El cantautor bahiano cumplió 78 años y transcurre la pandemia confinado con su familia en la ciudad de Petrópolis. Lo hace, según confiesa, “asfixiado por la conmoción y las lágrimas” que le provocan las víctimas del coronavirus. Su ánimo, sin embargo, está lejos de la desesperanza. En el transcurso de la entrevista citará los versos de Divino, Maravilhoso, el tema que compuso en 1968 con Caetano Veloso: “Debemos estar atentos y fuertes, no tenemos tiempo para temer a la muerte”.
Gilberto Gil estaba de gira por Dinamarca cuando la epidemia se aceleró y lo obligó a interrumpir las presentaciones programadas para regresar a Brasil con su esposa, Flora, su hija Nara y su nieta Flor. Hace tres semanas, el 26 de junio, el día de su cumpleaños, recibió un cálido video homenaje en su casa de Petrópolis, a setenta kilómetros de Río de Janeiro. Una versión de su canción Andar com Fé (1982) en la que participaron una decena de artistas brasileños, algunos de ellos compañeros de ruta, como Caetano Veloso, Chico Buarque y Milton Nascimento.
Si bien afirma tener la impresión de ser incapaz de componer algo satisfactorio en un momento signado por un alto grado de incertidumbre existencial, Gilberto Gil concretó hace unos días una transmisión en vivo mediante el #FestadoGil. Un éxito rotundo. Alcanzó un pico de 170 mil personas en simultáneo. No fue su única presentación. Durante la cuarentena ya había hecho otra presentación en vivo. En esa ocasión, junto a a su nieta Flor, interpretó Refazenda y Volare -del italiano Domenico Modugno-, esta última para un homenaje a las víctimas italianas del Covid-19.
Desde su retiro, Gilberto Gil dice tener la sensación de que muchas cosas van a cambiar. La cosas grandes, como las relaciones del Estado con la sociedad, un estado de bienestar que imagina cercano a la gente y alejado de las políticas neoliberales. Pero también las cosas pequeñas, como la manera en que interactuamos entre las personas. De ahí, tal vez, su predisposición a utilizar Internet; una vía que -según define- “permite ubicar al público en su propia intimidad”.
– Vivimos en un mundo de aislamiento, miedo y agonía… ¿Cómo percibís este momento?
– El carácter amenazante que tiene esta pandemia provoca una sensación de miedo e incertidumbre, como si de repente estuviéramos amenazados por la posibilidad de una colisión con un gran asteroide. Es el fantasma de la destrucción, pero no sólo de la destrucción de nuestras vidas individuales, sino también de la vida a escala planetaria. La gente se pregunta no sin razón si de hecho no estamos ante algo de carácter masivo. No es difícil imaginar la carga de agonía que trae esto. Es algo que va más allá de esa lista de pequeñas agonías cotidianas con las que ya vivimos. Más grande, más total, más final.
– ¿Podrán los artistas crear una nueva relación con sus audiencias, una relación que se perpetúe en la pospandemia?
– En todas las situaciones límite en las que la solidaridad parece ser una llamada obligada, como ahora, nos preguntamos si esa solidaridad no debería estar presente todo el tiempo. Creo que de hecho avanzamos un poco con cada desastre, con cada catástrofe. Sin embargo, nunca logramos la redención total. No sé por qué es, pero así son las cosas. Creo que este gran estallido de solidaridad y compasión de hoy dejará elementos positivos para el futuro. Algunas cosas se beneficiarán de este nuevo sentimiento de agregación, integración y solidaridad. Otras se volverán más difíciles, como los sistemas de vigilancia social que se intensificaron con la pandemia y que sin duda dejarán efectos negativos para las libertades y la privacidad.
– ¿Cómo está tu espíritu?
– “Todo en este momento puede ser por un segundo”, dice el verso de la canción (1). Mi corazón siempre ha estado listo. En la meditación sobre la vida siempre hay un lugar para todo o nada. Creo que, aunque no sea fácil, es necesario estar preparados para esperar lo que sea. “Debemos ser atentos y fuertes, no tenemos tiempo para temer a la muerte…”(2)
– ¿Estás triste, angustiado, tranquilo, confiado…? ¿Creés que podemos salir de esto mejores?
– Siento todas esas sensaciones al mismo tiempo. Me entristece el sufrimiento, el flagelo y la agonía de los ancianos moribundos. Esa agonía también es mía. También me asfixia la conmoción. ¿Tranquilo y confiado…? Sí, en la medida de lo posible. Es una tranquilidad y una confianza que surge de presenciar los esfuerzos de los médicos, las enfermeras, los trabajadores de la salud, de los especialistas y de los científicos, de todos aquellos que siguen trabajando aun expuestos a todos los riesgos para garantizar nuestros alimentos, nuestra luz y nuestra agua. Hay mucha gente que está haciendo todo lo posible para asegurar el futuro. Me han conmovido mucho las imágenes, las palabras y los gestos que buscan extender esa red solidaria de amor y sacrificio. En cierto modo, la pandemia fortalece nuestra creencia en la humanidad y el sueño de una verdadera civilización. Sin duda, al menos, saldremos de esto más educados.
