Un equipo multidisciplinario de las universidades de Quilmes y La Plata trabajó en la construcción de una red de autocuidado en el Barrio Puente de Fierro, en las afueras de La Plata. El objetivo: reducir la vulnerabilidad social frente a la pandemia y producir conocimiento para planificar y ejecutar políticas públicas más inclusivas. Con hacinamiento, sin agua potable de red ni cloacas terminadas, la barriada puede jactarse de ser una excepción; allí no hubo fallecimientos por Covid-19.
Es sabido que la pandemia no impacta de igual manera en todos los sectores sociales. En los barrios populares, la falta de acceso al agua potable y el hacinamiento que se vive en muchos hogares hacen que sea muy difícil cumplir con las medidas necesarias para evitar los contagios. El barrio Puente de Fierro, en las afueras de La Plata, puede jactarse de ser una excepción en la zona metropolitana; allí no hubo fallecimientos por Covid-19.
Un equipo liderado por el investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) Horacio Bozzano trabaja en el barrio desde mayo. Los objetivos son construir una red de autocuidado para conocer el estado de salud de sus habitantes e identificar sus principales necesidades. En el barrio viven unas 5.200 personas. Una característica distintiva de la barriada es la cantidad de organizaciones que trabajan en el territorio, unas 35 entre políticas, sociales, comedores e iglesias.
Los 51 investigadores de diversas áreas que integran el proyecto – que empezó hace cinco años, luego de la trágica inundación que atravesó La Plata -, buscan generar conocimiento sobre el barrio pero también proponer cambios para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. No se trata solo de estudios descriptivos, sino de una práctica comprometida con el territorio a través de una mesa de trabajo permanente, lo que implica reuniones mensuales desde 2016.
El proyecto – cuyo nombre es Acciones, protocolos y dispositivos en Barrios Populares de Argentina: Prevención, control y monitoreo del COVID-19. Caso barrio Puente de Fierro – fue uno de los 64 elegidos en el marco de la Convocatoria IP-COVID-19 de la Agencia de I+D+i del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. La iniciativa proponía desarrollar, entre otras acciones, una aplicación móvil para georreferenciar problemas de salud y casos sospechosos de Covid-19.
“Cuando fuimos al barrio para hablar de salud detectamos siete necesidades, pero la prioritaria era el hambre. El proyecto también busca actuar en las veintiocho identidades, necesidades y sueños que identificamos, y que coinciden con las que se registran en otras urbanizaciones informales en las que viven 130 millones de personas en América latina – explica Bozzano, doctor en Geografía, Urbanismo y Ordenamiento del Territorio – . Las investigaciones, en general, no pasan del dicho al hecho. Esta hace el esfuerzo de trabajar en el territorio generando conocimiento y de articular las políticas públicas con las organizaciones locales”.
“Con mucho esfuerzo, en esta primera etapa estamos ejecutando seis o siete temas, como un centro de formación laboral y profesional, el primero en un barrio popular en la Argentina. Es una tarea que nos cuesta sangre, sudor y lágrimas porque no somos funcionarios. También nos involucramos en cómo se reparten los alimentos, lo que genera situaciones muy tensas que tienen que ver con un clientelismo político de vieja data. Son temas en los que estamos conviviendo con el conflicto”, señala Bozzano.
En el marco del proyecto también se realizan videos de divulgación científica con actores locales, principalmente referentes de las organizaciones, que casi exclusivamente son lideradas por mujeres. Con esto se pretende que la experiencia pueda replicarse en los 4.416 barrios relevados por el Registro Nacional de Barrios Populares. Todos enfrentan problemas similares.
“Las acciones que realizamos reconocen una trayectoria de trabajo en el vínculo con los referentes de las organizaciones populares – cuenta Bozzano -. Es una red de autocuidado que se construye a partir de los diálogos de saberes y haceres de los mismos habitantes. Compartimos los aprendizajes de la investigación-acción-participativa, que no es la investigación, ni la docencia, ni la extensión, tampoco la educación popular, pero que toma un poco de las cuatro”.
Los participantes destacan que la presencia de las organizaciones sociales es fundamental en la lucha contra la pandemia. El trabajo de investigadores y referentes zonales permitió, por ejemplo, geolocalizar caso por caso en las 52 manzanas la presencia de contagios. No hubo muertos y, además, el barrio tiene un promedio de infectados más bajo que el resto de la zona.
“Hay un cuidado, una conciencia, que se vino construyendo en los últimos cinco años de labor conjunta. Hay muchísima gente con una contracción al trabajo gigantesca, que busca más trabajo incluso cuando es casi imposible conseguirlos. También hay gente que ha perdido el hábito y recurre a los planes.”, dice Bozzano. La realidad va de suyo es compleja y el barrio no escapa el problema del tráfico de drogas a pequeña escala.
“Tenemos un conocimiento científico y humano de la realidad en un barrio y queremos generar las bases para que ellos no solo puedan atravesar un segundo brote de la pandemia, sino de otras cosas de las que el Estado se olvida desde siempre”, finaliza Bozzano, uno de los referentes de los equipos integrado por profesionales del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales y el Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente (UNLP-CONICET), el Centro de Estudios de la Argentina Rural (Universidad Nacional de Quilmes) y las facultades de Ciencias Médicas, Arquitectura y Urbanismo, Periodismo y Comunicación Social, Ciencias Astronómicas y Geofísicas, e Informática de la UNLP.
(Agencia TSS Universidad Nacional de San Martín)
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