Un cuadro poco habitual que se aleja un tanto del mundo realista del creador de Juanito Laguna. Otro pintor descubre allí un universo que lo fascina, el de la creación de movimiento y sonido en un arte naturalmente estático y una lúcida aproximación a todo lo que se anida en la idea de caos.

Cuando a uno le gusta un cuadro, es poco lo que puede argumentar al respecto. Le gusta porque le gusta, porque lo impresiona, porque lo obliga a observarlo y lo desafía con su presencia.

La pampa tormentosa de Berni tiene una fuerza muy notable –en especial cuando se lo ve directamente y no a través de una reproducción, cosa que no siempre ocurre con un cuadro, incluso a veces sucede lo contrario–, dada por el volumen de las chapas y de las maderas, que parecen estar como escapando de la composición. Lo recordaba precisamente por esos elementos tan poderosos. Ahora, al volver a verlo, encuentro en la parte inferior unos elementos anecdóticos, ciertos animalitos poco convincentes, que me interesan menos. Porque justamente lo que me gusta de este cuadro es que, dentro de la obra de Berni, es uno de los menos anecdóticos, en el sentido de que no tiene tantos detalles de la realidad. Aquí lo que se ofrece es la impresión de la tormenta, cuestión que yo también he abordado, de una manera muy distinta, en una obra basada en una descripción de una tormenta que Sarmiento hace en el Facundo. Sin duda, también por eso me atrae este cuadro de Berni, porque trata un asunto que me interesa, un tema que entiendo.

Cuando digo que me atrae porque es una obra poco anecdótica, desde luego no estoy haciendo una impugnación de la figuración en sí, dado que yo mismo no soy un artista abstracto. Pero Berni viene de una tradición figurativa rigurosa. Pesa mucho la figuración en él, más que la descripción de las cosas. En cambio, en este cuadro, me parece que lo que pesa es, sobre todo, la lógica pictórica –algo que también podría decirse de otros cuadros de Berni que admiro mucho, como por ejemplo, Pesadilla de los injustos (1961), pero elegí La pampa tormentosa porque es mucho menos reconocido que aquel. Y la lógica pictórica de este cuadro se manifiesta precisamente de un modo abstracto. Aunque no es del todo abstracto, claro. O sí lo es, pero en el mismo sentido en que uno dice que “temor” o “angustia” son palabras abstractas. Lo son, pero no por eso dejan de aludir a algo muy específico. Por otra parte, incluso en las obras de pintores muy figurativos –como Rembrandt, por ejemplo–, la abstracción está presente en aspectos como las tensiones que se establecen entre la luz y la sombra.

La fuerza de esta obra no depende tanto de los materiales, ni en la técnica del collage –que, para la época en que Berni la hizo, ya eran habituales en su producción– como de la forma en que esos materiales están puestos. Tienen un volumen, una salida tan vigorosa de la superficie del cuadro que parece que se le vinieran encima a uno cuando lo contempla, que es precisamente lo que sentí cuando lo vi por primera vez. Incluso comparado con otras obras de Berni de esos años, este cuadro resulta excepcional.

Por otra parte, los materiales elegidos, si bien no son infrecuentes en esa época de Berni, como acabo de afirmar, resultan curiosos para lo que buscan representar: parecerían los elementos para sugerir una tormenta en un bosque más que en la pampa. Pero lo que sucede es que las maderas no son aquí árboles, son más bien rayos; y las chapas son como grandes nubes. En verdad, si se lo piensa mejor, esos elementos son maneras de representar el ruido de la tormenta. El ruido es algo abstracto, al menos en pintura, y se lo tiene que representar abstractamente. La pintura tiene dos características, por así decirlo, negativas: es muda y es estática. Y a mí siempre me interesó mucho cómo la pintura puede plantear el movimiento sin recurrir a maquinitas de ninguna índole, y el sonido sin apelar a nada que lo evoque directamente. Creo que este cuadro realiza ambas cosas de manera admirable.

Por último, un comentario impúdicamente autorreferencial: estoy por publicar un libro de ensayo que es una reflexión en torno del caos como estructura –no de la estructura del caos, porque este no la tiene, sino del caos como elemento propiciador de la estructura, sobre todo en el campo artístico. Y un punto crucial de esa reflexión tiene que ver con evitar confundir el caos con el desorden. El caos no es lo contrario del orden, el caos no tiene contrario, porque es la vida en su devenir desde el comienzo de los tiempos, es todo. En ese sentido, para mí, el gran escenario del caos es el tiempo. Dentro de su devenir, el caos lleva implícito el orden, se dan dentro de él momentos de orden; y los distintos órdenes, a su vez, llevan implícitos también el caos, todo ello, en un proceso permanente estrechamente vinculado con la dialéctica. Creo que esta obra de Berni tiene que ver con todo eso, y tal vez ahí resida la íntima razón de que me interese tan particularmente.

La pampa tormentosa

Óleo, témpera, palos afilados y metales; cartón, impreso sobre papel, botones plásticos, hilos y pedazos de encaje sobre aglomerado, 300 × 400 × 37 cm, 1963.

 

Publicado en: Berni. Diez obras comentadas. Prólogo de Laura Malosetti Costa. Autores varios. EUFyL (Editorial Universitaria de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA), Buenos Aires, 2017.