Desde principios de siglo diversos intentos de golpes tanto fallidos como efectivos, y un permanente acoso a los diversos gobiernos y fuerzas progresistas a través de operaciones mediáticas, judiciales, e incluso con fuerzas de seguridad son las herramientas del poder económico para mantener sus privilegios de clase.
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Las fuerzas políticas que dicen representar a los sectores populares deben desprenderse de la inercia que es propia de un sistema social extremadamente poderoso que no está dispuesto a resignar lo más mínimo. Porque bien vale subrayar que acceder al gobierno no es acceder al poder.
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El macrismo no responde al poder económico sino que lo es. Por eso queda más expuesto su carácter clasista, de desprecio y estigmatización de las mayorías populares y de un abierta y desvergonzada política antiobrera.
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No tenía razón Heráclito con eso de que nunca nos encanutamos en la misma fase.