Pero mirá lo que hiciste gordo atrevido, hacernos llorar así, mostrarnos que este año podía ser aún más de mierda, que teníamos todavía más para perder.
Mirá lo que hiciste gordo irrespetuoso, mirá, mirá Diego lo que hiciste mirá, mirá como nos hacés llorar a todos, mirá vos lo que hiciste ahora, como nos hacés llorar, como nos hiciste madrugar en el ‘79 para ver los partidos en blanco y negro desde Japón, y nos hiciste arrodillar y llorar frente a la tele en el ‘86, llorar como ahora, o putear a los tanos en el ‘90 y reírnos de los brasileros que nos cagaron a pelotazos, mirá lo que hiciste, gordo atrevido, nos hiciste llorar a todos, o casi todos, porque siempre hay algunos, pobres, que no se bajan del púlpito ni para llorar, ni para abrazarse, pero dejalos, no entienden nada; mirá lo que hiciste Diego sumar dolor a este año de mierda, te parece, como si tuviéramos más pa’perder, como dice la canción; y ahora se escucha tu nombre en las calles, en los gritos, pero pará yo me acuerdo, yo me acuerdo que el grito nuestro era Maradooo, Maradooo, un grito incompleto, le faltaba algo, incompleto como vos y nosotros, le faltaba algo a ese grito, era un grito imperfecto, terrenal, que sin embargo sonaba tan redondo, la O larga y acentuada, Maradoooo, para que se escuche en todos lados desde cualquier tribuna no importa el color; yo lo grité en la doble visera de Alsina y Cordero, donde vos también estuviste de pibe ilusionado con el Bocha, viéndolo quebrar la cintura en cámara lenta y como vos después poner la pelota ahí donde era imposible para que otro, casi siempre otro, haga el gol; era como una alegría extra saber que habías estado en la cancha del rojo, ahí, aunque después ya sabemos lo excesivo de tus pasiones te hicieron el hincha más hincha de otro club, no importa, nada importa; Maradoooo Maradooo gritábamos, porque el olé olé olé olé Diego Diego vino después, era europeo, habrá llegado con el mundial de Italia o cuando la televisión empezó a transmitir horas y horas del futbol europeo y quedamos como desamparados ante nuestro barro, nuestro potrero, y escuchábamos como los relatores y comentaristas decían que esa prolijidad, esa puntualidad era el futbol, que el futbol era organización y pulcritud, todo muy ‘90, eso nos dijeron, y nosotros que inventamos los cantitos más geniales lo adoptamos, un poco porque eran los ‘90 y porque era para vos y todo lo que era para vos estaba bien; y así entró ese olé olé olé olé Diego Diego, como entró también que lo más importante en el fútbol era el estado físico y no las medias bajas, agolpadas sobre los botines negros, sobre tus tobillos; todo eso es cierto, pero el grito, el grito que se estiraba, que planeaba sobre los estadios, que tenía una O como un eco que creíamos que nunca se acabaría, es el Maradooo Maradooo lleno de incompletitud, que eso somos, el Maradooo Maradooo que además es tu apellido, era un acercamiento respetuoso y deudor al que sentíamos más cerca, una reverencia ácrata; pero mirá lo que hiciste, mirá, viniste a mostrarnos que hay más abajo, que había más pa’perder, que podemos seguir llorando, que estabas más metido en nuestra vida de lo que veíamos o queríamos ver, pero ¿que te creés que sos, quién te creés que sos gordo, Maradona?
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