La última ejecución legal en la Argentina
Un contador y socio del Jockey Club arrogante y maltratador, una esposa sumisa con cinco hijos, una confidente empleada doméstica capaz de asociarse a un asesinato planificado, dos ejecutores y un comisario con olfato. En el invierno de 1914, Frank Carlos Livingston murió de 36 puñaladas en el vestíbulo de su departamento en el porteño barrio de Palermo. Los dos autores fueron los últimos condenados a muerte por “ejecución legal para delitos comunes”.
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