Investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica exponen a mosquitos macho a radiación gamma para esterilizarlos y así reducir la población de Aedes aegypti, el transmisor del dengue, zika y chicungunya. El proyecto está en etapa experimental.

Agencia TSS – Los casos por dengue están creciendo considerablemente en la Argentina en las últimas semanas. Durante la semana epidemiológica 11, a mediados de marzo, el Ministerio de Salud registró un aumento de casos del 44,8% respecto de la semana epidemiológica anterior. Durante 2023 se notificaron en el país 16.143 casos de dengue, de los cuales 14.224 adquirieron la infección en la Argentina. Al momento, la circulación de este virus se ha identificado en 14 jurisdicciones: Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Formosa, Chaco, Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán y La Rioja.

El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito del género Aedes, principalmente por Aedes aegypti. Cuando el mosquito se alimenta con sangre de una persona infectada por el virus dengue, adquiere el virus y luego de 8 a 12 días es capaz de transmitirlo a una persona sana a través de la picadura.

La principal forma de prevención es evitar la acumulación de agua en espacios tanto en el interior de las viviendas como en sus alrededores, para que no se conviertan en criaderos, y el uso de repelente para evitar picadoras. Otra forma de prevención es la fumigación, pero esto solo mata a los mosquitos presentes en ese momento pero no a sus huevos.

En el año 2016 también hubo un brote muy importante y por entonces los investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) comenzaron a trabajar en estrategias que pudieran contribuir a controlar la población de mosquitos. Desde hace unos 50 años se conoce la técnica de irradiar a insectos para producir alteraciones en su ADN que impidan su reproducción.

Contra la descendencia

Hay diferentes técnicas para esterilizar mosquitos: puede hacerse por medios químicos, por rayos X o, como en este caso, mediante radiación gamma a partir de cobalto 60 o cesio 137. El cobalto 60 es producido por Dioxitec, la empresa pública que produce radioisótopos y materiales para hacer los combustibles de reactores nucleares.

En el caso de la CNEA, el foco del trabajo es esterilizar a mosquitos macho de Aedes aegypti para que luego de fecundar a las hembras éstas pongan huevos que no sean viables y mueran. Además, los machos no pican a las personas, por lo que no tienen contacto con humanos. El proyecto apunta también a poder identificar los focos en los que el mosquito está actuando como vector del dengue para poder hacer la liberación del insecto ya modificado en ese lugar exacto y poder cortar la cadena de contagio.

Cuando un mosquito pica a una persona con dengue éste queda infectado y pasa la enfermedad a todas las personas a las que pique. Una limitación que tiene el Aedes es que no puede volar más de 50 metros en su vida, por lo que la capacidad de transmisión de un solo mosquito es muy limitada.

Marianela García Alba, responsable técnica del proyecto en la CNEA, le dijo a TSS: “La irradiación produce una alteración del ADN con una mutación letal porque los huevos que fecundan no pueden nacer”. Se estima que el 99% de los huevos que ponga una hembra fecundada por un macho estéril van a ser inviables.

Actualmente, hay un grupo de 18 países trabajando en conjunto para poner a punto esta técnica. En el proyecto están trabajando los investigadores de la CNEA pero también grupos de trabajo de Ciencias Veterinarias que son proveedores de mosquitos, y especialistas en Comunicación Social que hacen el trabajo con los vecinos adonde se van a liberar los mosquitos, ya que es muy importante contar con la colaboración de éstos debido a la importancia de que la liberación se haga en el lugar exacto, que en ocasiones suele ser el jardín interno de las casas. También están interesados en sumar profesionales junior que estén interesados en el proyecto y tengan interés en formarse en el ámbito de control de plagas y tecnología nuclear, y otros que quieran conformar un grupo de comunicación para el contacto con los vecinos para explicarles la técnica, ya que de ellos dependerá la efectividad del proceso.

“Estamos en una etapa previa antes de la liberación piloto. Lo que buscamos es un barrio que esté limitado por algún tipo de avenida o bosque, de unas seis manzanas. Lo más aislado posible de manera que nosotros podamos medir las actividades de nuestra técnica sin inmigración de hembras de otros lados. Los mosquitos se mueven más o menos 50 metros, por lo que si un barrio está delimitado por una autopista de 100 metros de ancho los mosquitos no pueden migrar de un lado a otro”, explicó García Alba.

La hora de la liberación

Los mosquitos se pueden liberar mediante la apertura de unas jaulas en lugares específicos, con el uso de camionetas que tienen un sistema que va soltando mosquitos, y también mediante el uso de drones que permitirían la liberación en los patios de las casas. Por eso consideran clave que la población esté al tanto y de acuerdo con la liberación de los mosquitos modificados.

Desde TSS se planteó la duda sobre si la modificación del ADN no podría dar lugar a mosquitos más resistentes: “Necesitamos que ese mosquito estéril sea exactamente igual al normal para la visión de la hembra y lo que hace la radiación es modificar el ADN produciendo errores en las células. Si le aplico una dosis de radiación muy alta puede ser que los mosquitos no puedan volar o sufran algún déficit que los haga menos competitivos, pero nunca sucede que la radiación los haga mejores que los salvajes, sino que la radiación siempre va en detrimento de la competitividad”, respondió García Alba.

El proyecto está financiado internamente por la CNEA y también con fondos globales aportados por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), lo que permite realizar capacitaciones en el exterior y comprar equipamiento específico.