CartaCapital entrevistó a la Lula da Silva. Confiado en que será absuelto, el ex presidente y líder del PT reiteró que no aceptará la detención domiciliaria. El Lava Jato, la relación de Brasil con Estados Unidos, la gestión de Bolsonaro y el rol de la élite brasileña, además de los desafíos que enfrenta el Partido de los Trabajadores, son algunos de los temas centrales.
Mino Carta entrevistó a Lula en mayo de 1980, cuando el entonces líder del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Sao Bernardo Dos Campos estaba detenido sin orden judicial en la sede de la Dirección de Orden Político y Social. Eran tiempos de dictadura y la huelga de metalúrgicos liderada por Lula en la zona del ABC paulista trascendía el reclamo sindical. Treinta y nueve años después de aquel encuentro, Carta y Lula volvieron a encontrarse en una prisión. Fue hace unos días. Esta vez en la Superintendencia de la Policía Federal, en Curitiba, donde Lula está detenido desde abril del año pasado. De la entrevista también participó Ricardo Stuckert, quien como fotógrafo fue testigo privilegiado de los ocho años de gobierno de Lula. Una de las pocas personas que lo acompañó en todas sus actividades oficiales y accedió a la intimidad del ex presidente.
-El golpe comenzó con el Lava Jato. Se diría que dio en el blanco. La demonización de usted y de su partido, evitaron su elección.
-En diciembre de 2013, justo después de la victoria de Dilma, alerté a la dirección partidaria sobre la importancia de que el PT comenzara a darse cuenta del proceso de criminalización. El objetivo era evitar mi candidatura en 2018. La Operación Lava Jato, que era una investigación judicial como cualquier otra, la convirtieron en una institución con un propósito político. En eso jugó un rol preponderante el Departamento de Justicia de Estados Unidos. El objetivo final no era impedir mi candidatura, sino romper a las empresas de ingeniería brasileñas, romper la industria del petróleo y el gas, romper la industria de la construcción naval, para que desembarcaran en Brasil las compañías estadounidenses. Algo que está sucediendo ahora mismo.
-Todos los días aparecen nuevas revelaciones que prueban irregularidades de la investigación judicial. ¿Cómo interpreta que en las encuestas recientes, la mayor parte de la población ve errores en el Lava Jato, denuncia su politización, pero piensa que está bien usted siga detenido y Moro continúe como ministro?
-Todos reaccionamos de acuerdo a la información que obtenemos. Cuando hablás con alguien durante la cena, por lo general hablás de las cosas que sucedieron en la semana, no de lo que sucederá en el futuro. La política comenzó a ser demonizada en 2005, y en especial el PT. El Mensalão se encargó de eso. Las encuestas demuestran que la sociedad está empezando a comprender. Los bastardos que impulsaron la demonización sostienen que el desempleo es consecuencia de la política desplegada por Dilma. Ocultan que en diciembre de 2014 tuvimos el desempleo más bajo de la historia y que subió cuando empezaron a boicotearla. Eso fue luego del nombramiento de Eduardo Cunha como presidente de la Cámara de Diputados. El objetivo era impedir que se sancionaran medidas para mejorar la situación. Ocultan que Aécio Neves es responsable de buena parte del odio que se generó en el país con la influencia de Rede Globo Television. Para esa gente, todo lo que es política no es bueno, y todo lo que hizo el PT estuvo mal. Existe una enfermedad en la mente de esas personas. Lo cierto es que nuestro gobierno mejoró la distribución del ingreso, aumentó del salario mínimo, creó empleo. La sociedad está descubriendo todo esto. El problema es que a veces tenemos prisa. Aquí, en mi pequeña celda, sigo pensando que cuatro años es poco para los que ganan, pero demasiado para los que pierden. El PT tiene que ser paciente y seguir mostrándole a la sociedad que el país puede ser mejor. Necesitamos trabajar las veinticuatro horas del día para airear la cabeza de la sociedad; primero para disminuir el odio y segundo para mostrar que Brasil puede ser gobernado de manera diferente. Demostrar claramente quiénes son los bandidos. ¿Por qué soy agresivo contra Moro y Dallagnol? Porque construyeron una mentira. Esas personas deben ser despedidas por el bien público.
