Cree que Macri está haciendo lo que vino a hacer y que el peronismo tiene una historia, que dibuja en su reciente libro, que abarca casi todo el universo, incluso el de la imaginación. Pedro Saborido demuestra por escrito y de palabra que el humor es una de las mejores maneras de tratar de entender la realidad.

Pedro Saborido es un laburante. “Andá a cagar -me dice cuando se lo digo-, laburar es otra cosa, es estar diez horas en una fábrica de toner”. Pero es cierto. Para hacer esta entrevista me citó un jueves a las 8.30 en un bar, después de quince días de buscar un hueco en su agenda. Y se le nota que se lo toma como un trabajo. “Odio cuando entrevistás a alguien y te contesta con monosilabos, o te dice no sé. ¡No vengas, boludo, si no querés contestar!”, dice, también. A lo largo de toda la entrevista va a monitorear si vamos bien, si me está dando suficiente material. “¿Me fui al carajo?” pregunta, cuando la respuesta se hace tan larga que olvida la pregunta. Porque Saborido es, desde sus primeros trabajos en radio junto a Omar Quiroga, un bicho autóctono de los medios de comunicación, una máquina de crear personajes o situaciones. Todos los días tiene grabaciones de radio y TV en programas propios y ajenos, presentaciones de libros o charlas abiertas y horas y horas de culo en silla. Porque Saborido escribe y mucho. “Todos los días escribo. Me gustaría dedicarle más tiempo, pero es lo que se puede. Cuando no escribo guiones, escribo artículos o cuentos, o los separadores para algún programa de radio”. A fines de 2018, presentó el libro Una Historia del Peronismo, una colección de 27 cuento demenciales llenos de personajes que bien podrían habitar el mundo de Peter Capusotto: Eugenio Pedro, el ángel más gorila del Señor, que  susurra la necesidad de achicar el Estado en el oído de las personas dormidas para que despierten defendiendo el credo neoliberal; el militante que recorre la peatonal disfrazado de Boleta de Edesur o el Flan Mixto que parece del PC que dice “no puedo parar con la autocrítica”.

 -Los cuentos que componen este libro van a servir en el futuro como una gran ilustración de lo que fueron estos cuatro años de macrismo: habla de un peronismo muy situado en este momento histórico.

– En realidad siento que hay un par de cuentos que te sitúan en este momento y de alguna manera habla de un peronismo en derrota y en transición. Pero siempre pensé evitar un libro de época. De hecho, el libro tiene un final abierto hacia una segunda parte (el último capítulo está compuesto por adelantos de lo que sería el tomo II). Me gustó prometer la continuación, primero porque hay parte escrita del tomo II y también para evitar que me digan “Che, te faltó esto, te falta lo otro”. Y también por algo medio culposo, para que se sepa que si sale el tomo II es porque estaba planeado y no porque le fue bien al primero. Aunque, la verdad, no sé si voy a hacer una segunda parte o lo voy a hacer como charlas, no lo sé. Ya veré.

-Pero evidentemente te quedaron cosas para desarrollar.

-Es que es muy difícil hacer un libro definitivo del peronismo. ¿Qué hubieras dicho del peronismo durante el gobierno de Menem y que hubieras dicho del peronismo durante el mandato de Néstor? En todo caso, el peronismo va teniendo libros que van cerrando sus etapas, que van hablando de sus distintos momentos. Y también pasa que está escrito para el nestorista cristinista. Todo un grupo de peronistas a los que se alude en el libro como Peronismo Última Cosecha. No sé si es un lindo nombre, pero es gráfico, es claro. Porque el peronismo ha cultivado siempre en distintos sectores sociales y la última vez lo hizo en todos los estratos pero… (En este momento nos traen los cafés y cuando se retire la moza, el productor permanente que habita el cuerpo de Saborido va a decir: “Acá va el Silencio de Mozo. Yo no terminaba de definir el pelotazo porque estaba la moza ahí”) Decía que en los últimos años el peronismo incorporó un gran sector del progresismo. Por primera vez se vio gente cercana al comunismo, al socialismo, sumada al proyecto.

-Vos mismo fuiste del Partido Intransigente en tu juventud, ¿no?

-Yo fui del PI y me incorporé rápidamente al peronismo en mi etapa universitaria Te voy a contar una anécdota que conté mil veces, (Es importante que subrayemos que ya la conté mil veces, dice el Productor que habita el cuerpo de Saborido, porque si no van a decir que me repito)  Mi viejo y mi abuelo eran peronistas pero habían sido socialistas. Y se les notaba. Había algo en ese origen que le daba un tono. Y a mí me pasa eso, también.

