La historia de la gran creación de Quino no permite dar por seguro qué boleta elegiría el domingo. Ha sido el símbolo del progresismo argentino de clase media que ha ido de un rumbo a otro sin estacionarse nunca, como sí hicieron el resto de los personajes de la tira.

Este fin de semana, ¿por quién va a votar Mafalda? Sabemos de buena fuente que Susanita va a votar a Cambiemos y que Manolito va a depositar su voto por Espert, el defensor del libre comercio. Que Guille va con el Frente con Todos (en los ’70 hacía la V de la victoria) y que Libertad sigue votando a la izquierda. Que Felipe y Miguelito están indecisos y, probablemente, terminen eligiendo la peor de las opciones. Los padres de Mafalda son jubilados empobrecidos y desilusionados; cualquier cosa se puede esperar de ellos. Pero, ¿y Mafalda? Perdámonos por un rato en el jardín de las Mafaldas que se bifurcan.

Conocer el voto de Mafalda sería algo así como conocer el voto de una determinada clase media argentina. Isabella Cosse, en su magnífico “Mafalda historia social y política”, explica que en el relato mafaldesco  “no es posible desconocer, por cierto el vector de la clase media, aquella de la Argentina de los años 60, pero también de la clase media más o menos globalizada que en diferentes contextos nacionales y momentos históricos han sido interpelada y fracturada por la modernización sociocultural, las tensiones de género e intergeneracionales, la censura y la represión del autoritarismo y las contradicciones de una sensibilidad progresista.” Sombra pequeña de Mafalda, te invocamos para que nos reveles a esa clase…

Sigamos a Isabella Cosse: “Los sentidos, las apropiaciones y las resignificaciones de Mafalda han sido tantos como lectoras y lectores han quedado transformados -como sólo lo hace el arte- por su lectura. En ese universo hecho de papel y tinta anidan relaciones problemas y reflexiones que les han permitido a esas personas crecer, conocerse y dar sentido a su existencia. Ha sido imposible dar cuenta de la inagotable catarata de apropiaciones que signan constantemente una obra viva.”

Bruno Bauer sostiene que ella apoyó a Alfonsín en los ’80, en los ’90 abrazó la convertibilidad y fustigó la corrupción menemista y en su madurez entró al nuevo siglo… convertida en una Lilita Carrió. Una denunciadora apocalíptica que pide una “profunda refundación moral” para la Argentina. Pablo Sapia conjetura: “Se recibió con el más alto promedio en Filosofía y Letras, pero siempre trabajó de administrativa. Sigue soltera y todavía sueña con un mundo mejor. Por eso continúa afiliada al partido socialista desde 1983”. Alguien la nombra como desaparecida, pero en la apócrifa “Carta de Miguelito a Mafalda” se la muestra trabajando en la FAO y combatiendo el hambre en el mundo.

Si Mafalda viviera, tendría más de 50 años. ¿Por quién votaría?

Porque están también las Mafaldas de los memes, la inagotable catarata de apropiaciones. Mafaldas apócrifas, que dicen cosas como “Disfruta lo que tienes mientras llega lo que quieres” o “Para una vida sana, comer frutas y verduras y no rodearse de gente pelotuda”. No hay ideología ni fuerza política que no se haya apropiado de Mafalda. Hace unos meses apareció una Mafalda sonriente y de pañuelo celeste predicando el “Salvemos las dos vidas”. Quino en persona salió de su retiro para aclarar  que “no la he autorizado, no refleja mi posición y solicito sea removida. Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general, y la de los derechos humanos de las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones”. Al mismo tiempo, Ediciones de la Flor acaba de editar “MAFALDA: Femenino singular”, una recopilación de las tiras más feministas de su historia.

Pero si Mafalda reflejara el pensamiento de su autor -Joaquín Lavado (a) Quino- la respuesta a la pregunta sobre su ideología sería inquietante. Hay un dato, y es que en 2016 Quino se pronunció en contra del kirchnerismo. “A Mafalda no le hubiera gustado Cristina”, sostuvo. ¿Hubiera querido ser presidente? “No sé, no sé… Después de la experiencia que hemos tenido acá, no. Las dos experiencias, porque ya con Isabelita… mejor ni acordarse.”

Por otro lado, el pensamiento de Quino se fue volviendo cada vez más desengañado. Sus dibujos en la revista de Clarín fueron perdiendo el humor y el padre de Mafalda fue inclinándose hacia la misantropía; sus últimos libros podrían llamarse “En contra de la especie humana”. De ese amargor, ¿podría salir una Mafalda desesperanzada, a lo Discépolo o a lo Cioran? ¿Oscura o cínica? Pensar en el voto de Mafalda es pensar en el voto de aquellos que fueron progresistas en los 70. Este domingo, ¿Se volcaría hacia la derecha como Marcos Mundstock, Luis Brandoni, Oscar Martínez y Joan Manuel Serrat, esos tótems de la progresía que se corrieron al lado oscuro de la Fuerza?

A la macrista Sandra Pitta, científica del CONICET, le bastó un tuit expresando su miedo ante un posible triunfo de Alberto Fernandez para ascender al nivel Dios de los trolls. En su cuenta de Twitter aparece abrazando la estatua de Mafalda; se autopercibe como “una Mafalda actual”.  En una entrevista dijo que “A mí me han preguntado muchas veces por qué voy a votar a Cambiemos, porque el sector ciencia y técnica está muy abandonado. Y yo debería votar a los Fernández si fuera por el sector de ciencia y técnica.” Pitta tiene el don mafaldesco de las declaraciones inesperadas.

Mafalda: para nuestra generación fuiste el I Ching. Nuestra guía en la vida. Aquello que fueron los Simpsons para los millennials, lo fuiste  para nosotros, los baby boomers. Entre Susanita y Libertad, ¿hacia qué lado vas a volcarte en estas elecciones?

Mafalda: con todo lo que te queremos, por favor, no nos hagas esto.

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