-Sin embargo, las instancias que podrían manejar esto, como el Tribunal Superior de Justicia, no hicieron nada. ¿Todavía espera que el tribunal evalúe su caso?
-El día que pierda la esperanza, me pego un tiro en la cabeza. Me alimento de la esperanza y de la certeza absoluta de que la sociedad todavía escucha. Fui víctima del mayor chisme político jamás cometido en el país, pero todo esto es secundario. Si mi sacrificio pudiera resolver los problemas del pueblo, si tuviéramos pleno empleo, mejores salariales; si el pueblo comiera mejor, viviera mejor, con más y mejor acceso a la educación… en fin, lo mío sería apenas un sufrimiento personal. Lo difícil es estar aquí sabiendo que las personas que supuestamente están en libertad son prisioneras de una alcantarilla nunca vista, prisioneras de un grupo de incompetentes que no conocen el país, que no saben gobernar. Hasta ahora, en ocho meses de gobierno, las únicas palabras que memorizaron del diccionario son “recortar” y “ajustar”. Bolsonaro fue criado así, él cree en toda la mierda que dice, en todas las tonterías que dice.
-¿Por qué Haddad, en vísperas de las elecciones, comenzó a alabar a Moro?
-No sé cuál fue el contexto y cuál la pregunta que le hicieron. Soy consciente de que hay varios intereses en juego, intereses militares, corporativos, financieros y políticos. El mayor interés del llamado sector financiero y empresarial es permitir que Bolsonaro desmantele los derechos que hemos tardado décadas en lograr.
-¿Pero por qué Haddad alababa a Moro?
-No sé en qué contexto habló Haddad. El otro día le di una entrevista a una chica de la BBC brasileña y también me preguntó sobre el Lava Jato. Le respondí que no puedo hablar de un proceso que no conozco. Si hay un sinvergüenza que decidió venderse y confiesa que robó, ¡que lo arresten de por vida! Lo que quiero dejar en claro es que todos los ciudadanos tienen derecho a un juicio decente. Todos los ciudadanos tienen derecho a demostrar su inocencia. En mi caso, el Lava Jato mintió desde el principio al fin. Creo que una gran cantidad de dinero que los empresarios dicen haber pagado como sobornos fue, en realidad, evasión de impuestos.
-El presidente del Tribunal Superior de Justicia, Dias Toffoli, admitió en una entrevista a Veja que hubo un acuerdo entre militares, empresarios y políticos para evitar que derrocaran a Bolsonaro y mantenerlo a usted en prisión. ¿Cómo lee la declaración de Toffoi?
-No he leído Veja en más de treinta años. No creo nada de lo que dice Veja. ¡Nada! Esas personas no quieren que los pobres se levanten. No quieren que vayan al Parque Ibirapuera de San Pablo. No les gusta que las personas más pobres vuelen, tengan acceso a un teatro, a la universidad, a un restaurante…
-La casa grande necesita al esclavo…
-Cuando dejé la presidencia bromeé con que salía con más del 100 por ciento de aprobación. Las encuestas señalaban que el 87 por ciento de la gente me consideraba bueno o excelente, un 10 por ciento regular y un 3 por ciento malo o muy malo. Desde que dejé la presidencia han alimentado el odio. Siempre intentaron crear intrigas entre Dilma y yo. Algo que nuca sucedió porque Dilma es una mujer muy inteligente y no lo permitió. Luego comenzaron a negar el éxito de nuestro gobierno.
-El deterioro de la imagen de Bolsonaro es el más impresionante desde el final de la dictadura. Está cayendo en todas las áreas, pero obtiene el mayor rango de aprobación entre la población con ingresos de entre dos y cinco salarios mínimos. ¿Cómo interpreta esta situación?
