Tocó con Piazzolla y Pugliese y tiene una larga trayectoria como compositor. Daniel Binelli viajó a Buenos Aires a presentar Ciudad Caliente. Sabe que el bandoneón es sinónimo de tango,  pero cree que todavía hay espacios por explorar más allá de 2 x 4 sin perder nada de la esencia.

Daniel Binelli recorrió el camino del tango tradicional en la orquesta de Osvaldo Pugliese y más tarde recaló con su bandoneón en el sexteto de Astor Piazzolla, la última formación con la que, en 1989, el autor de Adiós Nonino salió a tocar. A su formación en el tango sumó la música contemporánea y una larga trayectoria, no sólo en los escenarios, sino como compositor. Radicado en Nueva York durante 18 años, toca en dúo con la pianista uruguaya Polly Ferman desde hace más de una década. El músico que compartió escenario con Martha Argerich, Paquito D´Rivera y Gary Burton, entre otras figuras, estará en la Sala Sinfónica del CCK este viernes a las 20 para presentar Ciudad Caliente. Se trata de una obra ya grabada pero que aun no se tocó en vivo.

–¿Cómo nace Ciudad Caliente?

Fue una idea de Ted Viviani, un filántropo norteamericano muy interesado en el tango, que ayuda a artistas. Decidió auspiciar un disco con obras de tres compositores: Carlos Franzetti, Emilio Kauderer y yo. Cada obra dura unos 25 minutos. Yo aporté Ciudad Caliente, que tiene tres movimientos. La grabamos en Praga, con el Trío Heroica, de piano, violín y cello, más bandoneón y orquesta, en ese caso la Filarmónica de Praga. Originalmente se llamaba Sensations, pero el pianista del trío propuso el título que quedó.

-¿A qué remite la idea de Ciudad Caliente?

-A la intensidad, a todo lo bueno y todo lo malo que sucede en una ciudad. No es algo solamente sobre Buenos Aires, también alude a Nueva York. Arranca con un gran tango, sigue un adagio muy emotivo y el final tiene elementos de milonga. Hay rasgos de tango, sí, pero también de música erudita.

-Y ahora tiene el estreno en el CCK.

Yo había tocado hace dos años con la Sinfónica Nacional que me estrenó dos obras. Ahora me toca el estreno mundial peor con otros artistas, no los de la grabación. Es con la Orquesta de Tango “Juan de Dios Filiberto” y con Viviana Lazarini en piano, Sofía Luque en violín y Eduardo Vassallo en cello. Además va a haber obras de Oscar Gullace y Juan Carlos Zorzi.

-Usted estuvo 14 años con Pugliese y luego en el último conjunto de Piazzolla, el sexteto, ¿qué rescata de haber estado con un músico del tango más tradicional y con e que renovó el estilo?

-Si uno va a la partitura, tanto en Pugliese como en Piazzolla ve que está escrito con la base de tango. La estética de Pugliese es muy especial, con obras de tres minutos.  Piazzolla prolongó eso hasta llegar a piezas de 20 minutos, más de concierto, con toques sinfónicos y de jazz. Yo estoy más cerca de la estética de Astor. Pero no me quedó en eso solo. Amo la música contemporánea, el jazz, el rock, compositores como Bartók y Schnittke.

-A la par del tango tuvo interés por la música académica…

-Me formé durante 25 años con varios maestros, como Graetzer o Daniel Montes, un gran erudito. No me quedé sólo con el tango. Eso me permitió trabajar con grandes orquestas en Estados Unidos, como la Sinfónica de Chicago o la Orquesta de Filadelfia y que me encargaran obras. Así pude hacer conciertos, obras para orquesta y bandoneón, música de ballet.

-¿Cómo fue su comienzo en la música?

-Mi padre era un bandoneonista aficionado y cuando yo tenía nueve años me compró el instrumento y me enseñó, junto a mi madre. A los 14 escuché a Piazzolla y dije que quería tocar como ese señor. Y casi treinta años más tarde lo acompañé en el sexteto.

-¿El bandoneón logró identidad propia por fuera del tango?

-Hoy tiene un reconocimiento mayor. Siempre va a estar ligado al tango, pero tiene su identidad propia. Eso se nota en los últimos tiempos. Me han encargado conciertos para bandoneón y orquesta y la impronta de esas obras no es necesariamente tanguera.

-¿En qué punto está hoy el tango, hacia dónde va o cree que debería evolucionar?

-El tango va a existir siempre, no morirá. Pero creo que debe volver a las raíces. Y esas raíces están en el baile. Es esencialmente una danza, después pasó a las salas de concierto y se convirtió en un hecho más auditivo que bailable. Hay que volver a los orígenes sin dejar de ser moderno. La gente se quedó con la imagen de las orquestas de los 40, por eso aun quedan Troilo, Di Sarli, D´Arienzo. Para mí es fascinante entrar hoy a una milonga y ver mujeres vestidas muy modernas que bailan temas de los años 30. El tango es un producto hecho, creo que tiene un atractivo mayor si se orienta hacia la danza, pero también tiene su atractivo en la virtuosidad de lo estético que se haga con esa música como algo auditivo.

 

Daniel Binelli se presenta en el CCK el viernes 24 a las 20 horas.