-En el libro le hablás mucho a ese público y aparece en parte de los personajes, el flan mixto que parece del PC…

-Porque tengo mucha relación con ese sector, vengo con un pequeño grado de formación marxista. Y por eso está el asunto de los infliltrados: al peronismo todos llegan de otro lado. De todas maneras, hay un peronista original que es aquel que se sintió atravesado por la política cuando se sintió protagonista. (digo protagonista para no decir sujeto, que me rompe un poco las bolas). Me refiero a ese sector que llega a la política, que empieza a pensar que la política sirve para algo y que no le es ajena, convocado por el peronismo. Pasó en 46, pasó en el 73 y pasó en el 2004.

-Bueno, pero los personajes del libro no son sólo peronistas. También hay muchos gorilas.

-Hay una parte de la ciudadanía que con muy buena intención tiene la aspiración de ser un país serio. Pero balanceándose entre un escepticismo absoluto sobre la propia capacidad de Argentina de ser ese país serio y una enorme soberbia. Están todo el tiempo diciendo que el problema somos los argentinos, el chiste eterno de las invasiones inglesas, que hubiera sido bueno que ganaran los ingleses. Ese es el chiste básico que inaugura esa idea de Seremos el culo del mundo, pero estamos en el mundo. O seré la mascota pero vivo en un depto de 100 metros cuadrados. Seré el esclavo pero adentro del castillo o de la finca. Y la soberbia, yo te voy a decir cómo ser Europa. Digo que ese ciudadano tiene buena intención porque no quiero y no puedo suponer que el otro quiere algo malo para el país. Supone que es por ahí por donde hay que ir.

-Si, pero en el querer ser otro hay un desprecio profundo por los que están más abajo.

-Porque los de abajo son un lastre. Es como la parte de la familia que se viste mal, tiene malos modales, es inmoral. Es gracioso que para ellos la parte de corrupción y ladronazgo queda siempre de este lado. Es increíble la capacidad que tienen de sentirse puros, de no hacerse cargo de ninguna culpa. Expían todas las culpas en ese objeto que es el peronismo. Aun cuando le bombardeen una plaza, le desaparezcan gente, le maten sindicalistas, aun cuando le metan presa a gente sin los protocolos judiciales siempre la culpa es del peronismo. Es transparente que el gobierno actual toma deuda en un nivel insólito, que ejecutan un capitalismo de amigos, que le abren las puertas para que las empresas cercanas al gobierno te cobren las tarifas que quieran. Y la culpa es de la herencia. La meritocracia te convence de que sos un pelotudo, en definitiva y te da cierta explicación de por qué esto es así. No hay contradicción en la explicación. No está en el diseño del sistema que haya pobres. Cuando te sentís un pelotudo lo aceptás. Me pasó por pelotudo. En cualquier orden de la vida. Termina ahi. No hay más reflexión.

-Hablabas de esa voluntad de la oligarquia de echarle las culpas al peronismo de sus cagadas. Pero también en el peronismo hubo siempre un folclore que consiste en resignificar la acusación. Dar vuelta el insulto del otro y asumirlo como identidad, algo que te da mucho argumento en este libro. Somos los negros, somos los grasas pero gorilas no. O autoproclamarse descamisados

-Si, como pasa con las hinchadas de fútbol, la misma acusación se asume como distinción. El boquense bostero toma ese insulto y lo hace propio. Yo me acuerdo de cuando decirle bostero o gallina era un insulto para el hincha de Boca o River. Lo mismo decirles cuervo, leproso o canalla. Todos lo tomaron. El cristinista dice “hoy habla la yegua”. Ella misma se dice yegua, puta y montonera. Y entonces la imagen que se hace de sí mismo está en espejo de lo que le dijo el otro. Hay otra de esas acusaciones: “el peronismo es pasional e irracional” ¡Perón era un milico! ¡Hay un montón de razón, ahí! Hay escuelas de conducción, de propaganda, hay programas, hay inversión, hay armados con los sindicatos, ¿qué improvisación? ¿qué irracionalidad? Ellos ven la turba. El 17 de octubre pudo haber una turba con las patas en la fuente pero el 17 de octubre ¿por qué sucedió? Porque Perón venia abriendo los derechos del trabajador y estaba en cana. Lo mismo pasa con los famosos asados en los pisos de parqué. Que es falso pero, en todo caso, para que el negro levante el parqué alguien hizo un plan de viviendas. Es eso lo que les molesta a ellos y es eso lo que el peronismo elije como imagen para contarse.

