Acorde con los tiempos pandémicos, un diálogo wasapeado con Deolinda Carrizo como protagonista, referente campesina de Santiago del Estero, donde la cuarentena ha detenido las actividades humanas pero no los desalojos y las usurpaciones a campesinos por los siniestros de siempre.
Deolinda Carrizo vive en Quimili, un pueblo rural y campesino de Santiago del Estero, ella misma es una campesina que cultiva su chacra y cría sus cerdos y cabras, pero también se da tiempo para militar y ser referente del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI – CLOC. La Vía Campesina) y es quien nos dice: “Acá somos unos 25.000 habitantes, de los cuales muchos trabajamos la tierras, pero otros dependen de las changas que tienen que ver con el trabajo rural y con la albañilería, pero con la cuarentena están imposibilitados de poder trabajar y dependen de los comedores, nosotros tenemos 6 comedores y merenderos que estamos atendiendo con las producciones de la agricultura familiar, al principio venían al comedor, pero ahora por las nuevas medidas, no los atendemos adentro sino que vienen a buscar la vianda y se la llevan. Cada vez viene más gente, algunos productores que tienen cultivos diversificados tienen menos problemas porque se pueden autoabastecer, pero otros no y están pasando muchas necesidades, porque no pueden movilizarse por los controles”.
Desalojos
Deolinda la tiene muy clara, en cuanto a como viene la mano con el aprovechamiento del Coronavirus que hacen los inescrupulosos de siempre, a través de los audios de whatsapp me dice que: “Hay muchos empresarios que aprovechan la falta de control policial y están fumigando en zonas que no pueden hacerlo y otros, como en Sumampa, donde opera el empresario Vivas, ha organizado a grupos de matones para desalojar a familias de sus tierras, cosa que también sucede en Añatuya, donde fueron a la casa de unos campesinos vestidos de policías y con una orden judicial trucha, para echarlos. Esto también sucede en las zonas de Boquerón y en Bajo Hondo, donde el empresario Canido, logró que la jueza Falcón librara una orden de desalojo de una familia campesinas, la orden está y es posible que la cumplan, porque ya se han llevado compañeros detenidos durante cinco días con acusaciones falsas”. Esto no debería ocurrir y menos en una emergencia sanitaria como la que vivimos, Sin embargo no nos asombra que esto ocurra, el capitalismo es especialista en crear escenarios de debilidad para continuar con sus políticas de usurpación y saqueo.
Escuelas
Desde el estado se impulsó el cortar las clases en todo el sistema educativo, como medida para no propagar la pandemia, algo que da un mayor o menor buen resultado de aprendizaje, de acuerdo al grado de conectividad que tengan los alumnos. Pero en Quimili las cosas son diferentes según denuncia Deolinda: “El problema es que muchas de las escuelas no tienen electricidad ni señal de Wi Fi y la compra de tarjetas para conectarse a la red se hace cara, porque no hay ingresos y hay muchos alumnos que viven en lugares alejados y conectarse les es imposible, así tengan crédito en los celulares, esto es parte de la desigualdad que se vive en estos lugares, porque no es lo mismo el niño que está en una zona urbana a otro alejado de esas posibilidades, esto tendrá que ser resuelto, está problemática no es nueva y viene de hace mucho tiempo, pero se agravó durante los cuatro años de macrismo”.
Solidaridad
“Solo la ley del pobre, al pobre abriga”, dice un poema del poeta Higinio Mena y ese axioma expresado de modo poético, se hace realidad cuando se habla de agricultores familiares y campesinos, según nos cuenta Deolinda Carrizo, en otro de los audios enviados: “Nos parece bien que haya ciertos controles, pero hoy somos los campesinos los que estamos abasteciendo a los comedores, a los merenderos y a las ollas populares de la provincia, entonces no puede ser que el SENASA, salga a controlar y decomisar mercadería que va a los sectores más necesitados. Hoy las compañeras están armando bolsones con verduras para hacer venta domiciliaría y que la gente no tenga que salir de sus casas, lo hacen en vehículos propios y organizando como se pueda la logística para que todos puedan acceder a alimentos sanos y a precios justos. Ahí hay frutas y verduras que van del productor al consumidor y no son manipulados por intermediarios que aumentan los precios para enriquecerse”.
Esperanza
Algunos suelen afirmar que una crisis es una oportunidad de cambio, Deolinda también lo afirma y sabe por dónde se deberá ir para que ese mentado cambio se produzca y nos aclara: “El Coronavirus es una enfermedad del sistema, creada por el sistema, pero ya vamos salir, porque vemos que la agricultura familiar es una herramienta importante para salir de todo esto, pero una vez que salgamos se tienen consolidar muchas cosas, que van de la mano de poner en funcionamiento la Ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar, que haya una ley de tierras que beneficie al campesino, acá en Santiago hay muchas tierras fiscales que deben ser dadas a quienes quieran trabajar la tierra. Tiene que haber una ley de arraigo firme y verdadera, que permita la vuelta al campo de muchas familias que fueron despojadas de sus parcelas y que quieren trabajar la tierra como siempre lo hicieron. Para que eso ocurra solo falta la decisión política de hacerlo. Es una decisión política por el bien de todos, de la naturaleza, de la madre tierra, de la economía y por la soberanía alimentaria de los pueblos”.
Comunicaciones
Desde mi casa me comunico con aquellos a quienes conozco y con quienes mantengo amistades y compañerismos políticos, literarios y de vida. A veces cualquier hora del día, la noche o la madrugada, en esta contingencia de horarios alterados por la cuarentena. No es el caso de esta Deolinda Carrizo, a la cual le envié la propuesta de la nota a mediodía y su respuesta después de dos horas fue: “Apenas me desocupe te llamo. Eso recién ocurrió a la nochecita como ella dice. A las 8 recibí una catarata de audios que respondieron mis preguntas. En el último además de saludarme, me decía: “Espero que todo lo que dije te haya servido, yo ahora tengo que atender a mi casa –atrás se escuchaba las voces de unos niños- y después descansar, porque empezamos bien temprano la tarea. De desalojos y usurpaciones tenemos denuncias de Misiones, Salta y también en el Sur, por Bariloche… además dentro de un ratito se corta la señal… ¡La lucha es día a día, compañero! No cabe duda, pienso y pensamos los que estamos de este lado de la brecha.
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