La movilización en respaldo al juez de Dolores fue importante, muy nutrida, con poca participación sub-50. Una muestra de la descomposición de un régimen al que apenas le quedan apoyos, y muy afectado por el caso D’Alessio.

Cuando se llega a una manifestación en subte lo primero que hace cualquiera es relojear el entorno a ver si viene con pistas. Esta formación del subte D no las trae. Gente callada, del común, en principio ensimismada. En el asiento de enfrente viajan cuatro señoras. Componen lo que -se verá- es un cuadro sutil. A la izquierda señora con pelo espumoso teñido y saco rojo con prendedor que semeja una docente de los años 60 o 70. Le sigue señora morocha grandota, ADN originario, con unos borceguíes que dan miedo. Luego señora con el pelo muy pero muy teñido de negro malo al igual que las cejas, otra que atrasa en el tiempo o viene con anacronismo. Cierra señora algo más joven, zapatillas blancas cómodas, acaso blusa blanca. Esta última señora yace como caída en diagonal, desmañada, una desubicada, rompiendo la línea horizontal de las primeras tres mujeres.

Es un cuadro interesante. Tiene algo de pintura renacentista de personajes de época. Tiene más de antropológico (Señoras argentinas en el subte podría llamarse). Y tiene otro poco de American gothic, el célebre cuadro del estadounidense Grant Wood, de 1930, con su horrible matrimonio de granjeros medio que mormones.

Estación Tribunales. Relojeada hacia atrás. Baja mucha gente por tratarse de las 19.20. ¿Y qué sucede antes de la última escalera? Que la mujer más joven de las zapatillas y blusa blanca pregunta muy ansiosa por dónde se sale a Tribunales y a los cinco ágiles pasos ya se pone a palmear sola, medio zombie, camino a la movilización. Lo dicho: rompía el cuadro, una desubicada.

Llegamos a la plaza Lavalle. A ver. Un entorno más o menos considerable de gente en el verde penumbroso y un cierto apretujamiento más lejos. No parece la gran cosa. Se verá que la apreciación es equivocada.

Amanecer republicano

El día amaneció con un raro sinceramiento de La Nación y Clarín. Ambos portales con menor ninguneo del caso D’Alessio/ Stornelli. Menor puesta en cuestión,  menor ironía fácil, sin opereta lilicarriocista. En horas relativamente tempranas el primer título de La Nación es el de una columna de Carlos Pagni en la que se mezclan razonamientos y datos mierdosos con otros más agudos y críticos al manejo macrista del asunto. El título dice “Se ramifican los lazos del espía D’Alessio con la Justicia” y la bajada es un textual de un párrafo de la columna “Es inevitable que, en las sociedades infectadas por la corrupción, la política se judicialice”. Algo así como: “Macri: era inevitable que mi viejo delinquiera porque lo extorsionaba el kirchnerismo”.

Un segundo titular del mismo diario: “El escándalo D Alessio ya impacta al Gobierno y lo pone nervioso”. Nerviosho, como Clarín. Palabras del periodista Claudio Jaquelin sobre tales nervios y críticas al mal manejo gubernamental e incluso presidencial. Por caso, que Macri mismo haya pedido la remoción del juez en lugar de buscar mecanismos más sutiles o hipócritas. “Se ve torpeza, se ve nerviosismo y se ve falta de control”. Igualmente llamativo es otro título de Clarín: “El juez Ramos Padilla citó por tercera vez a indagatoria a Carlos Stornelli”. La bajada trata a Ramos Padilla como “magistrado”, sin letra K ni otras desvalorizaciones. Hace mucho no se veía un titular informativo más o menos neutro en Clarín. Caramba.

Viejos son los trapos

La marcha es importante y lo primero, elemental, lo que salta a la vista son dos datos: somos todos veteranos y de clase media, media baja. De lejos se escucha un medio agónico “Oh, vamos a volver” (y no ohhhhhh, vamos a volveeeer, que sería más entusiasta). Pura opinión del cronista: cantar oh, vamos a volver en una marcha que debería interpelar al 90% de la sociedad es al pedo como cenicero de moto.

Vamos al sistema de medición de marchas según índice de choripanes y puesteros. Dos puestos de choripanes, varios de camisetas, cubanitos con dulce de leche y merchandising K. Pregunta: los parrilleros y puesteros, ¿cómo se enteran de las marchas? ¿Leen el Página como León Gieco? Hay uno que vende algo más novedoso: “A lo’ encendedore’ de Cristina”. Cuestión que salta a la vista que somos mayores de 50-55 y que a los pocos jóvenes que se ven dan ganas de rajarlos a bastonazos. Quizá sea por la semipenumbra de la plaza -que contrasta con los fastos lumínicos del como nunca palacio de Justicia- que parezcamos todos mayorcitos. Porque el plateado de las cabezas canas de los hombres reluce en lo oscuro. Como sea, se van encontrando los jugadores de bochas y se repiten lo mismo: gente grande, clase media, ¿y los pibes? Por ahí se están matando por sobrevivir con trabajos aceptables o precarizados.

Razones posibles de tanto jubiladete. Comenzó a verse desde las primeras (más bien terceras) protestas callejeras contra los tarifazos. Viejos con mucha bronca y angustia, maltratados a infinitas bandas. Los jubilados son los más sufridos, y tienen tiempo libre para protestar. De hecho esta plaza de Tribunales recuerda otras muy anteriores -también con mucha Tercera Edad-, las que se hicieron contra la Corte Suprema menemista por corralito, recorte o valor de las jubilaciones, etc. In memoriam Norma Plá.

