La pandemia agudizó una crisis que ya era una constante antes de la llegada del coronavirus. En esta entrevista Naomi Klein insiste en su idea de que el neoliberalismo y un mundo sustentable no son compatibles, habla de las ganancias siderales que alcanzaron las farmacéuticas y empresas como Amazon en medio de la peste y cree que Biden cambió sus ideas porque no le quedaba otro remedio.
El mundo vive un gran incendio y no lo estamos apagando. En medio del fuego, señala la popular activista Naomi Klein (Montreal, 1970) en su nuevo libro, En llamas (publicado por Paidós), seguimos colgados frente a todo tipo de pantallas y haciéndonos selfies como si no viviéramos en medio de la sexta gran extinción y la emergencia climática no pudiera llevarse por delante nuestras vidas. La autora de No logo y La doctrina del shock propone un Green New Deal, un cambio tan copernicano como el de Roosevelt tras la Gran Depresión pero verde e inclusivo para todos.
.¿Quién ha sido el ganador del shock del coronavirus?
-Los millonarios de las empresas tecnológicas. Llegaron a esta pandemia obscenamente ricos y se han aprovechado extraordinariamente. Jeff Bezos el que más, y Google ha realizado enormes avances en nuestras escuelas. Es la herencia del neoliberalismo. El Estado estaba tan débil antes de la crisis que la ha hecho peor y mortal, con hospitales y servicios sociales ya colapsados previamente y con la capacidad de producir vacunas dentro de nuestros países erosionada. Y por esa debilidad muchas tecnológicas han podido entrar en escena, una privatización por la puerta de atrás.
-¿Silicon Valley es entonces el gran ganador?
-Y las farmacéuticas. Han logrado un gran negocio, miles de millones en dinero público para investigar y desarrollar vacunas pero pese a que el público ha pagado por ellas no las posee, están protegidas por propiedad intelectual. No tiene sentido. La razón por la que hay patentes es por la inversión que las compañías hacen, pero no la hicieron ellos, sino nosotros. Es la misma lógica neoliberal que rechaza reclamar derechos públicos sobre lo que es esencial para mantener a la gente viva.
-¿Esta debilidad del Estado ha hecho que Occidente gestione peor la crisis que otros lugares?
-Los peores brotes han tendido a estar en los sectores más desregulados, donde había muchos trabajadores precarios de los que se abusaba, fueran granjas o almacenes de Amazon. A lo que se han sumado hospitales públicos recortados en nombre de la eficiencia porque cada cama vacía era vista como un fracaso. Ha habido excepciones como Nueva Zelanda, que ha decidido desobedecer la lógica neoliberal y cuidar a la gente. En EE.UU. no, y eso ha alimentado la reacción violenta, que tiene que ver con las compañías tecnológicas y la desinformación viral pero que alcanzó ese volumen porque la gente se sentía desechada y hay una comprensible sospecha sobre las grandes compañías y los billonarios. Todo esto creó esa sopa tóxica en la que en EE.UU. un número increíble de gente no cree que la Covid sea real sino una conspiración de Bill Gates, y cree en la conspiración QAnon y que las elecciones fueron robadas. Una total amputación de la realidad.
-¿Qué opina de la idea de nueva normalidad?
-Nuestra normalidad era ya una crisis. Por qué querríamos volver a eso. Da ánimos escuchar a Joe Biden hablar de no volver a la normalidad y usar esta crisis como un catalizador para transformar, da ánimos que hable de que no sólo hay una crisis de salud pública, sino también climática, de desigualdad económica y de injusticia racial. El trabajo que hemos hecho en las pasadas décadas formulando cómo podría ser la economía del futuro era cómo resolver múltiples problemas a la vez. Reconocer que estamos en crisis superpuestas: debemos reducir las emisiones, luchar contra el racismo sistémico y cerrar la brecha de la desigualdad todo a la vez. ¿Por qué volver a la crisis de antes de la crisis?
-Dice que el capitalismo no sirve contra la crisis climática, que hay que cambiar el sistema operativo.
-El cambio no lo van a traer el mercado o los billonarios. Bill Gates saca un libro esta semana, nos va salvar. Ni con buenas intenciones funcionará, el cambio de sistema es tan amenazante para los que se han beneficiado del sistema que intentarán cambiar sin cambiar, eso es lo que les lleva a ideas como la geoingeniería o la energía nuclear a gran escala. Con el capitalismo hay un choque entre la necesidad de un crecimiento económico sin fin y la crisis ecológica, de la que el clima es una parte. Nuestro agotamiento del mundo natural es la crisis central y necesitamos una economía mucho más considerada, que empiece preguntando qué es necesario para tener una buena vida, respetando los ciclos de regeneración del planeta. Cómo nos aseguramos de que todos tengan suficiente dentro de los límites del planeta y construimos desde ahí. Es una pregunta diferente a cómo generar crecimiento económico en el siguiente trimestre. No digo que no haya lugar para los mercados en esto, pero no lo pueden guiar.
-¿Qué sería el Green New Deal? ¿Implica muchos sacrificios?
-Los principios básicos de cualquier Green New Deal suponen seguir a la ciencia climática para que el calentamiento del planeta no supere 1,5 grados. Y que lo guíe la justicia: que la gente que hizo menos para crear esta crisis y están en primera línea de sus efectos sean los primeros en recibir apoyo durante la transición, tanto dentro de los países ricos como en lo que los países ricos deben a los del Sur. Otros principios son que los trabajadores de los sectores altos en carbono no sean dejados atrás. Y ver en qué áreas podemos permitirnos tener abundancia. No en el consumo derrochador pero sí en áreas donde hoy hay escasez: salud, cuidado del hogar, de niños, de mayores, un sector bajo en carbono. Debemos poner la energía en la recuperación postcovid no en uno sino en miles de Green New Deals en cada sector, que los expertos de cada área diseñen el suyo. Ya hemos logrado una gran victoria: Biden, que no es un radical, suena ahora como un militante del movimiento Sunrise. Es la idea de que necesitamos una respuesta contra el cambio climático que tenga justicia social, cree trabajos, repare injusticias y no le diga a la gente que tiene que elegir entre alimentar a sus familias y preocuparse por el medioambiente. No, sobre nosotros. Él ha sido político toda la vida y ha durado porque sabía qué viento soplaba en cada momento, en el neoliberalismo iba con él. Ahora se reformula como el nuevo Roosevelt no por él sino por las fuerzas que leo empujan. Si él puede cambiar, cualquiera puede.
-¿Trump sería presidente sin la pandemia?
Es un pensamiento terrible, pero probablemente sí. La suya ha sido una época de incansable vandalismo. La imagen de sus seguidores en el Capitolio saqueando visualizó de qué han ido los años de Trump: saquear a la luz del día el Estado.
Fuente. La Vanguardia
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