-Bolsonaro crece más entre los ricos y tiene su mayor fuerza en el sector medio.
-Pero perdió apoyo en esos segmentos…
-En una sociedad de 210 millones de personas, siempre habrá un 10 por ciento al que le guste un fanático. Hoy, la mayor parte de la sociedad comienza a darse cuenta del desastre que ocurrió en 2018. Cuando Bolsonaro no tiene un nombre, llama a un general, como si un general fuera un símbolo de competencia. Los generales no están capacitados para dirigir las finanzas o la educación, están entrenados para dirigir a otros militares en la protección de nuestra soberanía, y nuestra soberanía se está desperdiciando. Hoy, Brasil saluda a la bandera estadounidense. Ese es el mayor mal. ¿Quién viene ahora para tomar el lugar de las compañías que fueron destruidas en este país…? Las empresas estadounidenses.
-El golpe contra Dilma fue dado por los Poderes de la República…
-A veces me pregunto por qué no acudimos directamente al Tribunal Superior de Justicia. Hicimos una apuesta al debate legislativo suponiendo que teníamos una mayoría que nunca tuvimos. Tal vez si hubiéramos ido al tribunal, el debate se hubiera dado en otro nivel. Desde 2013 no ganamos ninguna votación en el Congreso. Desde junio de 2013 se empezó a construir otro país. Fue con el inicio de las grandes manifestaciones y la campaña de radicalización que lideró Neves. En 1999, Fernando Henrique Cardoso estaba en la misma situación que Dilma en 2015. Tenía una aprobación de apenas el 8 por ciento en las encuestas, la economía se había roto dos veces. Lo salvó que Temer le facilitara la aprobación de todas las reformas que había intentado concretar. A Dilma le sucedió lo contrario. Cunha trabajó todo el tiempo para dificultar la actuación del gobierno. Dilma lo intentó todo para revertir la situación, pero no pudo.
-¿Lo que le pasó a Dilma fue solo un sabotaje o tomó opciones incorrectas? ¿El ajuste que Dilma propuso a partir de 2015 no era un ajuste incorrecto?
-El ajuste de Dilma creó un problema en nuestra base. Cuando gané las elecciones, descubrí la maldita herencia, pero no me puse a maldecir. Quien es elegido para gobernar, no es elegido para diagnosticar. El buen doctor no es el que descubre la enfermedad, el buen doctor es el que la cura.
-¿Bolsonaro completa el mandato?
-No espero que la desgracia sea mayor de lo que ya es. El problema no es Bolsonaro, sino el proyecto que representa. Si cae, ¿cambiará el proyecto? No importa si gobierna Bolsonaro o Antônio Mourão. El proyecto está mal. Es un proyecto que no piensa un país para los brasileños. Ahí está el caso de Petrobras, que contratará plataformas de exploración. Vamos a gastar treinta mil millones de reales para importar una docena de sondas que podríamos fabricarlas en Brasil. Insisto, no importa si el presidente es Bolsonaro o Mourão. Bolsonaro debe cumplir su mandato. Lo que debería hacer Bolsonaro es cambiar su comportamiento y pedirle a su policía federal y a sus fiscales que busquen a Queiroz. ¿Por qué se esconde? [1].
-Vive en Morumbi [2]
-Si se tratara de Lula, ya sabrían la dirección de mi hijo, de mi nieto y de mi bisnieto. ¿Dónde se escondió? ¿En la Favela da Maré? ¿En Heliopolis? No, se escondió en Morumbi, en la guarida que lo protege. Mi problema no es personal. No tengo problema con Bolsonaro. Ni siquiera sé si alguna vez pronunció un discurso en mí contra cuando era diputado. Si es honesto, tendría que admitir que fui el presidente que mejor cuidó a los militares. Y lo hice porque de qué sirven las Fuerzas Armadas si no tienen uniforme, botas y armas; si no tienen preparación ni inteligencia para defender las fronteras y el litoral marítimo. Los estadounidenses tienen la Cuarta Flota y el ejército brasileño acuerda subordinarse a un general para unirse a él. ¿Hasta dónde hemos llegado…?
