Autora de la biografía “Eva Perón” en la década de los ’90 y de la reciente novela “La procesión va por dentro”, centrada en los últimos días de Evita, Alicia Dujovne Ortiz conversó con Socompa sobre una de las figuras más atractivas y polémicas de la historia del país.

Alicia Dujovne Ortiz es periodista y escritora, conocida como “la biógrafa de Evita” por el trabajo histórico que realizó en la década del 90. En mayo de este año volvió sobre la figura de Eva Perón pero esta vez en un registro ficcional, con su novela La procesión va por dentro. La construcción y los mitos en torno a Eva, cuál fue el eje de su relación con Perón, cómo entendía la política e incluso el cruce entre el feminismo y el peronismo son temas que ha investigado y abordado en sus escritos. Desde los feminismos actuales surge el debate en torno a Eva y sus posiciones políticas en el mundo político de los hombres. Dujovne Ortíz conversó con Socompa para ayudar a entender la figura de Evita, sus contradicciones y su contexto.

-¿Cómo definiría, si es que se puede, la figura de Eva Perón?

-Es difícil definirla porque ella misma era contradictoria debido a su propia historia- mujer violada, hija de madre pobre y padre estanciero- y porque vivió la contradicción de tener en sus manos un poder absoluto que no era suyo sino de Perón. Cuando Evita les decía a los sindicalistas: “Disculpen, muchachos, me voy a disfrazar de oligarca” estaba definiendo a su manera esa contradicción: me disfrazo de lo que odio, me tiño de rubia para copiar el modelo colonizado al que detesto, no puedo permitirme ser yo misma.

-¿Evita construye al peronismo o es el peronismo el que la construye? Dicho de otro modo, ¿hubiera sido posible el peronismo tal como lo conocemos sin Evita?

-Hubiera sido posible pero no tal como lo conocemos. Perón habría podido crear su movimiento sin ayuda de ninguna mujer, pero fue un militar sui generis que comprendió la conveniencia de tener a su lado a una figura femenina que le daba a ese movimiento un carácter distinto, único en América Latina y en el mundo: un poder bifronte, la pareja gobernante fuertemente polarizada, representación mítica de lo masculino capaz de concebir grandes planes quinquenales y de lo femenino maternal que inventa lo que él mismo llamaba las “pequeñas ideas”. La gran originalidad de Perón fue Evita, aunque con el tiempo el brillo que ella fue adquiriendo le despertara envidia.

-¿Cuál es el rol político que cumple Eva, siendo que no ocupó ningún cargo formal dentro de la estructura del Estado peronista?

-Un rol complementario, no el de las grandes obras y planes que siempre demoran en realizarse sino el de la ayuda social directa, sin intermediarios ni burocracia.  Ella es la que siempre está allí, día tras día, al alcance del pueblo, recibiéndolo en la Secretaría de Trabajo a lo largo de 18 horas diarias durante siete años (cosa que la llevó a la muerte), y prestando atención a sus necesidades inmediatas. Pero su drama íntimo es justamente el no haber obtenido un cargo, un nombramiento que legitimara su acción, algo que como hija ilegítima necesitaba por encima de todo. Era todopoderosa y a la vez no era nadie.

-Es común en estos tiempos intentar analizar a Evita desde los feminismos actuales, ¿cuánto tuvo que ver ella en el logro del voto femenino? ¿Qué importancia tuvo para el involucramiento de las mujeres en la política la conformación del Partido Peronista Femenino?

-Los feminismos actuales surgen del feminismo socialista, anarquista y comunista que luchó en la Argentina desde comienzos del siglo XX, pero no de Evita, precisamente a causa de la contradicción que le impedía manifestarse abiertamente como feminista. Ella decía que no era feminista porque las feministas eran feas y no habían encontrado marido. ¿Lo creía realmente, o se curaba en salud frente al machismo que la rodeaba, un machismo que le permitía matarse por el pueblo siempre que perpetuara el modelo de la “humilde mujer argentina”, como ella misma decía? No fue feminista en sus palabras sino en sus actos, el voto femenino lo dio ella por decisión propia y el Partido Peronista Femenino fue un intento de arrancar a las mujeres del ámbito doméstico y de juntar poder personal frente a Perón- aunque lo disimulara respetando los mandatos y jurando que no lo hacía por ella misma, porque su Lealtad al Líder, todo con mayúsculas, era inquebrantable.

-¿Es cierto o es un mito que Eva haya sido la que compró armas y se las dio a la CGT para que defendieran a Perón en caso de un Golpe en su contra? Si es así, ¿hay allí una concepción de clase o una concepción política que difiere de la del propio Perón, que entrega esas armas al Ejército?

-Es cierto. Cuando comprendió que el Ejército tramaba un golpe le compró las armas al príncipe Bernardo de Holanda, de visita en la Argentina. Perón, “león herbívoro”, entrega las armas al Ejército porque no quiere un baño de sangre, pero además le tiene miedo a una Evita mucho más revolucionaria que él y, digámoslo claramente, más corajuda. Es por miedo a ese izquierdismo visceral de Evita, no ideológico sino vivido en su carne, que Perón no la deja asumir la Vicepresidencia, vale decir el cargo o el nombramiento que a ella la hubiera dejado morir feliz. También es cierto que con la compra de las armas se revelan dos concepciones políticas divergentes. Los Montoneros se apoyaron en este episodio para concluir “si Evita viviera sería Montonera”, lo cual me parece una extrapolación similar a la de las feministas actuales cuando hablan de “Evita abortera”. Para entender la historia hay que ubicarla en su tiempo: hoy Evita no necesitaría ponerse vestidos de princesa, ni ser rubia, ni regalar muñecas rubias, ni proclamar en sus discursos que su marido era el sol y que ella a él se lo debía todo, pero en su tiempo hizo lo que pudo y lo llevó hasta sus últimas consecuencias con una extraordinaria determinación.

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