Cuatro al hilo del gran Wimpi
Uruguayo tenía que ser en la concisión de sus frases. Fue boom de lectura –con perdón- en la Argentina de fines de los ’50, los ’60 y acaso ’70. Campero, inteligente, sutil, humanista, muy gracioso. Influyó seguramente en José Luis Landriscina y Fontanarrosa y si no lo hizo lo homenajeamos igual.
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