-Bolsonaro dejó en claro que el actual director de la Policía Federal será removido y que designará un fiscal general “en línea” con su gobierno. Fernando Henrique Cardoso hizo lo mismo. Los gobiernos del PT respetaron la independencia de ambas instituciones. ¿Se arrepiente de su republicanismo?
-No podemos ser criticados por las cosas buenas. Soy republicano porque no creo que el Estado sea mío. Ser presidente no es una profesión. Es cumplir una tarea. Fui elegido con una fecha para asumir y una fecha para irme. Goberné pensando en el pueblo, no en mí. Nunca podría haber nombrado un amigo para la Corte Suprema. Mi formación política no me permitió hacerlo. Cuanto más republicano sea un presidente, más autonomía tendrán esas instituciones, y cuánto más autonomía tengan más responsabilidades tendrán sus funcionarios. No quiero un juez ni un fiscal amigo. Quiero jueces y fiscales que respeten a las personas, que tenga la capacidad de investigar y acusar seriamente, que cumplan con lo que establece la Constitución.
-¿Puede Bolsonaro deprenderse de Moro?
-Moro no está capacitado para ser ministro de Justicia. Se graduó en derecho, aprobó un concurso, pero carece de la experiencia para ocupar un cargo político de esa envergadura.
-¿Pero cree que Bolsonaro tiene las condiciones políticas, dados los pactos que hizo, para desprenderse de Moro?
-No lo sé. Pedirle la renuncia a un ministro es una cuestión que solo compete al presidente. No voy a adivinar.
-Gleisi Hoffmann dijo que las elecciones de 2022 serán una disputa entre Bolsonaro y el PT. ¿Está de acuerdo? [3]
-Hay una molestia en el ambiente político. Se ha puesto de moda decir: “necesitamos poner fin a la polarización entre el PT y Bolsonaro”. Es gracioso. Cuando fueron los tucanes quienes polarizaron con nosotros, no quisieron terminar con la polarización. El PT es la mayor fuerza política del país y ahora vamos a internas en cuatro mil municipios para elegir en forma directa al presidente del partido. Tenemos casi dos millones y medio afiliados. El PT no es un revoltijo de intereses electorales como el PSL [4]. Si Bolsonaro pierde las elecciones, el PSL se termina, se desmorona como la harina, como el PRN [5] de Collor. Brasil tiene un solo partido organizado a nivel nacional, y es el PT. El resto son solo acrónimos electorales.
-Sin embargo, el PT no consiguió crear conciencia ciudadana en muchas personas.
-Es algo que discuto mucho con mis compañeros. Mi postura es que no fui elegido para crear conciencia ideológica, sino para gobernar. El PT debería haber aprovechado las cosas buenas que hicimos y creado esa conciencia. Comencé mi vida política como fanático de PCI [6]. Pensaba que era lo más perfecto en términos de organización política. Años después tuve el placer de sentarme a la mesa al lado de Enrico Berlinguer, quien conocía bien al PCI. Fue entonces que me di cuenta de que el PCI no pasaba del 30 por ciento en las elecciones y llegué a la conclusión de que sus dirigentes no querían ganar las elecciones.
-Pero había un proyecto de alianza…
-Lo mismo sucedió con el PT. Cuando fui a la cuarta elección, sabía que necesitábamos el cincuenta por ciento más uno. Por eso descubrí mi obra maestra, José Alencar [7]. Un día me invitaron a una reunión donde él hizo un discurso. Mientras él hablaba, lo escuchaba y pensaba: “encontré a mi compañero”. No hubo ni habrá muchos como él. Hombre de negocios de una gran humanidad, de una enorme honestidad, capaz de una inmensa solidaridad. La élite jamás lo perdonó. Lo que más odié fue que en la campaña de Dilma, durante la etapa final, cuando él casi no podía sostenerse de pie debido al cáncer, sus vecinos, los del elegante vecindario donde vivía, le bajaban el pulgar. Honestamente, hay una parte de la élite que no vale lo que comemos.
