Si CFK no fuera candidata, ¿cómo se las arreglaría el peronismo y con quién de cara a “la unidad”? ¿Quién mide remotamente cerca de ella? ¿Quién sería el Keanu Reeves, Neo, el Elegido? ¿Con qué facha y/o pergaminos? Qué bolonqui para el peronismo si no se presentara.
Aclaración urgida: hay un instigador ideológico o periodístico de esta nota que es Marcos Mayer, editor senior de Socompa, con Daniel Cecchini. Preguntó si me interesaba escribir una nota hecha sobre la hipótesis de que CFK no se presente como candidata presidencial. Algo perplejo, le repregunté si me la pedía en joda, en tono de joda. Dijo que no, que denserio. Contesté que bueno, pero que me sería difícil escribir en serio ya que dudo que esta chica no se presente, mientras iba ya escribiendo mentalmente algunos apuntes. Lo que sigue será pura especulación relativamente lúdica, con alguna que otra parte seria, incluso algo impresionada.
Primera respuesta que se me ocurre para el caso de que Cris no se presente: qué flor de quilombo para el peronismo. Para el peronismo y ya no para el Gobierno/ Macri/ Cambiemos. Es decir, todavía hay giles que dicen que, en su apuesta a la polarización, al macrismo le conviene CFK como candidata. Siempre me pareció frágil -e insípida y pobre- esa apuesta oficial entre otras cosas por la previsión de que el Gobierno se iría enterrando solito en su profundo fracaso y que el efecto bola de nieve de su decadencia autoinflingida se convertiría en su peor enemigo. Uno cree -como dicen tantas encuestas- que el Gobierno perderá las elecciones contra quien sea. Pero puede -si no se presentara Cristina- que en sentido contrario a lo que apostó el oficialismo, que ahora se llama no solo polarización sino Operación Terror, le fuera mejor no contra la Yegua sino contra un peronismo que por falta de un candidato fuerte y más o menos consensuado eventualmente se partiera en vaya a saber qué cachos, incluyendo el de Sergio Massa. Entonces, primera respuesta hipotética a la hipótesis: quilombo para el peronismo.
Pero ya se verá qué Quilombo para Todos (hipotéticamente).
País generoso/ Macri en modo babosa
Antes de seguir, y para explicar por qué la centralidad reloaded de CFK, conviene revisar un poco el estado de situación que estamos viviendo, que a decir verdad tiene mucho de previsto pero mucho también de muy rarito.
País raro en el que la única estrategia oficial de campaña, el único y último discurso al que apelar, es un cuento medieval para niños que se centra exclusivamente y le cede el lugar protagónico a un Cuco, Cristina. Discurso puramente negativo que no contiene casi nada de efectividades conducentes o méritos propios tras tres años y medio de gestión. Nada que ofrecer salvo la contraposición entre un presunto retorno a la República y la invocación a un fantasma horrible del pasado, que ya no es tan horrible para unos cuantos. Al respecto, es impresionante la caradurez con que los medios (no solo) de la derecha sinceran el modo en que el macrismo intenta aterrorizar -literalmente- ya no a la sociedad, sino al empresariado o a eso que se llama Círculo Rojo. Mientras tanto, nuevas dosis de Centeno.
Es muy fuerte que suceda esto del cuco y el pasado en gente tan moderna y cool como Marcos Peña y nuestro presidente ecuatoriano, la invención de un horror como única tabla de salvación en el naufragio. El ejercicio de exorcismo -tras rezos ocultos en su casa de Exaltación de la Cruz- también se verificó en Elisa Carrió y su última homilía virtual de (perdonen) cura pedófilo: “No vuelvan al faraón”, Venezuela, estamos mal pero el pasado es peor. Es realmente INCREÍBLE (mayúsculas de forista sacado) la pobreza política, mental, conceptual, de lo que queda de este Gobierno vacío que fue tan canchero y danzante y globitos, amén de la otra pobreza gestionadora, deletérea. Increíble su estado de confusión, su inocultable desorientación, sus cambios de timón inverosímiles. Ya no los ligados a las presuntas “medidas económicas populistas” que anunció (no me gusta ni en joda esa expresión, porque no cabe, no aplica, es todo verso) sino porque en cuestión de pocos días el marketing oficial pasó del Macri exaltado y gritador del Congreso y el “estoy caliente” al Macri anémico o tuberculoso, débil, apocado, el Macri babosa que balbuceó palabras inentendibles en un pobre departamento penumbroso con dos vecinos (y una nena que lloraba, un espanto). El marketing oficial -tan afamado antes, con justicia- pasó de los gritos algo hitlerianos a esa anemia y a la cobardía de no hablarle al país. O el me ne frega todo, casi un váyanse a cagar, negros. Finalmente: de los gritos falsos, la penumbra, la anemia y la cobardía, de un saque, a las vacaciones con golf en Alta Gracia. Y va de nuevo, es como si se/ nos dijera me importa todo un carajo, putos. Menos mal que aún lo blindan.
