Siete familias se instalaron hace dos meses en el territorio que, dicen, les pertenece ancestralmente. Los medios los acusan de pertenecer a la RAM. “No pertenecemos a ninguna organización”, explican.
Tensión; enfrentamientos; cortes de energía eléctrica; cien integrantes del RAM. Todo eso se escribió sobre la instalación de siete familias mapuches en Villa Mascardi -a 35 kilómetros del centro de Bariloche -, sobre un territorio que, según explican, les pertenece ancestralmente. “Somos una comunidad histórica”, aseguran, y explican que cuentan con los registros que lo acreditan.
Lejos de la estridencia con la que la recuperación territorial quiso mostrarse, uno de los integrantes del grupo que “volvió a la tierra”, dice: “Sólo queremos vivir como mapuches”.
E ilustra: trabajar la tierra, tener animales, producir con sus propias manos la vestimenta y otros elementos de consumo. Y fundamentalmente, “volver al territorio, dejar la marginación donde nos ha ubicado el Estado, en los barrios más humildes, los peores lugares”.
Encapuchados, temerosos de un posible desalojo, los integrantes de esta comunidad -que se identifica como Lafken Winkul Mapu- anticipan que resistirán cualquier intento por correrlos del lugar. Pero descartan que se hayan producido enfrentamientos. “Vinieron seis policías o gendarmes, en tres autos blindados, pero no entraron, estuvieron bardeando”, relata el improvisado vocero, y cuestiona que hayan “metido un dron” en el territorio. “No había ni mostraron una orden” judicial, explica.
El joven acepta la charla luego de consultas con otros integrantes del grupo, que permanecen unos metros más atrás, en torno a un fogón, que atenúa la inclemencia de la fría primavera patagónica.
“El nombre de nuestra comunidad es histórico, tiene más de 200 años. El territorio tiene un hotel a un lado y otro al otro. No nos interesa recuperar un hotel, queremos estar acá, en el único territorio limpio hacia lo mapuche que queda”, dice mientras se acomoda el pañuelo estilo palestino que usa para cubrirse el rostro.
La comunidad sabe de otros procesos similares en la región, pero “nosotros estamos solos acá; respetamos todas las luchas, pero no tenemos que ver con ellas. No pertenecemos a ninguna organización, ni al Estado. Sólo somos esta comunidad”.
Varios diarios porteños trataron el hecho como una usurpación de terrenos por parte de 100 integrantes de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). Y más tarde del corte intencional de una línea de media tensión que afectó el suministro eléctrico en la zona. Ni una cosa ni la otra, asegura el miembro de la Lafken Winkul Mapu. Niega que el grupo pertenezca a organización alguna -en referencia a la RAM-, y detalla que los operarios de la Cooperativa Eléctrica Bariloche (CEB) pudieron ingresar al territorio para verificar el normal estado del cableado. “No hay cables cortado. No necesitamos luz eléctrica”, plantea
“Ya está la nota”, le dice al oído del improvisado vocero uno de los integrantes de la comunidad que se acerca a la tranquera. “Lo único que es verdad es lo que salga de acá, de esta comunidad, ni siquiera de los grupos de apoyo”, reitera antes de internarse nuevamente en el bosque. “La única verdad es la de nuestra comunidad”.