Fue prohibida en varios lugares, pese a ser una cumbre del cine cómico de todos los tiempos. Michael Palin y Terry Gilliam cuentan los avatares de la filmación, las críticas a las que se enfrentaron y cómo lograron caminar del lado brillante de la vida.

Dos de los Monty Python cuentan cómo hicieron su mejor película.

Michael Palin

Estábamos en una gira publicitaria para Los Caballeros de la Tabla cuadrada cuando Eric Idle nos habló del título Jesucristo: Lujuria por la gloria. Todos nos reímos: “¡Nunca podríamos hacer eso!” Pero nos gustó el desafío de hacer una película sobre religión. Entonces alguien sugirió la idea de que la historia transcurriera en tiempos de Jesús. Un caso de identidad equivocada. Alguien que se cree que es el Mesías, pero se pasa toda la película diciendo que no lo es.

En general, los Monty Python escribíamos en grupos separados que se reunían más tarde. Trabajamos en Barbados durante dos semanas y allí nació gran parte del guion: fue cuando los diversos bocetos se terminaron de ensamblar. Esto permitió una solidez que Los Caballeros de la Tabla Cuadrada y El sentido de la vida no tienen.

EMI iba a financiar la película, pero fueron perdiendo el entusiasmo. Fue un golpe mortal porque ya estábamos en preproducción. Entonces Eric fue a Hollywood y le alcanzó el proyecto a George Harrison, quien había sido un gran fanático de Python desde el primer programa de televisión. Empeñó su casa y consiguió un préstamo de $ 5 millones. Cuando se le preguntó por qué, simplemente dijo: “Porque quiero verlo”. No mucha gente paga $ 5 millones por una entrada de cine.

John Cleese había querido interpretar a Brian. Graham Chapman había estado bebiendo bastante, y John pensó que necesitábamos a alguien sobrio para el papel principal. Pero Graham dejó de beber justo antes y se mantuvo abstemio por completo. Mantuvo una especie de corrección que duró toda la película. Aparte se trajo un médico calificado, que fue muy útil cuidando al elenco y al equipo mientras filmamos en Túnez, con todas las molestias estomacales que debimos soportar.

Lo más difícil fue filmar la escena de Poncio Pilato debido a su risa reprimida. Todos los centuriones tenían que estar al borde de la risa, mientras que Graham y yo teníamos que permanecer totalmente impertérritos. Fue realmente un trabajo duro. En las diversas tomas, susurro en silencio al oído de alguien. Funcionó muy bien, pero hay una toma con Chris Langham en la que se nos descubre riéndonos.

La película fue prohibida en Irlanda, Noruega e Italia; 39 consejeros británicos la prohibieron o la calificaron como X. John y yo decidimos presentarnos en el programa Friday Night, Saturday Night para defender la película contra el obispo de Southwark y Malcolm Muggeridge. Queríamos explicar que no pretendíamos denigrar a Jesús de ninguna forma. Era increíblemente irritante. Todos se comportaban como niños, se dirigían a la multitud, diciendo “lo hacen para a conseguir tus 30 piezas de plata”. Esa entrevista fue un gran punto de inflexión: ayudó a romper la suposición de que lo nuestro era blasfemia y negocio. Quedó claro cuán patética era su posición.

 

Terry Gilliam

Habíamos codirigido Los caballeros de la Tabla Cuadrada con Terry Jones, pero no tuve ningún problema en que él se ocupara solo de La vida de Brian. Dirigir a los Python, qué trabajo duro, porque no les gustaban las barbas o los disfraces incómodos. Esos, para mí, eran elementos importantes, y no quería tener que pelearme por esas cosas.

Solo quería concentrarme en su aspecto. Es real, sucio y maltrecho. Al hacer todo tan sucio y desagradable, hizo que el humor fuera más divertido. Hicimos la mayor parte de las tomas en Susa, Túnez.

Terry y yo estuvimos de acuerdo en eso, pero luego empezamos a disentir en casi todo lo demás. Construimos este conjunto extraordinario para el atrio de Pilato, pero no puedes verlo porque Terry lo filmó a su rara manera. Lo hizo de modo de destacar el lado cómico del personaje, que es la forma correcta. Me encantó interpretar al carcelero. Es un caso de un personaje grotesco: su cabeza partida, luciendo ropas espantosas, porque los demás no lo harían. Esa secuencia con Mike y Eric fue uno de los pocos casos de improvisación; Python no improvisaba porque a John no le gustaba, aunque suene irónico es un fundamentalista en lo que respecta al humor.

Las protestas en Nueva York fueron realmente vigorosas. Nos las arreglamos para enfadar a los católicos, a los protestantes y a los judíos. La escena de la crucifixión fue la más atacada. Los cristianos consideran que la crucifixión les pertenece solo a ellos, no importa si la sufrieron muchos no cristianos. Mi propia madre, que iba seguido a la iglesia y era una verdadera creyente, no podía entender por qué la gente se enojaba tanto, si se trataba de otra persona, un tal Brian. No había la menor blasfemia.

Me puse muy orgulloso con esas reacciones. Era gente que seguía ciegamente los dictados de los sacerdotes y no pensaban por sí mismos.

Lo hicimos hace 40 años, pero ahora es tan aplicable a nuestro mundo. Lo que dice que el mundo nunca cambia realmente, o simplemente se vuelve más absurdo. Hay fundamentalismo, hay antisemitismo –nos enfrentamos a eso cuando Brian descubre que su padre es un centurión, y luego está Stan, que quiere ser mujer. La prensa habla sobre estas cosas todos los días. La única diferencia es que ahora la gente ha perdido el sentido del humor que tenia cuando hicimos el film.

 

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