No, no es espectacular la manifestación. Le falta colorido, viene ayuna de consignas copadas o picantes por ausencia de barra bravas. Pero es una muy buena marcha, que además se está repitiendo al menos en Dolores, Rosario, Tucumán, Mar del Plata. No le falta ese momento insufrible en que se canta el himno nacional. No hay versión más triste del himno -el que en otros contextos alcanza mejores épicas- que esa cantata medio gregoriana en la que desarmonizan cincuenta voces autoconvocadas. Es más que nutrida y hasta bien apretada la cosa a medida que se llega a las vallas, que dejaron dividida la manifestación en dos vaya a saber por qué. Pareciera que los que están adelante, más cerca de la fachada del palacio, conforman una zona más VIP, estimado doctor.

Y a todo esto no suena un puto bombo.

¿Quién convocó? ¿Por qué no fueron tales?

Claro, sea por presencias o ausencias de pronto el cronista se pregunta ¿quién convocó? ¿Qué orgánicas? ¿Qué hicieron las orgánicas con este asunto? Partidos, espacios, agrupaciones, gremios. ¿Esta es una marcha de autoconvocados? Si es por el prestigio que eso tuvo en años de cacerolazos contra el kirchnerismo (versus choriplaneros bajados de los micros), estamos como queremos. También es cierto que si es por ausencia de carteles, pancartas o consignas ensayadas o prepactadas esto parece más bien un encuentro de solos y solas masivo, algo otoñal. Y no un acto polenta y peruca. O zurdito, con la querida locutora esa del camión del Partido Obrero que desafina fenómeno.

Hay algún que otro cartel, de esos personalizados con palito, que también parece representar las marchas de autoconvocados transmitidas por TN. Un cartel individual (nadie para colmo repartió cartelitos masivos del tipo Je suis Nisman) viene con evidente sesgo antimacrista. Ejemplo: “Comodoro Pro vino a destruir 34 años de democracia”, confeccionado en tela y llevado por caballero de mediana edad y calvicie incipiente. Hay otros que dan más TN: “Justicia independiente ya!!!”. O “Yo apoyo al juez Ramos Padilla”. Lo cual -va en serio- está muy bien, más aún cuando hemos sugerido que no es necesario ni imperioso en una marcha a favor de un mejor poder Judicial que sea lo más amplia posible cantar “Vamos a volver”.

Pregunta imposible para evaluar el éxito de una marcha que ya sabíamos que no iba a ser transmitida por TN, Telefé o América. ¿Qué “proporción de argentinos” tiene una mínima información (mínimamente clara o confiable) de esta disputa algo odiosa entre Causa de los Cuadernos versus Causa Ramos Padilla? ¿Uno entre cien? ¿Cinco? ¿Treinta?

Permitan dos preguntas

Pregunta sobre la ausencia de juventud. Muy hablado entre los veteranos el asunto. ¿Por qué se dan estas divisiones claras entre ciertas movilizaciones o actos donde va muchísimo piberío y sub 40s (24 de marzo, #NiUnaMenos) y otras que son de uso exclusivo de los jugadores de bochas? ¿Qué falta y faltó zurcir ahí? ¿Por qué demonios no están los pibes y sub o plus 40 de La Cámpora o de Colina o mil agrupaciones que tienen/ tuvieron militantes jóvenes? Es más: ¿La Cámpora (menos mal que no hay carteles) no está por decisión meditada? ¿No está porque milita en otro lado? ¿No está porque ni siquiera se dedicó a pensar el asunto? ¿O lo pensó y no quiso contaminar la marcha?

Como esta pregunta lleva al cronista a su invariable rol de kirchnerista híper exigente y maricón, puede preguntarse también: ¿por qué carajo no está la izquierda? Ni un puto cartel. La respuesta sincera es: porque este es para la izquierda un paquete temático “kirchnerista” al que no piensan nutrir. Podrá agregarse: si Myriam Bregman -que debe ser seguida por una decena de espías todos los días- sufriera un episodio grave, ¿el kirchnerismo estaría ahí para apoyarla? Cosas de este ispa.

Nos vamos de la plaza. Suena otro lejano vamos a volver, creemos siempre que un poco al pepe pero también entendemos también la legitimidad política y emocional del cantito. Peronismo y República (justicia independiente como valor y bandera) no se llevan bien, podrá decirse. Pero -va de nuevo- en este ispa no hay un puto espacio político -obvio que radicales incluidos- que se lleve realmente bien y coherente con el santoral republicano y la pluralidad.

En cuanto a la combatividad republicana y matutina de La Nación y Clarín, todes tranquiles. Ya al anochecer -hora de la marcha de la que no informaron- el fiscal Stornelli apela públicamente a una linda excusa para faltar al tercer llamado al vuelo Ramos Padilla: tengo otra cita en otra audiencia. No me puedo desdoblar.

Los colmillos de ambos portales ya están prendidos en la yugular del muy negociado y arrepentido Manzanares, ex contador de los Kirchner. Prendidos -y se prenden en horario nocturno Wiñazky, Feinman y Majul- de la inestimable palabra “tesoro”, puesta así entre comillas. Sin embargo, no es que todo está como era entonces. El caso D’Alessio suma a la lenta descomposición del régimen macrista, con marcha y sin marcha.

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