El Jefe de Estado, cuando fue diputado, canjeó pasajes como si viniera de la Primera D o la divisional NBI. Esa ejemplaridad se verifica en otros rubros: vetos, DNU’s, vacaciones, causas judiciales en su contra.

Toda nota periodística tiene su disparador, que puede ser más o menos caprichoso. El disparador de esta –dada la cantidad de pálidas que nos morfamos- puede que sea algo pelotudo. El que escribe estaba mirando con cierta interesante carga de mufa el informe hipócrita que daba en el Congreso el (jua) ministro de Defensa, Oscar Aguad, ante familiares de los tripulantes del ARA San Juan y legisladores, al mismo tiempo que navegaba los diarios. Apareció la portada digital de Página/12 que decía que el Presidente, el mismo que a través de los medios oficialistas criticó pundonorosamente el canje de pasajes de los diputados- también había trocado en sus perezosos años de legislador 283 sobre un total de los 287 pasajes que le tocaban en la repartija. La noticia –por eso hablé de disparador pelotudo, habiendo tanto bajón o cosas peores de las que hablar- me enfureció. Mediante esa pequeña ruindad el presidente off-shore se había hecho de otros 382 mil pesos, que en principio no parece necesitar.

Cualquier medio de época bien podría ubicar esta noticia en la vagorosa categoría “corrupción”, categoría que no suele satisfacerme. Pensé entonces en otros parámetros, los bíblicos, en el pecado de codicia o de avaricia. Tampoco termina de conformarme y es que Macri no es exactamente un católico tradicional –aunque se opone al aborto vaya a saber desde qué creencias u oportunismos- sino medio new age, medio orientalista a la Sri Sri, seguidor de la profetisa Ayn Rand (1905-1982).

Me quedo entonces con un parámetro subjetivo, calificar al Presidente como hombre de una miserabilidad extrema, monstruosa. Pero dado que vivimos en un país cuya religión oficial o dominante es católica, y que buena parte de la sociedad (católica en sentidos a menudo inasibles y flexibles, o blandos) avaló varias veces al pecador con su voto, hablemos un poco de pecados. Codicia, en versión Wikipedia, es un deseo excesivo empeñado en la búsqueda de riquezas, estatus y poder. La codicia y la avaricia suelen considerarse pecados capitales.

En el blog Cristianos Bíblicos (hay que mirar de todo en esta vida) se lee que la codicia y la avaricia, en las sociedades judeocristianas conforman “un vicio de lo más rastrero, repugnante, son más bien, manías, es un tipo de psicosis progresiva y de fatales consecuencias”.

Repasemos, hermanos. Son siete pecados capitales. Lujuria. Pereza. Gula. Ira. Envidia. Avaricia. Soberbia. Tache, para el caso presidencial, lo que no corresponda. La conclusión es que el tipo, el presi, es como el viejo slogan de Tienda Los Gallegos, la de Mar del Plata, “tiene de todo”. El asunto es que esta cumbre de la miserabilidad en Macri lleva a otros Guiness, a otros récords que llevaron al título y contenidos de esta nota, el asunto de los espantosos récords presidenciales. Se hace constar que no entran en estas líneas otros variados y extensos récords presidenciales devenidos de la gestión de gobierno: endeudamiento vertiginoso, tarifazos brutales, creación de nueva pobreza, precarización laboral, recortes de gastos en políticas sociales y de salud, represión con o sin muertes. Larguísimo etc.

El récord de los vetos

Es sabido que en la época de la reciente monarquía de género kirchnerista (o matriarcado satánico) se decía que la Presidenta CFK era una vetadora serial y que gobernaba a golpe de Decreto de Necesidad y Urgencia. Eso es más falso que cierto. Es mucho más cierto que el gran vetador de aquellos años venezolanos, dictatoriales, fue Mauricio Macri como Jefe de Gobierno. Daniel Filmus fue por entonces un seguidor del asunto; la comunicación K debió darle más bola.

En enero de 2012 el Jefe de Gobierno porteño llegó al récord del centenar de vetos acumulados; la mayor parte fueron vetos totales. Síntoma de un modo de gobernar de un referente político cuyo dis­curso habitual se centraba en el “paremos con el odio, basta de confron­tar, sentémonos a dialogar”. Filmus o quien sea bautizó a Macri como El Capitán Veto. Muchos de los vetos fueron incluso contra leyes consensuadas y votadas entre el macrismo y la oposición. Algunas veces la excusa fue no “despilfarrar recursos” ni crear “nuevas estructuras burocráticas”. Entre los perdedores regulares de esos vetos figuraron personas sin vivienda, laburantes de las fá­bricas recuperadas, artistas y centros culturales, organizaciones sociales, foros de seguridad.

