El ladrón que robaba sin un sólo disparo
Es uno de los mitos del hampa. De aspecto esmirriado e inofensivo, perpetró tantos robos a bancos como fugas de distintas cárceles. Pasó toda la dictadura en un penal de Córdoba donde se convirtió en referente para los internos. Cuando murió, en 1986, los presos de Devoto y Caseros, en señal de duelo, apagaron sus radios por 24 horas.
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