– ¿Podés componer o tocar la guitarra en estos días?
– Leí una historia sobre Guilherme Arantes. Quedó atrapado por la epidemia en un pequeño pueblo de España. Durante todo ese tiempo se la pasaba improvisando al piano, horas y horas al día, pero sin el menor deseo de componer. Él cree que ahora cualquier canción sonaría superficial. Entendí su callejón sin salida. También tengo la impresión de que no sería capaz de componer nada satisfactorio en este momento por el grado de incertidumbre existencial que atravesamos. La pandemia, y el pandemonio también, han secuestrado mi atención. Solo le pido al dios que hay en mí que sintonice con el dios que hay en los demás para que juntos podamos construir la fe que necesitamos.
– Antes de que el virus se apoderara de nuestras vidas estábamos divididos en un mundo de extremos. ¿Tendrá esta tragedia la fuerza suficiente para refundar la esencia de la gente?
– No me parece. Sería demasiado optimista. Seguimos divididos. Como siempre sucede, el orden se está estableciendo como una fluctuación del caos, estableciendo así nuevos equilibrios entre las polaridades. Los hombres de buena voluntad continuarán su viaje junto a la mala voluntad de los demás. Si el futuro humano nos reserva una nueva singularidad que definitivamente nos reconcilie con el resto de la naturaleza y nos garantice una paz universal duradera se verá.
-¿Cómo está tu relación con la música? ¿Todavía pulís ideas hasta que encontrás el brillo o preferís la primera inspiración?
– Mi relación con la música es cada vez más vaga. Son olas de mar, olas de incertidumbre e imprecisión. Un día aparece una vieja canción que se renueva con el sabor de una nueva forma de interpretarla; al otro día surge una canción que todavía no es lo suficientemente vieja para ser reina; otro día, tal vez, me encuentro queriendo encontrar una perla, o simplemente registro la primera inspiración en su irreducible brutalidad de piedra sin pulir.
– El ministro de salud dice que tenemos que aislarnos para aliviar la tragedia y el presidente sale a la calle para decirnos que la economía no puede parar. ¿Cuál es tu opinión, qué deberíamos hacer?
– Seguir el delgado hilo de la intuición anclado en nuestra capacidad para obtener y procesar el conocimiento. Se nos suministra mucha información relevante y confiable, pero también una gran cantidad de información tóxica. Tenemos ejemplos fácticos de la trágica realidad de la pandemia en todo el mundo. Debemos tomar decisiones basadas en nuestro conocimiento y en nuestra confianza. Un poco de ciencia, un poco de fe. Un poco de esperanza, un poco de escepticismo.
– Bolsonaro dijo cuando la virus llegó a Brasil que no existían motivos para entrar en pánico porque los más afectados serían los ancianos. Que los ancianos debían estar aislados de la familia para que la gente vuelva al trabajo…
– El presidente se alineó con la llamada estrategia de aislamiento vertical. Los sanitaristas y los empresarios trataron de conciliar salud y economía. Querían aislar a los ancianos y a los otros grupos en riesgo para que el resto circule y trabaje. Se suponía que mientras tanto se iba a fortalecer el sistema médico-hospitalario, que se iban a obtener medicamentos y que se iba a realizar un control estadístico de la pandemia. Todo ello para asegurar un regreso seguro al trabajo. Nada de eso funcionó. Hoy está claro que no solo los viejos mueren, esa es la esencia de lo trágico.
– ¿Cuál de tus canciones creés que refleja con mayor fuerza este momento?
– Tal vez en A Novidade (3) se pueda encontrar ese diálogo tenso entre los valores espirituales y las necesidades materiales del ahora, la guerra entre el poeta y los hambrientos.
(1) “Não se iludam / Não me iludo / Tudo agora mesmo / Pode estar por um segundo…” del tema Tempo rei (1984) de Gilberto Gil.
(2) Divino, Maravilhoso (1968) de Caetano Veloso / Gilberto Gil. La canción se estrenó en el programa semanal Divino, Maravilhoso por TV Tupi en el marco del tropicalismo.
(3) A Novidade apareció en el álbum Acoustic (1994) y en el vivo Quanta Gente Veio Ver (1998).
(Entrevista publicada por el periódico O Estado de Sao Paulo)
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