No, la gran vetadora de época no fue CFK, cuyos virtualmente únicos vetos totales relevantes fueron por la Ley de Glaciares y el relacio­nado con el 82 por ciento móvil para los jubilados. Cristina vetó parcialmente otras 16 normas. Según el Programa de Estudios Electorales y Legislativos de la Universidad Torcuato Di Tella, CFK –contra la leyenda mediática- fue la presidenta con la menor cantidad de vetos totales aplicados, contando desde 1983. Presuntamente llamativo, cuando fue Jefe de Gobierno, y después de añares de hacer campaña contra “el despilfarro en publicidad oficial” de Aníbal Ibarra, Macri vetó también una ley aprobada por la Legislatura y sancionada justamente para regular la publicidad oficial.

El récord de DNU’S

Contados hasta fines del año pasado, el hoy Presidente lleva 35 Decretos de Necesidad y Urgencia publicados en el Boletín Oficial. Es una cantidad interesante. Vale recordar algunos de los primeros, pretendidos o concretados. La incorporación de jueces a la Corte Suprema por DNU es un caso ejemplar y particularmente barbárico. Lo mismo todo lo sucedido con la que acaso fue una de las leyes mejor debatidas desde 1983, la que llamamos Ley de Medios; y lo que hizo con el AFSCA, también por DNU. Macri sufrió una derrota parcial pero preciosa cuando quiso modificar por DNU el feriado por el 24 de marzo.

Lo ¿peor? sin embargo todavía está en debate: la intención original y aun no resuelta del Gobierno de meterse con nuevas reformas previsionales y laborales por vía de Necesidad y Urgencia. O lo sucedido el 10 de enero de 2018, ahorita mismo, cuando se publicó el DNU de lo que el Gobierno llama “desburocratización y simplificación”, o intento de reformar y desregular el Estado al estilo noventista. Ese DNU, también bautizado “mega” u “ómnibus” contiene 170 iniciativas absolutamente heterogéneas, contrabandean de todo. Van desde la simpática y muy políticamente correcta intención de eliminar privilegios de estacionamiento a funcionarios (¿un DNU para eso?)  hasta el proyecto de poner en la ruleta los dineros del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES (¡¡¡un DNU para eso!!!). Según clamaron al cielo los (algo inaudibles) opositores, el DNU ómnibus implicaría derogar 19 leyes y modificar otras 140.

Asunto amenísimo: el ultra DNU salió publicado en el Boletín Oficial justo cuando Macri andaba de vacaciones en La Angostura (recuerden la blanda foto de Mau con Juliana, haciendo fingidas compras y con las bolsas en la mano como cualquier gil de grill). Se supo también con los días que alguno de los párrafos introductorios del mega DNU fue literalmente calcado –copiado- de los emitidos durante el primer menemismo para fines igualmente horripilantes.

Hablando de Villa la Angostura…

El récord de La Fiaca (estelariza: Norman Brisky)

Este es el gobierno que dice que los industriales son llorones y el que habló de arranque de mucho ñoqui y peor grasa militante. El Presidente mismo criticó la haraganería de los laburantes argentos. Ejemplo: “Creció el ausentismo, las licencias, las jornadas horarias reducidas”. Su CV como diputado, Jefe de Gobierno y Presidente contradicen el llamamiento “a laburar”. Eso saltó más de una vez, particularmente un día en que el Presi, que no juró por la Patria (tema suyo) quiso hacerse la rata en un acto oficial justamente patrio aduciendo “cansancio”.

La fiaquita del presi es casi legendaria (o lo es más bien entre quienes no lo queremos mucho), será por eso que el padre no creyó en el hijo. En 2006, el entonces diputado Mauricio llegó al récord de ausencias en el Congreso. El score final fue una hazaña: estuvo ausente en 277 votaciones de 321. En eso, en la ausencia a las sesiones y en canjear pasajes, Macri se parece a Elisa Carrió. Pero Carrió al menos habla de vez en cuando en el Congreso y sabe hacerse escuchar. Macri hizo uso de la palabra… adivinen cuántas veces. Dos.

Foto: Rafael Calviño

Como Jefe de Gobierno la necesidad de Macri de hacer fiaca fue similar, aun cuando ser Jefe de Gobierno debería dar más trabajo. En 2013 le contabilizaron 260 días de vacaciones acumulados. La empresa, sin embargo, no le mandó el telegrama de despido.

