Fueron jornadas de reafirmación de la diversidad y de la posibilidad de pensar una forma distinta de sociedad. Les adolescentes estuvieron allí, plantearon miradas inesperadas, cuestionaron todo lo cuestionable y marcaron con su presencia que la marcha no se detiene.
La tormenta, la más grave en La Plata desde abril de 2013, obligó a suspender el acto inaugural del 34 Encuentro Nacional de Mujeres previsto en el Estadio Único.
Pero nada pudo contra la marea feminista. Ni el viento ni la lluvia ininterrumpida del primer día.
Salimos a las 6 am en micros contratados por la Coordinadora de Estudiantes de Base, CEB, de los parques Rivadavia y Centenario, ambos predios al aire libre con mucho cemento y poco pastito en el centro geográfico de Ciudad de Buenos Aires.
Éramos cerca de seiscientas: las chiques estudiantes de escuelas públicas de CABA, pibxs de entre 13 y 18 años. Y el puñado de mamás acompañantes y sororas, paridas la mayoría por nuestras hijes y acunadas por las canciones de las calles del país, incluyendo los territorios plurinacionales en disputa desde hace cinco siglos igual.
– Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar.
– Mujer que se organiza no plancha más camisas.
-Alerta, alertma alerta que camina, la lucha feminista por América latina.
– Qué tiemblen, qué tiemblen, qué tiemblen los machistas, América latina será toda feminista.
(Gracias Milena y compañeres)
Sujetas despojadas que aún no encuentran su espacio en el título de la convocatoria, como les adolescentes no encuentran aún la Educación Sexual Integral, ESI, aplicada en los colegios. Aunque sea ley, porque los derechos de unes y otres han sido vulnerados.
Decenas de cuerpas/cuerpes arrastrando bolsos, rostros con lagañas y sonrisas llenas de entusiasmo, pañuelos verdes, violetas y naranjas cruzando pechos, cuellos, acariciando puños. Y abrazos. Muchos abrazos. Y besos, besos en las aulas, en las calles, en la marcha. Con glitter. Se extraña el skere.
Me toca la partida desde Ángel Gallardo y Luis María Drago, donde enrejaron la escuela Uriburu, a la que fui en séptimo grado. Por culpa de ese vallado metálico que nos impide guarecernos bajo techo, nos empapamos. Y así, después de un rato largo sobre la autopista llegamos con las ropas adheridas, bastante frío y sudor a la Escuela 42 donde nos alojamos durante tres días.
Polenta la primera noche, arroz con salsa de tomate la segunda, dos asambleas diarias de logística y organización, !or de na dí si mas!, distribución de bolsas de dormir en el salón de usos múltiples y en las aulas, por colegio, por afinidades afectivas, las zapatillas eléctricas a la orden del día aunque más de la noche para cargar los celus.
Doscientas mil mujeres, trans, travestis y no binaries llegaron desde distintos paisajes por las rutas argentinas hasta el fin, que eso fue la marcha feminista, acaso una de las más poderosas de que se tenga memoria en la ciudad de las diagonales, donde la plaza San Martín, frente al edificio de la gobernación que encabeza María Eugenia Vidal, fue la sede de una feria de artesanías diversa aunque no multipropósito: literatura con perspectiva de géneros, remeras y pañuelos que le dan el toque estético al proceso en construcción de deconstrucción y empoderamiento, discursos que resisten la hegemonía patriarcal y recuerdan la lucha de militantes como Lohana Berkins, travesti transexual abolicionista, Berta Cáceres, ecologista hondureña y defensora de las indígenas lencas, Diana Sacayan, promotora de la ley de identidad de género y de la del cupo laboral trans, muerta la primera y asesinades la segunda y la tercera.
“En un mundo de gusanos capitalistas hay que tener coraje para ser mariposa” solía agregar Lohana al pie de su firma, dando cuenta de su praxis comunista y de su mirada sobre las identidades en movimiento, nunca fijas.
“Tengo un debate interno sobre temas como el trabajo sexual y el abolicionismo”, dice Chiara Detinis, estudiante de quinto año del Pelle y primera consejera del CER, Consejo Escolar Resolutivo. Por eso, Chiara elige ir al taller en el que se discutirá sobre estos temas aunque es difícil que hoy se salde lo que aparece como dilemático: derechos y sindicalización para las prostitutas o lucha contra las redes de trata (Sin clientes no hay).