País raro/ Informe sobre ciegos
País raro donde eso que aun algunos llaman progresismo se comprime en la figura de Margarita Stolbizer, que acaba de decir que lo que más la espanta es el kirchnerismo y no el macrismo. País de un progresismo idiota y conservador, aunque uno no haya compartido los rayos flamígeros que el kirchnerismo le lanzó a otros progresismos. Progresismo de una Beatriz Sarlo que -de la misma manera que Stolbizer- fue mucho más cruel, frontal y ladina oponiéndose a Cristina antes que a Macri, entendemos que meramente por un problema de mujer que se cree demasiado sintiéndose interpelada y desafiada por otra mujer bastante más relevante (puede que este sea un comentario machista, so sorry).
País raro en buena medida co-conducido o mal hecho por una clase empresaria que -contra lo que se suele decir- es bastante peor aún que la dirigencia política. No solo por lo que pueda decirse contra ella desde un discurso onda Pitrola o Bregman (explotación, plusvalía), o kirchnerista, sino por su enorme ceguera, su infantilismo político, su falta de memoria, su nulo aprendizaje histórico.
Más aun rompe las pelotas el “miedo del mercado” a la reelección de Cristina o “la incertidumbre electoral” como causante de los nuevos males (dólar, riesgo país). No solo por el hecho elemental de que en una democracia, por burguesa que sea, diría el compañero Cecchini, los mercados no deberían ser un actor no institucional determinante (o enemigo de la institucionalidad democrática) sino por el otro hecho elemental de que si Cristina aparece como eventual triunfante de las próximas elecciones es, entre otras pesadas razones, por lo pésimo que fue este Gobierno, lo horrible, lo impresentable y destructivo para (casi) todos. Ténganle miedo a Macri muchachos, no a CFK. O, mejor dicho, ya que ahora finalmente sí le tienen miedo y presionan para que desista de su candidatura, o proponen el Plan V de Vidal, o juegan con Lavagna, mejor hubiera sido que no odiaran tan primaria e imbécilmente (¿en modo clasista? ¿Gorila?) a CFK, con quien no les fue tan mal, o que previeran lo que iba a pasar con Macri, o con Macri en modo FMI. Hubieran saltado antes, manga de nabos.
País raro/ Lavagna/ Lousteau, el referí
País raro uno en el que -a modo de mal chiste futbolero- se pretende ungir a Martín Lousteau, que no es nadie, en árbitro de algo. Siendo que tenemos otro Lousteau que es un referí más relevante.
País raro, parte de cuyo establishment desesperado y en pelotas apuesta tarde a Roberto Lavagna que todavía no armó nada y que tiene problemas serios para armar algo y se cree otro árbitro capaz de armar el gran espacio antigrieta (Porque Soy la Superación). Siendo por ahora poca cosa, Lavagna le acaba de responder con su característica vanidad a Lousteau que no, que con Cambiemos no va porque Cambiemos es parte de la grieta y lo mismo el kirchnerismo. Hombre, uno también quisiera acabar con la grieta. Pero sucede que, contando a lo bruto, sumando un, pongamos, 35-40 por ciento de intención de voto a CFK y un 25-30 a Macri, Lavagna se declara como vegano reticente, dispuesto a no comer nada de una suma que da entre el 60 y el 70 por ciento de esa intención de voto. Aun cuando, lo dijimos en una nota pasada, es cierto que hay bocha de gente (suma ya imprecisa, con bastante indeciso, mucha oscuridad y rabia) que todavía no quiere votar ni a Macri ni a CFK y siendo que la noción teórico-poética de la ancha avenida del medio suena eficaz, suena verosímil.
País raro/ peronismo que no quiere a Cris pero…
Volvemos al inicio. Sin Cris, un primer y bruto quilombo se le armaría al peronismo porque desde que se lanzaron quichicientos nombres propios hace un año largo, nadie mide demasiado. Nadie mide como Cristina. Y miden poco todavía los nombres de Lavagna y de Sergio Massa que disputan más o menos lo mismo. Ya dijimos que pueden matarse entre ambos si persisten en presentarse, si no arreglan. No suena para nada que Lavagna le ceda la candidatura a Massa, suena más que desistiría de su candidatura con alguna frase patriótica. ¿Y Massa? Misterio, jugando en cancha chica y con fugas de tropa propia.