-Un hombre de otro tiempo…
-Su generación es un poco mayor que la mía, Alencar es de la época de gente como Moraes y Bardella, gente que pensó en este país, en la industria. ¿A quién tiene hoy la élite? No tiene un solo hombre. En la época de Collor se desmanteló la industria. Cuando llegué a la presidencia, decidimos hacer ferrocarriles, pero el país ya no producía ferrocarriles. Los importaba de Polonia e Italia. La forma de ser importante en el mundo es tener conocimiento. Hoy no se es importante exportando máquinas y soja, sino vendiendo ingeniería y conocimiento. Para convertirse en una nación soberana, Brasil debe hacer lo contrario de lo que hace Bolsonaro. La educación es una inversión; hacer que los ciudadanos coman tres veces al día es una inversión. Estos sinvergüenzas repiten “eso es culpa del PT, el desempleo es culpa del PT”. Deben lavarse la boca antes de hablar sobre el PT. Si el país no quebró aún es debido a los gobiernos del PT. Si no fuera por nuestra decisión de hacer una reserva de divisas, Bolsonaro le estaría rogando al Fondo Monetario Internacional. Brasil se ha convertido en la sexta economía del mundo y hoy está gobernado por un presidente impulsado por un tipo que cree que la tierra es plana. Sinceramente, me resulta difícil creer que nos hayamos dado este regalo tan destructivo. Como si hubiera un huracán en Florida y Brasil dijo: “no, que venga aquí”.
-Este huracán tiene un propósito. Paulo Guedes siempre ha expresado su intención de privatizar Petrobras. ¿Cree que lo logrará?
-A veces me pongo nervioso. El pueblo brasileño aún no conoce los efectos del Lava Jato en la economía brasileña. Hay muchos números sofisticados. Es necesario desentrañar todo eso en un lenguaje popular. Necesitamos decírselo a los millones que perdieron sus empleos. Hay casi cincuenta millones de brasileños trabajando en la informalidad…
-¿No es un fallo del PT?
-Quizás sea del PT, quizás sea de todos. Tenemos que informar a la sociedad. El PT, guste o no, produjo la distribución de ingresos más extraordinaria del país. En ningún momento de nuestra historia, el país registró una experiencia tan extraordinaria de ascenso social.
-¿Por qué el campo progresista, los llamados partidos de izquierda, no pueden aprovechar el descontento de la sociedad con Bolsonaro?
-Lleva un tiempo. Es un proceso. La victoria de Bolsonaro necesita ser relativizada. Tenía el apoyo del 39 por ciento de la sociedad, del 55 por ciento de los votos válidos. Eso significa que el 61 por ciento de las personas le dijeron que no a Bolsonaro. No es poca cosa. Lo único que no vale la pena ahora es ponerse nervioso y dormirse todos los días repitiendo que Bolsonaro tiene que caer. Necesitamos advertirle a la sociedad sobre el proceso de destrucción en curso e intentar convencer a la gente de que no podemos permitir esta destrucción.
-¿Quién alertará?
-Tenemos liderazgos en todos los movimientos sociales y buenas personas Se emitió una carta al pueblo en defensa de la soberanía. Necesitamos decirle a la sociedad que no podemos aceptar un ministro de Educación tan grosero. La gente tiene que salir a la calle para exigir respeto. Que Bolsonaro nombre a su hijo como embajador en Estados Unidos es culpa del Senado, que deberá asumirá la responsabilidad que la cabe. Si su hijo fuera un genio, un Celso Amorim, está bien. ¿Pero nombrarlo porque aprendió a freír hamburguesas? No es posible. Necesitamos a alguien con altura intelectual, con conocimiento de la política exterior, de la economía y el comercio. La embajada en los Estados Unidos es la más importante. Cuanto más independiente sea el embajador, mejor. Colocar un sirviente es un error.