Laura Cavallo, de 17 y también de quinto, es la presidenta del centro de estudiantes del Pedro Esnaola. Mientras parte de la delegación tuvo su primer Encuentro el año pasado en Trelew, este viaje a La Plata es su primera vez. “Tenía una responsabilidad con mis compañeres. Estudiamos en una escuela de música y la cantidad de pibas que participa en los conjuntos es menos del cinco por ciento. Teníamos Privia, con una pianista y una cantante. Si aparecen es porque cantan, nunca dirigen. Por eso tenía que estar”, revela.
Y están los cuerpos sin patrones que piden una adulta que las acompañe, como en 2018, al taller de activismo gorde. Buenaaaaardo. Y allá iremos, a la escuela de artes, donde aprenderemos rapidito que la palabra obesidad responde al lenguaje de la patologización médica gordoodiante y gordofóbico. Que el poder magro y neoliberal además nos quiere disciplinadxs y dentro de una norma que no sea el desborde, porque atravesar los bordes preestablecidos puede llevarnos a un camino de cambio personal y colectivo. Tal vez a una grieta otra por la que se avizore que el Patriarcado no es eterno, que la lucha alguna vez producirá su desaparición. Pero atención, que el capitalismo machista es como Randall (se acuerdan las ex niñes de Monsters Inc) que reaparece cuando parece que está por desaparecer. Pero ¡va a desaparecer! aseguran y les creemos mientras cantan “El extraño de pelo largo”. Niidea.
“Ahora ya está. Mi vieja fue aprendiendo. Ya no me pide que me ponga tacos o me depile. No necesito esconderme bajo una ropa que no me representa”, dice Luna Ferreras, en cuarto año del Cortázar y secretaria general de su centro de Estudiantes. Y lo hace con una comprensión inusual hacia sus mayores. “Es que es más difícil deconstruirse que construirse de cero”, compara y agrega: “ayudemos a otras familias contándoles que tener pelos o usar shorts no afecta el rendimiento escolar de ningune. Estoy segura de que vamos a progresar y en unos años más todo será mejor y diferente”.
Hay 2500 policías mujeres movilizadas desde distintos lugares de la provincia. Amanecen en La Plata con un régimen de pernocte callejero, 12 horas de laburo y 12 de descanso, para cumplir con su mandato: control, control, control. Y represión. (No sé por qué piensas tú, soldade, que te odio yo, Nicolás Guillén, dixit). Ocurre casi al final de la Marcha de 8 km, contra un grupo que enfiló hacia la Catedral porque importa la separación de la Iglesia del Estado.
En el debate de candidatos, el presidenciable Fernández puso a la marea feminista como emblema. “De todas las demandas que han aparecido en los últimos tiempos, sin dudas, el colectivo feminista es el que más debe llamar la atención”.
Claro que, en la calle, emancipadas, unidas en la diversidad, aunque falta mucho para que desaparezca el rol de las mujeres como productoras y reproductoras de la ideología dominante, conservadora, la de la superestructura simbólica con su base material capitalista y periférica, en las márgenes de los centros decisorios. Y se reemplace por un feminismo gerundial.
En la asamblea del último día, Mila Mondello, 15 años, tercer año y presidenta del centro de estudiantes del Mariano Acosta, propone que en 2020, que ocurrirá en San Luis, sean muchxs más participando, organizando, militando a favor de relaciones cada vez más solidarias. Y Abril Joseph, secretaria general del Cortázar, en quinto año, suma ideas como nutrición, orgullo, emoción, sanación, gratitud, por “la bocha de cosas hechas”.
Lucero Diacakis, 16 años, cuarto año, también es secretaria general de la escuela de Flores. “Cuando entré al secundario y vi el movimiento de pibas y su organización me interesó el poder decir. Una profe, Sole, nos hizo hablar dentro de la ESI de los estereotipos. Al mismo tiempo estábamos cuestionando el código de vestimenta, naturalizábamos cosas como que los varones pudieran traer camisetas de fútbol aunque nosotras no, como si hubiera un rol de género y tuvimos una visión crítica para salir de eso”.
Por este ejército feminista y amoroso del ENEM que logró tener voz en los centros de estudiantes, disputando poder y cada vez más democracia en esas y en todas las instituciones hay futuro coinciden todas y todes.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo, cantan.
Porque, como dice la estampa de la remera de Lucía, 13 años, una de lis pibis del Esnaola:
El matriarcado ya empezó.
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