Marzo de 2018, Macri ya lleva un buen tiempo de Presidente. Anuncian desde el gobierno que tras dos meses de laburo el hombre se va a descansar. Es Semana Santa. Destino: Chapadmalal. Lo venden como retiro espiritual.

Balance: Macri Presidente acumula millas y 95 días de vacaciones en dos años y pico. Ya lo decía Juan Carlos Altavista haciendo de Minguito: “Total, trabajás, te cansás, ¿qué ganás?”. https://www.youtube.com/watch?v=KzoXk7OFFEM

El récord de causas judiciales

En esta parte no vamos a mencionar las numerosísimas causas judiciales que involucran a funcionarios del actual gobierno, aunque en algunas Macri y los muchachos del mejor equipo de los últimos cincuenta pirulos están asociados.

Superar los dos centenares de causas judiciales en contra, para el Presidente más republicano y transparente que hemos tenido, no es moco de pavo. Están las causas remotas y sin embargo todavía emblemáticas. Como las cloacas negociadas en el Morón de Juan Carlos Rousselot. Corría 1988, el valor de la obra presunta era de 400 millones y el reembolso -asegurado mediante contratación directa de la SIDECO que dirigía el hoy Presidente y a través de guita que iban a poner los vecinos durante 22 años- iba a ser de 1000 millones de entonces. A los dos meses el Concejo Deliberante -¡escándalo!- rechazó el convenio. Rousselot dejó la historia chica de la política nacional; fue destituido. Margarita Stolbizer no figuró entre las denunciantes.

Hoy un hijo de Rousselot labura a codo a codo con el súper rabino Bergman, cuidando nuestro medio ambiente. El 20 de marzo de 1999 el diario La Nación publicó una editorial que decía: “La detención de Rousselot ha venido a demostrar que cuando hay expresa voluntad de erradicar la corrupción, la democracia y el Estado de Derecho cuentan con los mecanismos apropiados y están en condiciones de juzgar la conducta de los funcionarios designados por el voto popular”. El editorial no se metió con Macri. De la causa aquella, en relación con el Presidente, hoy, nada de nada. Rousselot falleció en 2010, con escaso espacio en los medios.

La otra causa emblemática de las remotas es la de contrabando de autos. Susana Giménez, fan del presi, estaba también involucrada. Zafaron ambos, como sucedería años después con numerosas causas que involucraban a Macri ya como funcionario público. De las resonantes e iniciales, cabe destacar la de las escuchas ilegales (de la que casualmente zafó mientras se iba haciendo Jefe de Estado), en la que estaba también involucrado el comisario Jorge Fino Palacio, procesado por la causa AMIA y sin embargo primer jefe de la policía macrista. Otra que Nisman.

214-hoy-214

El número o cuenta final hoy ya está perimido. Pero hasta que se convirtió en candidato presidencial Macri sumaba 214 denuncias judiciales en su contra. Es cierto que hay hojarasca en esa cuenta pero también causas por estafa y asociación ilícita, amenazas y abandono de personas, abuso de autoridad, violación de deberes de funcionario público, enriquecimiento ilícito.

Gabriela Cerrutti, la del papelito entre otras cosas, en su momento denunció a Macri por “omisión maliciosa y falsedad ideológica” en la presentación  de sus declaraciones juradas ante la Oficina Anticorrupción. Al respecto, el 1 de agosto de 2017, La Nación publicó una nota sobre el tema con un título muy bello: “Mauricio Macri declaró $ 27 millones menos que el año pasado”. Decía la bajada: “Según su declaración jurada de 2016, el Presidente disminuyó en un 25% su patrimonio”. Total de lo declarado para 2016: algo más de 82 millones de pesos. Volveremos al punto, a esa cifra.

Interesante, porque el año anterior el hombre había declarado por 110 millones, lo que a su vez implicaba más del doble de lo que había declarado en el período anterior, el del ejercicio de 2014. Según informaba con esmero La Nación, la pérdida de un 25% de patrimonio en un año se debía a dos cosas: a que Macri no declaró cinco empresas que en 2015 habían sido valuadas en 28 millones y a que “ya no figuran las deudas que tenían con el Presidente Nicolás Caputo ($22 millones) y Néstor Grindetti ($500.000)”. Simpático un gabinete en el que se hace papi fútbol con la guita.

