La hija de la ira
El padrecito Stalin la llamaba “mi gorrioncito” y le hizo la vida bien difícil, incluyendo el envío al gulag de su primer novio, judío. Crecida en la violencia y el terror, voluble, célebre por tratar a los cachetazos a hijos y maridos, huyó dos veces a los Estados Unidos, donde murió como Lana Peters, más bien miserable.
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