-Haddad desempeña el papel de oponente principal. ¿Estás satisfecho con su desempeño?
-Haddad fue una sorpresa extraordinaria para el PT. Es un cuadro altamente calificado, como otros líderes de la oposición. El PT tiene a Rui Costa, gobernador de Bahía, el estado más importante del noreste; y a Camilo Santana en Ceará. También están Flávio Dino, Ciro Gomes, el compañero Guilherme Boulos, además de otros gobernadores. ¿Cuál es la ventaja de Haddad? Que él está en el partido más importante, tiene más votos y más experiencia.
-¿Por qué está en contra de que él asuma la presidencia del PT?
-Haddad salió fortalecido de las elecciones presidenciales. La presidencia del PT debería ser para alguien con la capacidad de hablar con amplios sectores de la sociedad. Si se convierte en presidente del PT, quedará marcado con la estrella del partido y será más difícil establecer contacto con otras fuerzas políticas. Esto es lo que pienso. Su papel es viajar por Brasil, debatir, ayudar en la formación política, debatir en el extranjero.
-Y alabar a Moro también, ¿verdad?
-Muchas personas elogiaron a Moro. Sólo lo criticamos las víctimas y los abogados.
-CartaCapital también lo ha criticado…
-Cada vez que mi abogado se enfrentaba a Moro, venía a hablar conmigo. Mi decisión fue esta: no hay respiro. He estado aquí durante un año y medio. El Estado tendrá que asumir su responsabilidad. No sirve de nada pedir favores, no es necesario. No sirve de nada decir: “ah, pobre Lula, ya tiene 74 años, déjalo ir a su casa y dale el arresto domiciliario”.
-¿Realmente, no va a aceptar?
-¡Y que me pongamos una tobillera! No soy una paloma mensajera. ¡Si quieren poner una cadena, que se la pongan en el cuello a Moro! Solo salgo de aquí con mi inocencia total. O estos prueban que estoy equivocado, o yo probaré que son sinvergüenzas. Fui criado por una mujer que nació y murió analfabeta, muriéndose de hambre con sus hijos, pero me dio dignidad y no me rindo.
-Si está autorizado, ¿será candidato en 2022?
-Tengo 74 años y estoy como nuevo. Usted sabe que soy un tipo muy enérgico. Incluso estoy pensando en casarme (risas). Obviamente, habrá gente mucho más joven, con mucha más disposición.
-¿Más dispuesto que usted?
-No sé. Habrá que ver cuando salga cómo estoy y cómo están las fuerzas políticas. Hay muchos dirigentes de entre cuarenta y sesenta años que pueden ser candidatos. Estaría contento con poder votar. No hay problema. Ahora, si no hay nadie capaz de derrotar a esta podrida élite brasileña, puede estar seguro de que Lula estará en el juego.
-¿Y será diferente? Siempre ha sido un conciliador por naturaleza, incluso por su historia sindical. ¿Todavía cree en una conciliación?
-Gané una elección en las circunstancias que sucedieron. De 513 diputados tuve apena 91. De 81 senadores solo 10. No se trata de conciliación, sino de negociar para gobernar. Es así en todo el mundo.
-Hubo medios que vendieron una idea de que Lula “es paz y amor”…
-Yo no vendí esa idea. “Paz y amor” es mi frase, pero si alguien hace un mal uso no es mi culpa, será en todo caso un plagio. El lado opuesto me pintó como un demonio. Si el PT gana, si yo gano, si la izquierda gana, quien gane, tendrá que hablar con otras fuerzas políticas. A menos que tenga mayoría en el Senado y cambie la composición de la Corte Suprema. Son una dinastía. Hay una cosa que CartaCapital podría buscar, como el árbol genealógico de los representantes del poder judicial. Han estado allí desde la independencia.
