Oh, maldita época arisca, en la que tantos creen cualquier verdura mientras sea más o menos coherente con la que venían consumiendo. ¿Qué criatura nacerá cuando haya medio cesado el delirio?

Los hechos se suceden de manera abrumadora. Si queremos hablar sobre lo que acaba de ocurrir, para cuando terminemos de escribir habrá sido seguramente reemplazado por el siguiente escándalo. Pero esa velocidad oculta un mapa de situación que se mueve mucho más lento. Las construcciones son así, no ocurren de un día para el otro. Vengo retocando esta nota desde hace días, cuando éramos jóvenes y se decía que el dólar iba a quedar estable en torno a los $30-32. Hoy picó en $40 y las tasas de interés del BCRA subieron a 60%. Mañana, no sé. La gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, lo llamó “dolores de parto” de la “Argentina nueva que está naciendo”.

Rebobino el reloj. Es 2017 y un día gélido de invierno. Por una cuestión de trabajo, me encuentro hablando con una jubilada que vive en un barrio de clase media de La Matanza. Sin jamás dejar de sonreír, cuenta cómo han ido cerrando los talleres que hasta hace poco brindaba el PAMI y que a los docentes hace meses no les pagan. Pero ella no protesta, entiende que estas cosas pasan por las peleas entre los políticos y que antes el tema de los talleres estaba muy politizado. “Quien se encargue de estas cosas no debería estar politizado”, insiste.

No se trata de una mera diferencia ideológica, de lectura o interpretación de la realidad, que sería natural y posible. Tampoco pasa por la andanada de fake news o información mal chequeada (o sin chequear) que hoy en día pueden hacerse presentes en los navegantes más avezados de redes online o en los medios más respetados. Y va más allá de las conocidas campañas sucias o de desinformación.

Libro, árbol, realidad alternativa

En 2014, fui a Florencio Varela a realizar una nota sobre un proyecto de cine para niños y adolescentes que trabajaba en y con barrios vulnerables. En el curso avanzado, ese día había tres pibxs. Uno de ellxs tenía problemas económicos en la familia y no sabía si eso le iba a dificultar terminar el colegio ese año. Lxs otrxs dos le decían que por qué no se anotaba en el Plan Progresar, que aportaba una suma para ese mismo fin. No era mucha guita, pero lo ayudaría. No recuerdo sus palabras exactas, pero su opinión era que todo era trucho y que la gente robaba con esos subsidios. Sus compañerxs insistieron, y evitando confrontar le preguntaron si más allá de quien pudiera estar haciendo mal uso del subsidio a él el dinero le serviría. El pibe respondió que sí, que obvio que sí. Nunca supe si finalmente aplicó para el subsidio o no. Por aquel momento, sus sueños eran ser veterinario o policía.

La cuestión no es la grieta, no es el mentiroso concepto de tolerancia al que piensa distinto. Lo que se produjo en los últimos diez años es la construcción de una realidad alterna que funciona con una coherencia interna propia y cerrada. El eje narrativo actual es que todo lo positivo que ocurrió durante los 12 años de gestión kirchnerista fue mentira (les hicieron creer), y el resto fue inoperancia y corrupción. No es la primera vez que ocurre algo similar, pero la diferencia se encuentra por un lado en la velocidad con la que se propaga y, más importante aún, cómo la narrativa está en permanente expansión por la feliz participación de los consumidores.

Una narración transmedia

A partir de la presencia de las redes sociales, la velocidad con la que se esparce cualquier noticia no tiene precedentes pero, además, la interactividad produce un efecto antes desconocido. Los usuarios se apropian de las narrativas y las agigantan.

Hace unos años, se puso de moda en la Argentina el producir proyectos transmedia. El transmedia no es como el multimedia; no es replicar el mismo contenido en distintos formatos, ni crear un contenido utilizando distintos formatos. Esta forma de construir implica primero pensar un universo narrativo que dopo va cobrando vida diversa en las distintas plataformas por las que sale (pensemos en La Guerra de las Galaxias, que se va expandiendo de manera libre pero conectada en films, libros, comics, videojuegos, juegos de mesa, merchandising varios… ) pero que, sobre eso, tiene la peculiaridad de que sus usuarios tienen la posibilidad de participar y aportar sus propios conceptos y relatos (en el caso de La Guerra de las Galaxias, es notorio lo que se conoce como fan fiction).

Dicho esto, cuando el concepto de transmedia funciona, el universo narrativo propuesto pareciera no tener límites y funciona ya de manera autónoma. Ya no se limita a una propagación lineal (por ejemplo, desde los conglomerados de comunicación hegemónicos como el Grupo Clarín), sino que las fuentes y los formatos se tornan absolutamente diversos (va desde el verdulero tergiversando algo que escuchó a una causa armada o una decisión política del gobierno), todxs cayendo en el embudo unificador de las redes sociales. Para que se dé esta química particular, es necesario que el relato propuesto sea adictivo y lo suficientemente abierto para que los usuarios puedan meter su cucharita.

A un año de asumir su mandato, en una conferencia de prensa, el presidente Macri opinó sobre la detención de Milagro Sala: “A la mayoría de los argentinos nos ha parecido que había una cantidad de delitos importantes que se habían cometido por parte de Sala, que ameritaba todas esas causas que tiene abiertas. Es importante que esta información sea compartida con el mundo”. Clarín publicaba en ese momento que “colaboradores muy cercanos al Presidente precisan que el Gobierno monitorea con encuestas la percepción que la ciudadanía nacional y -en particular la jujeña- tiene sobre la detención de Sala. Los números -dicen- acompañan de manera abrumadora la posición oficial”[1]. En otras palabras, el troll center no funciona sobre vacío.