 

Escribir un libro es grabar un Long Play

La estructura de Una historia del Peronismo, publicado por Editorial Planeta, es similar a la de un manual escolar. Cada cuento está “explicado” al final por otros personajes saborideanos: la socióloga que anduvo con Noam Chomsky, el cuñado de Pierre Bourdieu o los politólogos Clarisa Praga y Danilo Rosendo. En el comienzo de cada capitulo,  hay, además, una cita de un personaje ilustre y una breve intro. Un trabajo enorme de edición y compaginación.

-¿Escribiste vos o lo dictaste?

-Todos los días escribo un poco. Me gustaría escribir más. Me encanta, es la actividad que más disfruto.

-¿Mas que la radio?

-Si. (pausa) Es más raro porque es más fatal. La radio o la tele, mal que mal, lo vas haciendo. En el programa que viene tenés una revancha, siempre. En cambio el libro lo editás y te vas a la concha de tu hermana. No vas a hacer otro la semana que viene. Por eso me voy dando cuenta de que hacer 27 cuentos encierra una dosis de inseguridad. Son mucha oferta, te tiro mucho por si no te gusta algo.

-Está bueno que tenga tantos cuentos porque abordás todos los géneros. Hay biografías, hay guiones de comedias, hay cuentos que parecen artículos periodísticos…

-Es que tengo que cambiar las estructuras porque sé que el mío es un humor empalagoso. Con esta estructura es amable porque lo podés dejar y retomar cuando quieras. Se convierte en una especie de clip, un zapping. El armado de un libro de cuentos es más como grabar un Long Play, es distinto de un programa de TV.

-Hablemos de las explicaciones, ese esquema que al final de cada cuento propone una interpretación.

-Ese es el origen del libro. La primera intención, que me duró dos días, era áas ensayística, de ensayo humorístico. Pero no me lo creía ni yo. Era un pelotudo hablando en serio. ¿Qué voy a escribir, el libro de José Pablo Feinmann? Me encanta, pero lo hace él. Lo hacen bien otros, El humorista siempre tiene una mirada sobre sí que no termina de tomarse en serio. Teme que le hagan lo mismo que él hace. Es consciente de que es un pelotudo, que alguien le va a decir ¿quién crees que sos? El humor es un poco eso: desacralizar todo diciendo ¿quién sos? Y después, cuando empecé a plantearlo como cuentos, dije acá va algo. Volví a Bombita Rodriguez, mi forma era esa. Pero quería tener ese plus ensayístico. Me parece que en los próximos libros algo de eso voy a tener, porque me gustó. Proponerle al tipo que reflexione algo sobre lo que se leyó. Y para que reflexione le doy un ejemplo yo. Está claro que a medida que vaya leyendo va a intentar sacar algo de lo que estoy diciendo para adivinar lo que está abajo. Es un anclaje muy didáctico. No espero más que los lectores me interpreten, te digo lo que yo interpreto de esto. Creo que si escribo otro libro voy a trabajar con un esquema parecido.

-Hay algo que dijiste varias veces cuando te preguntan por qué no ponés la jeta en la tele y es que te gusta poder andar tranquilo por la calle sin que te reconozcan. Y la infinidad de personajes que desplegás en el libro para que digan las cosas que se te ocurren a vos…

-Es de alguna manera lo mismo. Siempre hay algo adelante mio, es verdad. Amén de que me recontra ayudaron Julia Hermida, German Martinez y German Calvi, tutoriando, ayudándome a pensar en otros términos. Por ahí nos escondemos todos atrás de esos personajes. Pero, si, vuelve a aparecer esto de que aún la reflexión no es mía, sino de otro. Hay como cinco o seis personajes que opinan. Me faltó un poco afinar los estilos de esos personajes, cómo opinaba cada uno. En el habla o la escritura.

-Y después están las citas con que abrís cada capitulo. Tuve que guglear para saber que algunas eran falsas.

-Solo la de Spinetta (No lleves ni papeles/ hay tanta gloria allá/ que al final nadie tiene un sueño sin laureles)  y la de Sarmiento (Las cosas hay que hacerlas mal pero hacerlas) son reales. No sé si alguna más. Las demás son mentirosas. Sin embargo, lo veo a McCartney diciendo eso que le hago decir, eh?

