Cifras siderales en las facturas, maniobras con los medidores, cortes intempestivos y multas injustificadas. Este es el combo con que las energéticas les hacen la vida imposible a las empresas recuperadas, haciendo realidad el deseo de Macri.
En 2018, los accionistas de EDENOR se repartieron ganancias por 4.250 millones de pesos. En este verano, los dieciséis miembros de la Cooperativa La Pascana dividieron utilidades del restaurante y pizzería y se llevaron 13 mil pesos por mes cada uno. El lunes 11 de marzo, mientras Marcelo Mindlin, presidente del directorio de Pampa Energía, contralora de EDENOR, volvía de la oficina sin mayores preocupaciones, Verónica se llevaba a su casa dos de los cuatro freezer de la cooperativa. Rescataba muzzarella, fiambres, mariscos, pescados, cremas, leche y otros productos que requerían conservarse en frío. La compañía eléctrica les había cortado el suministro, acusando a los trabajadores de robar la luz. La empresa extendió el corte por cuatro días: los trabajadores perdieron mercadería e ingresos, soportaron ser considerados delincuentes y recibieron una multa de dos millones de pesos.
“Edenor hace lo que quiere”, lamenta Omar Díaz, síndico de La Pascana. Relata que la larga sombra se había iniciado el 9 de diciembre, cuando hubo que evacuar el local por un incendio en el medidor. La cuadrilla de Edenor reparó la instalación de manera transitoria. “Hubo dos reclamos más, en enero y en febrero, avisando a la compañía que necesitábamos que nos pusieran un medidor nuevo; nunca vinieron”, explica Díaz. Si es por ir, terminarían yendo: cuatro camionetas de la empresa irrumpieron en la esquina de Humboldt y Paraguay como si fuere un operativo comando. Sin escribano ni autoridad policial a la vista, se llevaron el medidor bajo argumento de que estaba adulterado. Los dejaron a oscuras y con una sanción que representaba el salario anual de todos los trabajadores: para pagar la multa deberían dejar de cobrar durante doce meses.
Ana Nuciari, presidenta de la cooperativa, lleva en su vientre a Victoria, que nacerá a fines de abril. Cuenta que “sentí que nos íbamos a quedar si nada, me sentí humillada, como mamá fue desesperante que me acusen sin ninguna prueba, me da bronca que se metan siempre con los más pequeños, con los más débiles”. Gracias a la defensa legal de la cooperativa, la empresa se comprometió a revisar la multa y a resarcir a La Pascana por los días sin servicio. El local reabrió sus puertas pero a los trabajadores les dura el susto. “Este Gobierno odia a las cooperativas”, dice Díaz.
A dos cuadras de allí, la empresa IRSA tiene mejor suerte. Según reveló el diario Tiempo Argentino, IRSA no paga desde hace cuatro años el alquiler del distrito Arcos, sobre Paraguay y Juan B. Justo. La administración nacional le cobra (e IRSA no paga) apenas 200 mil pesos mensuales por 60 locales, 35 góndolas de venta y 115 cocheras. El desprecio por la cosa pública en favor de los negocios privados se vuelve paradójico en la justificación que brindó el presidente Macri para vetar el traspaso del Hotel Bauen a la cooperativa que lo administra. Luego de que el Congreso aprobara la ley de expropiación, a fines de 2016 el jefe de Estado explicó que devolverle el BAUEN a los trabajadores resultaba “sumamente gravoso para el Estado nacional, favoreciendo exclusivamente a un grupo particular sin traducirse en un beneficio para la comunidad en general”. No le molesta al Presidente que IRSA pague un canon irrisorio en una de las zonas más caras de la ciudad, ni le molesta que ese contrato leonino beneficie a un grupo particular… de empresarios.
Esta semana la Cooperativa cumple dieciséis años de gestión. Y Edesur les hizo soplar las velitas más caras del mundo: la boleta de luz fue de 378 mil pesos contra 25 mil en diciembre de 2015. “De agua pagábamos 65 mil hace tres años, ahora pagamos 170 mil; de gas pasamos de 11 mil a 70 mil”, describe Federico Tonarelli, vicepresidente del BAUEN. Tonarelli contextualiza los padecimientos de la cooperativa y agrega que “la mirada del macrismo sobre el movimiento cooperativo y empresas recuperadas es absolutamente negativa, nuestro programa es, para ellos, una herejía; recuerdo una editorial del diario La Nación que le bajaba línea al Presidente y nos acusaba de ser un grupo de ladrones asaltando las propiedades de los pobres empresarios que quebraban”.
Basta darse una vuelta por Palermo o por Congreso para entender qué tan intensa es la agresión contra las cooperativas. Pero allí están los trabajadores de La Pascana, empecinados en defender su dignidad. Y allí están los trabajadores del BAUEN, resistiendo una orden de desalojo que ni la Corte Suprema se animó a revocar. Es que el modelo de la autogestión se levanta como faro en la tiniebla capitalista: por eso el apagón.
¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?