Interesante era también el hecho de que funcionarios de ese gabinete, algunos con menor fortuna inicial o menor trayectoria empresarial que Macri, declararon más platita. Comenzando por el inquilino del Presi y jefe de la AFI, Gustavo Arribas, que también en 2017 declaró bastante más de 126 millones. Luis Caputo declaró 124 palos verdes, Juan José Arangutren 104, Nicolás Dujovne cerca de 97 millones. Está el curioso caso de la suba de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, que pasó en su DDJJ de 4,3 millones en 2015 a 19,2 millones en 2016.

Un año antes, Perfil informaba (mayo de 2016) algo que según cómo se editara pudo ser portada típicamente prontuarial: “El presidente Mauricio Macri presentó su declaración jurada correspondiente al año pasado, el último como jefe de Gobierno porteño, ante la Oficina Anticorrupción que conduce Laura Alonso. En el documento, consta que el jefe de Estado incrementó su patrimonio: de 52 millones de pesos en 2014, pasó a tener 110 millones en 2015. Además, giró dinero de cuentas de Estados Unidos y Suiza a las Islas Bahamas”.

Presidente off-shore, Panamá Papers, independencia periodística.

Comparada con la nota de La Nación, la lectura del periodista Werner Pertot en Página/12 fue muy distinta: “Su patrimonio disminuyó un 25 por ciento respecto de su presentación anterior, ya que Macri no incluyó en su declaración jurada los bienes que puso en un fideicomiso ciego (pese a que continúan siendo suyos)”. Entonces: no, no es que Macri perdió bocha de guita de un año al otro, siendo que pertenece a la Premier League de los negocios. “No se debe a un empobrecimiento, sino a la constitución de un fideicomiso ciego, donde incluyó a las empresas en las que tiene acciones y que estaban valuadas en 28 millones de pesos (otras fuentes calculaban que esos bienes ascienden a 47 millones)”.

Culpa de todos ustedes

31 de julio de 2017. Otra vez La Nación. El diario informó ese día que “la Casa Rosada atribuye a maniobras de la oposición la sucesión de causas penales contra funcionarios y celebra que en un año y medio se haya descartado un alto porcentaje”. Las cuentas (aliviadas) del diario: “Sobre un total de 39 denuncias sensibles que recibieron el Presidente y sus ministros, 17 fueron desestimadas, archivadas o sobreseídas. Es decir, el 43% de esos expedientes dejaron de ser una preocupación para los asesores y los abogados de los funcionarios”.

La culpa era entonces de los demás, con Gils Carbó a la cabeza. Macri, que ya había zafado de la causa por escuchas ilegales y otras, fue zafando en modo vértigo de los Panamá Papers, Gabriela Michetti de la mucha guita que súbitamente apareció en su casa, Gustavo Arribas del asunto Odebrecht. Pero tanto Odebrecht, como las causas del Correo Argentino, Panamá Papers, Avianca, siguen ahí, amenazan, y ya sabemos que nuestros jueces suelen comportarse qual piuma al vento.

Finalmente: se supone que algún día puede explotar también “el gran secreto” revelado por Horacio Verbitsky entre Página/12 y El Cohete a la Luna. Se trata de las 32,5 hectáreas de Bella Vista, partido de San Miguel, que vendió Macri, convertidas en negoción inmobiliario, barrio cerrado, y nunca reconocidas –como tal negocio- en sus declaraciones juradas. Según Verbitsky,  el valor de esas tierras “supera el de todos los bienes que Macrì reconoce como propios ante el fisco”. El periodista publicó en su portal la boleta correspondiente de ARBA a nombre de Macri. Valuación fiscal del terreno: 122.283.646 millones de pesos, y sabemos que todavía hoy ARBA valúa por debajo de los precios reales. Vale repetirlo: esos “solos” 122 millones de pesos “superan en 50 por ciento los bienes de Macrì contenidos en su última declaración jurada, de 2016, que asciende a 82,6 millones”.

La pregunta final es casi tan pava como el disparador del que hablamos al inicio de esta nota (las casi cuatrocientas luquitas que se hizo Macri, el miserable, canjeando pasajes de avión cuando era diputado por la provincia de Biafra): qué hubiera sucedido, con Macri, en este país, si el poderoso sistema comunicacional Clarín & Asociados hubiera machacado con todos estos récords de codicia, fiaca, vetos, DNU’s, políticas gubernamentales desastrosas y causas judiciales pesadísimas, tal como lo hicieron con los funcionarios kirchneristas en causas reales o falsas. Estaríamos ya, seguramente, en el Que se Vayan Todos, versión The Walking Dead.

Puede que estemos camino a eso, y claro que no por mérito de la transparencia republicana de los medios dominantes. Aunque –comienza a notarse- se están viendo cada vez más complicados para continuar con el blindaje.