Un cronista de Socompa recorrió la marcha y participó del acto de Plaza de Mayo, recogiendo voces e imágenes de la multitudinaria manifestación. (Foto de Portada: Simón Chávez).
Fue una gran marcha. Cerca de las 14 horas la Plaza ya estaba llena y todavía faltaba que ingresaran las columnas. Los organizadores dicen que hubo 500 mil personas y es muy probable que exageren, pero todos los medios usaron el adjetivo “masiva/o” para definirla. Y tuvo, respecto de otras movilizaciones, un dato distintivo: la organización. Si bien es cierto que hubo mucha gente suelta, los famosos independientes, fueron las organizaciones sociales quienes demostraron que tienen mucha carne para poner en el asador.
Precisamente, sobre las veredas de Avenida de Mayo estaban, desde temprano, las infaltables parrillas para dar el color y sabor local. Con una novedad: al binomio clásico de choripán y paty se le sumaron sánguches de vacío, de bondiola, de pernil de cerdo y de morcilla. “Hace un año, más o menos que empezamos a competir entre nosotros porque con el chori y el paty no íbamos a ningún lado, así que cada uno le va mejorando alguna cosita”, dice Jorge, que tiene desde la mañana sus lonjas de bondiola macerando en tomate y albahaca.
También están desplegados desde temprano los puestos que venden remeras estampadas con frases contra el FMI, con distintas versiones de la consigna Macri Gato o con las caras del Che Guevara y de Néstor Kirchner. Florencia tiene 25 años y desplegó, cerca del Cabildo, un paño en el que ofrece bolsas de friselina para hacer las compras estampadas por ella misma: “Trabajaba en la muni de Ituzaingó hasta el año pasado en que caí en la volteada de la reducción de empleados estatales”, explica. Florencia tiene un hijo de dos años y se armó este emprendimiento cansada de ir a entrevistas laborales en las que consideraban como obstáculo el hecho de ser mujer y madre. “Pensé que si las empresas te regalan la bolsa para que les hagas publicidad gratuita, debe haber gente a la que le interese llevar una consigna un poco más comprometida”, dice y expone sus bolsas con consignas feministas y antiimperialistas.
Las nuevas rejas que dividen la Plaza de Mayo por la mitad impiden el paso más allá de la Pirámide. Son realmente intimidantes, con sus pinches enormes allá arriba y su despliegue estático y metálico desde Rivadavia hasta Hipólito Irigoyen. Desde el 2001, había en ese sitio una serie desplegable de vallas móviles que la policía acomodaba aquí o allá según la peligrosidad que les asignaba a las distintas movilizaciones, como un siniestro Lego represivo. El macrismo terminó con esa paparruchada y decidió llevar un nivel más arriba la prohibición de acercarse a la Casa Rosada: reja fija para todas y todos.
Ruben y Bernardo vinieron desde Fontana, en la provincia de Chaco, donde trabajan haciendo limpieza de barriales y algunas changas de albañilería. Son militantes de la Corriente Clasista y Combativa, una de las orgas que integran el convocante “tridente piquetero” o “tridente de San Cayetano”, por su adhesión a la ya mítica consigna de “paz, pan y trabajo”. Rubén, de 23 años, cuenta que hace dos noches que duermen “en el cole”, con el cual arribaron a Buenos Aires en la mañana del viernes mismo. “Salimos el miércoles a las doce de la noche, paramos en Santa Fe y después salimos para Rosario. Ahí hicimos una movilización y a la noche ya salimos para acá. Y anoche dormimos otra vez en el cole, nomas. Hoy a la madrugada nos alojaron en el camping de los Camioneros, desayunamos unos vasos de mate cocido caliente y unos panes y ya vinimos para la plaza”.
Las otras dos organizaciones que llamaron originalmente a esta Marcha Federal son Barrios de Pie y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), integrada a su vez por el Movimiento Evita, el Movimiento Nacional Campesino Indígena y Seamos Libres, entre otros.
Natalia Soria es diputada provincial en Catamarca e integrante del Movimiento Evita, y mientras le mostraba al equipo de Socompa las fotos y videos que le llegaban al celular con las movilizaciones de todo el país y su confluencia en Puente Pueyrredón (que desembocaría minutos después en Avenida de Mayo y haría reventar la Plaza) explica cómo se organizó todo: “hubo cinco columnas, que arrancaron respectivamente de La Quiaca, Misiones, Bariloche, La Rioja y Rosario y fueron haciendo actos en las provincias y sumando a los compañeros de la CGT y los gremios provinciales”.
Hubo, como era de esperar, miles de mensajes en las redes sociales que criticaban, precisamente, este esquema organizativo. Dio bastantes vueltas un tuit que decía que movilizar un ómnibus desde Formosa cuesta 60 mil pesos y que con esa plata ñañaña. Es el discurso clásico de la derecha, pero que también hace contacto con cierto sector progresista e incluso antimacrista que prefiere el “espontaneísmo”. El uso despectivo de la palabra “aparato” va en ese sentido. Y esta fue una marcha en la que los aparatos mostraron su eficacia.
