Un equipo de investigadores de la Universidad de Quilmes analiza las aguas residuales en barrios bonaerenses para detectar la presencia del virus. Identificarlo permite determinar en tiempo real en qué lugares circula y conocer su dinámica. Detección temprana para evitar posibles rebrotes.
El análisis de las aguas residuales puede utilizarse como una herramienta de detección temprana de casos de Covid-19. Si bien el virus Sars CoV-2 circula por las cloacas y se mantiene allí por unos pocos días, determinar su presencia permite inferir que al menos alguna de las personas cuyos baños descargan en las cloacas analizadas está infectada. Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes realiza el rastreo en quince barrios populares bonaerenses con el objetivo de precisar en tiempo real en qué lugares circula el coronavirus y conocer su dinámica para detección temprana de posibles rebrotes.
La técnica constituye una herramienta adicional, que se complementa con los tests de diagnóstico y los serológicos. En el análisis se usa la técnica de PCR-RT, la misma que en los hisopados. La muestra, al estar mezclada con muchos contaminantes, debe ser sometida a dos procesos de purificación diferentes para aislar el virus. En un primer paso se hace una separación de los desechos orgánicos para eliminar posibles inhibidores y, posteriormente, se hace una separación por cromatografía en columna, una de las técnicas más usadas para purificar compuestos.
El proyecto comenzó en los últimos días de marzo pasado como una iniciativa del Laboratorio de Virus Emergentes de la UNQ en conjunto con el Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible (OPDS) de la Provincia de Buenos Aires. Su desarrollo cuenta con el financiamiento de la Agencia I+D+i dentro de la Unidad Coronavirus (MINCYT), del Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur y del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal.
Gabriel Iglesias, director del proyecto, le dijo a TSS: “Al principio nos pusimos a trabajar en el tema del muestreo, para ver dónde podíamos ir a tomar muestras y qué metodología usar, porque en ese momento recién había algunos pocos artículos acerca de la posibilidad de detección del virus en aguas residuales, era todo muy nuevo. Enseguida, para nuestra sorpresa, cuando estábamos intentando poner a punto la técnica, pudimos detectarlo en algunos barrios que seleccionamos junto con el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires. Eran barrios que no tenían casos reportados pero en zonas adonde sí había casos alrededor”.
Una complicación extra del proyecto, al compararlo con estudios similares que se hicieron en Europa y Estados Unidos, fueron los problemas de infraestructura de los barrios vulnerables en cuanto a la cobertura de la red cloacal. En muchos de los lugares adonde se tomaron muestras no había una red formal de residuos cloacales, o estaban integradas con la red pluvial y de residuos industriales, lo que puede interferir en la detección del material genético. Por eso fue tan necesario el proceso de doble purificación: “Las muestras las tomamos en distintos barrios populares junto con el OPDS, que también lo hacía. El Autoridad del Agua de la Provincia de Buenos Aires tomó muestras en otros sitios y la colaboración del Organismo Provincial de Integración Social y Urbana nos permitió conocer y acceder a la infraestructura de los distintos barrios para determinar en cuáles podíamos obtener las muestras”, dijo Iglesias, biotecnólogo y codirector del Laboratorio de Virus Emergentes.
Una de las zonas analizadas es la que corresponde al Barrio Itatí, en Bernal. Allí hay una red precaria de cloacas que concentra los residuos en una laguna artificial desde donde son bombeados hacia la red formal. En esa laguna, el equipo de investigación tomó muestras que una vez analizadas dieron como resultado la presencia de coronavirus. Lo mismo ocurrió en otros barrios que tienen redes a cielo abierto y sistemas todavía más precarios, lo que permitió en todos los casos activar en las zonas afectadas el Programa Detectar.
Los especialistas destacan que el coronavirus tiene algunas características similares al virus del dengue con el que muchos investigadores venían trabajando, una característica que simplificó algunos aspectos del trabajo. “La mayoría de los que encaramos este proyecto en la UNQ veníamos de trabajar con dengue. Al igual que este coronavirus, el virus del dengue tiene material genético en ácido ribonucleico (ARN), son virus envueltos. La experiencia que teníamos en purificar ARN para el dengue nos ayudó mucho en algo que era en ese momento bastante nuevo, como la detección en aguas residuales”, explicó Iglesias.
El equipo seguirá tomando muestras por lo menos hasta mitad del año próximo. La técnica crece en utilidad en un contexto en el que disminuye la cantidad de casos porque permite efectuar una detección temprana y así evitar los rebrotes. Si se detecta material genético de coronavirus en algún barrio en el que no hubo casos reportados se volverá a activar el Programa Detectar para poder aislar a los pacientes y frenar su propagación.
Los investigadores de la UNQ también hicieron detección de coronavirus en muestras de aire en lugares de mucha circulación. En mayo tomaron muestras en estaciones de tren con la colaboración de OPDS. Para hacerlo se forzó al aire a pasar por un filtro especial y luego se analizó el material particulado, en el que se pudieron detectar muestras de coronavirus. “Todavía no se hace de manera generalizada. Hicimos como una prueba de concepto para ver si éramos capaces de detectarlo y funcionó. Si el virus está circulando lo podemos monitorear también con esta técnica”, concluyó Iglesias.
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