos publicado ( se ríe) aparecían algunos temores. Si sacábamos una cosa muy fuerte , durante dos o tres días cerrábamos la editorial y a alguna gente, como Enrique Vázquez ,  lo llevábamos a dormir al Bauen, con el cual teníamos canje.  No conseguíamos apoyo publicitario pero algunos canjes eran buenos. Nunca supe en realidad porqué los militares dejaron crecer tanto a Humor sin cerrarla antes. Hubo muchas versiones; una de las cosas que se dijeron fue que el gobierno estadounidense de Carter le exigía cierta pátina de democracia al gobierno militar y que Humor era parte de eso. Dicen que hasta hubo una comisión que nos defendió. Otra cosa que influyó fue mérito nuestro: hacer una revista de humor que decía Humor en la tapa, con dibujos en lugar de fotos; creo que de entrada no se la tomaron muy en seno. Cuando empezamos con las denuncias fuertes empezaron a reaccionar, pero ya era tarde, porque hay que tener en cuenta que trescientos mil ejemplares son cerca de un millón de lectores, y si la hubieran tocado la gente iba a reaccionar.

-¿Pensás que hay un estilo argentino de humor?

-El humorismo argentino es como el fútbol argentino., para afuera es casi incomprensible, que aparezca un tipo como Maradona, el pibe Aimar.  Me contaba Mordillo que donde tuvo más dificultades fue en Alemania por ejemplo  y en Alemania el chiste mudo  de Mordillo tenía texto, tenía que explicarle a los alemanes  lo que quería decir. Lo que pasa es que el humor argentino tiene códigos. Hay un humor, un código  argentino, que es como bailar tango, jugar al fútbol como los argentinos. A  Fontanarrosa le cuesta publicar afuera, publica muy poco. Quino puede publicar afuera, pero hay muy pocos argentinos que lo hacen. Tal vez puedan hacerlo como dibujantes pero necesitan  guionistas de otro lado, porque el código argentino de humor es muy fuerte.

¿Qué pasó con Humor? ¿cambiaron los lectores o cambió  la revista?

-Creo que cambiaron los lectores. Todo cambió en la Argentina, vos caminás por Florida y es otra Florida, caminás por Lavalle y es otra Lavalle. La Argentina es otra también y una muestra es que lo que vendía Humor, en los últimos años lo vendía Caras . Creo que los argentinos durante la época de Menem se decidieron por Caras . Humor le exigía participación y Caras  no le pide nada,  le da todo servido. Los argentinos se convirtieron en gente con otras necesidades. Las revistas como Humor, Satiricón, Chaupinela,  El Periodista, o en otra época Primera Plana, le exigían al lector un esfuerzo que los argentinos ya no están dispuestos a dar, a hacer, por eso creo que nos caímos como nos caímos.

 

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