Mientras sostiene una enorme bandera, Sebastián Ibalos avanza por Avenida de Mayo. Es coordinador provincial de Barrios de Pie en Neuquén: “Salimos el martes 29 de Bariloche, pasamos por Neuquén, Gral. Roca y Santa Rosa haciendo movilizaciones en todos los puntos. Vinimos con alegría, a pesar de dormir mal y de que recibimos la mala noticia en el viaje del veto de Macri a la ley antitarifas. Lo que nos pone contentos este marco, esta jornada tiene que hacerles tomar nota que medio millón de trabajadores formales e informales le exigen otra política”, dice.
Pero, también está dicho, no sólo de aparatos vivió la marcha. Sentado en los escalones del Cabildo, Héctor exhibe su enorme barba blanca y subraya su parecido con Papá Noel con el gorro rojo que caracteriza al personaje dizque navideño. Pero en su espalda tiene un cartel que dice “Loco sí, cómplice jamás”. Héctor se define trabajador independiente aunque es peluquero, bicicletero y reparador técnico. “bajó mucho el trabajo, porque dependo del consumo popular, que bajó muchísimo”, dice. Vive en Monte Grande, en el sur del Conurbano, y vino con su hija porque “es una obligación moral enfrentar estas políticas que nos devuelven al FMI, a la pobreza y la timba financiera”.
Las movilizaciones se multiplicaron en el último tiempo, como un indicador de la crisis política que vive el gobierno de Cambiemos. Una semana atrás, la protesta contra el FMI (a la que Clarín llamó protesta de los actores K) había llenado estos mismos escenarios. Sin embargo, y pese a que pueden identificarse ambas como movilizaciones opositoras, esta convocatoria también marcó desde las consignas una diferencia respecto de aquella otra: tuvo como eje la propuesta de cinco leyes: Emergencia Alimentaria, Urbanización de Barrios Populares, Infraestructura Social, Agricultura Familiar y Ley de Adicciones. Esta especie de “programa” es también el efecto de ser una movilización convocada por organizaciones sociales.
Al tridente convocante se sumaron, además, la CTA Autónoma, liderada por Pablo Miceli y la CTA de los Trabajadores, de Hugo Yaski. Otro dato que confirma la creciente unidad de las organizaciones: el docente Roberto Baradel habló en representación de las dos CTA, que hasta hace un año y medio no podían pisar la misma plaza al unísono. Y aprovecharon la ocasión para tirar un paro general para el 8 de junio, como una forma de “apurar” la decisión de la Confederacion General del Trabajo.
Y también los triunviros de la CGT adhirieron a su manera, es decir, a los ponchazos, tarde y bajo presión. El creciente acercamiento de Juan Carlos Schmid a la CTEP no es novedad. Pero si lo fue la presencia de Héctor Daer, quien se había retirado la última vez de esta Plaza entre abucheos por la falta de precisiones respecto del paro general, más de un año atrás. Schmid aseguró, en esta ocasión, que la central obrera dará a conocer el jueves la fecha del próximo paro general.
Y estuvieron también, dentro del espacio de los trabajadores formales, la Corriente Federal de Trabajadores, liderada por “el Gringo” Amichetti, titular de la Federación Gráfica Bonaerense y el bancario Sergio Palazzo, a quien se postula junto a Pablo Moyano como futuros líderes de la CGT en un virtual escenario de renovación de la central obrera.
Cerca de las 15 comenzaron a desfilar los oradores: hablaron Dina Sánchez (Frente Popular Darío Santillán), Hugo “Cachorro” Godoy (ATE Nacional), Sergio Palazzo (La Bancaria), Roberto Baradel (Suteba), Marianela Navarro (Frente Organizaciones en Lucha) Juan Carlos Alderete (CCC) y Esteban “El Gringo” Castro (CTEP). Los únicos dos oradores que no pertenecían a ninguna organización sindical ni territorial fueron el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, la representante de Madres de Plaza de Mayo que levanta, a sus ochenta y ocho años, más suspiros que Wanda Nara o Vicky Xipolitakis. “Macri es un Robin Hood al revés -dijo Norita- le roba a los pobres para darle a los ricos”.
Curiosamente o no tanto, no hubo ningún tipo de inflitrados en esta marcha, pese a que en TN habían estado advirtiendo de las requisas de la Gendarmería a los colectivos que traían manifestantes desde todo el país. Vaya guerrilleros, les encontraron palos y un cúter.
Lo que tampoco faltó fue el comentario de los dos grandes medios respecto de cómo dejaron la plaza los manifestantes: llena de papeles y con el pasto todo pisoteado. Horror. Alguien bromeó también en las redes: ojalá que cuando se vaya el macrismo, Clarín haga la nota de cómo dejaron los neoliberales al país.