– Claro, no son citas absurdas.

-No, tienen un sentido. Sento que son como un pianista que ponés, que una cita de esas funciona como un tipo que empieza a tocar el piano. Escuchás una melodía y es una cita de alguien conocido que de manera elegante te tira una.

-Decías que metiste mucha oferta por si a alguien no le gustaba algo. A vos ¿cuál te gustó más escribir?

-No sé, me gustó mucho hacer el libro. Pero por ejemplo, el de Victoria Ocampo, El peronista invisble, es uno de mis favoritos. Es muy divertido por el tema que trata. Bioy Casares era un tarambana total, hizo desastres ¡y nadie le dijo nada! De Maradona dicen “¡Eh, tiene hijos por todos lados!” y éste otro hizo unas cosas tremendas y nadie le dice nada. Desastres. Y creo que hay parte de esa elegancia o discreción que es una tradición que le hace muy bien a la oligarquía. Es un arte. Es la misma razón por la cual una persona que tiene dos mangos con cincuenta se hace una casa de material y no le hace el revoque, porque considera que ya la terminó. Está bien. No está pensado en como lo ven porque no tiene nada que sostener socialmente. No hace una ligustrina y un coso y un jardín ni gasta fortunas en pintura ni se quiere ver bien. No tiene energía para verse bien para no ofender la mirada del otro. Es el problema de muchas personas con la villa. No les molesta que haya gente que vive mal. ¡Es que no les gusta! “¿Qué dirán los turistas cuando lo vean?” ¡Qué sé yo que dirán, que hay pobres, la verdad! ¿Cuántas horas querés que labure el tipo para que vos veas la casa más presentable? Está feliz de tener un techo, no rompás las bolas.

Una máquina de crear

Durante todo el tiempo que dura la entrevista, escucho el funcionamiento del cerebro de Saborido. No tiene frases preparadas, piensa cada cosa en el momento. No es la primera vez que lo entrevisto y siempre tuve la misma sensación: así es como crea. Recopila historias todo el tiempo. En un momento me pregunta cómo llegué al periodismo. Medio en automático, le cuento la anécdota que conté mil veces. Se divierte, me repregunta los detalles. “Es buenísima -dice- es la historia del tipo que no quería estar acá pero está”. Así es como crea.  Busca regularidades en cada cosa que sucede.

-¿Qué te parece que queda de recordable de estos cuatro años de macrismo que se cierran?

-Lo recordable es que todo lo que se hizo en la década kirchnerista necesitaba otro anclaje más fuerte para que sea más difícil deshacerlo. Con reformas estructurales más fuertes.

-Te convertiste en el flan mixto autocrítico.

-No, no quiero hacer autocrítica. Es que éstos hacen lo que vinieron a hacer ¿Qué le critico a Macri? Que sea quien es. Que viva en un Excel, que piense todo en términos de mercado. La gente se tiene que ajustar a que cierren los números y no los números a la gente. Ahora hay que ver lo que son capaces de hacer para no largar el poder. Son capaces de hacer fraude, un autogolpe, de lo que sea. No tengo idea lo que va a pasar porque cambia todas las semanas. Es la primera vez que llegan por los votos, hay que ver si somos capaces de lograr que sea la primera vez que se vayan por los votos. No pueden soportarse cuatro años más profundizando esto. Está claro que, personalmente, yo no me hundí. Pero me cuesta todo mucho más que antes.  A todo el mundo le cuesta más que antes, incluso a Constantini.

-Pobre.

-¡No, bueno! Tuvo problemas. Arcor también tuvo problemas. Parecía que los neoliberales venian sólo por el kirchnerismo, después parecía que venían por todo el peronismo. Y no solo por los subsidios a la clase media, venían también por la burguesía nacional.

-Caramba, Pagani, teléfono para usted.

-¡Señor Rocca, lo buscan del FMI! No eran sólo los planes de los negros, ¡usted también es un negro, Rocca! Es como el tipo que le molesta que ya no puede venir más a la capital con el auto, entonces tiene que venir con la combi y le molesta viajar con la sirvienta. Esa es la verdad de todo. Desde allá te están diciendo “para mi, vos y tu sirvienta son lo mismo. Yo no distingo desde acá arriba, un tipo que vive en Nordelta y su sirvienta son muy parecidos, son dos cabecitas”.

 

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