-Pero los gobiernos de usted y Dilma tuvieron la oportunidad de nombrar muchos ministros para la Corte Suprema…
-No tuvimos esa oportunidad. Además, ese no es el camino. No se puede hacer ninguna designación por amiguismo. ¿Cuál fue nuestro criterio? Consultamos a personas importantes y evaluamos los antecedentes de los candidatos. Nunca me senté con alguien para decirle: “mira, te elijo, pero tenés que votar por mí”. Nombramos profesionales. Ahora, puede ser que esa persona, cuando se pone la toga, se crea Dios. Estoy orgulloso de nunca haber pedido un favor. Nunca nombramos jueces para recibir favores, sino para cumplir exactamente lo que está escrito en la Constitución.
-Pero no lo hacen.
-No es mi culpa.
-¿Cree que Trump será reelegido? ¿Cuál sería la consecuencia para Brasil y Bolsonaro?
-Seamos claros. Trump ganó usando la misma metodología utilizada aquí en 2018. Es el resultado del odio, de la discordia y de las mentiras. Además, Hillary Clinton no era la mejor candidata. Estados Unidos merece algo mejor que Trump, como nosotros algo mejor que Bolsonaro. Cualquiera puede ser reelecto si la economía anda bien. O, en el caso de Estados Unidos, si se inventa una guerra, un enemigo externo. Bolsonaro polemiza con Emmanuel Macron para intentar demostrar que es un nacionalista, pero quedará en la historia como el presidente que saludó a la bandera estadounidense, y lamiendo las botas a Trump. No es nacionalista. Y tampoco lo son los miembros militares de este gobierno.
-Bolsonaro le pidió a los brasileños que el 7 de septiembre salieran a las calles vestidos de verde para mostrar patriotismo y apoyo al gobierno. ¿Qué piensa de eso? [10]
-Si se toman las fotografías históricas del 7 de septiembre se verá que siempre hay muchas personas vestidas de verde y amarillo. La gente usa la camiseta brasileña con orgullo, no por Bolsonaro. Lo de Bolsonaro es un intento por usurpar los colores. Argentina es una lección para los brasileños. Macri terminó siendo una mentira más grande que Bolsonaro. De hecho, Bolsonaro lo miraba como un espejo, como un ejemplo a seguir. No funcionó. En mi opinión, Bolsonaro no sobrevivirá. No estoy diciendo que caerá hoy o mañana, pero no sobrevivirá políticamente a una nueva elección. Creo que los sectores progresistas recuperarán varios países. ¿Cuál es hoy el mejor país de América latina? Bolivia.
-¿Qué le pareció la decisión de Cristina Kirchner de ser candidata a vicepresidenta?
-Cristina evaluó varias cosas. Creo que es una decisión correcta. Espero que salga bien.
-¿Se da cuenta de que si hubiera sido jefe de Gabinete de Dilma de entrada y no cuando ya era demasiado tarde, las cosas habrían sido diferentes?
-En el Palacio de Planalto, como en ningún palacio del mundo, caben dos presidentes. Hay que entender las circunstancias del momento. Pero no lo discutamos ahora, es desagradable. Si cometí un error, es que no asumí que debía ser candidato en 2014, y no lo hice porque me gusta Dilma, la respeto y democráticamente ella tenía derecho a ser candidata. Después, cuando quise gobernar en su lugar no pude. No hicimos la política correcta. Dilma, el PT, yo, todos cometemos errores y cosechamos lo que sembramos. Ahora, la derecha enceguecida quiere destruir lo poco que habíamos logrado en el área social.
[1] Fabrício Queiroz es policía retirado, amigo de Jaier Bolosonaro y chofer de Flávio Bolsonaro, hijo del presidente. Queiroz está sospechado de ser testaferro de la familia presidencial y de haber girado fondos al exterior a una cuenta propiedad de la esposa de Bolsonaro.