Repasemos los nombres propios de precandidatos peronistas que no miden. No hay mucho trabajo sobre lo que mide Daniel Scioli “a solas” pero acaso sea el más sólido. Si -como propuso- se presentara “contra” Cristina en las PASO todo indica que perdería y que le haría un enorme favor ¿deliberado? para fortalecerla, no sabemos a cambio de qué negociación o favor político. CFK quedaría beneficiada porque saldría de una interna más que relevante y embellecida por lo democrática y aclamada. ¿O el que escribe está chapa y Scioli tiene chances de ganarle?
CFK es la más sólida podría decirse casi que por inercia pero es más bien por presencia, consistencia y por la fuerza de los hechos y lo bueno de su pasado tan cuco. Volvamos a los nombres propios que se precandidatearon: Urtubey, Pichetto, Scioli, Agustín Rossi, Felipe Solá, Guillermo Moreno. Algunos, tan meneados por los medios como Pichetto, no son nada, aunque el hombre es un muy buen cuadro político. Nadie nunca despegó. Solo quedó Cristina. A la vez, hay muchas dudas de cuánto traccionaría CFK si pretendiera ungir a un candidato, aunque fuera tropa propia, pongamos un Axel Kicillof. Ya se ha escrito mucho sobre los costos que pagó el kirchnerismo por no construir mejor políticamente y/o no dejar descendencia. Compartimos esa visión pero ya va quedando vieja: los pibes crecen, fueron madurando, ya son mucho más consistentes Kicillof, Máximo Kirchner y un interesante puñado de cuadros que pertenecen o no a La Cámpora. Lo que no quita que, hoy, a la hora de los bifes, para el kirchnerismo es Cristina o Cristina y suena que lo mismo, mal que le pese, para buena parte del peronismo del medio y salas de todo el país.
Entonces, retomando, nadie mide como ella y ella no se presenta. ¿Qué mierda de candidato presentaría el peronismo/ kirchnerismo? ¿Echarían por la borda a todos los nombrados y postularían un acuerdo medio chino en el que Sergio Massa fuera Keanu Reeves, el Elegido? ¿Qué candidato del medio ofrecéis, peronistas del medio? Se sabe que mucho peronista detesta a CFK pero que no le queda más remedio -entre otras cosas para salvar el propio poder territorial- que ir detrás de CFK. Esos mismos peronistas, a Massa, ¿cuánto lo quieren? ¿Qué les puede ofrecer Massa? ¿Cuál sería el raro rol del kirchnerismo y de Cristina si Massa fuera “el candidato de la unidad? ¿Y no es además que Massa tiene una fuerte imagen negativa y que no asegura un triunfo a lo pavo? Según flamante encuesta de Analía del Franco, si no se presentara Cristina, Massa apenas obtendría el 14 por ciento y moneditas de los votos, casi lo mismo Lavagna. Peor si Lavagna se presentara armando algo medianamente consistente. Porque entonces cualquier postulante peronista que no fuera CFK entraría en zona de riesgo, aun cuando Macri no entrara ni al ballotage, lo cual sería harto divertido y fue expresado ya en otras encuestas.
Quilombo para el peronismo, pues, sin CFK.
Esta nota no es una nota militante a favor de la candidatura de la buena de CFK -ya hemos escrito sobre el temor y la bronca que nos da que sea ella y el espacio eventual que se arme los que deban hacerse cargo de la pesadilla recibida, aun así el que escribe la votaría- sino, lo repetimos, un juego especulativo con algo de lúdico. Escribimos por orden inapelable de Marcos Mayer y medio que jugamos a concluir que el quilombo, sin CFK como candidata, podría incluso llevar a un peligroso vacío de poder. Es “divertido” (ja) hacer este juego, si no fuera por la tragedia social que padecemos, por lo magmático de la situación, por lo abierto, por la batalla lánguida que se juega en pos de la ancha avenida del medio entre Massita y Lavagna, donde a esta hora sencillamente no pasa naranja o pasa poco. Es grave para ellos que no pase naranja, es otro quilombo político, parte de una horrible crisis de representación, aun cuando falte tiempo para las definiciones y este país sea generoso en sorpresas y calamidades.
Marcos: si no se presenta Cristina, qué quilombo se va a armar.
Riesgo país a la hora de revisar este texto: 858.
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