Un periodista científico explica por qué ese fluido de irritación masiva no tiene nada de pimienta y más importante aún, en el contexto que se vive, cómo contrarrestar sus efectos. In your face, Pato.

Un par de consejos técnicos. El “gas pimienta” no es ninguna de ambas cosas. Es un aerosol cuyo componente activo, la capsaicina, se extrae de ajíes mucho más fuertes que nuestros “puta parió”, pero además recombinantes para sobreexpresar esta molécula. Es la misma que le da picor a la pimienta, sólo que no existe ninguna pimienta que la concentre tanto.

El agua y jabón no sirven de mucho. En realidad, el agua empeora la cosa porque lava los aceites naturales de la piel y las mucosas bucales y respiratorias y las expone más a la capsaicina.

Pero esta molécula irritante es hidrófoba, es decir repele el agua como cualquier aceite, y justamente por eso mismo es liposoluble, es decir se disuelve bien en aceite. En realidad, la capsaicina líquida casi pura ES un aceite.

Mi consejo: lavar la piel afectada cuantas veces se necesite al estilo “toilette de gladiador romano”, restregándola bien con aceite de cocina y luego raspándolo con un cortapapel o una regla de plastico o madera, hasta eliminar toda película oleosa. Y esto, repetirlo hasta que el aceite finalmente lave toda la capsaicina y no pique más. Ojo, tiene un efecto residual anestésico.

Los gladiadores usaban aceite de oliva para higienizarse, y lo mismo hacían todos los romanos ricos, pero hoy se ha puesto un poco caro. Cualquier otro aceite comestible logra el mismo efecto limpiador, aunque sospecho que no huele tan bien.

Si les entró capsaicina en la boca, como el aceite puro puede inducir reflejo de vómito (lo que empeora todo malestar), lo mejor es “lavar” esta molécula con otras cosas abundantes en lípidos pero más palatables: crema, o helados (subrayo, helados de crema, no de agua, y si son buenos, mejor aún).

Parece una boludez ser gaseado por un gendarme e irse a hacerse atender en una heladería (lejana), pero funciona. Eso sí, las papilas gustativas y olfativas las van a tener adormecidas e insensibles durante horas, tal vez días.

La crema funciona mejor que el helado, y la que es líquida bastante mejor que la espesa. Unos buenos buches. Mejor escupirla que tragarla: es preferible no arrastrar la capsaicina hacia la faringe o al esófago, porque ahí sí que van a putear.

Respecto de los ojos, no tengo recetas. Las lágrimas propias en este caso no sirven (suele suceder con otros males de la vida). Las lágrimas artificiales con polietilenglicos y/o polipropilenglicos, que los oftamólogos usan para humectar ojos secos, tal vez tengan algún efecto solubilizador de la capsaicina, pero lo ignoro.

Contra la capsaicina aspirada y en los bronquios, no tengo receta. “Un médico ahí”, como decía Alfonsín.

Paciencia y pan criollo. Miren a lo que hemos vuelto.