[2] Morumbi es un distrito situado en la zona oeste del municipio de San Pablo. Pertenece a la subprefectura de Butantã. Es el barrio más rico de la ciudad. Es conocido por sus mansiones y condominios de lujo.
[3] Gleisi Helena Hoffmann es abogada y presidenta del PT. Fue jefa de Gabinete de la Presidencia de la República con Dilma Rousseff. Actualmente es senadora.
[4] El Partido Social Liberal es el partido de Jair Bolsonaro. Se fundó 1994.
[5] El Partido Laborista Cristiano fue creado tras el fin de la dictadura militar con el nombre de Partido de la Juventud. De orientación liberal de centroderecha devino en el Partido de la Reconstrucción Nacional que postuló a Fernando Collor de Mello. Después de 1994, se convirtió en una formación muy minoritaria, casi sin apenas representación en el país.
[6] Lula se refiere al Partido Comunista Italiano fundado en enero de 1921, en Livorno, como la sección italiana de la Internacional Comunista bajo el liderazgo de Amadeo Bordiga y Antonio Gramsci. Cuatro años después fue ilegalizado por Benito Mussolini. Durante casi dos décadas, el partido pasó a la clandestinidad y sus militantes fueron perseguidos Durante la Segunda Guerra Mundial, sus cuadros combatieron en las filas de la Resistencia italiana. Bajo la conducción de Palmiro Togliatti implementó una política de cooperación con el resto de los partidos democráticos, lo que le permitió tener gran influencia en la creación de las instituciones de la Nueva República.
[7] José Alencar se inició como comerciante en la adolescencia en el negocio textil y de los cereales. Vinculado al Partido Liberal, hizo carrera como líder gremial. Fue presidente de la Federación de las Industrias de Minas Gerais y vicepresidente de la Confederación Nacional de Industria. En 1994 perdió las elecciones para gobernador de Minas Gerais. En 1998 fue elegido senador. En 2002, su partido pactó con el Partido de los Trabajadores para las elecciones presidenciales y Alencar fue elegido vicepresidente. Entre 2004 y 2006 ejerció como ministro de Defensa y en 2006 fue reelecto vicepresidente nuevamente en fórmula con Lula. Murió el 29 de marzo de 2011.
[8] Antônio Ermírio de Moraes fue un empresario multimillonario presidente del Grupo Votorantim, una de las compañías más grandes del país. Fue, además, presidente del Hospital Beneficência Portuguesa, ubicado en San Pablo, una institución que proporciona el 60 por ciento de sus servicios a los ciudadanos que se encuentran por debajo del umbral de pobreza.
[9] Lula se refiere a Claudio Bardella uno de los más importantes representantes de la industria productora de bienes de capital. Su prédica se orientó a reclamar políticas proteccionistas en favor de la sustitución de importaciones. Integró el grupo de empresarios que elaboró el “Documento de los ocho”, que criticó el sistema político y levantó la bandera de la democracia durante la dictadura de Ernesto Geisel, el penúltimo presidente de facto de Brasil.
[10] La pregunta hace referencia al Día de la Independencia de Brasil, proclamada por el Imperio de Brasil el 7 de septiembre de 1822.
*Mino Carta es el seudónimo de Demetrio Carta. Periodista, editor y escritor brasileño nacido en Italia. Colaboró en la creación de Veja, Istoé y CartaCapital, tres de las cuatro principales revistas de actualidad que se publican en Brasil.
*Ricardo Stuckert fue el fotógrafo oficial de Lula Da Silva durante sus ocho años de gobierno. Trabajó para las periódico O Globo y las revistas Caras, Veja e Istoé. En 1997 recibió el premio April Photojournalism Award por su reportaje fotográfico sobre los indios del Amazonas.
*La entrevista en portugués puede leerse en www.cartacapital.com.br