Que sea verosímil

Días atrás leía el posteo de una periodista a la que sigo y respeto mencionando que los cuadernos (las itálicas son adrede, por supuesto) de Centeno son creíbles porque coinciden con lo que los periodistas conocen por haberlo escuchado off the record de protagonistas varios del quehacer político y económico nacional. Se saltean todas las inconsistencias de la investigación periodística y del accionar judicial porque los cuadernos se parecen a la realidad y son verosímiles en torno a un determinado relato sobre la corrupción. Para desestimar la discusión, el callejón sin salida es argüir que los usuarios creen unas denuncias de corrupción por sobre otras en función de su afinidad ideológica o partidaria.

No se trata de mitos urbanos en formación, sino de un relato que parece no tener final, y donde no importa el absurdo sino que sea verosímil. Y he acá un detalle: se suele confundir la idea de verosímil con que parece verdad. Lo verosímil responde a una cuestión de coherencia interna de cada género narrativo, no a la veracidad de los hechos descriptos. Básicamente, no importa si es verdad o mentira en el mundo real, sino si es consistente con el universo propuesto en una narración.

Batman es coherente dentro del género de superhéroes, pero es alguien con serios problemas en nuestro mundo real. Dados sus altos ingresos evitaría terminar en el Borda, pero estaría medicado. Familia y amigxs buscarían que nadie se enterara de su fetiche por andar caminando la ciudad vestido de hombre-murciélago; ni hablar de que ningún científico en su sano juicio aceptaría desarrollar armas de última tecnología para semejante personaje. Si hoy se lanza la versión de que La Ruta del Dinero K conduce a Isis, que Cristina tenía vínculos con Ben Laden, que fue la responsable por la falsa llegada del hombre a la Luna en 1969, no habrá escasez de reposteadores.

Un par de semanas atrás, un chofer de Uber reclamaba durante el viaje por más pobreza, “para que reviente todo y venga un Videla para que anden todos derechitos”. El buen señor había votado a Macri y ahora se arrepentía. Su opción había sido Massa -que tampoco le gustaba-, porque de las otras alternativas de voto que tenía ni enterado estaba. Su esposa se lo había advertido, pero él sólo quería deshacerse de los corruptos K. Por eso, había votado a Macri.

No es circo, sino la construcción de un universo narrativo flexible y paralelo, pero basado parcialmente en la realidad. El circo es distracción, dura un rato. El universo ficción, en cambio, es algo que a medida que crece capta la atención del espectador y lo hace partícipe, donde hay tramas y subtramas, protagonistas, héroes y villanxs.

Efecto Nocebo, más allá la inundación

Interior. Noche. Algún momento indeterminado de los últimos meses. Estoy viendo un capítulo de la serie Legión. En la introducción se hace referencia al Efecto Nocebo y se menciona La Epidemia de la Risa de Tanganica. Nota mental.

En una ocasión, borré de mis contactos de Facebook a quien en otra época fuera un amigo querido. Lo hice luego de encontrarme con la violencia de sus opiniones políticas (que, además, decía que no eran políticas), a lo que por privado sumó el detalle de que yo le daba asco por las mías y me advirtió que “ya vas a ver cuando esto se termine”.

El Efecto Nocebo es el exacto opuesto del Efecto Placebo. Es decir, son los efectos negativos generados a partir de expectativas negativas con respecto a los resultados de un tratamiento médico. En cuanto a la Epidemia de la Risa, no es joda. Ocurrió en 1962 en lo que ahora es Tanzania, cuando en diferentes pueblos niñxs y adolescentes comenzaron a experimentar irrefrenables ataques de risa (y llanto). Empezó en una escuela, se expandió al pueblo y luego a otros pueblos. En el capítulo de Legión, se utilizaba el ejemplo de Tanganica en cuanto a la capacidad de una situación de estrés de convertirse en síntomas físicos y volverse, a su vez, viral. Si el Efecto Nocebo es otra manera de decir que “la mente puede crear su propia realidad” y que los síntomas físicos concretos derivados de ello asimismo pueden tornarse virales. Sería como decir que si convencemos a suficiente gente de que la realidad es diferente de lo que es, verán y operarán sobre esa realidad en consecuencia.

Como toda modificación de nuestra percepción de la realidad altera también nuestra práctica, si pensáramos de manera lineal podríamos suponer que en algún momento nos podemos llegar a parecer a la ficción. Y acá está el elemento que al que suscribe se le hace tramposo. Porque en una situación de crisis de proporciones, llega un punto en que la burbuja de ese mundo transmedia se rompe. El dilema consiste en que ese quiebre no significa la ruptura total con la ficción anterior, algo siempre queda y subsiste (pensemos en el ya clásico son todos iguales o que Perón se robó el oro de las arcas argentinas). Como el ser humano es un ser narrado y narrante, que construye relatos permanentemente para explicar el mundo, y pensando en el nivel de ficción actual, me pregunto qué forma tendrá la criatura nacida cuando el delirio actual tenga su fractura.

[1] https://www.clarin.com/politica/macri-milagro-sala-cometio-delitos_0_Bkcswjgme.html